—Muy bien, tenemos que cubrir todo para el azul y oro—. Exclamó Rosé a los adolescentes a lado de ella, formando un círculo alrededor de la rubia. Todos asintieron.
— Cole Mitchell y yo, checaremos los concursos de comida y algunos juegos, Jirakit no puede venir por qué está con sus padres, Non tú puntea las atracciones y Freen fotografías—. Asignó la rubia a cada quien su trabajo, todos de acuerdo con su parte.
Freen entró a la feria junto con los chicos, que una vez al entrar se separaron. La de lentes exhalo, no le gustaba estaba estar aquí. Los populares siempre estaban aquí y si ella estaba aquí, la molestarían. Sin embargo, recordó que cierta rubia, estaría aquí y tal vez la vería. Aunque Freen dudaba mucho de su promesa, no por un comentario lindo que le hizo una vez, significaba que la chica había cambiado totalmente, o que ya no la iba a molestar.
La ceremonia de la feria anual, iba comenzar en unas horas, tenía tiempo de tomar algunas fotografías. Tal vez si tomaba buenas fotos de todo el parque podía irse antes de tiempo, Freen camino observando algunos juegos, "La Montaña de la Muerte", Tazas locas, carritos chocones, la casa del terror, el carrusel, la casa de los espejos y muchas atracciones más. Freen camino hacia el centro de la feria, encontrando el único juego que le llamaba la atención, la rueda de la fortuna. Era hermosa, a Freen le encantaba ese juego, tenía algo que le encantaba, ella no sabía el por qué.
—Vaya, vaya. ¿Quién tenemos aquí?—. Escucho una voz detrás de ella, Freen conocía perfectamente de quien era esa dulce y atrayente voz.
—B-Becky, si viniste—. Tartamudeo la más baja, al ver a la rubia acercarse a ella. Becky notó eso y por alguna extraña razón le pareció adorable.
—Te dije que vendría, llegue hace dos horas con mi familia y los Nekkham.— Exclamó la rubia rodando los ojos, Freen se preocupó por el gesto, pero rápidamente fue remplazado por una sonrisa.
—¿Quieres subirte a algún juego?—. Pregunto nuevamente la contraria, está traía las manos en los bolsillos de su chaqueta roja.
Freen no sabía qué decir. ¿Becky Armstrong la estaba invitando a subirse a un juego con ella?
—¿Y-y tus amigas?—. Pregunto Freen, confundiendo a la rubia y a ella misma.
Becky alzó una ceja confundida, definitivamente no la reacción que se esperaba. El rostro de Freen se tiñó rojo de vergüenza, esta vez lo había arruinado.
—Perdón, yo no quería decir eso, es solo que, ¿no te preocupa que te vean conmigo? Sabes que no soy la más popular que digamos y t-tu, eres muy atractiva, digo tu reputación está un poco grave. No quiero dañar tu imagen más de lo que ya está, jeje—. Dijo la fotógrafa rápidamente con los nervios a mil, ni ella misma se había entendido bien, está solo sonrió con nerviosismo, su rostro tan rojo y sus manos apretando fuertemente la cámara que colgaba de su cuello.
—¿Disculpa, que?.— Pregunto Becky sin entender nada de lo que dijo, solo la parte de sus amigas. La chica lo dijo tan rápido, que Becky no entendió ni una palabra —Mis amigas están ocupadas ahora mismo, Sawaros en el baño probablemente vomitando después de ganar el concurso de comer Cupcakes y después subirnos a la tazas locas. Y Irin está con su madre y algunos reporteros, dando entrevistas y esas cosas.
—Oh, genial, olvida lo que dije y dije radiactiva, no atractiva, ambas terminan en iva—. Volvió a reír nerviosa la más baja, se estaba avergonzando sola, al menos no tendría que batallar con las amigas de la rubia molestándola.
¿Radiactiva? ¿Enserio Freen?
—¿Okey? ¿Entonces quieres acompañarme a los juegos o no?—. Hablo Becky sin darle mucha importancia.
La rubia quería limpiar su imagen, tal vez así el director la meta en el equipo, sin necesidad de que sus padres intervengan.
