Entre tus Manos [Versión anti...

By Sheery195

693K 33.3K 388

Fabrizio Benedetti era un hombre frio, cruel, arrogante, incluso peligroso, pero tenia una pequeña debilidad... More

Nota de inicio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Epílogo
Especial: Julia & Carlo

Capítulo 4

14.1K 751 14
By Sheery195

Recordad que esta es la versión antigua, la nueva esta disponible completa en mi perfil.

La presentación a mi familia había sido algo tensa e incómoda, pero se disipó en cuanto el médico anuncio la operación, y que había sido programada para el día siguiente, todos quedaron confundidos, pero felices ante la noticia.

Mi padre decidió quedarse con Gianni, nos mandó a todos a casa, Fabrizio se había ofrecido para llevarnos, el trayecto fue bastante silencioso e incómodo, al llegar tanto mi madre como mi hermano se lo agradecieron aunque el último lo hizo a regañadientes, ambos entraron en casa dejándonos solos.

– Gracias por todo–volví a agradecer apoyándome en el coche contemplando la luna, estaba brillando con intensidad

– Deja de agradecérmelo–

– Igual... Gracias–le miré con una sonrisa y para mi sorpresa me la devolvió, era una sin rastro alguno de burla, malicia o arrogancia, aquello hizo que se viera atractivo, me paralice ante mi pensamiento, giré la cabeza hacia el lado opuesto sintiendo mis mejillas sonrojarse.

– Tu hermano parece odiarme–

– Mi hermano odia a todos los chicos que se me acercan–dije recordando todas sus escenas de celos en el pasado

– Entiendo, celos de hermano...–

– ¿Miedo por ello?–pregunté con algo de diversión

– No tengo miedo de nadie, y menos tendría miedo de un pequeño cachorro de león–rodé los ojos, por un segundo me había olvidado que hablaba con él– ¿Tu otro hermano es igual? –

– No, Gianni quiere que encuentre el amor–

– ¿Esperas al amor de tu vida?–

– Amor... Eso ya no es para mí–comenté mirándolo, no contestó, un silencio incómodo se estableció en el ambiente

– Será mejor que entres, mañana vendré temprano–asentí sintiendo un gran cansancio en todo el cuerpo, había sido un día duro

– Buenas noches–susurré impulsando mi cuerpo alejándolo del coche, di unos pasos, pero me detuve, giré sobre mis talones quedando enfrente suya, me puse de puntillas y bese su mejilla, antes de cualquier reacción de su parte, camine rápido hacia casa sintiéndome avergonzada por mi acción.

Una vez dentro me recosté en la puerta intentando controlar mi agitada respiración, coloqué una mano en mi pecho sintiendo mi corazón bombear a toda prisa, no sabía si fue por el hecho de correr o por el beso.

Había pasado una semana de la operación, la cual fue todo un éxito, para alivio de todos, ahora solo le quedaba recuperarse con tranquilidad, con respecto a Fabrizio, había intentado evitar quedarme a solas con él todo lo posible, aún me sentía avergonzada por lo vivido en el ascensor y luego aquel beso en la mejilla, era estúpido que me sintiera así, pero no lo podía evitar, por suerte apenas lo había visto, él tenía mucho trabajo y me había dado días libres para estar con mi familia.

– ¿Por qué nunca nos dijiste que tenías novio?–preguntó Gianni de repente, haciendo que todos me mirasen esperando la respuesta, suspiré resignada sentándome en el pequeño sillón de la habitación, ya no podía seguir retrasando esta conversación

– P... Porque es mi jefe, no sabía cómo abordarlo–mordí mi labio inferior jugando con mis dedos nerviosa

– ¿Tu jefe?, ¿hablas del mismo del que hablabas mal todos los días?–me maldije mentalmente al escuchar a Lorenzo, tenía razón, prácticamente todas las noches despotricaba en su contra

– Sí, bueno, al principio le odiaba, era un tirano, pero sin quererlo nos fuimos acercando más, hasta que sucedió... Y sí, sé que hablaba mal de él, pero hubiera sido sospechoso dejar de hacerlo de repente, ¿no creéis?–sentía las miradas en mí, no me atrevía a levantar la vista del suelo, temía bastante que si lo hacía descubrirían la mentira, un silencio algo incómodo se sentía en el ambiente, unos golpes en la puerta llamo nuestra atención disipando un poco el ambiente

– Hora de la comida–dijo una enfermera entrando con una bandeja, una vez que se fue, el silencio volvió a reinar

– No me cae bien, hay algo de él que no me gusta–miré a Lorenzo cruzar sus brazos con el ceño fruncido, si él supiera la verdad, sería capaz de ir a por Fabrizio para golpearlo hasta el cansancio, y eso sería catastrófico

– Bueno hijo, tendrás que respetarlo, es el prometido de tu hermana–dijo mi mamá por primera vez desde que comenzó esta conversación

– Si él te hace feliz, nadie tiene derecho a meterse–comentó mi papá dándome un beso en la frente

– Me hace feliz–dije mirando a Gianni, sin lugar a duda me había hecho feliz, gracias a él mi hermano estaría a mi lado por más tiempo, así que si, por el momento era inmensamente feliz.

