THANTOPHOBIA; James Potter

By prongs_girl

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❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞... More

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎𝐃𝐔𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒:
𝐂𝐀𝐒𝐓
𝐏𝐋𝐀𝐘𝐋𝐈𝐒𝐓:
| 𝟭 |
| 𝟮 |
| 𝟯 |
| 𝟰 |
| 𝟱 |
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| 𝟲𝟬 |
AGRADECIMIENTOS Y EXPLICACIÓN.
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟭
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟮
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟯
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟰
𝗙𝗜𝗡𝗔𝗟 𝗔𝗟𝗧𝗘𝗥𝗡𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟱
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟲
𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 #𝟳

| 𝟰𝟳 |

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By prongs_girl

La misión con la Órden comenzaría pronto. Según lo que Dumbledore les había comentado a los jóvenes, habían rumores de que atacarían la casa de uno de los integrantes más importantes del Ministerio, por eso harían presencia para evitar que el daño sea mayor.

Alex suspiró y apoyó su cabeza sobre el hombro de Remus, miraba de lejos como James mantenía una conversación con Sirius y Peter, y no pudo evitar sonreír al ver que el azabache soltaba una carcajada ante algo dicho.

–¿Has pensado en algo?

–Me enteré ayer. –dijo en tono de broma.

–Bueno, sí. –soltó una risa. –Pero tal vez tenías algo en mente.

–Lo único que tengo en mente es una crisis. –contestó en broma. –No pensé en nada.

–Supongo que no hablaste con Cornamenta.

–¿Por qué supones eso?

Remus suspiró y cruzó sus pies delante de su cuerpo, el cual estaba apoyado sobre la pared. Alex mantenía una posición similar pero reposando su cuerpo ligeramente sobre la del licántropo.

–Tengo la leve sospecha de que al enterarse vendría corriendo hacia nosotros, emocionado y, probablemente, llorando.

–¿Llorando?

–Es James. –explicó.

Alex rió y se irguió para mirar de costado al castaño.

–No lo creo, Rem.

–¿Y esa negatividad?

–Siempre fui alguien negativa. –se excusó ante el tono de reproche.

–Sí, pero solo contigo eres así, con el resto no.

Alex relamió sus labios y dió una última mirada a James, que continuaba riendo con Sirius y Peter.

–Lo que quiero decir es que... hablamos de ello hace unas semanas y concordamos en esperar.

–Si sabes que eso es inútil ¿no? Quiero decir... ya tienes un pequeño cornamenta o una pequeña eyad allí. –señaló su vientre.

Alex lo miró con reproche y golpeó su mano, haciéndolo quejarse.

–Para ser alguien inteligente no eres nada disimulado.

Remus elevó sus hombros inocentemente y abrió su boca para hablar, pero la cerró al instante en que Sirius y James comenzaron a caminar hacia ellos, Peter, esta vez, se encontraba hablando con Lily.

–¿De qué hablaban?

–La misión.

–La navidad.

Alex y Remus se miraron, ambos con reproche. Sirius frunció el entrecejo.

–La misión en navidad. –respondió ella más en tono de duda.

–¡Prepárense! Vamos a salir en cinco minutos.

–¡Blue!

Alex se alivió al oír la voz de Fabian.

–Nuestra pequeña Blue. –habló Gideon. –Nos sentimos celosos, nos cambiaste.

–No los cambié.

–Lo que tú digas, Eyad.

Los reclamos y gritos por parte de James, Remus y Sirius se hicieron presentes al oír las palabras de Fabian.

Los mellizos y Alex soltaron una carcajada.

–¡Alex! No te rías, diles algo. –señaló Remus.

–Es un buen apodo.

–Sí, hermano.

–Oh, claro. Al igual que Blue, podríamos utilizarlo. –Sirius cruzó sus brazos con una gran sonrisa en su rostro.

–Black...

–¡Prepárense para salir!

–Suficiente. –se metió Alex.

Si alguien le hubiera dicho a James y Alex que debían enfrentarse nuevamente contra Voldemort, ellos habrían reído.

Pero estaba sucediendo nuevamente.

La noche había comenzado relativamente tranquila, no habían señales de un ataque o problemas. El integrante del Ministerio de Magia se encontraba en su casa, seguro con sus dos hijos y esposa.

Pero luego de media hora, las cosas empeoraron. Varios mortífagos habían hecho presencia y comenzaron a atacar a cualquier persona que pertenezca a la Órden del Fénix.

