"Tendencia + Torpeza" (Adap.)...

Από jjkkbunie

115K 14.9K 6.3K

En donde Jungkook no tolera a su reconocido jefe y Seokjin está harto de su torpe asistente. 🎖#1 btsstory ▪0... Περισσότερα

• Sinopsis •
━ Prólogo ━
𝟎𝟏
𝟎𝟐
𝟎𝟑
𝟎𝟒
𝟎𝟓
𝟎𝟔
𝟎𝟕
𝟎𝟖
𝟎𝟗
𝟏𝟎
𝟏𝟏
𝟏𝟐
𝟏𝟑
𝟏𝟒
𝟏𝟓
𝟏𝟔
𝟏𝟕
𝟏𝟖
𝟏𝟗
𝟐𝟎
𝟐𝟏
𝟐𝟐
𝟐𝟑
𝟐𝟒
𝟐𝟓
𝟐𝟔
𝟐𝟕
𝟐𝟖
𝟐𝟗
𝟑𝟏
𝟑𝟐
𝟑𝟑
𝟑𝟒
𝟑𝟓
𝟑𝟔
𝟑𝟕
𝟑𝟖
𝟑𝟗
𝟒𝟎
𝟒𝟏
𝟒𝟐 (𝟏)
𝟒𝟐 (𝟐)
𝟒𝟑
𝟒𝟒 (𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋)
𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐎
𝐄𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥 #𝟏: "El Niño"

𝟑𝟎

2.3K 296 72
Από jjkkbunie

Llevo bostezando un largo rato, pero mi cuerpo se opone a la idea de cerrar los ojos y dormir. La película que Seokjin escogió está muy interesante y me niego a perderme el final.

Estoy acurrucado en sus brazos y nuestras piernas están entrelazadas por debajo de las mantas suaves que cubren toda la extensión del gigantesco colchón. Gracias a los enormes ventanales de la habitación, adornados con cortinas blancas muy transparentes, puedo ver que el viento sopla violentamente en el exterior, pero yo no puedo sentir otra cosa que no sea calidez. El calor corporal que el hombre que me gusta me proporciona, acompañado por la calefacción que él decidió activar muy bajamente.

Cuando la película que se reproduce en la televisión de no sé cuántas pulgadas da un giro que me deja sin aire, mi cuerpo reacciona incorporándose velozmente, seguido de un grito ahogado. Escucho, entonces, una risita leve brotar de los labios de Seokjin. Él ya vio este filme, y no necesito ser un genio para saber que probablemente esperaba una reacción así de mi parte.

— ¡No me jodas, carajo! —Exclamo, llevándome las manos a la cabeza. Me volteo para mirar a Seokjin, y me encuentro con que él está asintiendo con la cabeza—. ¡Ella era la asesina!, ¡la protagonista del carajo era la villana!

Seokjin descansa su mano en mi espalda para brindarme unas suaves caricias.

—No te alteres, niño. Todo es ficticio.

—Voy a necesitar que me pagues un psicólogo luego de esto —le digo, y él vuelve a reír.

Otra vez busco refugio en sus brazos, soltando suspiros a cada minuto por lo mal que me está dejando esta película.

—Ya no quiero vivir más —musito con fingida angustia cuando la cinta finaliza, escondiendo mi rostro en el pecho de Seokjin.

— ¿Estás seguro? —Él busca mi mirada, mientras reparte pequeños besos en mi frente descubierta—. Tengo muchas películas con finales inesperados que posiblemente te gustarán.

—Uhm... —Levanto un poco el mentón para observarlo—. ¿Me vas a abrazar si me largo a llorar como un niño chiquito?

—Eres un niño chiquito y te voy a abrazar por siempre.

Sonrío y me aproximo un poco hasta su rostro para darle un beso corto en los labios.

—Está bien, acepto.

Una sonrisa ladina se filtra en la boca de Seokjin antes de volver a besarme, con tranquilidad y toda la paciencia del mundo. Poco a poco, nuestro contacto se vuelve más húmedo y mi pulso se intranquiliza cuando me percato de que se está presionando muy gentilmente contra mi cuerpo.

Sigue buscando mi boca como si no existiera otra cosa que lo llene, como si estuviera absolutamente hambriento de mis labios, de mi sabor. La deleitable energía que surge entre nosotros aparece de nuevo, esta vez con más intensidad que nunca... Y me encanta.

