El Rostro de una Mentira

By darlis_steff

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En un país multicultural cómo Australia, en un día puedes toparte con más de mil rostros y diversas personali... More

El Rostro de una Mentira
El día que nací
Prefaccio
Capítulo Uno: Hola, Leonid
Expediente abierto
Capítulo Dos: Gracias por tu compra
El Caso de Carolie Cox
Capítulo Tres: Espíritu, tumor o locura
Mensajes enviados entre Shaina y Azhar
Capítulo Cuatro: Cocodrilo
El caso de Lane Cove
Capítulo Cinco: ¿Quién es Rebecca?
Capítulo Seis: Crocodrile Woman
Capítulo Siete: Dos opciones
Capítulo Ocho: Hola, Traviesa
Capítulo Nueve: Primer paso
Capítulo Diez: Tres no son multitud (+)
Capítulo Once: Tentar
Encontrado cuerpo a las afueras de Ryde
Capítulo Doce: Ser mala
Capítulo Trece: Rara Vs. Normal
Capítulo Catorce: Miedo
Capítulo Quince: La niña
Capítulo Dieciséis: ¡Bienvenida al mundo de los raros!
Capítulo Diecisiete: Las voces
Capítulo dieciocho: Dependencia
Capítulo Diecinueve: El loco mundo de Azhar
Capítulo Veinte: ¿Demasiado?
Capítulo Veintiuno: alucinación vs realidad
Capítulo Veintidós: El despertar de Shaina
Sydney amanece con hallazgos escalofriantes
Capítulo Veintitrés: El beso de la muerte
Capítulo veinticuatro: el eslabón débil
La niña que ya no quiso creer en la ciencia (+)
Capítulo Veinticinco: Libre albedrío (+)
Capítulo Veintiséis: ¿Me crees? (+)
Capítulo veintisiete: La liberación de Shaina (Parte I)
Capítulo Veintisiete: La liberación de Shaina (+) (Parte II)
Capítulo veintiocho: Víctima
Capítulo veintinueve: No una víctima
Annie ya no será la chica mala.
Capítulo Treinta y Uno: Soy Azhar Beckett
Capítulo treinta y Dos: Ya no hay grietas, está roto (+)
Capítulo Treinta y Tres: Hola ¿...?
Capítulo Treinta y Cuatro: Odette(+)
Capítulo treinta y cinco: De cuando Odette le sonrío a André
Capítulo Treinta y Seis: La fiesta del pecado
Capítulo Treinta y Siete: La fiesta del orgullo
Capítulo treinta y ocho: la fiesta de la revelación
Capítulo treinta y nueve: Ser superior
Capítulo Cuarenta: ¿Familia?
Capítulo Cuarenta y uno: Reuniones
Capítulo Cuarenta y Dos: Los amantes trágicos
Capítulo Cuarenta y tres: No uno ni dos, son tres (+)
Capítulo Cuarenta y Cuatro: Fiesta de sangre
Capítulo Cuarenta y Cinco: Una víctima, una victimaria
Capítulo Cuarenta y Seis: bajarse del barco
Capítulo Cuarenta y Siete: «Crocodrile Woman & Fire Woman dejan huella» (Final)
Epílogo

Capítulo Treinta: Los cocodrilos tienen hambre

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By darlis_steff




Capítulo treinta: Los cocodrilos tienen hambre.

Shaina.


—Mi ángel bueno, ven a comer.

Aprieto los labios y quiero gritarle, quiero preguntar muchas cosas, porque las palabras de Atlas se repiten en mi cabeza sobre que esta mujer no es mi madre, pero tengo que contenerme. También estoy molesta porque los últimos los días han sido un borrón y ahora sé que es su culpa, su responsabilidad.

Es curioso cómo tras esa línea de Atlas comencé a replantearme mejor muchos aspectos de lo que ha sido mi patética vida y tal vez es el no ser precisamente mi madre biológica lo que le dio tal libertad y comodidad para creerle a mi violador y no a mí.

—Shaina —Me llama.

