Vidas cruzadas: El ciclo. #3...

By AbbyCon2B

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Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrent... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.

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By AbbyCon2B

11 de julio 1890.
White Oak, Minnesota.

Jonathan se desabrochó la camisa con una mano mientras intentaba descifrar donde se encontraba el botón de la lámpara sobre su mesa de luz para poder apagar la luz sobre su cabeza. Escuchó a Olivia reír ante su lucha y sonrió al sentir sus manos acariciándole los hombros y como su cuerpo se presionaba contra su espalda cuando ella se inclinó para encender la lámpara por él.

—Ya casi dos años con electricidad y aun no te acostumbras ¿eh?

—En mi defensa pasé toda una vida con velas, ángel, tomará más de dos años adaptarme a toda esta...Innovación —. Se alejó de la lámpara ahora que alumbraba el entorno con su tenue luz y bajó la llave que encendía el foco en el techo—. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Han progresado con Harvie en todo ese asunto con su hermana?

—No hay mucho que hacer hasta que llegue la luna llena —. Se sentó frente a su tocador y miró hacia Jonathan a través del espejo, él estaba quitándose la camisa para colocarse su pijama, pero permaneció sin esta mientras se sentaba al borde de la cama para sacarse los zapatos. Olivia extendió algo de crema por sus manos y brazos y luego empezó a limpiarse el rostro—. Sabemos que el hijo de Laurena se encuentra en la antigua Grecia, ahora solo debemos esperar y hasta entonces Harvie está intentando conseguir algo de ropa para poder camuflarse en la época.

—Debe ser impactante ¿no? Seguro lo fue para ti cuando viajaste por primera vez, pero...Las cosas no han cambiado tanto desde tu época a la mía ¿o sí? —. Olivia negó—. ¿Viajar a una época tan remota siendo un muchacho del futuro con todas esas cosas descabelladas que Harvie describe?

—Ni siquiera puedo imaginármelo, todas las cosas a las que debe haberse adaptado para sobrevivir y las guerras...La antigua Grecia tuvo numerosas guerras hasta donde sé y no eran con armas y cañones como hoy en día.

—No, espadas y lanzas —completó Jonathan y se quedó mirando hacia el suelo—. Tiempos muy violentos, pero supongo que todos los tiempos lo son.

Jonathan se colocó sus nuevas medias para dormir y se quitó el pantalón quedándose únicamente con las pantaletas blancas que iban debajo de su ropa y actuaban como los futuros bóxeres. Tenían una abertura al frente que facilitaba la tarea de ir al baño, así como las pantaletas de las mujeres iban abiertas entre las piernas para no tener que retirar todas las prendas si la naturaleza llamaba.

—¿Qué hay de tu día, amor? ¿Alguna novedad?

Jonathan tomó su pijama del armario y lo dejó en la cama.

—Esperaba un momento para comentarte sobre nuestro nuevo invitado en el pueblo —. Olivia se giró en el banco con su rostro cubierto en su mascara facial y el cabello hacia atrás con una tela que tenía atada entorno a la cabeza—. Iba a decírtelo, solo...No sabía bien cuándo.

—¿Qué invitado?

—El alguacil Haynes —. Se sentó en la cama y recostó su cabeza contra el poste con su atención puesta en Olivia—. Al parecer Matthewson le envía para investigar la desaparición de Lois Babcock y Matthewson tiene motivos para creer que yo le he hecho daño, Liv, en cierta forma el hombre me conoce.

Olivia intentó disimular su evidente miedo ante la información que acababa de recibir y se giró rápidamente hacia el espejo para continuar con su rutina de noche y retirar la mascarilla facial con unos trapos.

—Aun así, no tienen pruebas —señaló sintiendo como su respiración se volvía pesada—. No pueden acusarte de nada.

—Supongo... —. La miró y dejó la cama para acercarse a ella desde la espalda—. Aun así, me pone nervioso tenerlo en el pueblo tan cerca de nuestra casa, no me gustó la forma como miró a Gwen.

—¿Gwen?

—Ella estaba conmigo en la oficina cuando llegó —. Le peinó el cabello con sus dedos y se inclinó para besarle en la cabeza—. Después de lo que sucedió con Jian, realmente preferiría que ellas se mantuvieran alejadas de Haynes, no lo conocemos y no sabemos que cosas puede hacer.