Ni a James ni a Alex les dió tiempo para defender a sus amigos y compañeros, porque solo treinta segundos después, Voldemort había hecho presencia.

Otra vez sucedía lo mismo, ellos luchando contra el mago más temido en mucho tiempo, uno junto al otro.

–¡Por cierto! Feliz Navidad.

–¡James!

–¿Qué?

–¿Has recibido regalos? –le preguntó James a Voldemort.

Alex negó con su cabeza sin quitar la vista del Señor Oscuro y movió su brazo, repeliendo una maldición no verbal que había sido lanzado hacia ella.

En verdad ella no entendía cómo podía bromear en una situación así.

–Mataste a uno de mis mejores seguidores.

–Por lo menos Johnson servía de algo, era buen seguidor, supongo.

Alex, nuevamente, lo miró mal.

–No me mires así, ese chico no servía para nada. Por lo menos para algo era bueno.

¡Impedimenta!

Voldemort tenía una gran resistencia. Podía estar horas en duelo y no cansarse, se lo veía como nuevo. No como James y Alex, que se mantenían en pie pero podían sentir el cansancio apoderándose de su cuerpo.

Ambos eran muy buenos duelistas, en especial James, ya que nunca había tenido dificultad para los enfrentamientos. Pero ellos no tenían tanta experiencia en cuanto a duelos serios se trataba, siempre habían practicado en Hogwarts, pero ese último año debieron irse acostumbrando y adaptando a luchar con gente verdaderamente peligrosa.

Aún así, los dos se mantenían firmes. Y ambos rogaban que siempre fuera así.

Luego de unos minutos en los que más ayudantes llegaban para defender la zona, los mortífagos desistieron y se marcharon, sin poder lograr su cometido.

Alex suspiró y miró a James, que se encontraba igual que ella. Con el rostro sudado, resto de tierra en la frente y algún que otro rasguño.

James le sonrió con arrogancia a Alex, pero elevó una ceja confundido al ver que ella palidecía.

–¿Estás bien?

–Sí, solo... Un minuto.

Alex caminó hasta una pared cercana y apoyó su cuerpo sobre el mismo, respirando hondo y contando internamente para alejar esa sensación de náuseas.

James caminó hasta ella, algo preocupado. Remus y Sirius, al ver de lejos la situación, se acercaron a paso rápido.

–¡¿Están bien?!

–Sí, sí. –respondió James, ella asintió con su cabeza. –Solo... bueno, no sé que sucedió.

–Solo náuseas, nada extraño.

–No, nada extraño. –susurró Remus con sarcasmo. Ella lo miró con los ojos entrecerrados haciéndolo reír.

–¿Segura? Te ves pálida.

Iba a responderle a Sirius cuando la sensación aumentó, por lo que rápidamente caminó hacia un cesto de basura que se encontraba en la calle.

–Bien. –ironizó Sirius al ver que ella había comenzado a vomitar. Ella solo levantó su mano y le mostró el dedo de enmedio.

James se acercó y tomó mejor su cabello mientras posaba la otra mano en su espalda y la acariciaba.

–¿Estás segura de que estás bien?

–Sí, solo... náuseas, la intoxicación probablemente. –contestó mientras tomaba un pañuelo que Remus le tendía para limpiarse. –Gracias. –susurró.

James apretó sus labios y miró a Sirius, pero él solo elevó sus hombros.

–¿Segura? –interrogó Sirius.

–Segura.

–¿No quieres ir a San Mungo? Solo para descartar otra cosa.

Al oír las palabras de James miró a Remus, en busca de algo de ayuda. El castaño le sonrió comprensivamente.

–Puede que sea la intoxicación, suelen durar bastante. –elevó sus hombros. –Deberías hacer dieta unos días, para que no empeore.

Ella asintió agradecida.

James pasó el brazo por su cintura y se acercó para dejar un beso en su sien. Había sido una noche bastante atareada y no veía la hora de llegar a casa a descansar.

James le tendió una taza de té a Alexandra para luego sentarse en el sillón. Los planes para esa noche eran juntarse a cenar con sus amigos, pero los asuntos de la Órden los habían agotado y todos prefirieron irse a sus hogares a descansar.

–¿Puedes creer que en tan solo una semana se termina el año? Porque yo no.

–El tiempo pasa muy rápido. –concordó ella.

–Y pensar que hace nada estábamos en Hogwarts haciendo bromas.