Con lentitud relajo mi mano porque no me di cuenta que la apretaba con tanta fuerza y al girar le doy apenas una leve sonrisa y cómo siempre bajo la mirada, no porque lo quiera, pero sí para parecer su siempre "ángel bueno".

Tomo asiento y veo el almuerzo que se presenta frente a mí. No quiero comerlo, ya no confío en ningún alimento que provenga de ella.

Una parte de mí me dice que puede que no sea su hija biológica, pero me ha criado cómo suya, sin embargo es más fuerte la parte que me dice que no se he sido su hija, que he sido su prisionera.

¿Soy adoptada? Serlo no tendría que significar algo precisamente malo, pero la manera enfermiza en la que me ha estado haciendo daño al ocultarme información, hacerme creer que hay algo grave clínicamente con mi salud mental, drogarme para controlarme así cómo cada aspecto de mi vida y quién sabe más, en este momento me parece imperdonable.

Me ha estado haciendo daño y eso despierta una furia en mí que me hace querer arremeter contra todo.

Tengo una ira en mí que estoy conteniendo, quiero llorar, gritar y golpear cosas. Quiero saber quién soy.

—¿Algo va mal, Shaina? —Me pregunta Noelia, porque ya no puedo llamarla mamá en mi mente.

No lo es, no lo volverá a ser.

Bajo la vista hacia el plato de comida y vuelvo la atención a ella, frente a mí.

—¿Podemos cambiar de plato? El tuyo tiene menos y hoy tengo menos apetito, mamá, tal vez se deba a mi medicación.

Parece desconcertada y sorprendida, luego la alarma la asalta antes de que parezca meditar qué respuesta darme.

—Puedes comer hasta donde puedas, cariño.

No quiere cambiarme de plato.

—Quiero tu plato.

—Shaina —ríe—, no seas irracional, hija.

No soy tonta, no me drogarás.

—Quiero tu plato —repito con lentitud, viéndola directo a los ojos.

No parpadeo ni desvío la mirada incluso cuando sé que eso podría delatar mi despertar. No me inmuto y creo que la intimido.

Y entonces, mientras la veo, mi mente deambula. En un instante estoy viendo a mamá, pero luego estoy imaginándome detrás de ella, empuñando su cabello, ella me ve con angustia, yo sonrío y entonces con fuerza llevo su cabeza hacia la mesa golpeándola contra la superficie, su sangre comienza a salpicar, su frente se agrieta con el plato que se quiebra con el impacto de su rostro, los utensilios se vuelven carmesí mientras la golpeo una y otra vez, hasta que su rostro es masilla irreconocible, hasta que uno de sus ojos cuelga, sus dientes vuelan y ella no respira. Y me veo sonreír aun sosteniendo su cabello porque ella me mintió, me engañó, me enjauló, porque es mi enemigo.

—Podrías hacerlo —dice la voz de la niña, ella está a un lado de Noelia.

¿Podría?

—Puedes ¿Quieres hacerlo? —Me pregunta sonriendo.

¿Quiero hacerlo?

—¡Shaina!

Parpadeo y con lentitud vuelvo la mirada a mamá. No hay sangre, su rostro no está destrozado y me ve de una manera en la que creo que nunca lo ha hecho.

—Creo que ya no tengo hambre —murmuro, poniéndome de pie y retirando la silla hacia atrás—. Debo ir a trabajar.

—Shaina...

—Tengo mucho trabajo pendiente.

—Shaina...

—No tengo hambre, debo irme.

Tomo mi bolso y camino hacia la puerta escuchándola decir mi nombre.

—Shaina, tienes que comer...

—¡Te he dicho que no tengo hambre! —Le grito cuando giro y retrocede—. No. Tengo. Hambre ¿Se entiende? ¿Es lo suficiente claro?

Abre y cierra la boca en tanto su piel palidece y nuevamente le veo el rostro cubierto de sangre.

—Límpiate, mamá, es mucho rojo —susurro antes de salir de casa.

