Algunas cosas toman tiempo

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La muerte de Annabeth lo quebró. Y muchos temían que para siempre. Busco el refugio en las profundidades del... עוד

La tristeza nubló todo
Ultimo adiós
Decisiones
Recompensas
Padre e hijo
Aprendiendo a ser un dios
En apuros
Un aliado no deseado
Audiencia ante el consejo I
Audiencia ante el consejo II
No cuentes conmigo
Emociones desatadas
No estas solo... no estamos solos
Déjanos ayudarte I
Déjanos ayudarte II
Momentos
Nota de autor
Desaparecido
Se acaba el tiempo I
Se acaba el tiempo II
Revelado
Camino a seguir
Nueva responsabilidad
No, gracias
Explicaciones
Sin salida
Atrapado
Lecciones
Rescate
Buen recuerdo
Impacto
Perseguido
Secuestro
Consecuencias
Lejos de casa
Jackson
Sangre
Adversidad
Acercamiento
Reencuentro
Recuperación
Venganza I

Ausencia

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N/A: Se me fue la mano con 6K palabras. 

No me decepcionen con su voto y sus comentarios.

No paró de llover durante 3 largos días y las olas azotaron la costa a tal punto que fue necesario que el consejo fuera a ver a Poseidón para que detuviera toda esta locura. Percy se había ido. Nadie se lo había contado o esparcido un rumor, el mismo había presencia el detestable acto por el que habían tomado la vida de su muchacho. Lo peor de todo es que habían pasado 3 días y no se había atrevido a hablar con Sally o Paul y mucho menos darle la cara a Eskol o informarle a Travis quien ya se había recuperado pero que seguía en el palacio de Perseo. No era un acto común que un dios se desvaneciera, por lo que no había registros de la naturaleza del acto de renacimiento, era más sencillo para los mortales, había un proceso de elección, luego el renacimiento empezaba con una nueva vida, nuevo ser, nuevo cuerpo y todo eso, sin memoria, pero para los dioses era un proceso que podía tardar de uno a mil años. 

—Poseidón, viejo engreído, es momento que salgas —el viejo dios podía reconocer la voz. Atenea se había mantenido cerca de Eskol todo este tiempo, el muchacho había ido recuperando la fuerza y podía ver claramente que algunos rasgos de Percy estaban en él ahora.

—No ha salido en todo este tiempo, tal vez solo necesita tiempo —la voz de Tritón sacó a Atenea de su momento de divagación.

—Eskol empieza a hacer preguntas, no soy yo quien debería responderlas —ya había tenido las primeras preguntas de donde estaba Percy y porque no había venido a verlo aún. Atenea había desviado la atención lo mejor que pudo, pero si algo había aprendido es que no se podía salir del enfoque de Eskol cuando algo quería obtener.

—No creo que vaya a salir en el corto plazo —Tritón sabía lo que pasaba dentro de esa habitación. Quirón había llegado con Poseidón y su sobrino malherido, lo habían atendido inmediatamente y Poseidón había regresado rápidamente para buscar a Percy que no tuvo tiempo de recibir una nota que Quirón portaba. Cuando había regresado con Atenea que lo sostenía para que no se derrumbara recién había podido leer las palabras de Percy. No sabía lo que decía, pero casi podía imaginárselo por la reacción de su padre. —Llevaré a Eskol a dar una vuelta —el muchacho ya estaba mejor y no dejaba de hacer preguntas, sería mejor llevarlo a despejarse un poco antes de que su padre estuviera bien como para hablar con su nieto.

—Creo que debes llevarlo con Travis también —Tritón suspiró, algo de ayuda de alguien cercano al niño sería una gran ayuda.

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Si había algo que a Eskol no se le podía escapar era el hecho de que podía ver a través de las mentiras, nunca había tenido ese problema con su padre porque siempre había un voto tácito de honestidad sin importar que tan terrible o difícil fuera la situación. Lo fue cuando hablaron de como llego a acogerlo, sobre la muerte de su madre y hablar sobre adopción. Esta vez, era distinto, esta vez había creído con todo su corazón que su padre no le mentía. Pero no fue asi. El preguntaba por el simple hecho de no querer derrumbarse delante del resto y ser una vergüenza para su reciente familia. Había visto las caras de preocupación cuando interactuaban con él. Había visto el ceño fruncido y los ojos irritados de Atenea que trataba de llevar la conversación a cosas más triviales y el solo se quedaba en un limbo mental de saber y no poder oír la verdad: su padre había tomado su lugar y no había vuelto con vida.