—¿Y qué hay de ti? No puedes volver a matar, Jonathan, no si se comerá parte de tu alma otra vez.

La giró en la silla y tomó el trapo de sus manos para poder limpiarle el resto del rostro y finalmente besarla como quería.

—No puedo no hacerlo tampoco, ángel. El mundo en el que vivimos aun no es del todo civilizado, estamos avanzando hacia ello, pero la justicia todavía sigue dependiendo hasta cierto punto de nuestra propia mano y juré proteger a mi familia y eso continuaré haciendo.

—No sí volverá a lastimarte, Jonathan, no lo permitiré —. Ahuecó su rostro y le acarició las mejillas—. Debes evitar conflictos con este hombre, debes evitar la violencia como acordamos.

—Haré lo que pueda, aun no sé qué es lo que Haynes planea encontrar en este lugar y qué tanto conoce —. La besó y se enderezó dejando que ella se recostara contra su vientre—. Pero tendré cuidado, ángel, lo prometo. Prométeme que tu también lo tendrás.

Asintió contra su vientre y se abrazó a su cadera disfrutando de las caricias que él repartía por su cabello.

—¿Quién es este tal Matthewson de todas formas? Lleva tiempo molestándote, pero aun no se ha mostrado a sí mismo.

—Y dudo lo haga pronto, es solo un muchacho en sus treinta que claramente se metió en asuntos donde era mejor no meterse.

—Te tiene miedo —comprendió.

—Hasta cierto punto eso imagino, envió a una mujer a hacer su trabajo sucio en lugar de venir a enfrentarme él mismo, eso claramente demuestra la clase de hombre qué es —. Se colocó el pantalón de tela blanca y anudó el cordón en la cadera—. Aun lamento lo que sucedió con Babcock, la mujer no tendría que haberse involucrado en todo este asunto para empezar y joder intenté advertírselo tantas veces...

Olivia permaneció en silencio y terminó de limpiarse el rostro para poder quitar la tela que mantenía el cabello lejos de su piel. Aun no sabía que decir respecto a lo que había sucedido con Lois, parte de ella quería apoyar a Jonathan, decirle que él le había advertido y la mujer se lo había buscado metiéndose en asuntos que no la involucraban, también entendía que esa época era más violenta y salvaje, apenas se estaban implementando leyes y por lo tanto todo era muy inestable, pero parte de ella también lamentaba el cruel destino que había encontrado Lois. A pesar de que Lois hubiera intentado matarla, no le agradaba desearles la muerte a otros.

Jonathan se colocó la remera y abrió las mantas de la cama para acostarse.

—La persona que fui esa noche, no quiero volver a ser ese hombre nunca más en mi vida —. Se acostó y Olivia abandonó el tocador para poder meterse en la cama a su lado—. Lo que permití que sucediera...Lo que hice...Y luego lo que hice al llegar a casa...Yo jamás te abandonaría, ángel, jamás te lastimaría de esa forma o a nuestros hijos...

—Lo sé —susurró y le acarició la mejilla—. Yo sé que no, mi amor y por eso debemos cuidarte, para evitar que vuelvas a sentirte de esa forma.

—Solo quiero que me perdones por lo que hice —. Olivia empezó a negar, pues no había nada más por perdonar y él la acurrucó contra su cuerpo y acarició la mano que ella le apoyó en el torso—. No puedo siquiera imaginar lo horrible que debe haber sido para ti entrar al ático cuando yo...Cuando eso sucedió y realmente lo lamento, me avergüenza demasiado.

—No debe avergonzarte, Jona, estabas sufriendo y en el momento esa pareció la solución, tan solo agradezco que no pudieras morir para así poder ayudarte, pero no debes avergonzarte, comprendo tu dolor y quiero ayudarte.

—Eres demasiado perfecta —comentó y la atrajo hacia sus labios—. No te merezco.

—No digas eso, mereces todo lo mejor en el mundo.

Él solo la quería a ella, para él ella era lo mejor del mundo, de su mundo.

La abrazó y acarició su muslo que se dobló sobre su cadera mientras sus labios se encontraban siempre con la misma magia, la misma chispa y emoción que el primer beso.

Se quedó con ella en sus brazos después de haber apagado la luz y estiró las mantas sobre sus cuerpos para cubrirlos y poder dormir con Olivia acurrucada contra su cuerpo y sus delgadas manos envolviéndolo desde la cintura.