Debería llamar a un taxi o tomar el bus que haga la ruta, pero decido caminar intentando entender mis caóticos pensamientos, pero tal vez deba comenzar a comprender que nunca lo haré, es solo que me cuesta aceptarlo porque es doloroso despertar cada día sin saber quién soy, es angustiante e inquietante tener lagunas en mi cabeza, es aterrador entender que he sido lo que otros quieren, pero que tampoco sé quién quiero ser.

Y es escalofriante tener todo este despertar de pensamientos violentos que no me inquietan.

En ocasiones me he encontrado viendo a mi antigua medicación cómo un adicto a su droga, porque cuando me medicaba no tenía que lidiar con tantas emociones, llevaba una rutina, no me cuestionaba y simplemente me odiaba a mí misma.

Es más fácil odiarme que vivir todas estas emociones.

Pero tampoco quiero ser una prisionera, comienzo a saborear esto que no es libertad ni libre albedrío, pero mis cadenas son más largas y al menos se siente cómo si en ocasiones, yo tuviese las riendas.

Camino unas significativas cuadras cuando mi estómago gruñe, tengo mucha hambre, no sé cuándo fue la última vez que comí, mi último recuerdo es de hace dos días y mamá me dijo "seguro fue la medicación" sin saber que lo he dejado de tomar desde hace dos semanas.

Detengo mi caminata y me toco el estómago porque la sensación de hambre es dolorosa así que de una manera impulsiva cómo he sido últimamente, llamo a Anders.

—Mi traviesa —dice su voz al otro lado del teléfono y siento el impulso de querer sonreír.

—Tengo hambre.

Hay unos breves segundos de silencio antes de que su risa baja resuene y me sonrojo.

—De acuerdo... ¿Está en mis manos saciar esa hambre?

—Yo... Lo que quise decir, es que quería... —Mi voz va disminuyendo cuando tengo esta extraña sensación de ser observada.

—¿Si? ¿Qué querías?

Volteo y no noto nada extraño, pocas personas transitan y los autos pasan sin detenerse, vuelvo la vista al frente.

—Comer contigo —Termino por decir.

—Oh.

—¿Eso está mal? ¿No quieres?

Cierro los ojos con fuerza, tal vez se cansó de mí, de mis constantes desplantes y desapariciones. Lo cansé.

—Contigo siempre querré todo, Shaina, siempre.

El corazón se me acelera y yo quiero tanto... Besarlo.

—Era un "Oh" de puedes venir a mi apartamento y comemos juntos, pero tendrás que conocer a mis amigos.

—Oh.

—Sí, oh —dice riendo por lo bajo—. ¿Vendrás?

—¿Quieres presentarme a tus amigos?

—¿Por qué no querría? Me encantas y si el mundo lo sabe, mejor.

—¿Sientes eso? —susurro.

—Traviesa, podría decirte todo lo que siento, pero no sé si estás preparada para ello.

Ahora me siento hambrienta de escucharlo, quiero que me lo diga todo y terminar de entender que Anders Hamill me ve realmente, que le gusto...Le encanto, yo, la muchacha que siempre ha estado dañada.

—Iré —Mi voz suena rara, por lo que me aclaro la garganta—. Iré.

—Bien, aquí te espero.

Cuelgo la llamada y me doy cuenta de que estoy sonriendo. Veo alrededor para ubicar en donde puedo agarrar el bus que me lleve a dónde vive. Estoy nerviosa, pero también a la expectativa.

Por ahora no pensaré en Noelia y sus mentiras, pensaré únicamente en Anders.

***

Tomo profundas respiraciones, manteniendo la mirada fija en la puerta frente a mí. Soy capaz de percibir música baja y el eco de algunas voces. Mis manos comienzan a sudar y de manera soñadora veo hacia las escaleras, podría irme y disculparme, después de todo se supone debería estar en el trabajo y los múltiples mensajes de tío Shane son la prueba de ello.

Y estoy a instantes de irme, pero pienso ¿Por qué tengo que hacerlo? Anders me quiere aquí y yo quiero estar aquí.

