GATO: Deséalo y perderás [+18...

By thebabypes

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

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EPÍLOGO
E X T R A

C U A T R O | G O L P E S

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By thebabypes

«No era atractiva, pero si era hermosa y me gustaba el tacto de sus manos sobre mi piel».

Gato.

Nos dirigimos hacia el ascensor, bajando hasta el sótano de aquel edificio ilegal y al ver tanto a Gato como al guardián del lugar, tan altos que me obligaban a estirar el cuello para mirarlos.

A medida que bajábamos, podía notar la testosterona que desprendía Gato y me imaginaba que sería por el combate, porque en el cuarto era algo diferente.

No pude evitar mirarle la espalda a ese hombre que tenía que sonsacarle información y muchas cicatrices adornaban su piel, desde sus hombros hasta en la parte final de su espalda. Entrecerré los ojos al ver que aquellas cicatrices no podían haber sido producidas por golpes en el boxeo, sino por latigazos y un estremecimiento al verlo se incremento en mi interior.

Tragué saliva y, cuando la puerta del ascensor se abrió, nos encontrábamos en el sótano, y el lugar se tornó más siniestro de lo que me imaginaba. Más que el bar que estaba bajo aquellos balcones del edificio. Este sitio esta cubierto por lunes de neón rojas, llena de personas con ganas de boxeo.

La música de Led Zeppelin sonaba muy fuerte, en ese sitio y demasiadas personas, alocadas al ver a Gato, comenzaron a aplaudirle nada más tenerle cerca y otras seguían el ritmo de la canción.

Agarré mi falda con fuerzas mientras notaba como, al caminar, los hombres se quedaban mirando para mí con esa mirada asquerosa. Podría poner en práctica todas las clases de artes marciales que me había enseñado mi antiguo entrenador, pero el objetivo era no levantar sospechas.

Observé una lona en el centro del sótano, en el cual Gato y el guardián se dirigían, cuando escuché la voz de un hombre a mis espaldas.

—Guapa, ¿nos vemos en el baño del bar? —preguntó uno de los hombres, también tatuados y con el cabello largo, guiñándome un ojo.

Arrugué mi frente al mostrar mi descontento por ese comentario y Gato se giró para mirarme, sonriendo de una forma chulesca, para luego acercarse a mi oído y decirme;

—Creo que te vendría bien follar un poco, felina.

Lo observé con enfado y él negó con la cabeza, pareciendo que le hacía gracia todo de mí.

El guardián me miraba y, en unos segundos, se acercó a mí para decirme;

—Te aconsejo que tomes el poder en todo. Te irá mejor en este lugar y los hombres caerán a tus pies... Y creo que tu eres muy fuerte —respondió y se marchó antes de poder contestarle.

Fue ahí que, al girarme, mi vista se paralizó en un hombre que se encontraba apoyado en una de las columnas llenas de grafitis del sótano. Llevaba una camiseta de tiras, dejando ver su tonificado cuerpo, y un tatuaje por todo el brazo izquierdo. Un hombre rubio, con unos ojos azules que hipnotizaban, me observaron a lo lejos y me echaron la vista hacia mi cuerpo, al igual que yo lo hacía con él.

Su mirada era cálida, nada comparada a la mirada de Gato, tan fría, pero el cual ambos tenían algo que me atraía bastante sexualmente. Y este último no era para menos.

—Las mujeres le llaman Serpiente. —La voz de Gato se pegó a mi oído y vi como se agachaba para poder mirarme con aquellos ojos tan únicos.

—¿Por qué? ¿Es bueno escabulléndose? —pregunté, volviendo a mirar a ese tal Serpiente.

Y Gato negó con la cabeza, mientras notaba su abdomen duro en mi espalda.

Serpiente se movió y se mezcló con la multitud, dejándome con ganas de más y el cual tuve que negar con la cabeza para poder centrar mi vista en el hombre que tenía a mi lado.

—No —murmuró. —Porque las mujeres están encantadas con su lengua. —Abrí los ojos al escucharlo y busqué con la mirada a Serpiente, el cual ya no se encontraba por ningún lado—. Quizás te guste como la utiliza, podría presentártelo otro día y así lo descubres.

Elevé la ceja y decidí que la mejor forma de infiltrarme en este lugar, era ser como ellos. Por lo que saqué esa Alisa que no pensé que tendría.

—¿No te pondrías celoso? —susurré coqueta y Gato sonrió, pero no llegó a sus ojos, los cuales daban miedo verlo.

Unas pequeñas arrugas se formaron en su rostro esculpido y me contestó;

—Nunca he estado celoso.

Asentí con la misma sonrisita que él y ambos nos miramos de una manera diferente a hace media hora en su cuarto de preparación.

No supe por cuanto tiempo nos estuvimos mirando, pero sentía que si seguía así se me caerían las bragas.

—¿Preparado Gato? —cuestionó el guardián, volviendo a mi vista y él asintió sin más, quitando su toalla que tenía colgada sobre su hombro, tirándomela a mí sin mirarme siquiera y entrando dentro del ring.

