Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B


Elizabeth se golpeó el rostro con una mano y de haber tenido el valor para moverse, Ethan la habría ayudado, pero estaba petrificado y a solo un movimiento de orinarse en los pantalones. Si Jonathan lo odiaba por solo pasar tiempo con su hija, no quería imaginar lo que podía llegar a hacerle en esos momentos, así que como quien se enfrenta a un oso gigante, estaba intentando permanecer quieto esperando de que así Jonathan no lo viera, su plan B era tirarse al suelo y hacerse el muerto y el plan C era correr, como seguramente ninguno de esos dos planes funcionaría, recurriría al plan D, que era buscar a Olivia esperando que ella pudiera salvarle. Al menos estaba seguro de que Olivia sí lo quería.

Miró hacia Elizabeth de reojo y ella intentó disculparse con una pequeña sonrisa.

Hasta el momento era seguro reconocer que Jonathan no había reaccionado. ¿Se había muerto? Pensó y la idea le alivió, eso implicaba que podría llegar a los dieciocho con vida o sin amputaciones indeseadas...Pero cuando Jonathan parpadeó confirmó que seguía más que vivo. ¿Aplicaba la técnica de estarse quieto como él? ¿Tal vez había un verdadero oso en la casa? Pero, aunque estaba tentado de mirar por sobre su hombro para confirmar, temía moverse.

—¿Sigue vivo? —murmuró Elizabeth entre dientes inclinándose hacia él.

—No sé —susurró en respuesta—. Pero parece que va a estallar.

—¿Deberíamos correr?

Asintió y juntos dieron un paso hacia atrás y se giraron para correr hacia la puerta. Empezaron a mover sus pies, pero estos continuaron sacudiéndose en el aire cuando Jonathan los agarro a ambos de la ropa y los alzó como si no pesaran demasiado.

—¿Papi?

—Cierra la boca, Elizabeth.

—Señor, puedo...

—¡Especialmente tú, niño!

Ethan se mordió la lengua para permanecer callado y caminó bajo el fuerte agarre de Jonathan. Oficialmente estaba por orinarse los pantalones, reconocía que no le tenía mucho miedo si debían hablar, pero ¿enfrentarse físicamente a Jonathan? Imposible, sencillamente estaba dispuesto a buscar una pala para cavar su propia tumba y que él no tuviera que estresarse, pues sabía perdería.

Jonathan quería poder darle a Ethan con el cinto...¡Con un palo! Quería poder sepultarlo, encerrarlo en una habitación sin puertas y que muriera de hambre, llevarlo al edificio más alto y lanzarlo desde el techo, estrangularlo, alimentárselo a unos cocodrilos, ahogarlo...Joder, se le ocurrían muchas cosas que quería hacerle, pero no podía porque 1) De él dependía el futuro de su esposa y 2) Ethan no era su hijo así que no podía castigarlo así fuera mínimamente.

Por eso debía conformarse con castigar a Elizabeth.

E Ethan lo sabía, así que miró a su alrededor intentando encontrar a Olivia y Elizabeth lloró cuando Jonathan le cerró los dedos en la oreja para que caminara.

Sintió pena por ella, aunque reconocía que era su culpa y únicamente su culpa por haber hablado demás.

—¡Olivia!

Jonathan tuvo que gritar por su mujer tres veces, cada vez más fuerte y enfurecido, cuando ella entró al salón, dejó la taza de té que traía en sus manos y se acercó hacia Elizabeth, solo para que Jonathan la empujara hacia su cuerpo.

—¡¿Puedes creerlo?! ¡Primer día que regresa a casa como mujer y ¿Qué sucede?! ¡Exactamente lo que te dije sucedería!

Olivia bajó la mirada hacia su hija que lloraba apretándose contra el vientre de su madre y le acarició la oreja enrojecida.

—No comprendo ¿Qué sucedió?

—¡Se besaron, Olivia! ¡Se besaron! —articuló cada letra y soltó a Ethan antes de terminar perdiendo completo control —. Vete niño, antes de que te...Agg ¡Y no creas que no hablaré con tus padres!

Retrocedió unos pasos hacia la salida, pero le costó conseguir el valor para abandonar la casa sabiendo que Elizabeth tendría que quedarse con su padre enojado y seguramente la castigarían. Seguramente lo castigarían a él cuando Jonathan hablara con sus padres. Y apenas acababan de reencontrarse.