Los belfos gruesos y mojados de Seokjin dejan mi cavidad y descienden lentamente, haciéndome temblar por un momento. Busca un punto exacto en mi cuello antes de plantar un beso, que se siente como un choque eléctrico de lo más agradable. Besa el lunar en mi cuello. Me muerdo el labio inferior, esforzándome por dominar mi propia respiración.

Su cálido aliento choca en mi piel húmeda y me estremece con prontitud; siento que la punta de su nariz acaricia dicha zona, antes de comenzar a trazar otro pequeño sendero de exquisitos y tardos besos.

Estoy a punto de perder la cordura y dejarme llevar por los sentidos, por todo lo que Seokjin produce en mí físicamente.

— ¿Por qué estás tan tenso?

Las palabras de mi contrario, que suenan en forma de un susurro sosegado, me traen de regreso a la realidad y, por ende, mis ojos se abren. Es entonces cuando me doy cuenta del tenue cosquilleo que ataca mi entrepierna.

Trago saliva.

—Porque estamos besándonos... —digo y hago una pausa antes de agregar— en una cama.

Él ladea un poco la cabeza, manteniéndose aún sobre mí.

—Ya hemos dormido juntos —rememora, al tiempo que su semblante se vuelve algo pensativo—. Y nos hemos besado, también.

Le doy un beso.

—Pero estamos solos, en medio de la nada.

—Vida, relájate —dice con suavidad, casi ronroneando cerca de mi oído—. Puedo dormir en otro lado, si quieres.

— ¡No! —Me apresuro a exclamar—. Claro que no. Simplemente... Ya sabes, he pensado en este asunto del sexo...

—Sé que no estás listo, no todavía —Seokjin me interrumpe al notar mi incomodidad al tocar dicho tema—. Quizás tú piensas que sí, pero tu lenguaje corporal te delata. Estás asustado.

Me encojo de hombros tímidamente. Me siento muy avergonzado por ser un fracaso hasta en el ámbito sexual.

—No tengo un carajo de experiencia, y tú...

—Sí, he tenido muchos amantes —agrega cuando se da cuenta de que soy inhábil de finalizar mi declaración.

Mis labios se entreabren y percibo el calor subiendo hasta apoderarse de toda mi cara. Hago el intento de decir algo, pero solo puedo soltar balbuceos estúpidos.

—No era mi intención decir eso, lo lamento.

—No te disculpes —espeta—, no dijiste ninguna mentira.

—Tengo miedo de no gustarte, de no alcanzar tus expectativas —digo, y soy capaz de sentir un brusco pinchazo en el centro de mi pecho. Debe ser la humillación.

Mi comentario es acogido en el más profundo y vergonzoso de los silencios. De repente, me siento un completo idiota; pero en este corto lapso de tiempo no he reunido el valor suficiente como para dejar de contener la respiración, levantar el mentón y mirar a Seokjin.

Finalmente, su voz vuelve a acariciar mis oídos.

—No puedo hacer desaparecer las inseguridades que tienes, vida —comienza a hablar con tranquilidad—, esa tarea solo puedes realizarla tú —hace una breve pausa, para dedicarse a depositar un largo beso en mi frente antes de continuar—. Pero sí puedo decirte que me encantas mucho, y que no hay otra persona con la que yo quisiera estar ahora mismo.

Él busca mi mirada y cuando nuestros orbes oscuros se encuentran, noto ese destello dulce apoderándose de sus facciones. Tiene una gentil sonrisa ladina en su boca cuando su mano libre acaricia mi pómulo delicadamente, descendiendo hasta mi labio inferior.

—Te quiero —susurro, para luego besarle.

Me sonríe.

—Te quiero, vida.

— ¿Estás seguro que quieres esperarme? —Vuelvo a interrogar, pues me resulta algo difícil dejar de lado este tema.

Seokjin respira profundamente y deja caer su cabeza a la almohada antes de ofrecerme una contestación.

—Jungkook, eres uno de los pocos seres humanos que decidió tenerme la paciencia que definitivamente no merezco —dice, serio y algo frío—. ¿De verdad estás preguntándome si quiero esperarte?

Bueno, me ha quedado en claro que sí.

—Me gustas.

Seokjin se pierde mirándome durante unos instantes, pero luego reacciona y une su boca a la mía otra vez, en un beso mucho más intenso que todos los anteriores. De repente, siento que su figura está tomando el control de la situación al acercarse cada vez más a mí, literalmente manteniéndome debajo de su cuerpo.

