Greenwood II SAGA COMPLETA

GeorgiaMoon द्वारा

2.3M 146K 23.7K

NOVELA FINALISTA DE LA PRIMERA EDICIÓN DEL PREMIO OZ DE NOVELA JUVENIL YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS, publicado... अधिक

¡GREENWOOD VUELVE A WATTPAD!
«Greenwood»
Prefacio
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
«La maldición de la princesa»
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Epílogo
Nota final

Diecisiete

21.8K 2.1K 79
GeorgiaMoon द्वारा

Esme

Lo único que oía era el latido del corazón en los oídos, nada más. Seguía aterrada. Ni siquiera me atrevía a tocarme la mejilla para saber qué era ese líquido cálido que sentía en la piel.

—¿Qué diantres era eso? —preguntó Harry con un hilo de voz, rompiendo el silencio sepulcral.

—Un zorro —respondió Minerva aún con las manos en el volante.

—No era uno cualquiera —susurré, y supe que ellos habían entendido a lo que me refería.

Era el zorro que me perseguía a todas partes, del que me había hablado Luna. Se nos había vuelto a presentar en el ca- mino, sus ojos fijos en mí, clavándose en mi memoria para no olvidarlos nunca.

Los cristales del coche estaban rotos, y una gran rama había atravesado la ventana del copiloto, pasando justo por delante de los rostros de Harry y de Minerva. Hunter temblaba a mi lado.

—¿Estás bien? —pregunté sin aliento.

—Sí —respondió Minerva con la voz agitada.

Había sido un milagro que no se hubiesen hecho daño.

Cuando Harry se dio la vuelta, vi que tenía muchos cortes en la cara. El techo había quedado totalmente deformado y el capó estaba aplastado contra el tronco de un árbol.

—Voy a intentar salir —dijo Harry. Abrió la puerta, pero volvió a cerrarla rápidamente. Algo me dijo que no intentara moverme—. Estamos atrapados entre las ramas de dos árboles.

Minerva empalideció.

—No lo dirás en serio...

—¿Crees que bromearía con algo así? ¡Hemos caído por un jodido barranco!

Minerva tragó con dificultad y respiró hondo.

—No perdamos la calma. Tenemos que centrarnos en cómo salir de aquí —dije para intentar tranquilizarnos.

—Déjame pensar en algo —respondió Harry, algo nervioso.

Miles de ideas corrían por mi mente, pero ninguna de ellas me pareció factible. Miré por la ventana y vi que la situación no era tan crítica como había imaginado, aunque sí peligrosa. Por suerte, el coche no se balanceaba con nuestro movimiento.

Ver el bosque desde aquella nueva perspectiva me produjo una sensación completamente distinta a la que siempre había tenido cuando estaba entre los árboles. No me sentí retenida e intimidada, sino poderosa, por encima de los misterios que acechaban mi subconsciente y me carcomían por dentro. El manto verde de las copas de los árboles se extendía por todo mi campo de visión, entre ramas y troncos. Aquello me hizo pensar en que quizá fue así como se sintió la princesa de los cuentos, dueña del bosque, mientras bailaba entre los árboles al son de su propia voz.

Harry carraspeó.

—Bien, vamos a...

—¿Consiste en salir del coche? —Le cortó Minerva. Estaba completamente pálida.

—Ese es precisamente el objetivo —respondió.

Aquello la tranquilizó menos.

—Todo saldrá bien, ya verás. —Puse mi mano en su hombro, pero ella no dijo nada más.

Harry suspiró con fuerza, incorporándose mientras esquivaba la rama que cruzaba su asiento. Acabó de romper el cristal para poder salir y Minerva gritó cuando los pequeños trozos de vidrio se esparcieron sobre su regazo. Harry los retiró con la mano, trepó hasta el capó y evaluó la situación. Se dio la vuelta y le tendió la mano a Minerva.

—Vamos, Minerva. Tienes que salir tú primero.

Temblorosa y pálida como un fantasma, Minerva lo agarró de la mano y Harry la ayudó a salir. Animé a Hunter a que saliera antes que yo, y este se las arregló para comenzar a descender el barranco por su cuenta.

—¿Puedes sola, Esme? —Me preguntó Harry.

—Creo que sí —mascullé.