Además, Freen se le hacía intrigante. Pero, obviamente Becky nunca lo admitiría.
—¡Si! Digo, ¿por qué no?—. Contestó Freen, tratando de evitar que la chica notara su nerviosismo, o lo emocionada que estaba. Claramente, no le salió bien.
—Tengo pase V.I.P, podemos subirnos a lo que quieras sin hacer fila, cortesía de la alcaldesa—. Hablo Becky emocionada, mostrándole la pulsera dorada que traía en su brazo, algo de tiempo de caridad con Freen no haría daño.
Becky no era tonta, a pesar de lo que mucho creían, ella sabía quienes vendrían a la feria y quienes no. Para su suerte nadie, que pudiera decir que la vio con Freen y fuera creíble, estaba aquí. La única seria Sawaros Nekkham, pero estaba demasiado ocupada vomitando cien Cupcakes, en el baño.
Así que no habría problema, podría divertirse todo el día sin ser juzgada o que alguien se aprovechara de ella. Freen no lo sabía, claro está. Y Becky no quería que Freen supiera, tal vez se pregunten, sobre sus padres. Ellos estaban ocupados hablando con los Nekkham de negocios, muy importantes como para preocuparse por sus hijos.
Ambas chicas habían acordado subirse a la mayor cantidad de juegos posible, antes del evento de ceremonia. Freen tomaría algunas fotos mientras subían o antes. Primero decidieron algo simple como los carritos chocones.
—Creo que será mejor que me quite los lentes, así no se caerán o peor, romperán—. Hablo Freen quitándose sus lentes de su rostro con cuidado, guardándolos en su estuche que traía en su bolsillo.
Becky nunca había prestado atención a los ojos de la chica. Becky nunca había prestado atención a la chica en general, pero, Wow. Se arrepentía totalmente, sus ojos eran de un color muy bonito. La rubia no pudo evitar perderse por un momento esos hermosos ojos, parecía que la hipnotizaban.
La rubia se vio sacada de su trance por el señor que atendía los carritos, diciéndoles que por favor subieran. Ambas aceptaron cada quien en un carro separado. Becky no dijo nada acerca de la apariencia de la chica, prefirió quedarse callada.
Al final Freen ganó, fue la que menos chocó en todo el juego. Becky chocaba a propósito contra gente solo para ver sus caras de frustración, Freen se disculpaba cada vez que chocaba con alguien. No le gustaba ver las caras de enojo de las personas. Ambas eran muy diferentes, pero como dicen...
Los opuestos se atraen...
Después de subirse a varios juegos más, solo quedaban tres. Freen había logrado sacar buenas fotografías y se había divertido en el trayecto, no creyó que eso fuera posible. Becky disfrutaba la compañía de la chica, algo que nunca creyó posible, ahora solo estaban debatiendo si debían de entrar a la casa del terror, a la rueda de la fortuna o a "La Montaña de la Muerte".
—Piedra, papel o tijera, la que gane elige, nerd—. Hablo la rubia, mientras la contraria se reía, ambas listas. Becky sabía que ganaría.
—¡Piedra, papel o tijera! ¡Gane, Armstrong!—. Grito emocionada Freen.
Becky quedó boquiabierta. ¿Como? Ella era una maestra del piedra, papel o tijera. Freen solo reía, esa risa que para Becky era lo más hermoso que había escuchado.
—Quiero, "La montaña de la Muerte"—. Hablo alegremente, Freen pudo notar como Becky se puso más pálida de lo normal con solo decir su nombre.
Algo que nadie sabía de Becky era que les tenía miedo a las alturas, nadie lo sabía excepto su familia. Becky odiaba, las alturas, odiaba los hoteles con muchos pisos, odiaba subirse a los elevadores de cristal y ver cómo se elevaba, odiaba los aviones. Para subirse a uno, tenía que tomarse una píldora para dormir y no despertar hasta que estuvieran en tierra.
Pero eso nadie lo debía de saber, sería el hazme reír del pueblo, ¿La gran Becky Armstrong con miedo a las alturas? No, nadie debía enterarse, su reputación moriría. Ella no podía dejar que Freen se enterara.