Al día siguiente me levanté a las 7 de la mañana como de costumbre, me arreglé y salí de casa, hoy volvía a la oficina, no porque me lo hubiera ordenado él, sino porque ya era tiempo de hacerlo, mi hermano estaba mucho mejor, así que no veía ningún motivo para seguir faltando.

Una vez en la oficina, la gente me miraba algo sorprendida, me dedicaban una sonrisa algo triste lo cual no comprendía, subí hasta el último piso en el cual se encontraba mi mesa y el despacho de Fabrizio.

Al llegar me detuve de forma abrupta, una chica de cabello rubio el cual llevaba atado, tez blanca, vestida con un vestido negro, algo escotado, como se descuidara se le saldría una pechuga, estaba sentada en mi silla tecleando en el ordenador.

– ¿Tú quién eres?–pregunté mirándola confundida

– Soy Octavia Fontana, la secretaria del señor Benedetti, ¿tiene cita?–cuestionó mirándome con sus ojos color verdes

– ¡¿Qué, desde cuándo?!–exclamé sorprendida

– Desde hace unos días, pero eso no importa, ¿Quién eres?–preguntó mirándome de arriba abajo– Si no tiene cita, por favor concerté una y vuelva, en caso de ser una admiradora, márchate, Fabrizio no tiene tiempo para perder en una mujer... Como tú–dijo de forma despectiva, apreté los puños con fuerza, esta mujer me acaba de insultar con una indirecta, no me agradaba en absoluto

– Dile que quiero verlo–exigí ignorando mis ganas de pegarle, pero ella comenzó a reírse con burla

–Si no te vas, llamaré a seguridad–me amenazó agarrando el teléfono

– Llámalos, y veamos a quien echan–al ver como comenzaba a marcar en el teléfono, dirigí rápidamente mis pasos hacia el despacho, abrí la puerta llamando su atención

– Señor, lo siento se metió sin autorización–rodé los ojos ante su cara de sufrida, ¿ahora sí que era "señor"?, hace un momento lo había llamado por su nombre

– No importa, déjanos solos–escuché como la puerta fue cerrada, él se recostó en la silla sin dejar de mirarme– Se te está haciendo costumbre entrar de esa forma a mi despacho–

– ¿Por qué tiene una secretaria nueva?–pregunté cruzándome de brazos

– Necesitaba una–se encogió de hombros

– Haberme llamado–

– Estabas con tu familia, sería cruel que te hiciera trabajar estando tu hermano en el hospital–

– Antes no le hubiera importado en lo más mínimo–dije acercándome al escritorio

– Antes, no eras mi prometida–respiré hondo ante sus palabras– Daniela, por el amor de dios comienza a tutearme–

– Es complicado dejar de hacerlo–dije suspirando– voy a volver a trabajar así que, échela–

– No–

– ¿No?, ¡¿Por qué diablos, no?!–grité molesta, solo se encogió de hombros, sentía la ira apoderarse de mí así que conté mentalmente hasta 10 intentando calmarme– ¿Entonces me está despidiendo?– pregunté indignada

– No te despido, solo–

– Si no me estás despidiendo ¿Cómo se llama a esto que estás haciendo?–cuestioné interrumpiéndolo

– Tómalo como un ascenso, serás mi esposa–

– Sí, lo seré, pero no pienso ser una mujer florero, quiero trabajar–volví a interrumpirle a lo que él asintió

– No lo serás, tu trabajo será estar a mi lado cuando vaya a eventos, viajes de negocio–

– Eso es ser una mujer florero–dije apretando los dientes– Ok, que se quede como su secretaria, pero yo seré su asistente–

– ¿Tanto deseas estar a mi lado?–lo miré sin entender, él sonrió con diversión– Si eres mi asistente y a la vez mi esposa, estás conmigo las 24 horas del día y todos los días de la semana–me quedé callada procesado sus palabras

– Creo que mejor buscaré trabajo en otro sitio–

– Eso ni pensarlo, está bien, buscaré en que puedas trabajar–dijo rápidamente con un dejé de posesividad en su voz, ignore ese hecho y sonreí triunfal al conseguir lo que quería

– ¿Por qué no quiere despedirla?–pregunté con curiosidad

– Me gusta cómo trabaja– ¿acaso este idiota está diciendo que yo no trabajo bien?, ¿hoy es el día de tirarme indirectas?, un pequeño tic me apareció en el ojo izquierdo, estaba haciendo uso de todo mi autocontrol para no tirarle algo a la maldita cabeza

– ¿Le gusta cómo trabaja?, ¿O es que se quiere acostar con ella?–comenté cruzándome de brazos, me sentía enfadada, él se levantó mirándome fijamente, se acercó a mí quedando a escasos centímetros.

Continue Reading

You'll Also Like

425K 23K 47
Alejandra es una reconocida abogada con un vida perfecta, un novio perfecto, una familia perfecta y un trabajo perfecto. O al menos es lo que ella cr...
141K 8K 43
¿Qué sucede cuando un hombre que nunca ha querido casarse se ve obligado a contraer matrimonio con una mujer que apenas conoce? Benjamín Astor se ve...
332K 39.4K 52
Blair es un alfa que juega con los corazones de los omegas tratándolos como simples juguetes, sin embargo, cuando decide convertir al omega y CEO de...
56.1K 2.5K 79
A ella el quitaron la posibilidad de poder encontrar el amor. A él le enseñaron que el amor lo hacía débil. Ella necesitaba una esperanza para seguir...