Esperaba que no hubiera nadie para dejar salir las lágrimas que tanto le costaban enjugar, pero se dio cuenta de una cosa, el agua de su cuerpo le obedecía, consumía cada gramo de su fuerza apretando los puños, pero el agua que se concentraba en sus ojos era absorbida nuevamente para evitar que las lágrimas salieran y eso le ayudaba a no ser un mar de lágrimas cada vez que pensaba en que tal vez no volvería a ver a su padre nunca más. No quería simplemente saber que ya no estaba más, quería saber que había pasado, quería lo detalles y sobre todo quería saber quiénes habían sido los culpables, porque no le importaba cuanto tiempo le tomará, asi fuera lo último que haría en su vida mortal, iría por ellos y los haría pagar.

Ahora podía entender la larga charla, la ceremonia de adopción y las instrucciones que había dejado para él. Entendió porque debía irse al campamento y entrenar con el tío Travis para poder salir en misiones con él. Su padre quería que estuviera preparado para ese momento. No se trataba de una venganza en base al rencor y la amargura, no, como diría su abuelo, esa clase de venganza solo se trata de saciar los apetitos más bajos de perversidad. Esta venganza se trataba de cortar y romper con su pasado y que no lo persiguiera nunca más.

Toc, toc.

Sabía que no se trataba ni de Atenea, ni de Anfitrite su abuela. Las formas de una realidad diferente se le atragantaban, no era como la libertad que sentía al vivir con los abuelos en una realidad mortal, podía ser espontaneo, se sentía un tanto abrumado de tanta atención. Le atendían hasta para ir al baño, tanto que lo avergonzaban.

—Veo que estas despierto —sabía quién era, se veía tan distinto a las formas humanas de las que estaba acostumbrado, pero no era desagradable a la vista, sin duda tenía el porte de un príncipe.

—Acabo de despertar... —Eskol se puso de pie aun sintiendo la debilidad en sus piernas y en los movimientos de su cuerpo. Hizo una reverencia, pero sintió la mano de Tritón sobre él para evitarlo.

—Yo soy... —Eskol levantó la cabeza, simplemente no podía evitarlo, era casi un hábito anticiparse a lo que la gente creía que ignoraba, pero solo para las cosas triviales, para lo demás siempre había atesorado el consejo de su padre.

—Mi tío, Tritón —ya había escuchado en estos días sobre las habilidades de Eskol y de cómo maquillaba siempre su sapiencia con candidez, pero sabía que no siempre podía con eso.

—Veo que lo que dicen de ti es verdad —Eskol le dio una mirada un tanto severa.

—¿Qué es eso? —no pensaba que alguien podría hablar mal de él, pero tenía curiosidad lo que podían llegar a decir.

—Que sabes mucho más de lo que dejas ver —la forma en cómo lo dijo toco su corazón, sabía que Tritón sabía que él sabía sobre su padre. La mirada si lo gritó a la cara, pero no dijo nada más. Eskol no dijo nada, aunque lo intentó y se ahogó en el camino de decir algo. —Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo, sino ¿para qué sirven los tíos? —Eskol asintió mientras tomaba asiento en la cama.

—Mi padre me enseñó a no enseñar todas las cartas —sabía que eran las palabras de Percy, siempre había sido un subestimado y de hecho creo que disfrutaba que la gente pensara menos de él para salir con una genialidad vestida de estupidez. No podía negar que era hijo de su padre.

—Te enseño bien —Eskol sentía que el nudo se le atragantaba en la garganta, esa parte no la podía controlar, pero si podía controlar las lágrimas, las demás sensaciones de quebrarse emocionalmente eso era mucho, mucho más difícil. —Dejame darte un consejo —se le acercó ligeramente para hablarle al oído. —Debes dejar salir eso que estas guardando, no conmigo, pero sí con alguien, alguien que pueda abrazarte y decirte que todo estará bien —tragó amargamente, sintió que el bloque de concreto que estaba construyendo con cada lágrima que no dejaba salir se desmoronaba, pero no podía dejarse vencer, no podía ser débil, no podía, no después de que su padre había tomado su lugar. Su rostro se endureció, eso no hizo nada feliz a Tritón que esperaba que el niño dejara salir de una vez por todas eso que se le estaba anudando en el corazón. No sabía si los otros dioses se habían percatado que él era consciente de que Percy se había ido.

—No necesito decirle nada a nadie —Tritón trató de darle su mejor sonrisa, pero fue dolorosa, el niño era demasiado testarudo para su propio bien y el dolor que estaba acumulando iba a ser un gran problema cuando por fin se desatara.