Sus labios gruesos comienzan a bajar por mi mandíbula hasta alcanzar el lado izquierdo de mi cuello, donde continúa repartiendo más besos. Espero que no se dé cuenta de la manera tan cobarde en la que he tragado saliva. Al igual que su boca, sus manos también descienden y se conectan con mis caderas, las cuales aprieta con suavidad.

Me resulta imposible reprimir un gemido leve cuando me doy cuenta de que él se va endureciendo, provocándome el primer escalofrío de la noche.

—Lo siento —escucho decirlo peligrosamente cerca de mi oído. Chasquea la lengua como si estuviese molesto y, por un segundo, deseo preguntarle si he hecho algo mal—. Soy un imbécil. Perdóname.

—No lo eres. Está bien —replico, porque es cierto. Sé que él no hará nada que yo no quiera.

—Es que estás tan bueno, niño, y me gustas tanto...

No soy capaz de encontrar el sonido de mi voz, así que me quedo quieto y con la vista clavada en Seokjin, quien parece estar sufriendo y también apocado. El corazón me late a una velocidad precipitada y no entiendo por qué carajos estoy paralizado ahora mismo.

Mis labios parecen reaccionar por sí mismos, ya que deposito un beso casto en la barbilla de mi cielo personal... Aunque ese dichoso cielo parece estar ardiendo por dentro ahora mismo. Sigue siendo hermoso.

El sonido de un potente trueno en el exterior no fue suficiente para romper con el contacto de nuestras bocas, pero al menos ha interrumpido el profundo silencio.

— ¿En qué piensas? —Seokjin pregunta en medio de cortos besos.

Hasta ese momento, no me había percatado de que una sonrisa se había colado por mis labios, a mitad del beso.

—En una tontería.

— ¿En ti? —Se burla, y yo hago un puchero cargado de fingido enfado.

—Afuera se está desatando una tormenta... —Comienzo a decir—. Si esto fuera una película, ahora sería el momento en el que el asesino viene a por nosotros.

La carcajada que Seokjin suelta es como música para mis oídos.

— ¿De verdad crees que voy a dejar que alguien te ponga un dedo encima? —Enarca una ceja—. Te sorprendería todo lo que una persona puede hacer para proteger a alguien que quiere.

Un hormigueo relativamente agradable se apodera de mi pecho y me resulta imposible contener la sonrisa.

—En ese caso, el asesino tendría un gravísimo problema y seguramente huiría de nosotros... Porque yo tampoco dejaría que alguien intente lastimarte.

—Lo sé —susurra y me besa—. Y también sé que necesitas dejar de mirar películas de terror mediocres.

El roce de su mano izquierda apretando mi costado me provoca un ligero picor mientras que nuestros labios vuelven a ponerse en acción.

Carajo. Siento como si pudiera besar a este hombre durante cien vidas y jamás aburrirme, porque sus besos tienen algo único, y no sé qué es con exactitud: es un contacto dulce y caliente en partes iguales, donde me demuestra que me quiere, pero también que me desea.

No me siento asustado por la súbita aproximación, ni tampoco del calor abrasador que nuestros cuerpos comienzan a desprender. Mi entrepierna está comenzando a palpitar y mi camiseta está empezando a molestarme de tal manera, que quiero quitármela.

Pero soy consciente —y Seokjin igual— de que no estoy listo. No aún. Y no quiero ser un egoísta del carajo con un tema tan íntimo y especial como este. No quiero acostarme con él sabiendo que estoy inseguro de mí mismo, y darle un encuentro que probablemente él no logre disfrutar. Quiero y necesito estar preparado.

Me hace sentir muy bien que él haya comprendido eso con tanta facilidad y tanto respeto.

Seokjin está ocupado dejando un rastro de besos en mi cuello, cuando mis ojos se posan en el gran bulto debajo de los pantalones deportivos que trae puestos.

Una parte de mí dice que debo detenerme. Otra, me recuerda que no necesariamente esto tiene que terminar en sexo, pero sí puedo darnos algo de placer.

El hombre que atiende y aprecia mi piel como si fuese una joya ostentosa y perfecta se inmoviliza repentinamente, en el exacto momento que presiono su entrepierna con la palma de mi mano.

Lo he tomado desprevenido.