Ella sonrió nostálgica y bebió un sorbo de té.

–Sé que sueno pesado, pero... ¿en verdad no quieres ir a San Mungo? Son solo unas horas.

Alex respiró hondo y lo miró.

James llevaba el cabello húmedo de la reciente ducha, él acomodó sus anteojos y la miró expectante. Se lo notaba cansado, aún así sonreía y se mantenía despierto hasta que ella termine su té, el cuál él la estaba obligando a beber.

–Puede que nos den una poción para ayudarte. –insistió.

Alexandra sabía que debía ir a San Mungo para una revisión, aunque claramente no por una intoxicación, sino por algo un poquito más complicado.

–De seguro estoy bien, no creo que sea bueno salir luego de esta noche.

–Podemos ir mañana.

–Estoy bien, solo debo descansar y hacer algo de dieta, oíste a Remus.

James suspiró y asintió resignado.

–No insistiré, pero si continúas así debemos ir.

Alexandra asintió y apoyó su cabeza sobre su pecho, luego de unos segundos pasó sus piernas sobre las de James para estirarlas.

–Sí, ponte cómoda, no hay problema. –ironizó. Alex rió y golpeó su pecho suavemente. –El día en que dejes de golpearme o aventarme cosas me preocuparé.

–Ese día nunca llegará.

–Eso espero. –murmuró con voz ronca, a punto de quedarse dormido.

Estaban a principios de enero, habían pasado dos semanas desde los acontecimientos recientes. Y las cosas estaban un poco más tranquilas.

El clima continuaba frío, y los restos de nieves seguían tapando la mayoría del Valle de Godric.

James se encontraba sentado en la cocina esperando que Alexandra terminara de preparar el desayuno, ya que él había roto una taza y ella le había prohibido que haga algo por el resto de la mañana.

–Lo de la taza se solucionó, hacemos magia por si no recuerdas. Puedo ayudarte.

–No.

–Si rompo algo basta con un simple hechizo para solucionarlo.

Alex lo miró por última vez para luego continuar con los panqueques.

–Bien. –se resignó y dejó la guitarra a un costado. –Todavía no, pero juré que iba a tocarte una canción de Elton John y algún día lo haré.

Alex soltó una risa y sirvió dos cafés.

–Bueno, tómate tu tiempo. –elevó sus hombros. –Tal vez para nuestros cuarenta lo puedas hacer.

–¡Lex! –se quejó.

Un picoteo en la ventana desvió la atención del par, James se levantó al ver que la lechuza esperaba impaciente que alguien abra la ventana y la deje entrar.

Apenas levantó el vidrio, ingresó sacudiendo sus alas y dejando rastros de nieve por todo el piso. James con un simple movimiento de varita se deshizo de aquello.

–¿Qué es?

–El Profeta. –hizo una mueca de asco. –Recuérdame por qué seguimos inscriptos a esto.

–¿Porque es lo único que informa? –respondió en forma de duda.

–Informan mal. –bufó sentándose nuevamente.




“SE INFORMAN DESAPARICIONES EN EL SUR DE LONDRES Y DOS FAMILIAS ASESINADAS. (11 de enero de 1980)

El pasado lunes se han denunciado desapariciones en distintos pueblos del sur de Londres. Aún no se sabe si esto se debe a la situación actual o por cuestiones ajenas a ello.

El Ministerio informa que tiene todo bajo control, y que se han puesto en campaña para darle una respuesta a los familiares de desaparecidos.

Por otro lado, las familias Terrence y Rossa fueron encontradas sin vida en la madrugada. Se desconoce quiénes cometieron tal atrocidad, pero se está llevando a cabo una investigación para descubrir a los culpables.

Han sido encontrados restos de magia oscura, por lo que se sospecha que seguidores de Quien No Debe Ser Nombrado, están involucrados.

Algunas víctimas tienen cortes verticales en la zona del abdomen, y, según los aurores, proviene de un hechizo o maldición desconocida. Recordemos que hace unos años, cuando los ataques habían comenzado, se habían encontrado victimas con heridas similares y...”





–Eso es mierda. –lo interrumpió.

James dejó de leer y reprimió una risa ante su aspecto enojado, pero quitó cualquier rastro de diversión al ver su rostro serio.

–Bueno, sí, es mierda. “Aún no se sabe si esto es por la situación actual o por cuestiones ajenas a ello” ¿Enserio? –se mofó. –Quiero decir... ¿cuánta gente tiene que desaparecer o morir para que acepten que no están haciendo las cosas bien?