—Vístete, debemos ir a ver a Travis —el rostro de Eskol se iluminó al escuchar el nombre de su tío. Sabía por lo que le había dicho Atenea que estaba recuperado y esperando para poder verlo, pero que se había mantenido en el palacio de Percy para recibirlo cuando fuera a verle.

—Es una buena idea —sería un largo viaje antes de que Eskol pudiera oír de alguno de manera directa las cosas.

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1 SEMANA DESPUES

El sonido de la respiración agitada se escuchaba mientras corría mientras se movía de un lado a otro, la maquina le arrojaba pelotas humedecidas con pintura para que pudieran ver cuantas pudo lograr esquivar. Travis lo sabía. Se estaba conteniendo y estaba en un constante cuadro de enfoque que no le dejaba tiempo para nada más que entrenar y entrenar. Al final de cada día tenía una mancha menos. Quería dejarse todo.

Le dolía el alma verlo asi.

Cuando Tritón le había venido a ver con Eskol le había traído una nota sellada que Quirón había dejado para él. Una nota de Percy. Lo explicaba todo o más o menos todo. Su plan de estar dispuesto a tomar el lugar de Eskol para que no tuviera que caer en manos de un perverso padre que quería deshacerse de él. Se disculpo por no haberlo esperado y llevado en esta misión, pero le pidió que cuidara de Eskol y de su entrenamiento, después de las cosas que había tenido que pasar no era más un niño. Un hombre, así lo había expresado. Percy se había anticipado a cómo Eskol estaba reaccionando y le había pedido que primero dejara que desfogara sus emociones en el entrenamiento antes de llevarlos con Sally y Paul.

Hablar de la ausencia de Percy con Eskol no era lo correcto, Eskol era mortal y necesitaba entender el concepto de la desaparición de un dios y de cómo el proceso de renacimiento podía tarde años en darse, así como también podía ser al año siguiente. Travis tuvo que ser muy cuidadoso de no darle falsas esperanza, pero si dejarle en claro que su padre antepuso su propia vida para que el pudiera vivir la suya sabiendo que podían volver a encontrarse con el paso del tiempo. Eskol no lloró, no se quebró, no dio ni la más mínima de las reacciones emotivas que esperaba Travis que sucediera por el propio bien del hijo de Percy, pero también sabía que él se estaba forzando a mantenerse firme y no dejar que la tristeza profunda que sentía lo llevara en un vórtice descendente hacia la depresión.

Finalmente, Percy le había pedido dejar que Katie se acercara a Eskol. Ella tenía la experiencia de lidiar con la perdida en la vida de la gente y había hecho un increíble trabajo en ello. Travis tenía una seria contradicción sobre si dejarla quedarse o no. No habían hablado de ello en lo absoluto, solo la dejaba estar alrededor y Katie no era reticente a quedarse cerca. Ella sabía que debían aclarar las cosas, cuanto antes mejor. La mente de Katie estaba tan absorta en pensar en Eskol y la forma en como lo estaba llevando que no se percató que Travis se había sentado a su lado. No fue sino hasta que sintió su mano tocando la suya que reaccionó.

—No —Travis se sorprendió porque ni siquiera parecía haberse percatado de su presencia hasta que tocó su mano. Solo tenía una botella de agua y una toalla en la mano, de seguro para Eskol.

—Lo siento —la mirada de Katie se volvió inquisitiva.

—No hablo de tomar mi mano, hablo de lo que sea que está pasando por esa cabeza tuya —Travis no sabía cómo lo hacía, pero de alguna manera se anticipaba, aunque era casi predecible para ella.

—¿Qué crees que estoy pensando? —Katie estaba entusiasmada de que las cosas con Travis se habían encausado a que estaban en el mismo espacio físico nuevamente, pero aún no había logrado volver a su espacio emocional, no después de las noticias sobre Percy. No había un pesar similar la percepción de un fallecimiento en su pasado mortal porque ahora que tenían la inmortalidad sabían que más temprano que tarde le volverían a ver, pero su la ausencia era un peso sobre sus corazones. Lo que más les dolió fue el hecho de saber cómo es que había sucedido. Travis había explotado de ira cuando fue convocado por Poseidón para poder hablar del tema, pero Poseidón aun no podía hablar del tema con Eskol o enfrentarse a él.

—Estás pensando mandarme de vuelta al campamento —Travis frunció el ceño un poco, era lo que se necesitaba, que Eskol tuviera a alguien cerca siempre, alguien con quien se sintiera cómodo y a gusto, luego de la experiencia en el bosque contra las cazadoras Eskol había llegado a confiar en Katie.

