Pedro Calle

By MGarcia200514

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✔️⭐Pedro no eligió ser un Mafioso o un Pran⭐✔️. Pero tendrá que adaptarse a ese inhóspito mundo para sobreviv... More

Prólogo
CAPÍTULO 1: La vida es una. (+18)
CAPÍTULO 2: Donde vive Pedro.
CAPÍTULO 3: La Calle. (+18)
CAPÍTULO 4: El Callao.
CAPÍTULO 5: En la Jugada.
CAPÍTULO 6: La Mina.
CAPÍTULO 7: El Sistema.
CAPÍTULO 8: Pórtate Serio.
CAPÍTULO 9: La Rumba. (+18)
CAPÍTULO 10: Mujer que come no singa.
CAPÍTULO 11: Bar de Petra. (+18)
CAPÍTULO 12: La resaca.
CAPÍTULO 13: El Sancocho.
CAPÍTULO 15: La Gallera. (+18)
CAPÍTULO 16: El Mensaje.
CAPÍTULO 17: Estas Salao.
CAPÍTULO 18: La bulla.
CAPÍTULO 19: El Amor. (+18)
CAPÍTULO 20: ¿Y Juancito qué?
CAPÍTULO 21: Lalo (La Loca).
CAPÍTULO 22: La mercancía.
CAPÍTULO 23: El mundo de Luis.
CAPÍTULO 24: Cuentas claras. (+18)
CAPÍTULO 25: Falta poco.
CAPÍTULO 26: El traslado.
CAPÍTULO 27: San Félix.
CAPÍTULO 28: El Barrio.
CAPÍTULO 29: La Verdad.
Agradecimientos

CAPÍTULO 14: La Sombra. (+18)

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By MGarcia200514

Pasaron las horas y todos en el campamento se divertían alegremente, excepto por los gariteros, que debían de tener todo el perímetro bien vigilado, para poder interceptar a tiempo a los enemigos de las bandas o Trenes contrarios.

De repente se acercaron algunos hombres escoltando a los dos mineros esposados, ellos caminaban con los pies descalzos, la cara mirando el piso y se les notó tristes y sin ánimo. Juancito se encontraba en una mesa jugando una mano de dominó con Joseito, Pedro y Luis.

—Ya les llegó la hora carajitos, hoy se convierten en hombrecitos —le dijo a Luis y Pedro en un tono de voz burlona, procediendo a tomarse un sorbo de su vaso con ron con coca cola.

Pedro y Luis tenían caras de incertidumbre, ya que era un reto que iban a enfrentar justos y que los marcaría por el resto de sus vidas. Así que trataban de continuar pasando esos pocos minutos que les quedaban disfrutando de la buena compañía y conversación que les ofrecía Joseito y Juancito, que a pesar de ser unos delincuentes o malhechores, tenían historias y anécdotas emocionantes que contar, ellos eran el reflejo de una buena serie de capos de Netflix.

Uno de los hombres se acercó a la mesa donde se encuentran jugando domino, pidió permiso y le informó a Juancito y a Joseito que ya tenían a los mineros ubicados en el sitio de la ejecución.

—Ah, perfecto, ya vamos para allá. Terminamos esta mano y ya vamos a matar esa lírica. —exclamó Juancito tranquilamente, levantando un poco la ceja. Al poco tiempo finalizaron la partida, la cual casualmente ganaron Luis y Pedro.

—Ganaron porque ustedes dos se conocen sus mañas, se hacen muchas señas. —comentó Juancito soltando luego una larga carcajada jajajaja.

Todos se levantaron y comenzaron a caminar, como en una pequeña procesión hacia el lugar donde se encontraban los mineros; Pedro y Luis tenían sus armas listas, ambos caminaban cabizbajos, pero trataron de disimular y tener la mejor actitud para que Juancito no se diera cuenta del estado de ánimo que tenían y les reclamara por esa situación.

Al llegar a un pequeño prado en donde tenían ubicados a los dos mineros, ellos estaban arrodillados y esposados con las manos en la espalda. La multitud se colocó alrededor de los hombres y el ambiente se quedó en total silencio, poniéndose lúgubre y una sombra negra cubrió todo el recinto. Para este instante Pedro y Luis ya sabían lo que tenían que hacer, ambos se situaron al frente de los mineros con sus armas ya preparadas, las levantaron al mismo momento, voltearon por unos segundos a mirarse para tener la aprobación de ambos y accionaron las armas.

Los disparos se escucharon con eco a la distancia y aun así nadie emitió ni una sola palabra, los dos jóvenes se quedaron inertes con las manos aún levantadas, empuñando las pistolas, mirando casi en cámara lenta, como le arrebataron las vidas a esos seres humanos; luego de los impactos de balas ellos cayeron lentamente golpeando sus cabezas contra el suelo polvoriento. Juancito muy despacio, se les acercó y los tomó por la espalda con un pequeño abrazo y ambos jóvenes reaccionaron y terminaron bajando las pistolas.