–Nunca lo aceptarán. –elevó sus hombros. –Eso es lo peor.

–Espero que, mínimo, al finalizar esto lo hagan.

Alexandra suspiró y asintió. Se sentó frente a él y tomó la taza entre sus manos.

–Estuve hablando con Moody, sobre la academia de aurores. –comenzó él. –Pero no cree que sea buen momento comenzar ahora.

–Creí que ya habíamos concordado en que lo haríamos después.

–Sí, lo sé. Pero... –titubeó. –Tal vez sea bueno comenzar ahora. Quiero decir... podemos...

–¿Y Sirius y Remus?

–Canuto está de acuerdo, Lunático no lo sé. Sabes que dentro de poco se irá a esa misión que Dumbledore le propuso.

–Cierto.

–¿Y tú? ¿Qué crees?

–No lo sé, James. No creo que sea buena idea. –él asintió. –Pero tú puedes hacerlo si quieres.

No le gustaba nada la idea de que él y Sirius comenzaran en la academia en ese momento, pero no podía frenarlo.

James negó con su cabeza.

–Dijimos que lo haríamos todos juntos.

–No me molesta, si es lo que te preocupa. –aclaró.

–No, no. Lo sé. Pero... todos estudiamos juntos en Hogwarts, lo ideal sería ir a la academia juntos, como en los viejos tiempos.

Alex sonrió y asintió. Sin embargo, la sonrisa no duró mucho ya que nuevamente las náuseas la invadieron.

Nadie le había dicho que los primeros meses eran tan horribles. Los cuales, casi eran tres.

Se sentía culpable por haberse enterado de aquello semanas atrás y no haberlo hablado con James. Y, según las cuentas que había hecho con Lily, Marlene y Dorcas, el embarazo debía tener unos dos meses y medios aproximadamente.

–Ya regreso.

Alex se levantó y caminó hasta el baño, de forma tranquila y relajada, aunque por dentro podía sentir cómo todo lo desayunado se revolvía.

Se encerró en el baño y posó sus manos en el lavamanos, intentando no vomitar, odiaba hacerlo.

Pero minutos después, se encontraba en la misma posición que muchas veces antes, arrodillada frente el váter.

Luego de una intensa cepillada de dientes, un poco de aire producido por sus manos, y el rostro lavado, salió del baño.

James se encontraba apoyado en la pared a un lado de la puerta, con los brazos cruzados y el rostro algo serio.

–Hola. –saludó ella.

–Lex... –amenazó.

–¿Si?

James suspiró y se impulsó para caminar hasta ella, tomó su rostro con delicadeza y la miró detalladamente.

–¿Otra vez?

–Juro que no es nada malo.

Bueno, por lo menos ya superó el hecho de que tener un hijo no era del todo malo, pensó en su interior.

Alex: 1. Embarazo: 0

–¿Te sientes mal?

–No, tal vez es algo que comí.

–Alex...

–En verdad, estoy perfecta.

Y sí, ella se veía bien. Pero James no podía evitar notar algo diferente en ella, no sabía lo que era.

Por un lado, se veía más radiante, no sabía explicar qué era lo que sucedía o qué le notaba, pero podía darse cuenta con facilidad de que había algo diferente.

Y por otro, el hecho de que se vea enferma, de vez en cuando palidecía, sufría mareos y náuseas.

Eran dos cosas que claramente no encajaban la una con la otra, y eso lo desconcertaba aún más.

Alex, por otro lado, se sentía cada vez más culpable. Estaba siendo egoísta al no contarle lo que sucedía, James merecía saber sobre la situación en la que se encontraban.

Había algo que la frenaba, que le impedía contarle lo que estaba pasando.

James se acercó, tomándola de la cintura con una mano y de la nuca con la otra, dejó un beso en la punta de su nariz para luego mirar sus ojos verdes.

–¿Entonces estás bien? ¿Prometes que no te desmayaras en medio del beso o me vomitaras el rostro?

–Diaj, James, que asco.

–Es una posibilidad.

Alex hizo una mueca de asco y se estremeció de solo pensarlo.

–Si vomito tu rostro no será por lo que comí, sino porque me besarás.

–¡Oye! Golpe bajo.

Alex soltó una carcajada y pasó sus brazos por el cuello de él, atrayendolo un poco más hacia ella.