—Tarde o temprano tendrás que volver, es necesario —Katie no había leído la nota de Percy, pero quería que Travis confiara lo suficiente como para contarle las razones de sus decisiones.

—¿Necesario para quién? —un suspiro un tanto cansado fue suficiente para Katie para saber que aún no había llegado a esa parte de su relanzada relación con Travis. Él se sentía avergonzado de no poder soltar todas las cosas, pero no podía simplemente hacerlo. Habían pasado casi diez años en los que Katie lo había castigado a su manera.

—Para Eskol, no podrá quedarse aquí, debe estar en el campamento —la mirada de Katie se desvió hacia el niño, debía empezar su vida como semidios, en las peores circunstancias.

—Travis, no seas duro, es solo un niño, acaba de perder a su padre, necesita estar cerca de gente que lo contenga —se escuchó más duro de lo que pensaba y se sintió mal por ello.

—Es por ello que en el campamento tendrá a Quirón y a ti —Katie sentía que era el premio consuelo.

—¿Qué hay de ti? —Travis sabía lo que debía hacer en este tiempo. Las instrucciones eran claras, no debía descuida el rescate de semidioses, pero debería extender su red hacía los semidioses del panteón nórdico para recabar información. Por qué iba a volver, para ajustar cuentas.

—Aun no puedo llevarlo en mis misiones, debe seguir entrenando, me encargaré de ello, pero no puedo seguir escondido aquí —no sabía cómo habían gestionado la ausencia de Percy en el campamento, pero supuso que el Olimpo sería reservado con ello ya que no querían que el caos se apoderara de los campamentos ya que Percy era el dios de los héroes, debía ser el soporte de ellos en las misiones, por lo que Travis estaría muy ocupado cuando las misiones se llevaran a cabo. Siguiendo a los campistas ya que él no podía escuchar las oraciones de los semidioses.

—Parece que no te hubiera afectado todo esto —no podía estar más en desacuerdo y le dio una severa mirada que hizo arrepentirse a Katie de haberlo dicho.

—No hables asi, siento un nudo en cada parte de mi cuerpo, siento que debí haber estado allí con él, no puedo hacer nada más, pero si quiero cumplir con cuidar de Eskol y seguir aquí solo le hará daño —las palabras eran ásperas y Katie sabía que había tocado alguna fibra sensible.

—Aún es muy rápido para sacarlo de aquí —para Travis ya había tenido suficiente desahogo, necesitaba ir a ver a sus abuelos y luego empezar su vida como campista.

—Pienso levarlo con Sally y Paul el fin de semana, luego de ello al campamento —Katie sabía que estar con Sally iba a aflojar la tensión que Eskol se estaba autoimponiendo y creía que podría ser el único lugar en que podría por propia voluntad decidiría ser vulnerable.

—¿Cómo lo va llevando Sally? —Travis había ido a casa de Sally luego de recibir las noticias de Tritón y de leer la nota de Percy. Había sido un tanto desgarrador, la noción mortal de que el tiempo se acababa era algo que Sally no podía soportar de no poder ver más a su hijo.

—Paul me ayudó con eso, pero no hay día que no llore por Percy —Paul se había mantenido en contacto y le había prometido llevar a Eskol en cuanto estuviera mejor para que estuviera con ellos un par de días. —Lo peor de todo es que no hay una certeza de un pronto renacimiento, tal vez no le vuelva a ver —ambos mantuvieron un silencio cómodo, pero a la vez solemne porque sabían que existía esa posibilidad.

—¿Por qué están susurrando? —Eskol apareció de un momento a otro tomando la toalla de la mano de Katie. Rápidamente Travis conto las manchas en su cuerpo, tenía una menos que ayer. Se estaba matando a base de entrenamiento, sabía que había noches en que bajaba a la arena para seguir entrenando. Le dolía demasiado tanto como para querer mitigarlo con entrenamiento.

—Hablábamos de tu siguiente entrenamiento —Eskol le dio una mirada aburrida.

—Bromeas, a mí no me engañas tío Travis, seguramente le estas pidiendo a Katie que vuelva a arroparte en las noches —Travis mantuvo su deseo de golpear al muchacho, pero fue Katie la que volteo la cabeza esquivando la mirada de Eskol y más aún la de Travis sonrojada totalmente.

—Eskol no... —Katie titubeó y Travis sabía que Eskol no dejaría pasar esto.

—Por un momento pensé que él se pondría nervioso, pero veo que era tú la que quería hacerle eso, que vergüenza —Eskol era como su padre en ese sentido siempre guardaba un poco de humor y ese sentido de picardía a pesar de estar derrumbándose por dentro.