Bufó y se marchó molesto.

—¿Cómo qué se besaron? —. Olivia no contuvo su enorme sonrisa—. ¿Estuvo bueno, Lizzie?

—¡¡Olivia!!

—Ay, ya, ya, no grites tanto que no estoy sorda —. Se rascó la oreja, exagerando su aturdimiento y le limpió las mejillas a su hija—. No es para tanto, Jonathan, yo di mi primer beso a los trece años y mira...Lizzie anda superando a mami.

Jonathan apretó los puños hacia Olivia con ganas de estrangularla por eso y luego se peinó el cabello y le dio la espalda. Debía calmarse o lo terminarían matando de un infarto en esa casa.

—Que buena influencia eres para nuestra hija, Olivia.

—¿A qué edad diste tu primer beso, Jona?

—Eso no viene al caso.

—Oh, yo creo que viene perfectamente al caso. ¿Cuántos años? ¿Once? ¿Doce? —. Abrió su boca en una enorme O y puso una mirada traviesa—. ¿Diez años, Jonathan Morgan?

La miró, incapaz de creerse que estuviera burlándose de él e intentando mitigar su enojo con bromas y puso ambas manos en su cadera. No podía estar enojado si ella se reía del tema, simplemente no podía...Se sentía ridículo.

—Once.

—Espera ¿Cómo dices? No te escuche, más fuertecito, por favor.

Bufó y puso sus ojos en blanco mientras se rascaba la nuca y cambiaba su peso de un pie al otro.

—Once años, Olivia.

—Ay, no me digas... ¿Cuántos años tienes tu, Lizzie?

Su hija sonrió y limpió sus lágrimas.

—Once años.

—De tal palo tal astilla ¿no dicen? Pero, aun así, si papá dice que estás castigada, es que estás castigada, Elizabeth y tendremos una seria charla sobre besar a otros niños cuando termine de hablar con tu papá, así que al cuarto. Vamos.

Se marchó corriendo tan rápido como pudo y cuando quedaron a solas, Olivia sostuvo la mirada de Jonathan y suspiró.

—Es inevitable, Jonathan, se enamorarán tarde o temprano y nada que hagas o digas lo evitará, incluso aunque construyas un muro entre ellos o los ubiques en partes opuestas del mundo, las circunstancias de la vida los unirá de nuevo.

—La besó, Olivia... ¡En los labios! ¡Aquí! —protestó, señalándose la boca.

—Mi amor, no hay cosa más inocente que un besito en los labios cuando tienes once años ¿sí? No fue con deseo sexual o amor o lo que sea, fue solo un besito para reforzar la amistad, curiosidad o qué se yo...Harán cosas peores cuando sean grandes —comentó con una sonrisa traviesa y Jonathan se arqueó sobre su estomago con una arcada—. Ay, ya madura, tonto.

—No puedo verte en estos momentos...Producto de la corrupción que ese hombre traerá sobre mi hija.

—Es un niño y que buen producto dieron —continuó bromeando y agitó sus caderas mientras lo seguía por el salón—. ¿Se te pasó el malhumor?

—No, debo ir a hablar con los padres de Ethan para que le enseñen a ese niño mínimo de respeto.

—No vas a ir a hablar con nadie salvo tu almohada.

—Pero...

—Shh —chitó y le empujó suavemente para que se sentara en el sofá y luego le puso en las manos la taza de té que se había traído—. Tomate este tecito y meditemos. Omm, uno, dos, tres, omm.

—Olivia...

—Omm —. Abrió un ojo para verlo y dejó caer los brazos al encontrarlo tenso, mirándola—. No funciona si no cierras los ojos y respiras, Jona.

—No quiero respirar y no quiero tus omm o lo que sea, quiero hablar con los padres de ese niño y que lo castiguen. No volverá a ver a Elizabeth hasta que cumplan dieciocho.

—¿Y me consultaste ¿cuándo?

Jonathan abrió la boca para hablar y la cerró, balbuceando hasta que decidió darle un sorbo al té.