Me quité el cinturón de seguridad, me incorporé y llegué hasta la guantera, ignorando el escozor en las palmas de la mano al clavarme los cristales hechos añicos. Harry mantenía bien agarradas las manos de Minerva, que parecía estar a punto de desmayarse.

—Esto está muy alto, no..., no puedo bajar de aquí —repetía una y otra vez.

Miré abajo y tragué saliva. La caída no era muy incitante, la verdad.

—Sí que puedes —le animó Harry a la vez que intentaba que se moviera.

—¡No! ¡Tú no lo entiendes! —Gritó ella, y trató de deshacerse de sus manos—. ¡Tú me empujaste por el barranco y yo caí!

Se me cortó la respiración al escuchar sus palabras, aunque sabía que eran producto del pánico. Por mucho que fuese ver- dad, no creía que Minerva se lo echara en cara en una situación normal.

—¡No lo hice a propósito, lo sabes! —Se defendió Harry.

Me acerqué a ellos y miré a Minerva a los ojos, pero todo lo que había en ellos era terror.

—Tranquila, mírame. Mírame.

—Está muy alto... No puedo...

—¿Recuerdas cuando cruzamos el puente? Llegaste tú sola hasta el final, antes de entrar en el castillo. Sí puedes hacerlo.

—Pero...

—Puedes hacerlo —sentencié—. Vamos, yo iré primero.

Fue entonces cuando me armé de valor, aunque no tenía ni idea de cómo empezar. Hunter ladró y se sentó, esperándonos.

—¿Estás segura? —me preguntó Harry cuando pasé por su lado.

—No, pero tenemos que intentarlo —susurré.

Me centré en el tronco del árbol; tenía muchas ramas en las que aguantarse e ir descendiendo poco a poco. Procuré colocar bien los pies y sujetarme con fuerza. No podía dejar que mi cabeza se distrajera, tenía que estar concentrada en cada uno de mis movimientos, pues un paso en falso podía tener un desenlace fatal.

—¡Ya he llegado! —Anuncié—. ¡Vamos, Minerva, tú puedes!

Hunter se sentó a mi lado y observó con atención cómo descendían.

—Sí... Yo puedo —me pareció que decía.

No vi que estuviera muy segura de sí misma, pero comenzó a descender lentamente, parándose de vez en cuando para respirar hondo. Harry la seguía de cerca.

Allí abajo, volvía a sentirme observada, como si alguien me estuviera mirando desde algún lugar escondido. Se me erizó la piel, mis sentidos estaban más alerta que nunca. Aunque escudriñé mi alrededor, no vi nada sospechoso.

Minerva ya estaba llegando al final y, con un pequeño salto, aterrizó en el musgo. Nos sentamos en el suelo una vez los tres estuvimos a salvo, intentando recuperar el aliento.

—¿Qué hago con el coche? Mi madre me va a matar.

—Creo que ahora el coche es lo de menos —le contesté.

—Ya, pero pretendo salir viva de esta y ahora no tengo coche.

Harry puso la mano sobre el hombro y le sonrió con una mueca incómoda.

—Todo se arreglará, Minerva.


No sabíamos a dónde íbamos. Andábamos en círculos, me dolían los pies y el zorro no se desvanecía de mis recuerdos.

—Te busca a ti, Esme. Ya oíste a Luna —dijo Harry.

—¿Por qué en medio de la carretera? Por poco nos mata —añadió Minerva.

—Quizá nos está avisando de algo... —dejé en el aire.

—Cuando alguien avisa de algo no se para en medio de una carretera.

—Pero puede que Esme esté en lo cierto —dijo Harry, apartando una rama y dejando que Hunter saltara una raíz atravesada en el camino—. Luna dijo que él sigue a Esme porque cree que es la princesa, pero parece haber cambiado de bando ya que va con el búho de la hermana. Si ha cambiado de opinión una vez, puede hacerlo una segunda.

—Siempre me mira. Se acerca, pero después se va. Creo que quiere decirme algo pero no sabe cómo. O al menos yo no le entiendo.

Recordé el día en que había oído a la ninfa cantar en el lago del Puente Negro. Instantes antes, Hunter y yo estábamos solos en un pequeño claro entre los árboles cuando un zorro apareció de la nada y quiso acercarse a nosotros. Me olisqueó la mano y después se marchó. En ese momento pensé que quizá quería comida, pero ahora creo que su mirada pretendía transmitir algo diferente.