—Descansa un poco —Travis le destapó la botella de agua la cual se sorbió de un solo tirón. No se lo había contado a Travis, pero estaba descubriendo un poco las cosas relacionadas con el agua y el mar que estaban despertando en él. Travis claro que lo sabía, podía sentir la fuerza del mar en la habitación, pero quería dejar que Eskol se ocupara de ello.

—Iré a practicar con mi arco —no quería verlo más agotado de lo que se veía. Debía parar.

—Eskol —el hijo de Percy le dio una mirada cansada. Katie por su parte se había quedado un tanto retraída de la forma en que Eskol reaccionaba.

—Estoy bien Travis, solo necesito lanzar algunas flechas —frotó su anillo con suavidad para que apareciera su arco, un precioso arco, el símbolo de que era hijo de Percy Jackson. Por un breve instante Travis y Katie vieron la mirada nostálgica y abrumada de Eskol, esa que se estaba escondiendo detrás de mucho ejercicio.

—Iremos a ver a los abuelos mañana —la mirada de Eskol se animó un poco, deseaba tanto ir a verlos. La abuela sin duda lo golpearía por todo esto.

—Por fin, extraño la comida de la abuela, no te ofendas —Katie le frunció el ceño, Eskol sabía que la bomba estaba por explotar.

—Ni que lo digas, yo también deseo comer algo decente —Eskol sonrió por primera vez en mucho tiempo al ver la cara de desagrado de Katie.

—¡Travis! —no tuvo tiempo de verlos cuando ya lo estaba correteando lanzándole lo primero que tenía a la mano para dar con él.

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Dormir en el suelo no era la mejor de las recomendaciones, pero no tenía demasiado para empezar, tal vez pensó que con 300 dólares podría sobrevivir más de una semana. Pero para el tercer día sentía que debía contar y valorar cada moneda. Cada mañana se había levantada con la extraña idea de que podría encontrar un sobre debajo de la puerta con dinero para seguir adelante, pero sabía que era demasiado bueno para ser verdad, solo había recibido un sobre con sus documentos con la identidad de Artemisa Jackson y venía de parte de Apolo, con estado civil casada, se le revolvía un poco el cerebro de pensar que tendría que ser ella misma la que tendría que sustentar tener un marido sin poder presentar a un marido, tendría que volver a usar el anillo. Tener que comparar artículos de primera necesidad eran sin duda gastos que no podía ignorar. Afortunadamente tenía un espejo para no salir hecha un desastre y dar una mala impresión.

Experiencia laboral. Nula.

Habilidades: tiro al arco y caza.

Oficio útil: ninguno.

En esto se resumía la calidad de trabajo que podía llegar a conseguir. Por un momento había pensado en dedicarse a dar clases de arquería, pero ni siquiera sabía si seguía siendo buena en ello y no tenía dinero como para invertir en el equipo básico para enseñar y si resultaba que no tenía el talento sería un desperdicio. Primero debía generar ingresos y se dio cuenta que no sería una tarea fácil. La mayoría de las puertas que toco eran gente desconfiada que pedía referencias. No las tenía, no tenía a nadie que pudiera dar una referencia de ella. Iba a ser duro.

Las cosas no mejoraron con los días siguientes. Intento pasear perros y terminó arrastrada por el parque siendo el hazmerreír de los vecinos, confió en que podría tener la fuerza para controlarlos, pero había fallado miserablemente. Se había repuesto de su vergüenza para al día siguiente intentar atender la sección de carnes de un pequeño market un poco lejos de casa en un barrio un tanto peligroso y casi podría decir que era el trabajo perfecto para ella si no fuera por el hecho de que no sabía nada sobre cortes o sobre el trato con amas de casa que estaban acostumbrados a un trato más amigable que una cara adusta y algo frenética que parecía divertirse trozando la carne sin seccionarla adecuadamente, terminó ahuyentando a la clientela. Recibió su paga sin reclamar nada y salió queriendo llevarse los cuchillos de carnicero, también falló en eso.

Todos le decían lo mismo: debes cambiar tu actitud, nadie quiere trabajar o estar cerca de alguien tan apática como tú.

Casi había podido escuchar los susurros de la gente diciendo que entendían porque aun siendo casado no había un marido que siquiera la viniera a buscar. Le molestaba eso, que la vieran como una mujer amargada, no estaba amargada, estaba frustrada y enojada, enojada con la vida, con el mundo con los dioses, con Percy con su hijo Eskol porque había desencadenado una tormenta sobre ella que no podía resistir.