—Tengo curiosidad con lo qué planeas hacer dentro de unos...digamos... ¿cinco años? Cuando Elizabeth e Ethan realmente se besen con intenciones más...adultas —. Jonathan estrujó la taza en su mano y un poco más fuerza de su parte la habría roto, así que Olivia se la quitó—. No puedes hacer nada y lo sabes.

—Puedo intentar.

—Solo te estresas.

—Pero estos celos, Olivia, me...me enloquecen ¿comprendes? —. Se inclinó hacia el borde del sofá y logró acercarse a ella, que lo miraba sentada en la mesilla de té—. Pienso constantemente en que Elizabeth nunca ha sido mía, mi princesa...Siempre ha sido de Ethan, siempre será de él.

—Son amores distintos, Jona. Ethan la amará como su mujer y tu como su hija, nadie jamás te quitará ese lugar.

—Pero él la alejará de mí y...Y harán...esas cosas.

—Como todos cuando crecemos, Jona. Tus hijas también están haciendo esas cosas con sus maridos ¿sino de donde crees que salen tantos bebés? En fábricas no los hacen.

—Genial, ahora odio a todo hombre que respire —. Se echó hacia atrás en el sofá y frotó su rostro—. Es diferente, no sé por qué, pero no siento tantos celos con las demás, ya he asumido que están grandes y no puedo hacer nada para evitarlo, pero con Elizabeth...

—Aun sigues sin poder hacer nada para evitarlo, así que no le veo lógica a tu razonamiento, mi amor.

—Sí, pero es mi niña, todavía es una niña y con mis hijas siempre jugaba y las consentía a esta edad, pero ahora todo lo que ella quiere es jugar con Ethan —. Se removió asqueado y Olivia sonrió y unió ambas manos en su pecho—. No me mires así.

—Estás super celoso de un niño de doce años. Ay, mi osito, mi osito celosito —. Se sentó a su lado y lo apretó contra su pecho, estrujándole las mejillas mientras él bufaba, pero no se apartaba—. Mi precioso osito celosito.

—Olivia, no tengo tres años.

—Shh, celosito —dijo con su voz aguda y le apretó los cachetes al mirarlo con un puchero—. ¿Estás celoso? Sí, tu estás celoso.

—Olivia...

—Estás muy celoso, yo sé que sí —. Se rio y finalmente desistió—. Te tengo un plan... ¿Qué tal si simplemente lo hablas con tu hija? No digo que vaya a solucionar tu disputa con Ethan, pero al menos puede solucionar esta brecha padre e hija.

—¿Y qué le digo?

—La verdad, que te duele ella prefiera pasar tiempo con Ethan que contigo, que es tu pequeña y no lo será por siempre, tendrá toda su vida para pasar con Ethan si quiere, pero tu no vas a estar siempre y deben aprovechar el tiempo que tienen juntos, aunque procura no comentarle lo de que Ethan es...ya sabes.

Asintió y se frotó el rostro.

—Tu eres mucho mejor con las palabras que yo, ángel.

—Mentira, cuando te esmeras te salen unas cursilerías que uf...Ni Romeo con Julieta se esmeraba tanto —. Se rio de su propia broma y lo miró—. ¿Viste lo que hice ahí? Ay, Adrian habría amado esa broma literaria, iré a contársela...Ve a hablar con tu hija, Jonathan y piensa bien ese castigo, se acerca el frío y luego no podrá salir en todo el invierno, creo que es correcto dejarla disfrutar el jardín mientras puede.

Suspiró y se terminó el té en el salón antes de ir al dormitorio de Elizabeth, pudo escuchar a Olivia riéndose de su propia broma la cual definitivamente había ido a compartir con Adrian y luego escuchó a su hijo riéndose y empezando una larga charla sobre Romeo y Julieta con su madre y Jazmín.

Subió las escaleras hacia el cuarto que era de Elizabeth y le costó encontrarlo, pero una vez abrió la puerta y la vio sentada en el marco de la ventana, admirando el paisaje con su cabeza contra el cristal, su corazón se estrujo. Ella estaba emocionada por disfrutar de todo ese enorme jardín, él había adquirido esa casa específicamente pensando en Olivia y en como sus niños disfrutarían teniendo todo ese espacio para correr...inconscientemente también había pensado en Ethan y ahora...

Suspiró y cuando cerró la puerta ella miró en su dirección.

—Mamá iba a venir.