—Si me arrestaran... —susurró en la oscuridad y la sintió apretarse contra su cuerpo ante el miedo—. Rumores surgirán cuando no puedan matarme.

—No tienen nada con lo que arrestarte, Jona, Lois lleva meses muerta y no hay nada de ella en el pueblo.

—Pero su cuerpo...No sé dónde la dejaron y si lo encontrarán es una posibilidad que debemos enfrentar. Pagaré por mis crímenes si debo ir a la cárcel, pero no podemos permitir que intenten colgarme y descubran que no puedo morir.

Olivia se impulso en ambas manos para poder alzarse sobre su rostro.

—No permitiré que te lleven, Jonathan, no me importa lo que digan, no los dejaré llevarte y ellos no encontrarán nada con lo que arrestarte, nos aseguraremos de que así sea.

Lo besó antes de que él pudiera intentar responderle y Jonathan la abrazó con fuerza e inhaló profundo el aroma de su cabello antes de acomodarse otra vez para dormir a su lado.

A la mañana siguiente no volvieron a tocar el tema por el bienestar emocional de ambos y durante el desayuno Olivia intento fingir que todo estaba bien, aunque su respiración se aceleraba por momentos y le costaba sonreír.

No quería que le quitaran la paz que habían construido en ese último mes y temía que se llevaran a su marido para condenarlo por la muerte de Lois. No solo lo torturarían en la cárcel, sino que eventualmente descubrirían que no podía morir y eso generaría demasiados rumores. Simplemente no podían llegar a ese escenario.

Después del desayuno, Jonathan se marchó hacia la empresa para empezar su día de trabajo y Olivia guardó algunos pasteles envueltos en papel dentro de su canasta y pidió un carro para que la llevara en la misma dirección. El día seguía algo nublado, pero estaba más despejado, se podía apreciar a la gente recorriendo los caminos y trabajando a la distancia, era un ambiente agradable y tranquilo, pero ella no podía disfrutarlo sabiendo que volvían a haber amenazas en el camino de su marido y esta vez no se haría a un lado para dejar que el lidiar con la carga solo.

Jonathan siempre había hecho todo por protegerlos y ahora Olivia quería hacer lo mismo por él, incluso aunque nunca hubiera sido una persona violenta, mataría por su familia si la ponían en dicha situación y no dejaría que Jonathan volviera a cargar con el peso de una vida en sus hombros, no mientras tuviera oportunidad.

Cuando llegó al pueblo utilizó su canasta como excusa para pasear entre la gente y repartir comida y sin llamar mucho la atención hizo su camino hacia la casa de Quinlan Addison, uno de los hombres que había ayudado a matar a Lois y que había participado en la tarea de ocultar el cuerpo.

Cuando llamó a la puerta fue la esposa del señor Addison quien le abrió, una mujer no muy alta y algo rellenita que llevaba el cabello recogido en un rodete sobre la nuca y un bonnet de tela blanca. La casa que tenían era sencilla y muy humilde, pero mejor que lo que habían tenido alguna vez, ahora sus hijos tenían dormitorios individuales y ellos gozaban de intimidad en su propia cama.

—Señora Morgan, esta es una visita muy inesperada.

—Espero no sea una molestia, necesitaba venir con urgencia —. La señora Addison asintió inmediatamente—. ¿Se encuentra su marido en casa? Me gustaría poder hablar con él en privado si es posible.

La mujer asintió y se apartó del camino para permitirle ingresar en la casa y poder cerrar la puerta rápidamente a sus espaldas. Ella fue hacia el comedor donde su marido se encontraba desayunando con los niños y le aviso de la visita que lo esperaba en el salón. Quinlan apareció con su ropa de cada día y una servilleta con la que terminaba de limpiarse los labios.

—Señora Morgan ¿a qué debo el placer?

Olivia miró hacia la cocina al fondo del pasillo, donde podía apreciar a la mujer Addison terminando de servir el desayuno y se enderezó un tanto nerviosa.

—¿Por casualidad no tendrá otro espacio en el que podamos hablar con más privacidad?

Quinlan asintió y la invitó a entrar del todo en el salón para luego cerrar la puerta a sus espaldas. Aquello la dejó un poco más tranquila, si ignoraba que estaba encerrada con un hombre que había participado en el homicidio de Lois y probablemente también había abusado de ella. La piel se le tornaba de gallina cuando pensaba en las cosas que pretendía hacer para defender y proteger a Jonathan por actos similares.