–Bromeo.

–Ya lo sé, sé que amas besarme.

Rodó sus ojos e iba a replicar pero los labios de él la interrumpieron, James comenzó a acariciar su espalda con cariño, mientras intensificaban el beso para que sus lenguas se unan.

James mordió suavemente su labio inferior para separarse.

–Lex... Confío en ti, y si me dices que no te sucede nada, está bien. Pero cuéntame cuando suceda, puedo ayudarte.

Esa oración fue suficiente para destruir por dentro a Alexandra.

Alexandra aprovechó el momento en que James se había dormido para llamar a Remus.

Con cuidado de que él no se despierte, se levantó y colocó uno de los suéters del chico para bajar con cuidado. Por la habitación resonaban los ronquidos del azabache, señal de que claramente se encontraba en el quinto sueño.

Bajó las escaleras y tomó con rapidez el teléfono.

Luego de cuatro tonos, contestaron.

–¿Hola?

–¿Sirius?

–¿Pelirroja? Son las tres de la mañana. –bostezó. –Espero que llames por algo importante, como que estés por morir o algo así, porque estaba teniendo uno de los mejores sueños del mundo, yo era famoso y colocaban una estrella con mi nombre en el paseo de la fama.

Alex rió bajo y negó con su cabeza divertida.

–Lo lamento pero no, no estoy a punto de morir. ¿Está Remus?

–Bueno, vivo con él así que sí. Pero me siento ofendido porque quieres hablar con él y no conmigo.

–Hay un poco de frase en tu drama.

–Eso no tiene sentido.

Alex rodó los ojos.

–Bien, ya que quieres hablar con mi prometido y no conmigo... me voy.

–Descansa.

–¿Ni siquiera me rogaras para que me quede? Auch, justo en mi orgullo.

Sirius se marchó luego de bostezar y desearle las buenas noches. Y Alex se quedó del otro lado de la línea esperando que Remus haga presencia.

Se entretuvo jugando con el cable del teléfono y rogando internamente que James no se despierte y note su ausencia.

–¿Eyad?

Podría decirse que se sentía un poco culpable por despertarlos en medio de la noche, pero debía hablar con Remus.

Ambos tenían la voz cansada y ronca, y de vez en cuando bostezaban.

–Rem, hola.

–¿Todo bien?

–Sí, sí. Solo... ¿Cómo has estado?

La risa de Remus resonó.

–Dudo que hayas llamado para ver cómo estaba.

–¿Sirius sigue allí?

–No, volvió a la cama.

–Lamento llamar a esta hora, pero necesitaba hablar contigo.

–Dime.

–Yo... debo decirle a James.

–Sí, es lo que te vengo diciendo desde hace tiempo. –bromeó. –¿Te dijo algo?

–Claramente nota que algo no está bien, y me siento culpable por no decirle.

–¿Has pensado en qué decir?

–No.

–¿Y cuándo hacerlo?

–Tampoco.

–¿Y en qué momento?

–Nop.

Remus suspiró y sonrió un poco, negando con su cabeza ante la actitud de su amiga.

–Bien, tengo una idea, no sé si te guste pero... puede que a él sí.

–¿A qué te refieres?

–Mañana pasaré por tu casa y llevaré algo, tú confía en mí, le gustará.

–Tú... ¿Estás seguro?

–Totalmente, lo conozco como si lo hubiera criado.

–Se podría decir que en parte lo criaste.

Remus reprimió una carcajada y mordió su labio para no emitir ruido.

–Gracias, Lunático.

–Wow, al fin me llamas así.

–Rem me gusta.

–Ambos me gustan, ya, parece que coquetearamos. –bromeó.

–Pagaría por ver las reacciones de Sirius y James.

–Concuerdo con ello, ¿estás más tranquila?

–Sí, gracias. Lamento llamar a esta hora.

–No te preocupes, cariño. Descansa.

–Descansa.

Alex cortó la llamada y suspiró, sintiendo un poco más de alivio. A paso lento y silencioso, regresó a la habitación, James continuaba roncando y en la misma posición que minutos antes.

Sin mover mucho las sábanas, volvió a acostarse, pero el azabache se removió incómodo en su lugar. Abrió los ojos adormilado y miró a la chica a su lado.

–Te amo. –murmuró somnoliento antes de volver a caer dormido nuevamente.

Alexandra no pudo evitar soltar una carcajada.












Maratón fin de año🎄  1/?

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