—Cambio de planes. Ven a sentarte en la cama —. Elizabeth lo miró dubitativa—. No voy a castigarte, Elizabeth, pero has caso o cambiaré de parecer.

Se acercó a la cama y tomó asiento junto a su padre.

—Voy a empezar con una seria charla sobre varones...

—Papá, no por favor, que vergüenza.

—Es necesario, Elizabeth, porque claramente no entendiste nada de lo que hablamos la última vez —. Miró a su alrededor y tomó dos de sus peluches que adornaban la cama—. Imaginemos que esta eres tu ¿uhm? Y este león son los varones, si te acercas a ellos...

Elizabeth se sobresaltó cuando Jonathan montón un gran acto donde el león se devoraba al oso y lo dejaba muerto en el colchón.

—¿Comprendes? —. Asintió, petrificada y Jonathan recuperó los peluches—. Por eso debes estar bien lejos de ellos.

—Pero Ethan es mi amigo.

—¿Es varón o no?

—Sí.

—¿Entonces?

—Mamá no piensa igual que tú.

—Si, pues mamá es...es... —. Bufó y lanzó los peluches hacia la cama—. Es más inteligente que yo y del futuro lo cual no es justo. Ella fue criada distinto y a mí no me gusta que estés con un niño, a solas, besándose.

—¡Fue solo un beso y fue sin querer! Yo solo estaba mirando a mis manos y cuando lo miré el justo iba a darme un besito en el cachete.

—¿Y por qué iba a darte un beso en el cachete para empezar?

—Porque estaba triste —confesó y las lágrimas volvieron a ella, nublándole la vista.

—¿Triste? —. El corazón de Jonathan se encogió—. ¿Por...por qué estabas triste?

—Por D-Darion...Porque no volveré a verlo nunca más y Harvie está triste porque lo extraña —. Se limpió el rostro con los puños de su vestido y sollozó—. Y tengo miedo de que te pase a ti o a mamá y no pueda volver a verlos...

Jonathan se olvidó por completo de su enojo cuando la atrajo hacia su pecho, sentándola en sus piernas y la acunó en sus brazos. Había pasado las semanas tan enfocado en los adultos, que se había olvidado por completo que los niños también sentían las muertes.

—No debes temerle a eso, princesa, mamá y yo vamos a estar contigo por mucho, mucho tiempo y me refiero a mucho, mucho tiempo.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque mamá es del futuro —le recordó, agitándola suavemente contra su pecho—. Sabemos muchas cosas que sucederán y nosotros te acompañaremos hasta que tu seas muy, muy viejita.

—¿Cómo la abuela?

—Bastante cerca, sí.

Se limpió las lágrimas más tranquila y lo miró.

—Eso me pone muy feliz, porque yo no quiero dejar de verlos —. Se acostó contra su pecho y limpió su nariz con la camisa de su padre—. Ay, perdón, pensé era tu pañuelo.

—No pasa nada —. Jonathan sacó el pañuelo que guardaba en el bolsillo de su chaqueta y se lo entregó—. Pero de verdad, Lizzie, no puedes darte besito con nadie. No está bien y no me gusta.

—Lo sé y lo siento, no fue apropósito e Ethan tampoco quería hacerlo.

—Permíteme dudar eso último —murmuró y Elizabeth rodó los ojos—. Pero está bien, lo dejaré pasar en esta ocasión y solo esta ocasión, Elizabeth, pero debes prometer no volver a hacerlo.

—¿Besar a Ethan o un varón?

—Ambos, Elizabeth.

—Bu, está bien...Lo prometo...por ahora —. Jonathan se tensó y ella se cubrió con sus manos—. Está bien, lo prometo, lo prometo. ¿Pero me quitas la penitencia?

—No sé...Debo pensármelo.

—Papi, por favor.

—No sé dije y como me presiones menos —. Suspiró y se acostó contra su brazo—. Me gustaría que al menos pasaras más tiempo conmigo.

—¿Qué?

—Sí, ya sabes...Siempre quieres jugar con Ethan y solo pareces querer estar conmigo cuando él no está disponible —confesó, sintiéndose ridículo y avergonzado.

Elizabeth se enderezó sobre las piernas de Jonathan y tomó asiento para enfrentarlo, arrodillándose sobre los muslos de él.