Permaneció de pie con la cesta en sus manos y estrujo el aza.

—Quería hablarle sobre la reportera —. El semblante de Quinlan cambió hacia uno más nervioso—. Mi marido me contó lo sucedido y no sé si sabrá, pero...tenemos un alguacil en el pueblo que se encuentra investigando el asunto en busca de cualquier cosa que pueda condenar a Jonathan y usted incluido, necesito saber que hicieron con su cuerpo.

Quinlan se frotó el rostro con una mano y peinó el poco cabello que todavía tenía en la cabeza.

Aye, he visto al tal Haynes y no me inspira confianza, señora. ¿Para qué quiere saber del cuerpo? ¿Qué planea?

Olivia apartó la mirada y ciertas nauseas subieron por su garganta.

—Solo quiero asegurarme de que no nos causará problemas.

—Lo enterramos en el bosque en el mismo lugar donde la matamos, no es una tumba muy profunda, ya era tarde y estábamos algo cansados, pero es bastante lejos de aquí, al menos unas tres horas caminando.

—¿Podrías señalarme la dirección?

Quinlan asintió y después de agradecerle su ayuda, Olivia se marchó y visitó la empresa para darle a Jonathan un trozo de pastel y continuar su "excusa".

—¿Qué haces aquí, ángel? Te dije que no era seguro.

—Quería traerte un trozo de pastel y repartir en el pueblo, no eres el único hombre con dientes de azúcar —. Él no pudo evitar reírse, pero tampoco se sintió del todo tranquilo—. Ya me regreso a casa, lo prometo.

Jonathan asintió y la besó antes de dejarla marcharse hacia la salida.

No negaría que le gustaba le trajeran pastel, hacía sus tardes más tolerables y mantenían su estomago lleno. Se fue hacia el escritorio para comer y Olivia le dejó otras porciones al resto de los hombres y con la canasta vacía abandonó la empresa.

Estaba por subirse al carro que la llevaría de regreso a la casa cuando la detuvieron.

—Usted debe ser la señora Morgan —. Se giró en actitud algo defensora y miró hacia el hombre que se apoyaba en la barandilla del bar y la miraba con un sombrero en la cabeza y el cabello rubio recogido en una coleta baja—. He escuchado mucho de usted, señora Morgan.

—Me temo que no puedo decir lo mismo —contestó, aunque imaginaba por la placa en su chaleco que se trataba de Alfie Haynes—. ¿Le conozco?

—No aun, pero mi nombre es Alfie Haynes y tengo el presentimiento de que nos veremos bastante de ahora en más.

—¿Y eso por qué sería?

Haynes bajó del porche para acercarse a ella y el chofer en el carro bajó para atravesarse en su camino en actitud protectora. Haynes lo miró de pies a cabeza y sonrió.

—Supongo no tendrá información sobre la ubicación de Lois Babcock ¿o sí? Me encuentro investigando su desaparición.

—¿La reportera? —. Haynes asintió y Olivia intentó actuar lo más sorprendida posible—. Ni siquiera sabía que estaba desaparecida, alguacil Haynes, la última vez que la vi se hospedaba en nuestro hotel local, pero según escuché se marchó en tren quién sabe hacia dónde.

—No termino de creerme esa historia.

—No es ninguna historia, alguacil, es la verdad hasta donde sabemos, sin duda alguna muchas cosas pueden haber sucedido en el viaje, pero esperemos no sea nada grave y pronto la encuentren sana y salva, aunque le aseguro no la encontrarán aquí —. Se giró hacia el carro y subió en su interior aceptando la ayuda de su chofer—. En lo que pueda ayudar, ayudaré, usted solo dígalo.

—Que amable de su parte, señora Morgan —dijo, pero se notaba el cinismo en su voz.

Olivia forzó una sonrisa y se despidió agradeciendo que su chofer la sacara de ese incomodo ambiente.

Entendía a lo que se referían cuando decían que Haynes tenía algo desagradable en su presencia, la forma como la miraba, como se comportaba, había algo que no le inspiraba confianza y lo quería lejos de su pueblo.