Esta vez no me iré por miedo, mi miedo y yo nos quedamos

Antes de que pueda arrepentirme presiono el timbre y pasa al menos un minuto cuando la puerta se abre dando paso a un musculoso hombre de tez morena, cabello a ras del cráneo y una argolla colgando entre los orificios de su nariz. Me ve con ojos marrones claros y luego dichos ojos se entrecierran.

—¿Necesitas algo? —pregunta recargando el hombro del marco de la puerta.

—Yo... Yo... Eh...

Una de sus cejas, adornada con una barra, se enarca en tanto ladea el rostro.

—¿Tú?

—Soy Shaina.

—Shaina —repite—Shaina —Vuelve a repetir—. ¡Shaina! ¡La novia de Anders!

—¿Novia? —digo con los ojos muy abiertos y él sonríe.

Guau, qué bonita sonrisa, lo hace un poco menos intimidante.

—Tienes razón, ese tonto no es tan afortunado —Me extiende una mano—. Soy Jay y ya me dijiste que eres Shaina.

Dudosa estrecho su mano llena de anillos que creo son de plata y noto que sus nudillos se encuentran tatuados. Cuando me libera la mano, no ha perdido la sonrisa.

—¿Quieres entrar o nos quedamos acá afuera hablando de cualquier cosa?

—Quítate, Jay —Anders lo hace retroceder y ocupa su lugar—. Hola a mi visitante más esperada.

La sonrisa de Anders es ladeada, trae un pantalón de algodón que no le queda del todo holgado y una camisa negra de mangas cortas que hace que se vea aún más pálido. Cuando extiende la mano hacia mí no dudo en tomarla y tira de mi cuerpo hacia el suyo, presionándonos y retirándome mechones del cabello para despejarme el rostro a su mirada.

—¿Puedo decirte que te eché de menos? —susurra y todo en mi interior se siente cálido.

—Perdón por no llamarte, pero no estaba disponible.

Noelia me ha tenido drogada.

Después de tener sexo lo vi dos veces, una noche en la que cenamos juntos y se sintió cómo un sueño y otra en la que vine a verlo y de nuevo lo hicimos. Estar con él de esa manera tan íntima se siente tan bien, paso mucho tiempo pensando en volverlo a hacer.

—Creo que me deseas —susurra contra mis labios—, la manera en la que me ves, me lo deja bastante en claro.

—No es eso...

—¿Me vas a destruir así las ilusiones?

Su mirada brilla con diversión y antes de siquiera pensarlo, guío mis labios hacia los suyos y no parece sorprendido porque de inmediato su mano libre me toma del lateral de cuello y me besa de esa manera suya en la que no deja nada por sentado.

Abro los labios para darle paso a su lengua y mi mano se aferra a su camisa cuando se inclina hacia mí, ocasionando que arquee la espalda. Me besa por largo segundos, no sé si se trata de minutos, solo sé que cuando sus labios liberan los míos, los siento inflamados y húmedos. También quiero más.

—¿Me dejas abrazarte? —Me pregunta y aun ida por el beso, asiento.

Liberándome la mano que me tomaba me envuelve en sus brazos, haciéndome inhalar su fragancia y sentir la calidez de su cuerpo. Un nudo se instaura en mi pecho porque es la primera vez desde que puedo recordar que alguien toma la iniciativa de darme un abrazo y que yo lo permito.

Ni siquiera sabía que necesitaba un abrazo ¿Cuándo fue la última vez que dejé que alguien lo hiciera?

¿Cuándo fue la última vez que abracé a alguien?

Paso los brazos alrededor de su cintura y me aferro con fuerza, apretando los ojos tanto cómo puedo para no dejar escapar ni una sola de las lágrimas que quiero derramar.

He estado sola por mucho tiempo, rodeada de personas, pero siempre sola.

Nunca... Yo no puedo recordar un abrazo cómo este y no quiero que termine, quiero que haya muchos más.

No sé cuánto tiempo pasa, pero siento su suspiro antes de que afloje un poco sus brazos a mí alrededor.

—Entremos, la comida espera.