Gilipollas...

Tomé la toalla y preferí fastidiarlo, porque apenas lo conocía y ya tenía ganas de que alguien se lo cargara en elring. Me acerqué a un tipo sudoroso que estaba a mi lado y pasé la toalla por la espalda de él, fingiendo que le preguntaba si estaba disfrutando de la pelea. El hombre, simpático, pero con una pinta de haber estaba bebiendo, asintió y luego me alejé de él con la toalla cubierta del perfume de aquel hombre.

Sonreí mientras veía que Gato esperaba su presentación para subirse a la lona.

—¿Preparados para la batalla más importante del mes? —preguntó un hombre con un micro y que hizo enloquecer a todos los que se encontraban allí.

El "sí" estuvo presente por el sótano.

—Por este lado del ring tenemos al poderoso Tornado deseando devolverle su merecido a su contrincante después de la última vez. —Aquel tal Tornado entró y parecía un armario de los músculos artificiales que tenía, pero al mirar a Gato, sabía que ese hombre tenía musculatura normal por hacer deporte y no tomar cosas para parecer estar más fuerte. El presentador señaló a mi luchador y gritó. —Y por el otro tenemos a Gato con hambre en su mirada.

Gato subió, sin mirar a nadie más, ciego en el contrincante que tenía frente a él.

Los misterios de ese tal Gato se incrementaban a medida que pasaban los minutos. Ni siquiera sabía nadie su edad, pero tendría que rondar los 30 años y algo más.

El combate empieza y solo ellos 2, sin guantes en las manos, solo vendas, comenzaron a pegarse como cavernícolas mientras que todos los vitoreaban y todas las mujeres que se encontraban allí enloquecían.

Negué con la cabeza por todo lo que estaba viendo. No podía imaginarme que le encantaran ver a 2 personas matarse la una con la otra por dinero, pero detrás de esto había algo más y esos luchadores solo eran marionetas en un lugar tan oscuro como este. Y empecé a pensar porque Gato se había metido en este lugar y dudaba que fuese por dinero.

Comencé a mirar por todos lados, investigando el lugar, cuando en la parte alta, apoyado en una de las barandillas, encontré al hombre más buscado en Europa. Sonreí al descubrir la guinda del pastel y caminé con paso decidido hacia él, para ver si conseguía algo en la investigación.

Pero la mano de alguien me frenó y vi a un hombre mirándome con una sonrisa.

—¿Qué hace una chica tan guapa como tu por aquí?

Elevé la ceja y sonreí por la respuesta que le daría. Tenía que provocar, hacer el papel de Lisa y tenía que ser como todos ellos.

—Tirarme a todos los tipos que pueda —contesté, sorprendiendo al hombre, que asintió elevando una ceja y con una sonrisa en su rostro.

Me alejé de él y caminé contoneando las caderas, hasta que llegué a una distancia prudente con el tan llamado Marcus "el poeta".

Escuché varios gritos provenientes cerca de la lona y, al girarme, vi como Gato había derrumbado sin problemas a Tornado, el cual estaba muy mal herido en el suelo, cubierto de sangre por su rostro.

Respiré profundo y volví a mirar a Marcus, el cual miraba a Gato de una manera extraña y este le respondía con un asentimiento de cabeza.

Traté de descubrir que significaba todo aquello, como funcionaba ese mundo, pero acababa de llegar y las cosas no iban a ser tan fáciles como para descubrirlo. Quizás tardaría semanas para empezar a descubrir secretos o, incluso, meses. Dudaba que en 6 meses pudiera descubrir muchas cosas y conseguir las pruebas que fuesen necesarias. Pero el jefe Anderson ya me había advertido que, si necesitaba más tiempo, me lo daría.

De pronto, Marcus me observó por unos segundos y, tras sonreírme de una forma rara, dio media vuelta y se marchó del sótano en aquella puerta de hierro de color rojo.

La mano llena de cayos de alguien me agarró el antebrazo y me giré, preparada por si tenía que defenderme. Pero la persona que vi frente a mí y el dueño de esa mano con aquellos dedos tan largos, pertenecía a Gato, y me observaba divertido a la vez que, con una seriedad inquietante en su mirada, frío.

—Te escabulles más rápido que una gata —respondió, elevando su ceja—. ¿Qué haces que te has ido de mi lado? La ayudante siempre tiene que estar al lado de su luchador.

Traté de buscar la respuesta más sencilla y lógica al ser nueva en esto.

—Quería dar una ojeada al lugar.

Sin esperármelo, y sin saber que es lo que ese hombre estaría pensando de mí, se acercó, colocando sus labios casi pegados a los míos y sonrió de aquella manera tan escalofriante.

—¿Sabes? La curiosidad mató a la felina —susurró de una manera en la que logró erizarme la piel y tuve que apretar mis piernas entre ellas al tenerlo pegado a mí, semidesnudo y sudado por la lucha—. Vamos a mi cuarto, así te enseño como va este trabajo.