—En algún momento saldremos de dudas —suspiró Minerva—. Por cierto, ¿alguien tiene idea de dónde estamos? Creo que hemos pasado veinte veces ya este árbol.

—Tengo una ligera idea —le respondió Harry, quien lideraba de nuevo la expedición.

—¿Cómo se supone que debemos llegar a la puerta? —Pregunté.

—Caminando —contestó.

—Debemos de estar a veinte kilómetros de Greenwood, Harry.

Me paré en el camino e inspeccioné el bosque, pero no había rastro de ningún puente, cueva o árbol rodeado por niebla.

—Definitivamente nos hemos perdido —declaré, y Minerva me dio la razón.

—No estamos perdidos —insistió Harry.

—¿Cómo lo sabes?

—Simplemente lo sé. Pronto encontraremos el arco y podremos entrar —contestó resoplando.

—¿Por qué ahí? —preguntó Minerva.

—Porque tengo la llave de la puerta. Es por donde entramos

Esme y yo con Melissa.

—Sigo pensando que estamos perdidos.

Continuamos andando durante lo que pareció una eternidad. Me daba la sensación de haber pasado por el mismo sitio mil veces.

Hacía mucho frío; estaríamos a finales de diciembre. En Charleston no hacía tanto frío en invierno, ya que el océano Atlántico suavizaba las temperaturas, e incluso apetecía ir a la playa a tomar el sol. En Greenwood era completamente diferente: el sol brillaba por su ausencia la mayor parte del tiempo y, aunque nos encontrásemos muy cerca del Pacífico, un día perfecto de diciembre consistía en tomar chocolate caliente y ver comedias románticas con una manta encima y un gato en los pies. Pero ese año todo era diferente: estábamos perdidos en el bosque aunque Harry no lo quisiera reconocer.

Mientras seguíamos caminando, mi mente se desvió de ese tema y me llevó a Louise. Si, como mucho me temía, nuestras sospechas terminaban siendo verdad, habríamos estado en contacto con la persona detrás del misterio sin saberlo. Llegué a la conclusión de que, según la lógica de los cuentos que me había contado Harry, en este momento el bosque se encontraba des- protegido, y recordé el que me había contado no hacía tantas noches, el que narraba la huida hacia las montañas de la princesa Eco con el príncipe. Quizá había sido entonces cuando se había desencadenado todo, y Helë lo había aprovechado para llevar a cabo su maquiavélico plan.

Por un momento pensé que no tenía por qué ser real. William nos había dicho que aquellos cuentos no estaban escritos en ningún lado y que habían sido transmitidos oralmente de generación en generación, así que habían podido ser modificados. Pero sabía que no era así, pues habíamos descubierto que estaban todos reunidos en el libro que le había regalado Luna a mi abuelo. Él no lo podía saber, pues estaban escritos en élfico, pero quizá, y solo quizá, ese libro podía contar más que unos simples cuentos infantiles.

—Ya estamos llegando —anunció Harry mientras apartaba algunas ramas. Al cabo de unos segundos, llegamos al arco—. ¡Veis! Ya os lo había dicho.

Fruncí el ceño, sorprendida de la seguridad con la que nos había guiado hasta allí. Tenía la sensación de que algo iba mal. Me acerqué a Harry, que estaba sacando la llave para abrir la puerta.

—¿Este no es el cuadro que había en la tienda de mi madre? —preguntó Minerva señalando el arco.

—Sí, es lo que dijo ella, allí en el castillo —le respondí.

—Siempre me ha parecido fascinante —admiró, y volvimos a quedarnos en silencio.

El corazón me latía a una velocidad descomunal, y en los segundos que pasaron entre que Harry metió la llave en la cerradura y abrió la puerta, pensé en lo que podría al verdadero peligro. Estaba prácticamente segura de que Louise era Helë y de que nos había estado utilizando, pero seguía sin entender su motivación.

Como la última vez, los dibujos se iluminaron cuando la llave giró dentro de la cerradura, y volví a maravillarme por aquel hecho tan fantástico. Incluso busqué las ramas de los árboles a aquellas graciosas criaturas que había visto allí mismo, pero no encontré ninguna. De repente, un extraño aire procedente del otro lado del arco hizo volar nuestro cabello y nos miramos, extrañados.

Contamos hasta tres y cruzamos la puerta. Esta se cerró de golpe y volvimos a encontrarnos dentro del Greenwood encantado.