Cuando el carro la dejó en la casa, Olivia bajó con la ayuda de su chofer y se tomó un momento para agradecerle por su protección ante la presencia de Haynes. El hombre solo asintió y se marchó llevándose el carro. Olivia tenía demasiadas cosas en su mente esa tarde, quería asegurarse de que Haynes no llegaría a Jonathan de ninguna forma posible y que tampoco lastimaría a sus hijos, quería continuar con su trabajo en la enfermería y debía revisar todas las cartas que le llegaban desde el orfanato. Visitaba el orfanato cuando podía, aunque no fueran muchas las oportunidades. Y todavía debía ayudar a Harvie a prepararse para viajar a través de la cueva cuando llegara la luna llena.

—¿Estás bien, mamá? —. Asintió cuando Elizabeth se acercó desde las escaleras y solo entonces salió de sus pensamientos—. Estás algo pálida, ven a sentarte al salón.

Dejó que la llevara de la mano hacia el sofá y le agradeció con una sonrisa cuando le sirvió una taza con té.

—¿Qué tienes, mamá?

Elizabeth se sentó a su lado en el sofá y los ojos de Olivia empezaron a llenarse de lágrimas cuando la miró. Dejó el té en la mesilla a su lado y tomó las manos de Elizabeth en las suyas.

—Has crecido tanto, Lizzie —. Sonrió con demasiados sentimientos de verla convertirse en una mujer y le acarició la mejilla—. Todavía recuerdo cuando podía sostenerte en mis brazos y te aferrabas a mi pecho para poder dormir...Pero eres una mujer ahora.

—Sigo siendo tu pequeña, mamá y siempre lo seré.

Olivia sonrió y apretó los ojos.

—¿Has visto a Ethan estos días?

—No mucho, es difícil con papá y sus celos, pero nos estamos escribiendo tanto como podemos y algunas veces nos encontramos en el jardín para charlar. Realmente me gusta, mamá.

—Sé que sí y hacen una hermosa pareja juntos —. Elizabeth sonrió y Olivia dio un sorbo a su té—. ¿Puedes ir a busca a Marie, Zenia y Gwendoline, por favor? Necesito hablar con las cuatro.

Elizabeth no sabía si sus hermanas estaban en la casa, pero fue en su búsqueda y encontró a Marie en su dormitorio, Zenia en la biblioteca y Gwendoline tejiendo en el jardín. Las llamó hacia el salón y las cuatro se sentaron en el sofá con la puerta cerrada y en compañía exclusiva de Olivia.

—Estás temblando, mamá —señaló Marie y se cambió de lugar para sentarse a su lado—. ¿Qué tienes?

Olivia respiró profundo y les sonrió esperando consolarlas.

—Lo que planeo pedirles...Es algo que desearía no tener que pedirles jamás, pero me temo que papá podría estar en peligro —. Las tres se miraron entre sí y Marie y Elizabeth tomaron las manos de Olivia para consolarlo—. Les contaré algo que deben prometer no decirle a nadie, ni siquiera a papá, él no puede saber que se los he contado.

Asintieron y Olivia respiró profundo y recuperó su té para tomar otro sorbo.

—Papá ayudó a matar a la reportera, Lois Babcock —. No era ninguna sorpresa para ninguna desde que la mujer había desaparecido sin dejar rastro, pero aun así ahogaron un jadeo—. Ahora hay un alguacil en el pueblo que intenta encontrar pruebas para acusarlos y la única prueba que tenemos es su cuerpo, planeo deshacerme de este en la noche, pero no es algo que pueda hacer sola y dudo mucho que los muchachos me ayuden sin primero consultarlo con Jona, por eso necesito que ustedes me ayuden, detesto pedirles esto y desearía tener un mejor plan...Dios sabe que lo desearía, p-pero...

—Te ayudaremos —aseguró Marie interrumpiéndola para que no se angustiara—. Tu y papá han hecho mucho por nosotros y si esto ayudará a que papá no este en peligro, te ayudaremos, mamá.

Elizabeth y Gwendoline asintieron y aunque Zenia tardó un momento en procesarlo, también decidió asentir finalmente.

Olivia se limpió las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas y las miró. Acarició la mejilla de Marie y de Elizabeth y se inclinó para poder llegar a tomar las manos de Gwendoline y Zenia.

—Realmente lo siento.

Ellas negaron para que no se angustiara más y esperaron hasta después de la cena para dejar la casa. Olivia comió muy poco, pues con su plan en mente, su estomago se había cerrado, pero intentó disimular y mantuvo la conversación ligera y amigable durante la comida.