—Eso no es cierto, papi, yo siempre quiero estar contigo, pero tú siempre estás trabajando.

—Estamos de vacaciones, Elizabeth.

—Ya, pero asumí que estarías ocupado otra vez, como siempre lo estas —. Jonathan suspiró y la abrazó—. Pero me encanta estar contigo y haría a todo el mundo esperar para poder hacerlo, incluso a Ethan.

—¿De verdad? —. Asintió y le apretó las mejillas, Jonathan sonrió—. Debemos hacerlo entonces, podemos salir juntos a pasear más seguido.

—Sí, puedes enseñarme a cazar y a pescar como con mis hermanos —propuso con una enorme sonrisa y Jonathan cedió solo porque lo pedía con tanta alegría—. ¡Y podemos invitar a Ethan para que le enseñes también!

La sonrisa de Jonathan desapareció y cuando se puso de pie con ella en brazos, la lanzó hacia la cama y ella se rio.

—Era broma, no invitaremos a Ethan si no quieres, aunque si quieres no me quejo...Ethan es un gran compañero de aventuras, se llevarían bien si lo conocieras.

—Podemos invitarlo a cazar —propuso y se giró hacia Elizabeth con una sonrisa maquiavélica—. Sí...invitémoslo para mañana.

—Mejor no.

—¿Por qué no?

—Porque tienes cara de que lo pondrás a él como tiro al blanco —. Jonathan soltó una carcajada y Elizabeth le lanzó una almohada—. ¡Eres malo!

—Tu pensaste lo mismo, así que tienes la misma mente maquiavélica que yo.

—¿Qué es maquiavélico? —preguntó y frunció el ceño intrigada al recibir su respuesta—. Por favor no le hagas daño, papi, podemos salir los tres... ¡Oh, Grayson y Geordie pueden ir también!

—A Geordie no le vendría mal salir un poco de tanto libro.

—¡Es una cita padre e hija y otros! —chilló emocionada y brincó sobre la cama—. Nos vamos a divertir mucho y me enseñaras a disparar un arma como la tuya ¿verdad? ¡¿Cazaremos un venado y podremos comerlo al llegar?! Yo quiero cocinarlo, será mi victoria y solo mía.

—Ah, mi hija es una cazadora como el papá —. Le hizo cosquillas en la panza y ella rio y saltó otra vez en la cama para lanzarse a sus brazos.

Aun no podía quitarse de la cabeza la idea de que Elizabeth ya había dado su primer beso y había sido con Ethan, por un lado, la idea le consolaba, saber que su primer beso era con el mismo hombre que terminaría siendo su esposo era reconfortante, pero al mismo tiempo le enfermaba. Elizabeth crecía demasiado rápido para su gusto...Todos sus hijos crecían demasiado rápido y él solo envejecía y debía ver como se marchaban.

—¿Me prometes una cosa, Lizzie?

—Dime, papi.

—Tu y yo siempre estaremos juntos sin importar qué y siempre serás mi pequeña, incluso aunque uses bastón como la abuela.

Elizabeth sonrió de oreja a oreja y tomó su mano para unir sus dedos pequeños.

—Prometo que siempre estaremos juntos sin importar qué y siempre, siempre seré tu pequeña, incluso aunque use bastón como la abuela.

Jonathan sonrió conmovido por el momento y volvió a abrazarla antes de dejarse caer en la cama a su lado para charlar por otras dos horas sobre los juegos que inventaba con Ethan y todas las aventuras que vivían juntos en los campos.

26 de noviembre 1884.
Wimpole Hall, Cambridge.

Ethan seguía vivo...por ahora.

No pensaba que fuera coincidencia que un día después de aquel gran escándalo, no solo Jonathan decidiera perdonarle, sino que además iban todos juntos a cazar. Estaba seguro de que se le escaparía una bala y terminaría tirado en el campo sin saber en que momento le había golpeado.

Pero le tranquilizaba ver que Olivia los acompañaba, al menos estaba segura de que ella sería testigo y conseguiría justicia tras su muerte.

El llevaba un rifle y Jonathan iba a unos pasos por delante con Elizabeth, explicándole a ella y sus otros dos hijos como encontrar un rastro.

Quería unirse a ellos, pero también quería mantenerse lejos del cañón del rifle que Jonathan llevaba. Y no quería darle la espalda, motivo por el cual le dejaba ir primero.

