¡Hola queridos lectores! ¿Cómo andan?
Yo aquí como loca intentando hacer un montón de cosas antes de que terminen las fiestas. No sé porque siempre se me juntan mucho para diciembre. Pero al menos estoy feliz de sentirme al borde del abismo de las responsabilidades otra vez, el año pasado estaba muy triste de estar encerrada por la pandemia sin tener que hacer.
¿Estoy medio demente no?
Bueno, aquí tengo otra responsabilidad con ustedes, hoy vengo con una linda sorpresa.
¡Una maratón de tres capítulos! ( ✧Д✧)
¿No soy lo máximo? (▼▽▼)人(▼▽▼)
No se alegren tanto, esta publicación es la última en el año, pensaba hacerla el 23 de diciembre pero viendo las cosas que me quedan por hacer, puede que no tenga otro tiempo de entrar a wattpad, así que mejor lo hago ahora.
Me voy a tomar un par de semanas para reflexionar algunas cosas con respecto a la historia y para poder escribir otras, el poco tiempo que tengo para escribir, lo he estado tomando para escribir seguido aquí y he dejado abandonadas mis otros proyectos de escritura.
Así que puede que para la segunda o tercera semana de enero estaré retomando por aquí.
¡Feliz navidad y año nuevo! ✿♬ﾟ+.(｡◡‿◡)♪.+ﾟ♬✿。
Espero que lo pasen muy bien y les deseo que empiecen este año con mucha energía. Estaré pidiendo por cada uno de ustedes en mis deseos.
(Recuerden que si me pueden ayudar por buenanovela les agradeceré muchísimo 人'∀｀)
Gracias por seguir aquí y gracias por leerme ♡＼(￣▽￣)／♡
Muchos besos (ﾉ' з ')ノ (≧◡≦) ♡
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(1/3)
Jose salió por su ventana con el menor ruido posible, aprovechando que Jeremy cocinaba para la cena y Matthew estaba encerrado en su despacho atendiendo cosas de su manada.
Decidió esa misma noche decirle la verdad a Alan. No era tonto, sabía perfectamente que iba a hacer un desastre. Hasta dejó cartas y su testamento sobre su mesa de noche. Básicamente le había dejado todo su dinero y pertenencias a Gabriela y Leia.
Pero antes de ir donde Alan, primero visitaría a Gabriela. Le había mandado un mensaje a Lauren preguntando si podría entrar sin ser visto y visitar a Gabriela. Esta le respondió que arreglaría todo para que las enfermeras le presten un uniforme y que lo metan disimuladamente.
Se transformó en su lobo cuando ya estaba lo suficientemente lejos de la mansión para que no le escucharan y corrió hacia el hospital. Cuando llegó a este, fue por una puerta trasera como le había indicado Lauren. Dos enfermeras sonrieron al verlo y le entregaron el uniforme. Lo guiaron por los pasadizos donde solo tenían absceso el personal del hospital para desplazarse hasta llegar al cuarto privado donde estaban los gemelos.
Una de las enfermeras le indicó que dentro de una hora entrarían a atenderlos y que tenía poco tiempo. Jose le agradeció y pasó a la habitación.
Como siempre se quedó sin aliento al ver a Gabriela. Ella estaba acostada sobre una ancha cama que no parecía de hospital. Se acercó a ella con lentitud y se sentó al pie de la cama. Gabriela estaba sin maquillaje y con un camisón blanco. Jose noto que el rostro de su mate parecía mucho más infantil sin tanto maquillaje. Eso le hizo sentir más culpable.
¿Cómo se atrevía a amar a esta hermosa joven?
No le importara lo que dijeran de ella. Jose solo veía a la jovencita más fuerte y valerosa que había conocido. La amaba demasiado, tanto que estaba muy dispuesto a dar su vida por ella.
Toco su rostro con delicadeza y le beso la frente.
—Te habías demorado mucho.
Jose se sobresaltó, miró hacia donde había salido la voz. Bael estaba recostado en su propia cama mirándolo.
—Hola —Jose se irguió mirando al otro gemelo—. ¿Cómo te encuentras?
—Maso menos bien —Bael intentó levantarse haciendo un gesto de dolor—. El desgraciado de Estefan casi nos mata, le voy a patear el trasero cuando me recupere.
Bael observó con detenimiento a Jose.
—Oye, Gabriela está bien, solo que aún no recupera su conciencia. Espera que se levante y veras que está tan loca como siempre. Quita esa cara de preocupación.
Jose sujeto la mano de Gabriela, acariciándola con sus dedos intentando decirle que estaba ahí con ella.
—Enfrentaré a tu padre hoy.
Bael se quedó turbado un momento.
—¿Hoy mismo? —Bael frunció el ceño—. ¿Ahora?
—Si, vine a ver a Gabriela por...por si algo sale mal.
—Viniste a ver a Gabriela por última vez querrás decir, antes que mi padre te mate.
Jose sonrió con tristeza.
—Si las cosas salen mal, ¿Le puedes decir que la amo y que lo siento?
Bael chasqueo con la boca.