Alzo la vista y me quedo perdido por un rato, simplemente observándolo, mientras continúo acariciando su pene por encima del pantalón gris. Seokjin, por su parte, apoya el peso de su espalda en la mano derecha, que yace justo a un lado de mi cabeza. Trago saliva cuando percibo que su respiración se vuelve algo pesada y detecto algún que otro gruñido sutil, a medida que el bulto comienza a crecer más y más gracias a mi toque.

—Jungkook... —Pronuncia a manera de advertencia, con una mirada súbitamente gélida.

—Si quieres que me detenga, dímelo.

—Joder, claro que no quiero —contesta en un tono áspera y un jadeo se le escapa—. ¿Te sientes cómodo?

—Sí. Solo... Tenme paciencia.

Me da un beso corto en los labios.

—No voy a tocarte hasta que estés listo, vida.

Mi mano se presiona, ahora en su pecho, con la intención de guiarlo lentamente; Seokjin comprende mi mensaje, y deja caer su espalda sobre el colchón. Lo siguiente que hace es colocar sus manos detrás de la cabeza, y logro identificar que se esfuerza por disimular una sonrisa ladina que denota picardía.

Con cada segundo que pasa, la polla me cosquillea con mayor intensidad. Comienza a inquietarme aquella sensación.

Y a pesar de que sé que Seokjin puede sentir mi bulto justo contra su pierna, él no se aventura a tocarme.

Justo después de darle un beso en los labios, mis dedos tibios y torpes se meten por debajo del elástico de su bóxer y tiro de ellos un poco, con la finalidad de desvelar su miembro. Seokjin decide —para darme una ayudita, supongo— elevar sus caderas lo necesario para que se lo baje unos centímetros más.

Una ceja se me arquea de manera involuntaria al encontrarme con un pene que jamás se me ocurrió que vería tan de cerca, y mucho menos que gotease por mi culpa. Me intimida un poco el grosor del miembro de Seokjin, pero sé que puedo con ello. Quiero hacerlo.

—Tómate tu tiempo —me susurra.

Ah, carajo, sí que está disfrutando ser el único testigo fundamental de esta escena.

Envuelvo la mano en su anatomía desnuda y húmeda, y en el ínterin siento cómo la saliva se me atasca en la tráquea por un momento. Depositado toda mi atención en la tarea pendiente, mi palma tímida empieza a ascender y descender alrededor de él; la misma pronto se siente mojada gracias al líquido pre seminal que Seokjin está liberando, pero ignoro la sensación y me concentro lo mejor que puedo.

No tengo ni idea de cómo le gustan las pajas a este hombre. No sé si las prefiere lentas y suaves, o rápidas y bruscas. Por la mente se me pasa la idea de masturbarlo tal como yo lo hago, pero no estoy seguro de que eso sea de su agrado. Y no quiero arruinarlo, carajo.

Escucho que Seokjin expresa un gruñido áspero y su amplia mano se presiona con más fuerza en mi espalda baja.

—Hazlo más rápido —me pide tranquilo, aunque con una pizca de desesperación en sus vocablos.

Obedezco sin chistar y movilizo un poco mi cuerpo hacia abajo, para acortar la distancia entre su erección y mi rostro. Luego, con una de mis manos torpes sujeto el miembro endurecido y mi lengua humedece considerablemente el glande rosado en una lamida lenta, robándole de forma automática un gemido a Seokjin.

Me abstengo de preguntarle si eso ha estado bien, pues su lenguaje corporal me confirma que le gustó. Deslizo mi lengua por la extensión venosa y cálida, para finalmente dejar que mi mano derecha continúe con el trabajo.

Los movimientos lentos pronto se convierten en unos bastante rápidos, incrementando el tacto de manera progresiva. Mi mano libre, por otra parte, no pierde la oportunidad de brindarle un masaje a sus testículos, provocándome una ligera sensación de cosquilleo por el vello presente en la zona.

Siento que lo estoy haciendo de puta madre. La masturbación es algo con lo que estoy íntimamente familiarizado, pero hacérselo a alguien de mí mismo género me está resultando gloria absoluta. No puedo evitar morderme el labio y levantar la cabeza para echarle un vistazo a Seokjin.

Su mirada es severa, pero hay un claro destello de excitación en sus ojos oscuros y su mandíbula está sumamente apretada. Me estiro un poco para robarle un beso y él no deja pasar la oportunidad para morderme el labio inferior.

