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─¡Emily! Aléjate de la ventana. ─ Ordenó Sera. la chica obediente suspiró, dándole un último vistazo a la negrura de la noche.
─Estoy segura de que regresará pronto, le aterra la oscuridad. De hecho, cuando era una niña, eso le hacía mojar sus pantalones ¿Te acuerdas, Carmilla?─ Dijo la señora Roosevelt, qu tomó un trago de su taza de té, intentando por todos los medios aligerar el mal ambiente que había en el cuarto.
Emily cerró los ojos, controlando los impulsos de mandar a la mierda a las invitadas. ella no quería que Vaggie volviese, no le interesaba esa niña. Tocaron la puerta y esta se abrió, dejando ver a Lady Lute. con una sonrisa lo suficientemente socarrona que hizo suspirar a la chica.
─Estimada Lady, espero que la habitación le agrade. ─ Habló Adam, tomando su taza con la mano.
─Gracias, son excelentes anfitriones. ─Habló la mujer, acercándose lentamente al grupo. ─Por eso me apena tanto ser la portadora de tan malas noticias. ─ Siguió, girándose para hacerle una seña al hombre de detrás, permitiéndole que entrase.
Era el muchacho de las noticias.
─¿Podría repetir las últimas noticias de la noche?─ Pidió la Lady.
─¡Atención, atención! ¡Esta noche se vio a Vaggie Carmine en el puente en brazos de una misteriosa mujer! ¡La enigmática pálida y la joven Carmine desaparecieron en la noche! Reporte del clima, lluvias aisla... ─ Definitivamente no había un alma en ese cuarto que no estuviese terriblemente aturdida, de eso seguro.
─¡Ya basta! Eso es suficiente. ─ Espetó la Lady, señalando la puerta para que el servidor se retirase.
─¿En brazos de una mujer misteriosa? ¡Vaggie es incapaz siquiera de hablar con una mujer!─ Habló la señora Roosevelt, exasperada.
─O eso les hizo creer. ─ Murmuró la Lady, dirigiéndose hacia la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. Se giró, tomándola del picaporte, y observó a Emily. ─ Llámenme si puedo ayudarlos en otra cosa. ─ Añadió, cerrándola, dejándolos en incómodo silencio.
─¡Santo cielo, Adam! ¿Qué haremos?─ Chilló Sera, tapándose el rostro con ambas manos, al borde de un fingido ataque de nervios.
─¡Sirviente! ¡Mi escopeta!─ Gritó el hombre, levantándose bruscamente del sofá, a punto de matar a la pareja invitada con sus propias manos si su arma no tenía balas.
─¡Carmilla! ¡Haz algo!─ Rogó la Roosevelt, aferrándose a la manga de la vendedora de pescado.
─Seguramente sea un invento de la Lady, ya sabe cómo es, necesitan ago para llamar la atención. ─ Explicó la señora Carmine, tomando la escopeta que traía el pobre sirviente, evitando siquiera el propio dueño pusiese sus manos sobre ella.
─¡Sea como sea! Nos quedamos sin una novia para la boda de mañana. ─ El señor se giró, respirando profundamente, tratando de mantenerse al margen. ─No quiero ni pensar en las repercusiones económicas que esto traerá. ─ Susurró, tragando con fuerza.
─Ésta es una terrible ofensa para nosotros. ─ Habló Sera, tomando la escopeta de las manos de Carmine para colgarla sobre la chimenea.
─¡Permítanos buscarla! Por favor, denos hasta el amanecer. ─ Rogó la señora, encaminándose hacia la puerta.
Emily, quien había quedado perdidamente embodada ante los ojos de la Lady, reaccionó, presa del pánico. No, no quería casarse con Vaggie.
─Bien, hasta entonces. ─ Acordó Adam, señalando la puerta para que las invitadas se largasen.
Nada más la pareja salió, corriendo desesperadamente, Emily se acercó a sus padres lentamente, tomando el brazo de Adam.
─Quizás, si mi prometida no regresa, podríamos tomar en cuenta a Lady Lute como mi pareja. ─ Sugirió, poniendo sus mejores ojos de inocente.
Adam y Sera se miraron, intercambiando sonrisas satisfechas, importándoles poco el hecho de que no la conocían.
[...]
─¡Vaggie! ¿Dónde estás, Vaggie?─ Gritaba la novia, corriendo por los pasillos de aquella muerta ciudad.
─Yo creo que tu novia se ocultó porque está nerviosa, Charlie. ─ Susurró alguien, detrás suyo.
Charlie se obligó a ahogar un grito cuando su amiga apareció a su lado, sonriente.
─No es mi novia, Niffty. es mi esposa. — Susurró Charlie, jugando con el anillo en su dedo. ─¡Vaggie! ¡¿Dónde estás!?
Vaggie salió de detrás de una de las estatuas antes de salir corriendo, consiguiendo llamar la atención de la otra chica.
─¡Ahí está! ¡Síguela!─ Gritó Niffty, señalándola mientras tiraba de la manga de la novia.
Charlie echó a correr tras ella, siguiendo las indicaciones de las manos que se encontraban en exposición.
Vaggie por su parte ya no sabía a dónde huir, quedando rodeada de un sin fin de ataúdes. Definitivamente está acabada, y oía los gritos de su esposa a metros suyo, a punto de encontrarla.
Se metió en uno, fingiendo estar muerta, y la paz recorrió su cuerpo al oír a la muerta gritar cada vez más a lo lejos.
─¿De quién te escondes, Vaggie?─ Un hombre salió de entre los ataúdes, con facciones que ella a penas pudo reconocer.
─¿Vaggie?─ La novia se giró, viéndole con una tímida sonrisa, y la chica inhaló profundamente antes de empujar al cadáver y salir corriendo hacia otra parte.
Era horrible, asqueroso, cadáveres sin cabeza, partidos al medio, no había dónde huir, y cuando quiso darse cuenta ya se encontraba en un callejón sin salida, oyendo a la novia muy, demasiado, cerca.
Trepó, haciendo un sobreesfuerzo, rasgando sus ropas, para llegar a lo alto de aquel muro y seguir con su huida, mas el horror la tragó entera cuando se aferró a un pie y al levantar la mirada reconoció a su esposa.
─Vaggie, deberías usar las escaleras, te puedes lastimar. ─Susurró la chica, tomándole de la mano, ayudándole a subir.
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