—¿Eres suicida? —dijo enojado—. Creo que habíamos acordado ir los tres contigo cuando nos transformemos, ¿Es que acaso quieres morir pronto?
—Debí ir donde tu padre apenas llegué a la isla o tal vez hace unos años...no lo sé, pero sé que ahora debo ir con él, debo luchar por Gabriela.
—¿Iras solo?
—Si.
Bael lo vio como si hubiera perdido la cordura.
—Voy a llamar a mi tío Jaime.
Bael intentó buscar su celular, pero Jose llegó a el más rápido.
—Bael —lo miró con determinación en su mirada—. Esto es algo que debo hacer solo, es una cuestión de mi honor como hombre ¿Entiendes?
—Mira, creo que tu vida vale más que tu honor —Bael asintió derrotado—. Pero te entiendo.
Jose le tendió la mano y Bael se la estrechó.
—La diosa luna le escogió un buen mate para mi hermana —dijo Bael cuando separaron sus manos—. No creo que nadie más que tú hubiera podido con ella y no creo que nadie la hubiera amado más. Realmente espero que mi papá no te mate. Y discúlpame por casi matarme cuando me enteré que eras su mate.
***
Taylor caminaba como sonámbula por aquellas calles que alguna vez fueron hermosas. Todo estaba hecho un desastre. Muchas casas aún estaban en llamas y otras estaban totalmente destruidas. La manada del señor Víctor estaba auxiliando a las personas que aún seguían vivas y heridas.
Cada vez iba acercándose más al edificio donde había empezado todo. Donde posiblemente estaba aún el cuerpo de su padre. Sabía que Theo estaba detrás de ella junto a Noel procurando que esté bien.
Los cuerpos calcinados en el suelo le indicaban que había sido una total masacre. Las náuseas que sentía estaban a tope, pero intento retenerlas. Cuando llegó aquel edificio camino temblando en su interior.
Escucho los chillidos de Noel y Theo cuando vieron los cuerpos de sus compañeros. Al primero en encontrarse fue a Sam. Su cuerpo ya estaba en descomposición y lleno de moscas.
Tuvo que aguantar una arcada. Pero Noel ya estaba vomitando detrás de ella.
Siguió caminando, ignorando todos los cadáveres. Debía encontrar el cuerpo de su padre. Salió por la parte trasera y se acercó donde se supone que debía estar aquella tarima donde escondió el cuerpo de su papá, pero solo había madera destrozada por todos lados. Empezó apartar la madera quemada y rota, después de unos minutos, dos pares de manos empezaron ayudarle.
Hasta que vio algo de su cabello. En ese momento no pudo detener todo el dolor que había acumulado. Aquel dolor que había cerrado en su corazón por varios días salió a flote.
Su padre había muerto.
Era como si recién se diera cuenta de eso, revivió todo ese fatídico día en su cabeza. Todos esos sentimientos de culpa vinieron a ella como una ola enorme rompiendo su interior, haciéndole caer de rodillas.
Su padre estaba muerto, había matado a sus amigos, su villa estaba destruida.
Theo la abrazó inmediatamente, intentando reconfortarla. Taylor sollozaba casi gritando y se sacudía porque no podía soportar todo el dolor que estaba en su pecho.
Noel siguió sacando la madera que aplastaba el cuerpo del padre de Taylor derramando algunas lágrimas. Cuando hubo terminado, se armó de valor y lo cargo para apartarlo de todos los residuos.
El cuerpo también estaba en descomposición y tenía varias partes chamuscadas. Cuando Noel lo puso en el suelo, Taylor apartó a Theo y se arrodilló al lado del cuerpo de su padre.
—Papá...papá —Taylor posó sus manos en el pecho del cuerpo de su padre—. Perdóname...
Theo nunca se había sentido más inútil que aquella vez. Deseaba poder ayudarla, deseaba poder quitarle aquel dolor para que no sufra, pero solo podía ver como lloraba por su padre.
Volteo cuando alguien le tocó la espalda, era Candace que había llegado con sus demás amigos. Pudo vislumbrar a Steve en la puerta trasera de donde habían salido ellos hacía unos minutos. Estaba llorando de igual manera que Taylor, siendo consolado por Zatch.
—Debemos darle santa sepultura al jefe Khalid —susurró Candace—. Sino su alma no podrá descansar en paz.
—Taylor necesita despedirse —dijo Theo con la voz rota.
***
—¿Quién carajos me llama a estas horas de la noche? —gruño Estefan.
Joon intentaba recuperar la respiración mientras sentía cómo su cuerpo flotaba después de llegar a su punto máximo de placer.
Estefan se levantó totalmente desnudo de la cama buscando su celular, no podía concentrarse con aquel desesperante sonido.
Cuando lo encontró, notó que tenía una llamada de un número extranjero.
Contestó de mala gana.
—¡¿Qué?!
—Toda tu vida es mentira... —empezó a hablar una voz que parecía robótica.
—¡El único que tendrá algo de mentira será usted cuando le arranque el brazo y tengan que ponerle uno de plástico! —grito Estefan furioso.