—Lo estás haciendo de maravilla, amor —me dice, con sus labios peligrosamente cerca de los míos—. Sigue así.

Mi boca incorpora su granito de arena a la situación y mi mano derecha —y mojada hasta el carajo— está en un vaivén constante. De repente, noto que el vientre de Seokjin comienza a tensarse, por lo que detengo mis movimientos para cambiar de mano.

—Continúa —espeta, casi a modo de reproche—. Estoy cerca.

—Cállate —digo, justo antes de volver a tomarlo.

Se siente como perder la noción del tiempo y de la cordura una vez que Seokjin alcanza su orgasmo, dejando como resultado que mi surco naso labial quede cubierto por el líquido blanco. Mi primera reacción es fruncir el ceño y arrugar la nariz, pero un momento más tarde mi lengua curiosa se permite degustar una pizca de su corrida.

No está tan mal.

Me quedo quieto en mi lugar, con la cabeza ligeramente apoyada sobre el abdomen del hombre que me acaricia el cabello después de haberse corrido en mi boca. Desde mi perspectiva, puedo apreciar la forma en que su pecho sigue subiendo y bajando, pero normalizando su ritmo conforme pasan los minutos. También me doy cuenta de lo duro que yo me encuentro, factor del que ni siquiera me había percatado en el transcurso de todo este rato.

Finalmente, Seokjin extiende su brazo hasta el cajón de su mesita de noche y de allí toma un pañuelo descartable. Mis mejillas arden cuando él eleva mi mentón para limpiarme el rastro de tiras blancas que adoran mi cavidad bucal y los alrededores.

— ¿Y bien? —Pregunto, asustado hasta el carajo por la respuesta.

Me sonríe de lado.

—Lo hiciste perfecto, niño —dice, en compañía de un beso.

— ¿De verdad? —Cuestiono. Tengo la estúpida necesidad de confirmar cada cosa que él diga.

—Nunca miento cuando se trata de mi polla.

Una carcajada se me escapa y presiono en beso a la altura de su pecho.

—Y prometí que nunca volvería a mentirte —Seokjin agrega a modo de murmullo, como ronroneando suavemente junto a mi oído, consiguiendo que mi piel hormiguee en respuesta.

La sinceridad en sus palabras significa todo para mí.

Son las cinco de la madrugada y no pude dormir un carajo.

Mi mente no me deja tranquilo y sigue proyectando los recuerdos de lo ocurrido durante la noche. Asombrosas memorias. Ya perdí la cuenta de cuántas veces me masturbé en privado... Creo que cuatro o cinco, no lo sé, pero las disfruté a todas.

Seokjin está descansando en la cama como el ángel que es, cubierto hasta la cabeza con las mantas blancas y con un brazo colgando del colchón... Tonto. Cualquier monstruo nocturno podría atraparlo.

Sí, debo dejar de mirar películas de terror.

En cuanto a mí, parece que no puedo mantenerme apartado de la increíble biblioteca de mi cielo personal. Estoy absolutamente maravillado con todos los ejemplares.

El mal clima de afuera sigue amenazando con otra tormenta, las nubes oscuras se mantienen decorando el cielo, mientras que una ligera llovizna empapa cada rincón del bosque que nos rodea. Odio admitir que me dio miedo salir al porche cubierto de la vivienda para degustar de mi primer té, pero cuando lo hice, mis fosas nasales se sintieron complacidas al percibir el encantador aroma a tierra húmeda. El paisaje es maravilloso y la tranquilidad muy gratificante.

Me encuentro sentado en el sofá ubicado junto a la biblioteca, en posición de indio, con "Doble Identidad" de David Morrell abierto en la página treinta y tres delante de mis ojos. La lluvia me acompaña en mi lectura y, a pesar de estar plenamente ensimismado en la lectura, mi mente no tiene mejor idea que recordarme —porque lo extraño, claro— de que Gwanhi no está aquí. Según me comentó Seokjin, evita traerlo a este lugar por temor a que se pierda.

Mi teléfono vuelve a vibrar tres veces y suspiro tanto con pesadez, como con frustración. Se trata del grupo de mis primos.

Ellos fueron los únicos que, al parecer, decidieron que pasar por alto el escándalo que nos tuvo de protagonistas a mí y a Dae era lo mejor para la familia; por ende, algunos de esos seres malévolos salieron de fiesta como si nada hubiese ocurrido y apenas están regresando a sus respectivas casas. Como acostumbran, están enviando al grupo las fotos que tomaron.