Olivia estaba por detrás, distrayéndose cada dos pasos con una nueva planta que recogía para su nuevo herbario o simplemente admirando a algunos insectos o ahuyentando a los animales que sus hijos intentaban cazar con la esperanza de salvarlos. Además de esa forma prolongaba la tarde en familia.

—Ethan ¿Cómo has estado? —curioseó acercándose al niño.

—Muy bien, señora, muchas gracias por preguntar ¿y usted?

—Bien, me he enterado que tú y Lizzie... —. Le sonrió con una ceja en alto y el rostro de Ethan enrojeció y apartó la mirada centrándola al frente.

—F-fue...Fue un accidente, señora.

—Accidente...sí, eso dijo mi amiga en décimo grado cuando quedó embarazada —. Destapó su botella de agua y le dio un sorbo mientras Ethan la miraba petrificado—. Accidente...Procura no se repitan estos accidentes ¿de acuerdo?

—Uhm-mmm.

Se quedó atrás cuando ella se adelantó para unirse al resto del grupo y tragó saliva con fuerza.

Accidente, ¿podría haberle gustado ese accidente? No estaba seguro y no se entendía a sí mismo, pero...Algo extraño le sucedía con Elizabeth cuando estaban juntos o cuando la pensaba, no era el sentimiento al que estaba acostumbrado, era más...y al haberla besado momentáneamente, una sensación extraña se había formado en su panza, no podía evitar preguntarse si ella también lo habría sentido. ¿Acaso estaba enfermo? ¿O eran nauseas?

Cuando se detuvieron entre unos arbustos para cazar un ciervo que pastaba no muy lejos, Ethan se arrodilló en la tierra junto a Jonathan y lo vio levantar el rifle y apuntar, antes de bajarlo hacia Elizabeth. Lo miró, intrigado en lo que hacían y cuando Jonathan se aclaró la garganta y lo miró de regreso, trago saliva con fuerza y cambió lugares con Grayson a su lado.

Jonathan regresó la atención hacia Elizabeth.

—Muy bien, apunta con calma y respira profundo, deja salir el aire y así, con tus pulmones vacíos aprieta el gatillo cuando estés lista.

Elizabeth se tomó unos minutos para apuntar y antes de disparar, Olivia estornudó con fuerza y la bala perdió al venado que se marchó corriendo.

El rostro de Olivia enrojeció y forzó una sonrisa con la flor aun frente a su nariz.

—Al parecer soy alérgica —mintió, intentando evitar la furia de todos.

Jonathan suspiró y se puso de pie.

—Veamos si pueden seguirle el rastro como les enseñé.

Jonathan apartó las ramas del camino para que Elizabeth saliera del bosque hacia el descampado y las sostuvo mientras Grayson y Geordie le seguían, este último con su rostro metido en una libreta donde anotaba todo lo que Jonathan les enseñaba. Olivia pasó y cuando Ethan fue a seguirles, Jonathan cruzó primero y soltó las ramas dejando que le golpearan el rostro.

Ethan maldijo por lo bajo, las apartó de un manotazo y dio grandes zancadas detrás de ellos.

—¿Pueden ver el rastro?

—¡Aquí! —señaló Elizabeth—. ¿Huellas como orejas de conejo ¿verdad, papá?

—Eso es, muy bien, Lizzie ¿en que dirección?

Ella se arrodilló en el césped del descampado sin importarle la tierra y miró con sus ojos entrecerrados.

—Creo que es hacia allá... ¿o no?

—Lo es, bien, preciosa ¿y ustedes qué? Al menos inténtenlo —. Grayson escupió un trozo de popo de ciervo que había confundido con frutos de coco y Geordie tropezó con una piedra y cayó al suelo, provocando que Jonathan gruñera exasperado y marchara detrás de Elizabeth—. ¡Inútiles!

—Era popo —lloró Grayson cuando Olivia se acercó a ayudarlos—. Era popo, mami...Era muy feo.

—Ya, ya, mi amor, toma agüita y escupe en la tierra, no pasó nada. ¿Tú estás bien Geordie?