El suelo seguía húmedo, y si en el otro lado las siluetas de los árboles ya me habían parecido escalofriantes, allí dentro eran diez veces más terroríficas. Harry guardó la llave en la mochila y reguló bien las cuerdas.

—Allá vamos —dijo con decisión.

Escuché a Minerva suspirar. Agachó la cabeza, encogiéndose de hombros. Toda su energía y voz parecían haber muerto al cruzar aquella puerta. Hunter, sin embargo, seguía tan vital como siempre y no dudó en encaminarse a paso ligero hacia los árboles que nos rodeaban, olisqueándolo todo. Nos pusimos en marcha, recordando que no necesitábamos una dirección con- creta para llegar a alguna parte.

Eran muchas las cosas que nos podrían pasar a partir de aquel momento. No habíamos conseguido las últimas hojas del libro de cuentos porque las tenía ella; Helë se las había robado a Shellie Baxton. Deberíamos haber preguntado a Shellie qué contenían aquellas páginas para que tuvieran tanto valor. No podía ser la solución al misterio, pues aquello hubiese sido demasiado obvio.

El bosque parecía infinito, y anduvimos sin parar, hasta que Harry se paró y miró a su derecha. Todos seguimos sus movimientos y un nudo se me formó en la boca del estómago cuando vi el castillo erigirse a nuestro lado.

Teníamos que cruzar de nuevo el puente. Minerva volvía a negar, con el rostro sumamente pálido.

Harry se agarró a las cuerdas del puente con ambas manos y miró hacia atrás, por encima del hombro.

—Irás delante de mí, así podré ayudarte en caso de que lo necesites.

Esa vez, Minerva cogió aire para llenarse los pulmones de valentía y dio un paso temeroso hacia adelante, agarrándose bien a las cuerdas. Dirigí mi mirada al castillo. Cometí el terrible error de mirar hacia abajo y me mareé un poco, pero seguí los pasos de Harry, Hunter y Minerva. Atrás dejábamos los árboles verdes de Greenwood, rozábamos la solución del misterio con las puntas de los dedos.

En cuanto llegó a tierra firme, Minerva se apoyó corriendo en el tronco de un árbol. Hunter avanzó a pasitos muy pequeños, y Harry alargó la mano para ayudarme.

—Tengo que hablar contigo —me susurró antes de retomar el camino hacia la puerta del castillo.

Me quedé parada durante unos segundos y fruncí el ceño. La actitud del bosque reaparecía, pero ¿por qué tenía que ser ahora? Tenía que confiar en Harry y esperar.

Nos paramos frente la puerta metálica, miré a Harry de reojo y vi su nuez moverse a la vez que tragaba saliva. A los pocos segundos, se unieron Minerva y Hunter, que se sentó pacientemente a la espera de que alguno de nosotros la abriera. La última vez estaba cerrada.

—¿Listas? —Preguntó Harry sin dejar de mirar el imponente castillo.

Miré a Minerva.

Asintió.

—Listas —susurré.

El corazón me latía con tanta fuerza que pensé que se me iba a salir del pecho. Harry tomó aire y alargó la mano hasta los barrotes de la puerta..., pero ni siquiera la había llegado a tocar cuando esta se abrió de par en par, dándonos su particular bienvenida al castillo del bosque de Greenwood.

Y a la tercera va la vencida.

पढ़ना जारी रखें

आपको ये भी पसंदे आएँगी

Leigh (Darks #3) Ariana Godoy द्वारा

रहस्य / थ्रिलर

565K 66.9K 7
Han pasado tres años desde que Leigh sufrió a manos de un monstruo. Y ella se ha dedicado a sanar, finalmente, decide dejar atrás Wilson, y empezar u...
4.7M 532K 57
↬Cuando te vi, una parte de mi dijo: "Es hermosa" y la otra se imaginó cómo te verías amarrada a una silla con los ojos y la boca vendados, luchando...
El Banquero y su asistente Xuel1520 द्वारा

रहस्य / थ्रिलर

2.2K 704 36
La historia del Sexy banquero Xiao Zhan, graduado de banca internacional, quien vuelve a casa para tomar el puesto de Gerente General del Banco de cr...
3.8K 78 6
Grace es una chica normal que vive en un pequeño pueblo llamado Beatford. Allí todo el mundo se conoce o eso creía ella hasta que aparece Axel, un mi...