—¡Fijate por donde vas! —lo único que le faltaba, no fijarse por donde ir y casi ser atropellada por un auto y de la impresión terminar cayendo de bruces sobre un charco con líquidos de dudosa procedencia. Se sentía asqueada que casi vomitaba, no se veían estas cosas por el barrio en el que vivía, pero no podía encontrar un trabajo en esa parte de la ciudad, al menos no uno para el que tuviera el mínimo de experiencia y habilidad.

—Cuidado, princesa —sintió que alguien la tomo del brazo y con un poco de brusquedad la levantó, su mirada era peligrosa y eso la puso un tanto en alerta.

—Gracias, puedo sola —se zafó de su agarre rápidamente y se alejó mientras la miraba con algo similar al deseo, algo que le repugnó totalmente.

—Lo que tu digas —el muchacho se dio la vuelta y se fue riendo.

Unas cuadrás más allá se dio cuenta de porque se había ido riendo de ella, no estaba en su bolsillo su pago. Quería gritar de rabia, pero sabía que nadie escucharía su voz. Hoy era la luz de la luna acompañándola en su desgracia, nunca le había dado un valor al dinero porque nunca le había faltado, siempre había podido proveer a sus necesidades con los tesoros del Olimpo que le correspondían como diosa olímpica y servía para poder mantener a sus cazadoras, pero ahora, se dio cuenta que no podía ni cuidar de sí misma. Se sentía miserable. Esto no era justo. En otro tiempo podría haber corrido detrás de ese sujeto para darle una buena lección, pero de seguro terminaría muerta debajo de un puente o peor aun siendo abusada o prostituida en algún casino clandestino. Había leído sobre el incremento de esos casos en la ciudad.

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Sally se sentía mareada cuando Travis le dijo que iban a visitarla con Eskol, no podía creer que su nieto estaba a salvo y ahora podría verlo. En su corazón el remolino de emociones era tanto que su presión se había disparado y necesito de algunos medicamentos para que poder mantenerse a raya y disfrutar de la estancia de Eskol que pronto se iría al campamento de manera permanente. Había hablado con Paul sobre cómo sería la ausencia de Eskol en casa y de lo mucho que se habían acostumbrado a su presencia. Paul no podía negar que se había encariñado demasiado con él y con la forma en como procesaba las cosas, había sido todo un desafío cultivar su mente, pero ambos habían llegado a un entendimiento natural de hacer las cosas interesantes para que pudiera aprenderlas rápidamente.

Ambos por otro lado sentían que no tenían el corazón para siquiera nombrar a Percy, los tres tenían algo en común: eran mortales. Eso los ponía en una situación de que tal vez no tendrían vida suficiente para poder volver a verlo. Tal vez el último momento de Percy con Sally y Paul fue cuando los visitó para informarles que Eskol había sido secuestrado y para Eskol ese momento en la tienda antes de que lo mandara de vuelta con Quirón. Todos se negaban a pensar que el destino era tan cruel como para castigarlos de esa manera.

Una vez llegado a la casa de sus abuelos tuvieron un momento en la puerta con Travis antes de que siquiera tocara, era una petición silenciosa de querer quedarse a solas con ellos por estos días. Travis podía respetar eso, sabía que era la gran oportunidad de Eskol de hallar consuelo, que mejor forma que al lado de Sally. Lo dejó en la puerta y se fue, no muy lejos, pero le dio su espacio para que pasara estos días con ellos.

No había sido fácil, las primeras horas eran torpes, erráticas, siempre se atropellaban unos a otros como temerosos de hablar o decir algo. Sally lo había abrazado con tal fuerza que le dolía el alma ver como ese abrazo contenía gritos de agonía por la ausencia de Percy, su padre. El abuelo Paul lo miraba con esa típica mirada nostálgica que le daba cuando Sally lo regañaba y él no podía siquiera intervenir para salvarlo. Era una mirada de: lo siento, no sé qué hacer por ti. Luego de ello el silencio reinaba, tanto que empezaba a sentirse un poco incomodo y Paul lo noto cuando le tiró un libro de nociones básicas del latín.

—Lo vas a necesitar —Quirón había pasado por la casa un par de días después de que Travis le contara lo que había pasado para poder tener unas palabras con Sally y Paul, anticipándoles que Eskol debería irse al campamento pronto, eran las instrucciones de Percy. También había tenido tiempo para comentarles que pronto Eskol tendría curiosidad por el latín y las contrapartes romanas.

—Gracias a abuelo, tu sí que sabes anticiparte —Paul no podía darse el crédito, pero era bueno ganarse un elogio gratis.

—Es mi superpoder —le respondió con orgullo. En ese momento apareció Sally y le dio un ligero beso en la mejilla.