—No...Perdí la cuenta de pasos y ahora debo volver y empezar otra vez —. Lo atrapó de la camisa para detenerlo y cuando tiró de él para ir detrás de Jonathan, Geordie se dejó caer al suelo y no colaboró—. Me niego a continuar, madre.

—Empieza la cuenta...otra...vez —pidió en lo que intentaba tirar de él—. Por favor, Geordie, pesas mucho y estás grande para esto.

Suspiró, exasperado y se enderezó, acomodando su ropa.

—Lo haré por ti madre, pero considero extremadamente ofensivo que me lo pidas y estaré enojado el resto del día. Por favor, procura no hablarme demasiado o podría ignorarte.

Olivia asintió y lo vio marchar detrás de su padre retomando la cuenta mientras anotaba en su libreta.

Grayson corrió para reunirse con Jonathan y Olivia fue detrás.

—¿Qué pasa si nos encontramos con un oso, papá? No quiero ver un oso.

—No los hay en esta zona, Lizzie.

—Uf, que bien.

Siguieron rumbo hacia otra zona del bosque e Ethan les siguió, con Jonathan empujándolo, deteniéndose bruscamente para que chocara contra su espalda o simplemente bloqueándole el camino hacia Elizabeth con su cuerpo.

—Paciencia, Ethan, eso es todo lo que necesitas con Jona —aseguró Olivia uniéndose a él—. Ladra, pero no muerde.

—No estaría tan segura, señora, me odia.

—Sí, pero...no te hará daño...no uno letal al menos —comentó con una pequeña sonrisa.

—Eso no me reconforta mucho, pero por Lizzie me mantendré calmado y paciente como aconseja.

Otra hora caminando y soportó en silencio que Jonathan lo empujara, lo tirara o simplemente le ignorara mientras les enseñaba a todos como cazar. Pero no se quejó, se había puesto la misión de no quejarse e iba a cumplirla.

Anduvieron junto a un lago que se encontraba hacia el corazón del bosque y fueron por sobre unas rocas para evitar mojarse. Ethan se sintió muy tranquilo al ver que, por primera vez, Jonathan le permitía ir primero junto con los demás y pensó que tal vez ahora le agradaba y podrían llevarse bien. 

Su tranquilidad duró hasta que se sintió estúpido, pues no mucho antes de llegar al otro lado del lago no muy profundo, Jonathan lo empujó fuera de las rocas y su ropa entera se empapó al caer sentado sobre el agua.

Todo el mundo se detuvo y los miraron.

—¡Suficiente!

Jonathan lo miró con el ceño fruncido, cuando Ethan se puso de pie sacudiéndose el agua y enfrentó su mirada. Ethan no medía más de un metro sesenta y uno a sus doce años, mientras que Jonathan estaba muy por encima del metro noventa. No obstante, Ethan lo enfrentó.

—Quiero una explicación para todo este maltrato, señor y la quiero ya mismo.

—Me caes mal.

—Esa no es explicación.

—Lo es para mí.

—No lo toleraré.

—Excelente, entonces vete —espetó, encogiéndose de hombros.

—¿Sabe? Para ser un hombre mayor de cuarenta se comporta peor que un niño de cinco años —. Levantó su bolso y el rifle y sacudió el agua de su cuerpo antes de pasar junto a él para continuar el camino—. Geordie tiene razón y su capacidad intelectual es definitivamente la de una ardilla.

Cuando pasó por su lado, Jonathan apretó la mandíbula y Olivia se atravesó con una sonrisa para detenerle.

—Mira, amor, empecé un herbario y llevo ya varias flores —compartió, enseñándole su libro.

—Olivia...

—Son muy bonitas ¿no crees? A mi me gusta esta roja, aunque no lo sé...Debo estudiar que propiedades tienen, no las conozco todas...Oh, los niños se van sin nosotros, andando, rápido.

Se obligó a calmarse y la siguió para reunirse con los niños y esta vez, los lugares se invirtieron.

Caminó al último e Ethan soltó las ramas de los árboles justo antes de que él pasara para golpearlo, le puso el rifle en el pie para hacerlo trastabillar y cuando cruzaban un tronco por sobre otro lago, fue detrás de él y lo empujó con ambas manos, usando toda su fuerza para conseguir que cayera. Luego terminó de cruzar con una enorme sonrisa y lo miró.

—¿No se siente bien ¿verdad, señor? 

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