Para todos el involucrarse con pandilleros era como involucrarse con el diablo y tarde o temprano acabarían en la ruina pero para ti fue una bendición, aquella casa solitaria que odiabas ahora era más alegre, cada mañana Draken venía a por ti para llevarte al colegio en su moto y luego se iba a despertar a Mikey y después de clase, Mikey y Draken siempre estaban para darte la bienvenida, a veces ellos solos, a veces con Emma o algún otro integrante de la Toman y nunca te quejarias ya que ellos fueron los que le dieron color a la casa, esa casa donde todo había ocurrido ya no te daba tanto miedo como antes porque ellos estaban.
[...]
Comías tranquilamente el desayuno que preparaste en el que consistía solo de un zumo de chocolate, nunca de naranja porque sabían horrible recién lavado los dientes, lo que te saco de tus pensamientos era el sonido el motor de la moto de Draken que sonaba afuera de tu casa, alegre tomaste tu mochila para luego dirigirte a la salida donde Draken te esperaba montado en su moto.
–Lo siento por la espera– sonreíste para luego cerrar la puerta con llave, subirte a su moto y aferrarte a el.
–No te preocupes entiendo que tardes tanto.
–Siento que se me olvida algo...– cerraste tus ojos intentando hacer memoria.
–Si te olvidaste alomejor no era tan importante.
–Tal vez– dijiste algo dudoso –por cierto, el baño de abajo se rompió así que tienen que usar el de mi cuarto.
–Bien, le avisaré a Mikey– y sin más pusieron rumbo a tu instituto.
En todo el tiempo que habías pasado con Draken, la relación entre ustedes había avanzado de amigos a "amigos" que se besan, claramente en privado porque sino Draken sería el objeto de burla de sus amigos y eso era vergonzoso, no darse besos sino que se los daban sin ser nada porque ninguno se atrevía a dar un paso más, el único que sabia de esto era Mikey y todo esto había empezado por una curiosidad tuya y termino en lo que eran ahora. ¿Arrepentido? Jamás, ¿Desesperado por ser algo más que amigos? Siempre.
Era un sábado donde el tatuado había aparecido de imprevisto otra vez en tu casa con Mikey durmiendo plácidamente, Draken lo dejo en tu cama y luego se sentaron juntos en el sofá para ver algo en la tele pero tú estabas más atenta a tu teléfono que a lo que sea que salía en la tele.
–¡Oh! Mira– le enseñaste tu teléfono.
Leyó lo que estaba puesto ahí.
"Al separarnos de nuestro beso me di cuenta de que sus labios estaban un poco hinchados y rojos..."
–¿No sabías?– preguntó tu acompañante divertido.
–¡Ey, no te burles! Nunca di mi primer beso así que es obvio que no sabia– te cruzaste de brazos algo indignado –¿Acaso tú si?
–No, tampoco di mi primer beso pero lo sé por las chicas del burdel– un silencio se formó entre ustedes que rápidamente Draken rompio –¿Quieres averiguar si es verdad?.
Lo miraste sorprendido por su pregunta, jamás creíste que el haría esto, dudaste un poco pero al final asentiste dando tu consentimiento y sin dudarlo aquel chico se acercó para besarte, rozo sus labios con los tuyos algo dudoso así que tú fuiste quién por fin unió sus labios, movías tus labios contra los suyos mientras el hacia lo mismo mientras subía su mano a tu mejilla y la acariciaba con su pulgar, el sonido de la tele se escuchaba de fono mientras ustedes estaban en su mundo, disfrutando de aquel beso que se repitió una y otra vez hasta que se miraron los labios, estaban hinchados y rojos cosa que te hizo soltar una risa.
–Quiero más – pidió suplicante Draken para luego volver a juntar vuestros labios.
–Mami tengo hambre– bajo las escaleras mientras se frotaba sus ojos.
–Claro Mikey– apartaste al hombre delante tuyo y fuiste con tu "hijo" adoptivo a prepararle algo de comer.
–Kenchin tienes los labios rojos– comento Mikey mientras se sentaba en el sofá –¿Le estás siendo infiel a mi mamá?
–¡No, aparte ya te dije que no la llames así!
–Tch ¿Qué te importa? Si a ma' no le incomoda, infiel– respondió el otro rubio algo molesto – debria colgar en la puerta un cartel que ponga "bienvenida a casa infiel" cada que vengas.
–¡Que yo no le fui infiel! Si no fuera por ti yo...– pandilelro apreta puño de la rabia.
Aquel chico de baja estatura solo atino a sacarle la lengua y correr hacia ti.
[...]
Al bajar de la moto te despediste del rubio con un beso en la mejilla para luego correr adentro pero el te detuvo.
–Despidete bien– se quejó.
Suspiras te avergonzada al ver la increíble confianza que había tomado, te acercaste rápidamente a él para besarlo en los labios y luego irte corriendo pero la mano en tu nuca por cortesía de Draken no te dejaba salir corriendo y después de unos minutos te dejo ir pero ya era muy tarde, ya media escuela los había visto comerse la boca en la entrada.
–¡Maldito, abusas de que yo sea más débil que tu!– lo señalaste con tus mejillas ardiendo, aquel muchacho arrancó su moto para escapar con una gran sonrisa –¡ No huyas bastardo!.
El tatuado se rió alto al estar lejos, le volvías loco, loco de amor.
[...]
La campana sonó y aquellos dos pandilleros se dirigieron corriendo a sus motos que estaban estacionadas y conducieron hacia la casa de nuestro querido ____________. Al llegar hicieron lo de siempre, agarrar la llave que dejabas debajo de una de las macetas de la entrada y entraron como Pedro por su casa dejando sus zapatos en la entrada.
–_________ dijo que el baño de abajo estaba roto, así que usa el de su habitación– informo Draken.
–Okey, okey– subió corriendo las escaleras el otro rubio.
Mientras tanto el otro muchacho se sentó en el sofá mientras te esperaban.
–¡Kenchin sube! –grito Mikey desde tu habitación.
–¿Ahora qué?– preguntó fastidiado Draken.
Pero se quedó estático al ver la cantidad de botes de pastillas tenías en tu lavamanos.
–Estan todos casi vacios– dijo con horror el otro rubio.
Checo uno por uno, aspirinas, subresores del ácido, relagantes arteriales, cafinitrina y aún más medicamentos pero el último le llamó la atención, había leído de el en algún artículo pero ahora mismo no se acordaba, sacos su celular para checar el nombre y mientras cargaban los resultados, un ruido los distrajo, abrías dejado caer tu mochila de la sorpresa.
–¿Qué mierda hacen?– tu cara de espanto se pinto– ¡No toquen nada!
Le arrebataste el bote de pastillas a Draken y los miraste con una mezcla de odio y desesperación más irá. Al verte de este modo los chicos se sorprendieron un poco y lo notaste.
–Lo siento no debi reaccionan de ese modo– miraste hacia otro lado –por favor salgan, necesito guardar las medicinas.
Ambos no sabían que decir o hacer, estaban un poco shokeados por tu reaccionon repentina hacia ellos solo por tomar los botes de medicamentos pero eso no pareció un obstáculo para que ese día también se divirtieron juntos. Al salir de la casa Draken checo los resultados de la búsqueda de aquel medicamento y se quedó en shock por completo
–¿_________ tiene problemas del corazón?– tartamudeo aquel chico tatuado sintiendo sus manos temblar.