Cuando subió a su dormitorio con Jonathan, se llevó un vaso con agua y mientras él se cambiaba, ella agregó unas gotas de dormir en la bebida y lo convidó. El sueño de Jonathan era demasiado sensible y no podría dejar la cama si él no dormía profundamente, lo vio beberse el agua que le había dejado y se acostaron juntos en la cama para descansar. Jonathan no aprobaría lo que ella hacía si se lo contaba, no quería que se involucrara y mucho menos que viera le cuerpo de alguien a quién él había matado, sabía perfectamente que eran cosas que a él le avergonzaban y por eso no podía comentárselo. Detestaba tener que mentirle y engañarlo, no era algo que acostumbraran a hacer y resultaba difícil no ser transparente con él en todos los aspectos.

Dejó la cama cuando él se durmió y se vistió para poder abandonar el dormitorio y reunirse con sus hijas en el salón.

—¿Y papá?

—Dormido —contestó y enfrentó sus miradas—. Probablemente se despierte antes de que volvamos, nunca duerme por mucho tiempo cuando yo no estoy.

—¿Y qué le dirás?

—La verdad. Una vez esté hecho, no hay motivos para mentirle, pero eviten meterse y no digan que me ayudaron ¿sí?

Dejaron la casa de forma silenciosa y solo por seguridad, Olivia le dio a Marie el rifle de su padre y ella tomó su revolver y el cinturón que colocó sobre su vestido abrochado a la cintura con el arma en la funda. Fueron en la oscuridad hacia el galpón donde agarraron dos palas y una lampara para encender cuando estuvieran en el bosque.

Tomaron una ruta alejada del pueblo y de los caminos y en el bosque, Olivia ubicó el área que Quinlan le había señalado sin muchos problemas. Elizabeth llevaba la lámpara con la vela encendida en su interior y Marie llevaba una de las palas, mientras Gwendoline cargaba la otra.

—¿Qué haremos con el cuerpo una vez lo encontremos? —inquirió Zenia.

—Aun no estoy segura, pero debemos alejarlo de White Oak y de las tierras de papá.

—¿Podemos agarrar un carro y llevarla hacia la frontera ¿no? —propuso Marie—. Nadie sospechará de nosotros a tal distancia.

—No es suficientemente lejos.

—Entonces vayamos más lejos —dijo Elizabeth—. De todas formas, le dirás a papá, podemos viajar por unas horas aprovechando la noche, intentar cubrir la mayor distancia posible antes de que salga el sol y enterrarla en algún bosque más alejado.

Aquel plan podía funcional y al menos no implicaría lanzarla a los cerdos, lo cual era cruel e indigno para Lois, quien ya había tenido una muerte bastante cruel. Accedió y Gwendoline y Zenia se marcharon con el rifle para conseguir un carro y algunos caballos y Olivia se detuvo con sus dos hijas en el corazón del bosque, como Quinlan había señalado.

—¿Es esto? —señaló Elizabeth hacia la tierra revuelta frente a ellas. Olivia asintió—. No parece una tumba profunda.

—No lo es...Lo que verán podría afectarles y no quiero que les lastime, es lo último que deseo, si prefieren volver a casa, yo lo entenderé y no me molestaré con ustedes.

—Papá y nuestros hermanos siempre se han expuesto a estas cosas para protegernos —señaló Elizabeth—. Es nuestro turno ahora mamá, para protegerlos a ellos.

Olivia asintió, sintiéndose orgullosa de la fuerza que sus hijas estaban demostrando y tomó una de las palas para empezar a mover la tierra. Elizabeth les ayudó alumbrándoles y Marie vigiló cada tanto que nadie se aproximara al área.

Cuando el cuerpo quedó a la vista, Elizabeth y Marie retrocedieron y se miraron durante un minuto. Era una imagen fuerte de presenciar, un cuerpo que estaba en estado de descomposición, cubierto en barro y con la ropa mojada, no olía bien y el aspecto parecía maquillaje para Halloween, algo que sin duda asustaría a muchos.

A diferencia de ellas, Olivia no se detuvo mucho a pensar al respecto, empujó el cuerpo fuera de la tumba y se sacudió las manos cuando los gusanos se adhirieron a su piel.