A regañadientes lo libero, pero entrelaza nuestros dedos mientras entramos a su apartamento. Jay se encuentra comiendo una hamburguesa con demasiadas cosas y de espalda viendo por la ventana se encuentra un hombre alto, tonificado, con el cabello castaño o al menos lo poco que veo debido a que luce una gorra.

—Ella es Shaina —dice Anders a sus dos amigos.

Lucho para no moverme de un lado a otro y por no parecer un tomate, pero luchar contra el sonrojo es una batalla perdida.

—Ya nos conocimos —dice Jay antes de dar otro gran mordisco a su hamburguesa.

—Un gusto conocerte, Shaina —dice el otro hombre girando, con un acento perceptible.

Mi mirada viaja desde sus pies hasta sus pestañas inferiores, los ojos se los cubre la gorra, pero todo lo que veo es suficiente: cuerpo atlético de una manera difícil de ignorar y de una forma en la que la camisa de mangas largas se aferra a sus brazos bien formados, mandíbula marcada y fuerte, labios carnosos y nariz recta apenas un poco redondeada en la punta.

Cuando se quita la gorra para girar la visera hacia atrás y deja al descubierto ojos grises con verdes protegidos por pestañas oscuras, trago y él sonríe de costado haciendo que sus cejas gruesas se arqueen de una manera ligera.

—Puedes llamarme Lo —Me dice—, he escuchado mucho de ti.

Asiento con lentitud y él camina hacia mí con pasos medidos hasta tener la distancia políticamente correcta entre dos personas que se acaban de conocer. Me extiende la mano mucho más grande que la mía con dedos fuertes y su mano es cálida.

Cuando me libera la mano, se mete ambas en los bolsillos de su pantalón. Tiene mucha presencia, puede que vista de modo informal y traiga una gorra, pero transmite elegancia y poder mientras me ve.

—¿Comemos? —pregunta, haciendo una ademán con la mano hacia la pequeña mesa entre los sofás en donde hay mucha comida.

—Ven —Me dice Anders guiándome hacia uno de los sofás individuales y entregándome una hamburguesa junto a papas.

Clavo la vista en el sofá de al frente, en dónde he hecho cosas con él y sonrío, solo para darme cuenta segundos después de que Anders me ve con una sonrisa llena de picardía.

Non puedo evitar fijarme en las asignaciones de puesto, en donde Lo se sienta en una silla individual que no sé de dónde salió y Anders en la esquina del sofá en donde Jay ocupa bastante espacio. Me siento intimidada, así que no es de extrañar que me quede en silencio mientras ellos hablan de alguna película que nunca en mi vida he visto y luego sobre alguna hipótesis de física o eso creo, no entiendo nada y me remuevo en mi asiento. Me parece que pese a la charla amistosa, hay algo más porque no se ven cómo amigos relajándose o al menos de Anders y Lo.

—¿En dónde trabajas, Shaina? —Me pregunta Jay.

Me toma tan de sorpresa su repentina atención en mí que casi me atraganto con la hamburguesa, pero tomo de mi gaseosa para pasarla.

—Trabajo en una librería.

En la que debería de estar en este momento.

—¿Te gusta tu trabajo? —pregunta Lo.

Me doy cuenta que apenas le dio un mordisco a la hamburguesa, que de hecho pareció odiarlo, y sobre la cerveza, juega con la etiqueta, pero no bebe.

—Sí, me gusta.

—Un paraíso ¿No? Estar entre libros, bueno, eso si te gusta leer.

—Amo leer —respondo casi de inmediato y él sonríe.

—¿Qué lees?

Veo hacia Anders que tiene su atención en mí, no está comiendo. Vuelvo la atención a Lo.

—Novelas.

Sabiendo que seguirá preguntando y que me da miedo responder, decido preguntar algo.

—¿Por qué no comes y juegas con tu cerveza?

—No me gusta la comida rápida ni lo barato —responde con simpleza—. Lo mío son los restaurantes.

—Su culo es pomposo —Me hace saber Jay rodando los ojos—. Vestir caro, comer caro, seguramente cagar caro.