Se giró, dejando de verle su rostro lleno de sangre y dándome la espalda para caminar hacia las escaleras, directo hacia el ascensor. Volví a mirar a ver si encontraba aquel hombre por el que me encontraba aquí, infiltrada, pero ni rastro de él ni de su grupo de escoltas.

Y me fui con Gato, dispuesta a sonsacarle cualquier cosa.

🥊

Unos gemidos, provenientes del fondo de la garganta de Gato, se escucharon por todo el cuarto por lo que le estaba haciendo.

Podía ver como sus manos se apretaban entre ellas, jurando que podría hacerse daño, clavándose las uñas. Y sus piernas estaban abiertas, notando su miembro en mi cuerpo tras sus pantalones.

Traté de ignorar todas aquellas distracciones y seguí curándole las heridas a aquel grandullón que tenía a escasos centímetros, sentado en la camilla que tenía en aquel cuarto donde se preparaba.

Pero creo que le toqué una zona de mucho dolor, cuando en su frente apreté un poco más la gasa para curarle la herida y mi mano libre, que se encontraba acariciándole el cuello para sujetarlo en ese momento. Y un gruñido se escuchó del fondo de su garganta.

Fue ahí cuando sus grandes manos se colocaron violentamente sobre mis caderas, rozando algo de piel entre ellas y yo paré lo que estaba haciendo al verlo sufrir tanto. Sus ojos tan claros me miraron, pero parecía aguantar muy bien el dolor, así que no sabía porque me estaba sujetando de aquella forma si no era por curarle las heridas.

—Nena, como sigas tocándome así, se me va a poner dura y no quiero que te escandalices.

Sonreí al ver que no era por curarle las heridas, sino por la forma que mi mano tocaba su cuello tatuado. Negué con la cabeza y le tomé el cuello de una forma más agresiva que pareció gustarle, porque sus ojos brillaron y empecé a notar algo duro en mi estómago.

Mi rostro se pegó al suyo y susurré;

—Créeme cuando te digo que no me escandaliza —contesté. —Se manejar cosas muy duras.

—Vaya, quizás no seas tan delicada como pienso.

Le tomé el rostro y las manos de Gato se separaron de mi cuerpo, deseando que volviera a tocarme de esa forma. Seguí curándole hasta que sus heridas me lo pidieran.

—Ya está. —Tiré las gasas llenas de sangre a la papelera más cercana y lo miré a los ojos—. No sé porque prefieres perder tu vida y tu tiempo en un sitio como este.

Gato se tocó su miembro frente a mí, sin pudor alguno para colocárselo y luego se bajó de la camilla para agarrar un cigarro que tenía en una cajita plateada. Lo encendió, tomando unas caladas y expulsó el humo haciéndome toser.

Se metió la mano en el bolsillo y todavía con su pecho al aire, viendo todos los tatuajes que tenía, me miró chulesco.

—Y yo no entiendo porqué una chica como tú, que podría trabajar en cualquier sitio y hacer algo productivo en su vida, está aquí, perdiendo el tiempo curándole la herida a un cabrón como yo.

Dejó el cigarro entre sus dedos de su mano derecha y caminó de una forma galante hacia mí. Sus pantalones caían por sus caderas y la forma en "v" que se formaba entre ellas, le hacía irresistible y me preguntaba si todo, todo su cuerpo, también estaría tatuado.

Tragué muy lentamente, ignorando esas imágenes y lo miré a él, elevando la ceja.

Su mano, la que sujetaba el cigarro entre sus dedos, se colocaron sobre mi mejilla y entreabrió los labios, antes de decirme;

—Es hora de irte a casita, felina.

Continué con su juego.

—La felina se irá cuando ella quiera.

Él rio y dejó de tocarme, metiéndose el cigarro en la boca y metiéndose la mano en el bolsillo.

—No lo pongo en duda —continuó con el cigarro en la boca, y con una habilidad para hablar a la vez—. Nos vemos el domingo. Lucho contra otro. —Me dio la espalda y, sin mirarme, susurró. —Si no vienes, entonces es que eres más inteligente. Recuerda, felina... —Gato me miró y me dijo. —Las ayudantes tienen más libertad que los luchadores... Aunque la gente no lo piense.

Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi mente por toda aquella noche y quise indagar más. Mucho más. Y el miedo que tenía al principio, antes de entrar, ya se había esfumado por completo.

Y clavando mi mirada sobre la de él, respondí;

—Nos vemos el domingo, Gato.

Él sonrió y no supe si porque estaba ya cansado de mí o porque estaba deseando que llegase el domingo.

***

De momento, ¿de cuales personajes creen que no se fían?

Y ¿cuales creen que les está gustando?

Aún es muy temprano para conocer a ciertos personajes, y para conocer otros nuevos, pero estoy segura de que les gustará conocerlos y se llevarán sorpresas.

¿Quieren más?

Nos leemos.

Patri García

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