—Apuesto a que no anticipaste eso —la cara de Paul fue de desconcierto total, aún lograba sonrojarlo con sus actos y se felicitó que había logrado que el ambiente se tornara más amigable.

—Agghhh soy un niño aún ¿saben? —todos rieron por un momento mientras Sally servía una merienda, Eskol necesitaba comer todo lo que pudiera por el entrenamiento que estaba llevando.

Sally decidió no llevar a Eskol contra su voluntad a hablar sobre Percy, ya sabía por Travis que estaba siendo demasiado duro para él y que estaba tan reticente a ello que entrenaba sin parar hasta el agotamiento, ella prefería que tomara estos días para poder descansar. No le preparó la habitación de Percy, sino que preparó el sillón para que pudiera ver televisión y durmiera a gusto, pero Eskol se refugió en la lectura, quería si o si llevarse eso antes de entrar al campamento, no daban clases de latín precisamente, solo griego antiguo, que era algo que ya sabía.

Comieron puras cosas deliciosas y casi sintió compasión por Travis quien no apareció en la casa, pero que sabía que estaba en las inmediaciones cuidando que nada extraño sucediera. Sally le preparó muchas cosas deliciosas y Paul también se benefició de ello porque se libró del brócoli y esas verduras con sabores extraños por unos días. Era casi hora de dormir, Travis pasaría por él en la madrugada para llevarlo al campamento y que iniciara el día con el resto de campistas. Una leche tibia sería algo que ayudaría a su nieto a conciliar el sueño, sabía leer solo había sido un pretexto para cubrir sus problemas para dormir, lo había visto soltar sus lágrimas sin llorar. Le partía el corazón que sintiera que tenía que ser tan fuerte como para no llorar la ausencia de su padre, no pensaba que sintiera tal presión o que sintiera que debía demostrar ser digno de su padre. Pero no había podido cruzar ese muro en estos días.

—Toma querido, eran las favoritas de tu padre —nunca las había hecho para él, Eskol tenía su propia receta favorita, nunca, con Paul habían hablado de ello, hicieron nada que presionara a Eskol a vivir a la sombra de su padre, él tenía un camino propio y debía encontrarlo.

—¿Azules? —el color de las mismas llamo la atención de Eskol.

—Cosas del mar supongo —cuando las probó supo porque eran las favoritas de su padre, se derretían en el paladar y tenían unas chispas de chocolate delicioso. —Nadie puede resistirse a ellas —Eskol cerró los ojos tratando de encontrar esa conexión, esa que había sentido en el momento que se oficializó su adopción, pero no podía, era como que estaba clausurado el enlace.

—Supongo que podrías poner una tienda de galletas —Sally no pudo evitar reírse, era exactamente lo que le había propuesto Percy cuando aún era un niño. Pero eran otros tiempos, luego la idea simplemente se diluyó.

—No sería mala idea —Eskol tenía una sonrisa en el rostro, de esas que Sally tanto añoraba volver a ver.

—Podrías emplearme, sería el que atiende, se me dan bien las personas —Sally le dio un ligero golpe en la mejilla, eran esa clase de cosas tan cotidianas y comunes que le hacían tan feliz.

—Vaya que sí —el ambiente se volvió a tornar un poco sombrío cuando Eskol tomo la mano de Sally, el mejor que nadie sabía lo duro que había estado entrenando, pero sabía que no había sido honesto consigo mismo, era solo una forma en que mantenía sus sentimientos reprimidos y bajo control agotando su cuerpo para que no tuviera ni siquiera fuerzas para llorar al final de día.

—Quisiera quedarme con ustedes abuela —en ese momento Paul hizo su aparición con su taza de té característica, sentía que el corazón del niño estaba tan hecho pedazos que no se atrevía a verlo llorar, sabía que rompería también el suyo.

—Estoy seguro que si mi niño, nada nos haría más felices a Paul y a mí, pero eres tan especial que debes encontrar el camino que te hará feliz el resto de tu vida —

—No me siento tan especial —Sally sabía que el momento de las contradicciones, encontrar el camino, saber quién quería ser habían llegado, todos se enfrentaban a ello alguna vez y toda esta experiencia traumática había traído las encrucijadas a su vida.

—Mirame —Eskol estaba esquivo con la mirada baja, pero no podía negarse a Sally. Sintió las manos de su abuela sobre sus mejillas. —Si me puedes mirar a los ojos y decirme que quedarte aquí en casa, ir a la escuela y que abramos ese negocio de galletas te hará feliz le diré a Travis inclusive hasta al mismo Poseidón que nunca más vuelvan a acercarse a ti y nos iremos a un lugar fuera del alcance de los dioses —Eskol tragó saliva pesadamente, sus ojos estaban vidriosos, sentía que en ese momento no podía tener control sobre sus lágrimas.