—Los odio —le susurro al móvil, mientras que mi pulgar se desliza por la pantalla, al tiempo que miro todas las imágenes.

Sin embargo, me alegra que al menos ellos no estén con sus garras afuera y no nos hayan juzgado. Suficiente tendré cuando deba estar cara a cara con mis tíos... Ellos sí van a matarme.

Pienso en la idea de llamar a Dae para saber cómo se encuentra, pero luego recuerdo que son las siete de la mañana y que ella es capaz de apuñalarme vía teléfono si la despierto, así que descarto aquella intención.

Estoy preparando otro té cuando el aparato resguardado en el bolsillo de mi pantalón de dormir comienza a vibrar, sobresaltándome. Maldigo al teléfono, pero lo tomo y observo la pantalla.

Número privado.

Pero sé quién es. Y la furia no tarda en convertirse en fervor, que se pasea por todo mi torrente sanguíneo en un segundo vertiginoso.

Acepto la llamada y me llevo el teléfono junto al oído, aunque no digo nada.

—Joven Jeon, me sorprende que contestes a mi llamado —la voz cordial de Wooshik llega a mis tímpanos y respiro profundamente, odiando cada parte de su venenoso ser—. Intuyo que estás ocupado.

Hay tanto que quiero decirle al cabrón, pero no puedo evitar pensar que eso es exactamente lo que está esperando de mí. Que reaccione, que ataque, que caiga en ese juego. Y no pienso hacerlo.

—Lo que usted hizo fue algo horrible —me limito a decir; el reproche en mi voz es tanto, que no podría ocultarlo aun cuando quisiera hacerlo.

—Me obligaste a hacerlo, criatura, ¿ya lo olvidaste? —Cuestiona, y su tono no admite réplica—. Además... ¿Incesto? Es algo repugnante —hace una pausa para poder soltar una risita irónica—. Le hice un favor a toda tu parentela.

No puedo ignorar la oleada de enojo puro que me invade. A pesar de que me digo una y otra vez que no debo caer en ninguna de sus trampas o juegos, me resulta imposible enviar la sensación de coraje e irritabilidad lejos de mi sistema.

Lo detesto, carajo.

Es un ser humano espantoso, y es hora de que alguien se lo diga.

—Mi vida no es tu puto problema, viejo inmundo —escupo, y me sorprende lo venenoso ponzoñoso que acabo de sonar.

Wooshik guarda silencio a lo largo de un instante fugaz, como si se sorprendiera de mi contestación agresiva.

—Oh, vaya. ¿Estás poniéndome a prueba otra vez? —Cuestiona burlonamente—. Porque creo que volverás a salir perjudicado.

—Puedes hacer mi vida miserable, no me importa —prosigo, procurando sonar lo más determinante posible—. Pero será mejor que te sujetes bien los huevos si te metes con mi familia.

—Tienes carácter, jovencito, me resulta muy grato —dice. ¿Debería sentirme contento de ello? Viejo del carajo—. De hecho, he llamado para confesarte algo.

Ruedo los ojos.

— ¿Y qué es eso?

—He cometido un error —anuncia, como si le molestarse caer en cuenta de que él es un humano y puede equivocarse. Su tono tiene una nota de decepción, pero se aclara la garganta y añade—: No estás interesado en mi hija, estás interesado en Seokjin.

*Procede a tirarse del techo de su casa*
¡NOS VEMOS EL VIERNES!
tururuturu~ 🎶😏

Συνέχεια Ανάγνωσης

Θα σας αρέσει επίσης

243K 38.7K 49
Un chico ciego que conoce el mundo a través de los ojos de un delincuente. ◕ Errores de ortografía y de narración. ◕ Historia totalmente de mi autorí...
70.3K 9.1K 41
Cuando Jungkok, Taehyung y Hoseok comienzan a sentir atracción el uno por el otro, surgen los problemas, porque a nadie le gusta ser rechazado y rend...
48.5K 3.6K 26
Los pongo un poco en contexto. Tori ingresa a su nuevo colegio, Hollywood Arts. Nada podía estropear su buen comienzo de clases. Hasta que tuvo que p...
17.8K 2.1K 17
Jungkook realmente no quería estar aquí. No cuando se suponía que debía estar ayudando a su padre con la manada y entrenando para ser el Alfa más fue...