—No todos nacimos para lo barato —Le dice Lo en un gesto condescendiente que me tiene arqueando ambas cejas.

Los amigos de Anders me están pareciendo interesantes, extraños, pero interesantes.

—Es una pena que te hagan comer esta basura, Shaina, deberías comer cosas caras.

—No puedo, soy pobre.

Mis palabras parecen tomarlos por sorpresa a los tres porque comienzan a reír e incluso Jay se ahoga con la cerveza y yo sonrío, no pretendía hacer una broma.

—Bueno, no soy pobre, pero no puedo hacer esos gastos.

—Espero en el futuro puedas comer y vivir cómo quieras sin limitaciones —Me dice Lo con demasiada seriedad para un tema tan banal, por lo que no sé qué responder.

Se pone de pie y de nuevo se pone la visera de la gorra hacia el frente, le hace un gesto a Jay que se mete un puñado de papas a la boca y se levanta con rapidez.

—Nos vamos, fue agradable conocerte, Shaina —asiente hacia mí y sonrío—. Espero verte de nuevo.

—Un gusto —digo, alzando la mano con torpeza un gesto de despedida y él ríe por lo bajo.

—Nos vemos, Shaina —Me arroja un beso Jay y abro los ojos con sorpresa—. Lo siento, me gusta dar amor —Me guiña el ojo—. ¿Te vas a comer eso?

Le entrego mis papas, que sí las quería, pero no tengo problema en regalárselas y de nuevo me arroja un beso.

Anders se pone de pie y se acerca a ellos, juntos se alejan hacia la puerta en dónde Lo le dice algo en voz baja y se alza la manga de la camisa revelando un reloj al que Anders toca y asiente para después decirle algo que no logro escuchar.

Estoy viéndolos con tanta fijeza que soy sorprendida por Lo, quien me ve como si esperara algo de mí, bajo la mirada.

—No bajes la guardia, ya cometiste un error, no cometas más —Alcanzo a escuchar a Lo, creo que le habla a Anders—. Eres mi amigo, pero no el suyo, Andy.

»Ten cuidado con lo que haces porque él siempre estará por encima y si él decidiera que te estás equivocando, tiene la decisión final y no se pondrá una mano en su congelado corazón, sabes de lo que es capaz si jodes esto y no puedo ni pienso intervenir si considera un obstáculo en lugar de una ayuda. No te vuelvas a equivocar, arregla esto antes de que cometas alguna otra estupidez.

—Sé lo que hago —dice Anders, su voz suena tensa—. Sé lo que tengo qué hacer, dile que todo está bien y la próxima vez que quieras darme una sorpresa avisa o dile a Jay, no puedes solo aparecer, pones todo en peligro.

Las voces bajan de nuevo y de verdad intento escuchar porque es inquietante lo que dijeron, se siente turbio y mal ¿Qué está pasando?

La puerta se cierra tras unos pocos minutos en los que dejé de comer y Anders vuelve. No va a su asiento, él viene y se arrodilla frente a mí, dejando sus manos sobre mis rodillas y viéndome con tanta intensidad que me inquieto.

—¿Qué pasa? —Rompo el silencio.

—Eres más de lo que esperaba, Shaina, realmente me gustas —Me dice con seriedad—. Me gustas demasiado y quisiera...

Se detiene, apretando los labios con frustración en tanto yo espero a la expectativa por más.

—¿Quisieras que yo fuera diferente? —susurro, completando su frase.

—No, para mí eres perfecta.

—Soy defectuosa, Anders, ya te lo he dicho.

—No, no lo eres. Eres increíble y eres más que...

De nuevo se corta y cierra los ojos pareciendo frustrado. Es evidente que quiere decir mucho más de lo que meda, que tiene algún tipo de lucha interna.

Abre los ojos con lentitud y me gustaría ser capaz de descifrar todas las palabras que grita su mirada.

—Simplemente eres más, Shaina. Conocerte ha sido diferente de lo que pensé —esto último parece que se lo dice a sí mismo.