—Abuela —la forma en cómo lo dijo la rompió en dos, se había contenido, lo había intentado tan duro para no perturbar a Eskol, pero su voz rasgo su corazón de tal manera que las lágrimas salieron solas.

—No debes demostrar nada Eskol, solo debes encontrar eso que te haga feliz —Eskol se sentía tan abrumado que quería salir corriendo, estaban entrando en pánico.

—No le debes nada a nadie —la voz de Paul era lo último que necesitaba, no podía seguir siendo fuerte, no podía seguir siendo firme. No pudo.

—A papá —el pecho le temblaba a Eskol que Sally pensó que iba a pasarle algo terrible, pero solamente sintió que su cabeza se desplomo sobre su regazo. No había ruidos, no había sollozos, solo era su cuerpo temblando como una hoja al viento. —No puedo creer que no esté más —la voz estaba quebrada y con un dolor que podía hacer llorar al que le viera.

Todo aquello que había acumulado y absorbido para ser "fuerte" finalmente estaban saliendo. Se resistía a dejar que lo vieran llorar, pero con sus abuelos simplemente no pudo seguir conteniéndose, los sollozos no paraban de tal forma que Sally se mordía los labios, este momento no se trataba de sus sentimientos o de su dolor, se trataba de Eskol, se trababa de él pudiendo ser vulnerable sin sentirse cobarde o débil. Paul entendía el momento mejor que nadie cuando se sentó al lado de Eskol y lo levantó del regazó de Sally con cuidado para que no se escondiera más, para que aprendiera que el dolor no debía llevarlo esconderse de las personas que amaba. Sally no lo entendió sino hasta que vio a Eskol llorar como el hombre que era sin privaciones, sin contenerse, sin esconderse por vergüenza o pánico.

No supieron cuánto tiempo pasó, pero Eskol tenía la camiseta empapada y se había quedado dormido en el hombro de Paul, tomando la mano de Sally. Solo eran 3 personas que estaban sobrellevando las penas sin temor a ser molestados. El sonido de la puerta abriéndose revelo una imagen que hacía mucho tiempo no veía. Era Poseidón. Tenía unas ojeras que no había visto jamás en el padre de Percy, sabía que también había sido un momento difícil para él, sobre todo porque había tenido que presenciar el momento y no había podido hacer nada al respecto. Travis entró detrás suyo mirando la escena y no pudiendo evitar emocionarse porque el muchacho había podido liberarse por fin.

—Lamento interrumpir, decidí venir a llevarlo yo mismo —Sally le dio la bienvenida y le mostro donde estaba. Poseidón no podía sentirse más aliviado de ver que había podido tener un momento de privacidad con Sally y Paul.

—Se quedó dormido —susurró Paul, Travis se adelantó para poder llevarlo a cuestas, pero Poseidón lo detuvo para poder llevarlo el mismo. Era lo menos que podía hacer, se había escondido todo este tiempo y no había pensado que Eskol necesitaba de su abuelo más que de que cualquier persona en la Atlántida. Le había fallado en eso, no le fallaría al llevarlo al campamento.

Sabía que Eskol estaba desmayado del cansancio emocional que tenía encima. Ya tenía conocimiento de lo que sucedería con el hijo de Percy y de las cosas que Travis tenía que hacer con él, como entrenarlo. Cuando llegaron al campamento aún hacía falta que Poseidón lo reclamara públicamente en lugar de Percy, por lo que no podía descansar en su cabaña aún. Quirón sugirió ponerlo en la enfermería, de todas maneras, necesitaría vigilancia, porque estaba completamente agotado por la carga emocional que traía encima y sería mejor que fuera vigilado. Poseidón no podía estar más de acuerdo, pero antes de irse puso un collar en sus manos, era el collar de cuentas de Percy, esperaba que pudiera servirle de ayuda para esforzarse en lo que estaba por venir para él. Seguramente haría que la familia se sintiera orgullosa.

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Sentía la boca seca y los parpados pesados que le costaba siquiera reconoce donde estaba, no se parecía en nada a lo último que recordaba, escuchaba el murmullo de gente a lo lejos, pero no podía reconocer alguna voz. Lentamente abrió los ojos solo para sorprenderse con lo que estaba frente a él. Conocía esos ojos, ese cabello, esa sonrisa. Entró un poco en pánico.

—Babeas cuando duermes

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