—¿Segura? Mejor a la casa del terror. ¿Quién sabe? Tal vez hay te contraten—. Ahora fue su turno de ponerse nerviosa, su respiración aumentó de velocidad rápidamente y sentía su estomagado dolor de tan solo mirar aquella montaña rusa, que le daba pesadillas.
—Muy graciosa, Armstrong. ¡Vamos!—. Freen tomó a la rubia de la mano inconsciente, corriendo con ella hacia la montaña rusa.
Un sonrojo apareció en la cara de Becky, el tacto de Freen era suave y delicado, la rubia no dijo nada, tampoco se quejó. Solo se dejó llevar por la alegre chica que la llevaba a lo que probablemente sería su peor pesadilla. Aun así Becky no pudo evitar sonreír al ver la alegría en la cara de la chica.
Ninguna rompió el contacto hasta que estuvieron ya dentro del carrito de la montaña. Ahí Freen se dio cuenta de lo que había pasado, soltando rápidamente la mano de Becky.
—Lo siento, no fue mi intención—. Hablo tímidamente la más baja, separándose un poco de la chica rubia, con vergüenza. ¿Qué pensaría Becky de ella?
—Está bien, se me había olvidado—. Contestó la rubia, algo incomoda por lo que había pasado. La chica sintió el miedo apoderarse de ella.
Becky ni siquiera se había dado cuenta en qué carrito les tocó, era el peor, el de al frente, tenía la vista perfecta para morir, era su fin. Ahora si estaba muerta. La rubia no pudo evitar soltar un pequeño chillido al ver cómo la "máquina mortal" se movía, subiendo por la empinada montaña.
Los rieles rechinaban y se escuchaba el crujir de los tornillos. Becky sintió lágrimas formarse en sus ojos, perdiendo el control de su respiración. Queriendo calmarse la chica cerró los ojos con fuerza no queriendo abrirlos, aferrándose a su asiento con toda la fuerza que tenía.
—Hey, no te espantes—. Freen la llamo, Becky abrió los ojos lentamente, el terror reflejado en sus ojos. Freen se sentía mal al verla así, se sentía tal mal cuando la vio ayer, llorando en el gimnasio, ahora era su culpa.
—Todo esto es mi culpa, enserio lo siento— Hablo Freen sintiendo un dolor en su pecho al ver a la chica de esa manera otra vez.— Toma mi mano.
Becky así lo hizo, no dudó ni un segundo, aferrando su mano con la de la chica a su lado. Ya habían llegado a la punta de la montaña, gritos de emoción y algunos de miedo escuchándose por detrás.
Lo que más aterró a Becky fue ver que de donde estaban se podía ver, la capital de Tailandia, mierda, se podía ver todo. Un apretón en su mano llamó su atención.
—No mires abajo, eso solo lo empeorará, solo mira enfrente y no pienses en que te caerás. Yo estoy contigo, yo te protegeré.
Freen llamó su atención tratando de hacer sentir mejor a la rubia, Freen no era la más valiente, pero haría lo que fuera para que Becky se sintiera mejor.
Becky la miró, nuevamente perdiéndose en los hermosos ojos de la chica. Por un momento Becky olvido que estaba en la montaña rusa, concentrándose solo en ella y Freen.
Concentrándose en Freen...
Todo eso cambió cuando los carritos descendieron, cayendo en picada. Becky no pudo evitar gritar, al igual que Freen, solo que la fotógrafa gritaba de emoción y adrenalina. Después de dar la vuelta y que Becky sintió su corazón salir. La rubia ya no gritaba de miedo, gritaba de emoción y adrenalina también, no era tan malo.
En menos de lo que se esperaban ya estaban parando, frenando en donde comenzaron. Becky sonrió victoriosa, al fin había superado su miedo y todo gracias a Freen.
—No puede ser...—. Hablo la rubia emocionada, alzando sus brazos alegremente, Freen solo la miraba orgullosa y con una sonrisa en su rostro.
Y Becky vomito...