—Oh, Dios...el olor —. Marie hizo una arcada antes de correr a vomitar junto a un árbol y Elizabeth se quedó solo en las arcadas.

—Está...descompuesto.

—Sí, ha pasado un tiempo, pero aun podemos trasladarlo. Fíjate si tus hermanas ya han llegado, Lizzie.

Se fue corriendo por el bosque con la lámpara y cuando vio a Gwendoline y Zenia acercándose en un carro, las guio de regreso hacia el bosque y las cinco se reunieron entorno al cadáver.

—Huele horrible —comentó Zenia como habían dicho sus hermanas y se cubrió la nariz con su mano—. ¿Cómo la moveremos?

—Debemos envolverla en algo —. Olivia fue hacia el carro que habían traído y retiró la tela que hacía de toldo—. Esto servirá, luego yo continuaré hacia Iowa y ustedes volverán a casa.

—No puedes ir sola, es una larga distancia y es peligroso.

—Me sentiré más segura si estoy sola —aseguró—. No podré viajar tranquila ante la posibilidad de que algo les suceda y alguien debe avisarle a papá dónde estoy cuando él despierte.

—Se enojará —murmuró Gwendoline.

Olivia ya sabía eso, pero no había mucho que pudiera hacer, no quería tener secretos o mentiras y tampoco podía darle la noticia de forma que no le molestara.

—Solo díganle que fui a Iowa para deshacerme de evidencia que podría poner en riesgo nuestra seguridad ante Haynes.

Las cuatro asintieron.

Extendieron la tela sobre el suelo y Olivia y Gwendoline rodaron el cuerpo, sintiendo la piel gomosa y blanda contra sus manos y los gusanos que salían del interior de esta. Marie volvió a vomitar lo poco que le quedaba en el estómago y Elizabeth y Zenia se cubrieron la nariz para evitar ir con ella.

Gwendoline hizo un esfuerzo para permanecer fuerte como su madre y entre todas cargaron el pesado cuerpo de Lois Babcock envuelto en la manta y lo dejaron en el carro.

Olivia subió, tomó el rifle que se colgó al hombro y enganchó la lámpara a uno de los lados para alumbrarse el camino.

—Corran a casa, las veré llegar desde aquí.

Vio como sus hijas se marchaban corriendo rápidamente y esperó a los pies del bosque hasta que confirmó habían llegado al porche y entonces sacudió las riendas y puso a los caballos en marcha. No fue lento, galopó tan rápido como los animales eran capaces y fue sobre el carro con su cuerpo sacudiéndose hacia los lados por las irregularidades en el camino.

El viento golpeó su rostro y las lágrimas se sintieron congeladas contra su piel cuando las arrancaba volando hacia la oscuridad. En su juventud nunca se había imaginado con más de cincuenta años, deshaciéndose de un cuerpo para proteger a su marido, convirtiéndose en cómplice de homicidio e incluso defendiéndolo, siempre había imaginado que al llegar a los cincuenta tendría una casa en la ciudad de Londres, todavía estaría trabajando como psicóloga y probablemente ya se habría casado y tenido un hijo pasado sus treinta años. Pero nada en su vida había resultado como alguna vez lo había imaginado, así que se limpió las lágrimas y enfrento la realidad que no lamentaba:

Haría cualquier cosa por Jonathan y él haría cualquier cosa por ella.

Enterró el cuerpo en un bosque cerca de Garnavillo en Iowa, a ritmo normal caminando, Garnavillo quedaba a casi cuarenta horas de White Oak, era una distancia coherente y que evitaría las sospechas cayeran en Jonathan si encontraban el cuerpo pronto, además había una estación de tren no muy lejos, fácilmente podían señalar que cualquier otra persona podía haber atacado a Lois al bajar del tren en Garnavillo.

Cuando puso rumbo de regreso hacia casa ya estaba amaneciendo y no se apresuró tanto. A esa altura imaginaba que Jonathan ya debía de haberse enterado sobre su pequeño plan y no sabía que tanto podría molestarse.

Apresuro la marcha por momentos para no demorar tantas horas y cuando estaba entrando en Minnesota, cruzando la frontera con Iowa que solo era una línea imaginaría delimitada por algunos cercos y árboles, vio que un bello caballo se aproximaba hacia ella y Jonathan montaba en él. Venía rápido, cabalgando como una bestia y juzgando su mirada no estaba feliz.