Para Luis y Pedro ya les acababa de cambiar la vida, ya no eran simples ladrones, ahora eran asesinos y esa sombra negra quedaría grabada en sus mentes para el resto de sus vidas. Ambos salieron caminando del sitio sin decir ni una sola palabra, mientras Juancito iba detrás de ellos conversando con Joseito, orgulloso por el momento épico que tuvieron sus dos sobrinos. Juancito les pidió a todos sus hombres que se celebrara y que buscaran a unas mujeres en el Bar de Petra para terminar de tener un día agradable junto a la compañía de unas hermosas féminas.

Por su parte, Pedro y Luis buscaron una botella de ron Cacique y comenzaron a tomarlo seco, sin hielo o refresco. Pedro estaba sumamente anonadado, serio y algo confundido por la situación que acaba de vivir.

—No sabía cómo me sentiría después de hacerlo Luis, pero si te soy sincero no siento dolor o tristeza, realmente lo que siento es rabia de toda esta vaina.

—Te entiendo mi hermano, yo también me siento así. Esto no debería de estar pasándonos, pero esta situación del país de mierda hace que tengamos que meternos en estos peos locos. —recalcó Luis mirándolo fijamente.

—Ya no hay vuelta atrás Luis, de aquí pa lante tenemos que cuidarnos entre nosotros dos. —añadió Pedro, tragando un poco de saliva.

—Sabes que sí, mi hermano, quédate tranquilo. —Le respondió Luis, con un rostro alegre y lleno de esperanza.

Al cabo de una hora llegaron dos camionetas con varias mujeres dentro provenientes del Bar de Petra, escoltadas con hombres fuertemente armados. Al ellas acercarse a la reunión, Pedro y Luis se percataron de que entre ese grupo de mujeres se encontraban July y Alondra.

—Verga un evento. —Comentó Luis, soltando una larga carcajada jajajajaja.

Pedro, que se estaba tomando un sorbo de ron, lo escupió rápidamente al percatarse de las dos mujeres y también comienzo a reírse un rato junto a Luis.

—Esta verga es obra de mi tío Juancito, solo a él se le ocurren estas vainas. —Dijo Pedro con una gran sonrisa en el rostro, que le iluminó por un instante su cara y le alejó los pensamientos de miseria y tristeza de la cabeza.

Juancito se les acercó con una botella de cerveza en la mano y en el otro brazo ya se encuentra abrazado de una de las hermosas jóvenes

—Bueno, les traje su regalito, para que lo disfruten, como sé que a ustedes dos les gusta singar, se lo merecen porque hoy se portaron serios como unos hombrecitos y estoy orgulloso de ustedes dos mis carajitos. —manifestó esta última frase con la voz un poco quebrada.

Se le notó en su mirada y su rostro que estaba sumamente complacido con todo lo que había pasado con la muerte de los mineros, sus dos pupilos ya eran unos matones y ahora nadie podría detenerlos ni intentar meterse con ellos.

—Hay tienen sus regalitos, disfrútenlos. —habló y se alejó lentamente del brazo de la hermosa joven.

—Bueno, mi hermano, con el dolor de mi alma, le voy a meter el pipe a esa mujer, el deber me llama —admitió Luis, mirando a Pedro con rostro de picardía.

—Verga si, cuidao y estás haciendo pinga e sacrificio, mamahuevo. jajajajajaj —respondió Pedro, con una carcajada.

Pedo se dirigió con July a uno de los pocos ranchos que sé encontraban con algo de comodidad, con un pequeño catre para tener sexo con ella. Al ingresar ella comenzó a comérselo a besos y Pedro la acaricio por todos lados. July inmediatamente le desabrocho el pantalón, se lo bajo al igual que su ropa interior y comenzó a hacerle sexo oral. Pero al cabo de un rato tocaron a la puerta del rancho y era su tío Juancito. Él salió rápidamente sin importarle que no tiene puesta la camisa y tenía el pantalón desabrochado.

Juancito le comenzó a decir que estaba orgulloso de él y de Luis, que no lo olvidara nunca y que a pesar de toda esa mierda que vivían diariamente, ellos eran familia y que él los amaba como si fuera su propio papá. Él sé lo dijo con voz ronca y quebrada como si quisiera llorar y Pedro sin emitir ninguna palabra solo comenzó a llorar como un niño.

—No llores mi carajito, aquí está tu tío Juancito pa las buenas y pa las malas. Yo sé que ni tú o Luis estaban acostumbrados a esta verga, pero tenemos que echarles bolas todos juntos y hacer plata para irnos pa la mierda. —susurró abrazando fuertemente a Pedro.

—Lo sé mi tío. —Respondió Pedro, aún con lágrimas en los ojos y cara de tristeza y dolor.

—Aguanta Pedro, que tú eres mi sobrino, sé que tú eres un arrecho y yo cuento con ustedes dos, no me decepcionen. —dijo Juancito con un rostro de total emotividad.

—No te preocupes, tío. —afirmó Pedro abrazándolo con fuerza.

—Ya hablé con Luis, tú sabes que él sé la tira de arrecho, pero es el más sentimental de ustedes dos. — Acotó Juancito.

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Espero te guste mi historia, no te olvides de Votar.... Besos

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