»Ojalá yo pudiese ser diferente —susurra—. De alguna manera siempre todo termina jodido.

—Todo con tus amigos hacia el final parecía tenso.

—Solo pequeños desacuerdos —Me asegura—, nada que no se pueda resolver.

Asiento y veo alrededor antes de volver la mirada a él.

—¿Andy es tu mote de cariño?

Veo la manera en la que se tensa ante mi pregunta para segundos después darme apenas el indicio de una sonrisa.

—Andy es mi nombre en clave para mi trabajo como mangaka fantasma, Lo sabe que no me gusta escucharlo y lo dice para molestarme, pero preferiría que no lo uses.

—De acuerdo, sigues siendo Anders para mí.

»Y sobre tus amigos, ellos son interesantes, Jay es muy grande y ruidoso.

—Sí, es difícil que pase desapercibido —dice con ironía.

—¿De dónde es Lo? Él tiene un acento...

«Si un hombre con un reloj súper caro y extraño, ojos grises con verdes, acento peculiar y encanto aparece, escúchalo, no temas y no le digas a tu mamá, no le digas a nadie. Ni siquiera a tus compañeras de piso.» escucho el recuerdo de la voz de Atlas en mi cabeza, lo que me dijo la última vez que nos vimos.

Veo hacia la silla en dónde Lo estuvo sentado, no alcancé a ver su reloj con gran detalle debido a la distancia, pero sus ojos, el acento concuerdan... Solo que él no vino por mí, él estaba aquí.

—¿Traviesa?

Veo a Anders y un nudo se hace en mi pecho, veo cómo esta fantasía amenaza con quebrarse.

—Tengo que irme a trabajar —musito, levándome con tal brusquedad que él cae sobre su trasero, pero no presto atención a ello y tomo rápidamente mi bolso.

—Debo irme, hace mucho debía estar en la librería.

—Déjame llevarte.

—No, no te preocupes, puedo llegar sola.

Camino hacia la puerta con un montón de pensamientos pasándome por la cabeza y cuando Anders me toma de la muñeca, giro a verlo.

Veo su hermoso rostro con la mirada incierta y preocupada. Si Lo llegase a ser el hombre del que Atlas me habló ¿Qué querría decir eso sobre Anders? No puede, él no puede ser una mentira.

No puede.

—También me gustas mucho —le susurro— y tengo miedo.

Me atrae de nuevo para un abrazo y esta vez me da la impresión que lo necesita más él que yo. Me dejo abrazar y cuando me libera hago mi mayor esfuerzo por sonreírle, pero siento ganas de llorar, algo está pasando y no sé qué es.

—Déjame llevarte, Shaina.

—Estaré bien, quiero estar sola —susurro lo último.

Soy presa de su mirada durante largos segundos en los que podría colapsar, pero en última instancia me toma el rostro entre sus manos, besándome con intensidad hasta que me deja sin aire y me alejo aturdida de su beso, de Lo, de mi mamá, de todo.

Y cuando comienzo a caminar por las calles, me detengo abruptamente cuando siento que me siguen, pero no puedo correr, no demasiado, porque hay un pañuelo siendo presionado en mi nariz desde atrás, y cuando intento gritar no puedo, es demasiado tarde.

Me ahogo en lo que sea que esté inhalando y mientras lo hago, mis ojos se cierran y veo de manera brumosa una pesadilla que quiere ser recuerdo.

«—Shaina, por favor, por favor, no lo hagas —Llora y ruego Annie—. Lo siento, por favor, por favor perdóname.

Pero yo rio, quiero hacerle daño. Mucho daño.

Los cocodrilos tienen hambre y yo siempre les doy de comer.

—Hazlo, cariño ¿O quieres jugar con ella? —Me dice una voz masculina.

—Jugar, quiero jugar con ella —Sonrío.»

Entonces pierdo la consciencia en manos de quien sea que me ha estado siguiendo.


Hellooooon ¡Aquí seguimos! Cada vez soltando más info jejeje.

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Un  beso.

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