Él se tiró ágilmente aterrizando en sus pies y Olivia detuvo el carro y bajó para enfrentarlo. No se alarmó cuando él le cerró las manos en los brazos y la sacudió furioso.

—¡¿En qué mierda pensabas?!

—Había que deshacerse de todas las evidencias.

Jonathan la soltó y le dio la espalda con ambas manos en el rostro. Lo vio quitarse el sombrero, para peinarse el cabello y pudo escuchar lo pesada que era su respiración.

—Era mi responsabilidad, Olivia. Mía.

—Somos un matrimonio, tus problemas son también mis problemas.

—Oh, no me vengas con esa mierda —pidió con actitud frustrada y la miró—. Ahora podrían colgarte a ti también por esto si se descubriera que...

—No lo descubrirán, no tienen cómo y aunque encontraran el cuerpo de Lois está demasiado lejos y he pensado en una historia que podría encajar con su muerte —. Jonathan continuó negando—. No puedes realmente pensar que me sentaré a ver como te envían a prisión, Jonathan, es egoísta de mi parte, lo sé, pero te amo demasiado como para perderte y sin ti todos moriremos y esta familia quedara en la ruina.

—Iba a encontrar una manera.

—¿Sí? ¿Cómo? ¿Matando más personas? —. Se atravesó en su camino cuando él intento evadir su mirada—. Ya vimos lo que eso te hizo y no fue nada bueno, no puedes volver a ese camino.

—¡Este no es el siglo veinte, Olivia! No tengo la opción de sentarme a razonar con las personas, la gente camina armada en estas tierras y si no disparo primero, nos matarán.

—Estamos a años de empezar una nueva época, Jonathan, una época moderna y civilizada, comprendo que nuestra vida haya sido muy violenta en su momento, Jonathan, pero los tiempos están cambiando y matar personas ya no será un crimen tolerable. Si lo vuelves a hacer, te colgarán y no solo eso, verán que no puedes morir. La justicia no puede seguir sirviéndose por mano propia, eso ya no funciona en estas fechas y mucho menos cuando empecemos el nuevo siglo —. Lo siguió para que no evitara su mirada y apoyó ambas manos en su torso—. Sé que hay situaciones de vida o muerte en la que debemos actuar para protegernos o proteger a otros, pero los medios que alguna vez nos funcionaron, ya no pueden seguir funcionando. Me deshice del cuerpo de Lois y con esto podremos dejar que Haynes busque en nuestras tierras todo lo que quiera y que se largue.

—No tendrías que haberte involucrado y me drogaste —señaló, apretando el puño frente a ella—. Como hiciste con Nathaniel, te dije que no volvieras a hacerlo.

—No me habrías dejado salir de la casa si estabas despierto.

—Porque lo que hiciste fue estúpido.

—¿Solucione o no el problema? —. Jonathan no respondió—. Porqué creo yo que lo hice.

Sostuvo la mirada de Jonathan y él aflojó sus puños apretados y le acarició la mejilla. Lo sintió suspirar, como si finalmente cediera ante su enojo y sus frentes se unieron.

—No quería que vieras su cuerpo, ángel.

—He visto cosas peores, Jona.

—Pero lo que yo hice...No quiero que pienses soy un monstruo, sabes que no quiero...

Le sujetó el rostro para que la mirara y acarició su mejilla.

—No lo pienso, Jona, este mundo ha sido cruel y salvaje durante mucho tiempo y nos hemos adaptado para sobrevivir, ahora debemos adaptarnos para seguir las leyes y las normas de la nueva sociedad. Viviremos como personas civilizadas de ahora en más o al menos lo intentaremos hasta lograrlo —. Lo miró a los ojos con gran sentimiento y lágrimas acumuladas y él la miró de la misma forma—. Hemos atravesado tantas cosas en nuestra vida, Jona, no podemos permitir que esto nos supere o que Haynes nos separe. Debemos ser mejores.

Asintió a sus palabras y la besó.

—Lamento haberte gritado —susurró.

—También yo y también haberte dormido.

Jonathan suspiró y la abrazó.

—Al menos el problema esta resuelto ahora, solo...Habla conmigo la próxima vez y no me duermas ¿sí? —. Asintió, ocultándose en su pecho y sonrió—. Te amo, ángel.

—Yo a ti, Jona. Te amo más que a nada en este mundo. 

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