Escuché que aquella voz intentaba decirle algo, pero Estefan estaba demasiado enojado para dejar de insultar.
—¡Las lágrimas de ángel!
—¡Tengo una puta fuente viva de lágrimas de ángel, así que métase las suyas por el...! —siguió Estefan.
—¡Es la razón de su muerte!
—¡Váyase al carajo!
Estefan colgó el teléfono y lo lanzó contra la pared destrozándolo.
—Deberías comprar una docena de celulares —dijo Joon con un bostezo tapándose con una manta—. ¿Quién era?
—Alguien que supongo quería hacerme una broma —Estefan se lanzó a la cama destapando a Joon—. ¡No te atrevas a dormirte que yo no he terminado!
Joon soltó una carcajada mientras Estefan lo atraía para besarlo. Los dos volvieron a enfrascarse en caricias apasionadas cuando nuevamente sonó un celular.
—¡Voy a matar a quien te llame a ti! —Estefan se separó de Joon y busco el celular de este.
—No lo vayas a romper —le advirtió Joon—. Solo apágalo.
Estefan pareció perder su enojo cuando vio quien era.
—¿Bael? ¿Ya estás vivo?
Joon también se levantó con rapidez.
—¡¿Que Jose qué?!
***
Jose camino por el bosque, oliendo y observando cada lugar de este. Llegó al punto del bosque donde solía encontrarse con Gabriela. Un lugar muy importante para él, porque ahí le había pedido que se casase con él en una madrugada de año nuevo.
Se habían besado hasta que sus labios dolieron y habían soñado con una vida juntos. Le envió un mensaje a Alan diciéndole que necesitaba hablar con él.
No le había contestado, pero sabía que llegaría.
—Estuve esperando afuera de tu habitación —Alan aterrizó ante él—. Jeremy ya se dio cuenta que no estás, así que no tengo mucho tiempo...
Jose por un momento quiso preguntar para que no tenía tiempo, pero al ver a Alan con ese rostro desquiciado se dio cuenta que Alan ya sabía toda la verdad.
—Quiero explicar...
—¿Explicar? —Alan sonrió de manera siniestra—. Bien explícate, quiero escuchar tus estúpidas excusas.
Alan empezó a caminar alrededor de Jose, como un depredador cuando atrapa a su presa.
—Me di cuenta que era su mate desde que nació...
—¿Es por eso que te fuiste como un cobarde? —Alan soltó una carcajada—. Y ni siquiera te dignaste a volver en años...
—Quería que ella tenga una vida normal, después de ver lo que había pasado con Eva, no quería que Gaby...
—¡No te atrevas a decir su nombre! —exclamó Alan—. Ya la has insultado suficiente.
—Quería que tenga una adolescencia normal, quería que sea feliz —Jose aspiró aire y sacó valor de su interior—. Yo no elegí esto Alan, tu más que nadie sabe que uno no puede elegir quien es su mate, cuando me di cuenta de lo que pasaba, no mentiré, estaba asustado y aterrado. Maldije a la diosa luna por lo que me había puesto en el camino y tienes razón, me fui porque era un cobarde, porque tenía miedo de ti...
Jose lo miró a los ojos, Alan ya no estaba riéndose.
—¿Por qué volviste si no querías a mi hija de mate?
—Porque ella estaba a punto de ser mayor de edad y creí que ya era tiempo de enfrentar esto, de enfrentarte —se explicó Jose—. Vine sin expectativas, por algunos años sentí el dolor de la traición porque Ga... ella tenía novio, pensé en esperar a que ella cumpliera 18 años y decirles a los dos que yo era su mate, pero...
—No me dijiste un carajo —Alan volvió a tener ese gesto siniestro—. Y te aprovechaste de ella...
Jose suspiro, si Alan supiera que era al revés.
—Nos enamoramos Alan, te juro por la diosa luna que no era mi intención hacerlo, pero sucedió y no pude evitarlo —Jose mantuvo la mirada—. La amo demasiado, debí tomar distancia, pero nuestros sentimientos ganaron, perdí la razón por ella. La amo mas que a mi mismo y si debo perder mi vida por ella, lo hare gustoso. Y estoy aquí afrontando mis errores, yo sé que debí esperar, sé que debí pedirte permiso, que debí hablar contigo...
—Pero no lo hiciste —Alan se acercaba a él poco a poco—. Has llegado hace casi un año aquí y has estado aprovechándote de mi hija desde entonces, has tenido mil oportunidades de decirme, tuviste oportunidades de sobra. Pero decidiste mantenerte callado y seguir manchando la honra de mi hija en la oscuridad de un ser vil como tú.
Jose agacho la mirada.
—Yo era tu amigo —Alan estaba enfrente de él—. ¿Crees que no lo hubiera entendido?, se muy bien que la perra de la diosa luna siempre nos jode, pero decidiste cagarte en nuestra amistad y esconderte como perrito faldero detrás de los demás, ¿Quién más lo sabe?
Jose no quiso culpar a nadie.
—Nadie más que yo...
—¡¿Quién más lo sabe?! —Alan empezaba a desquiciarse, golpeó a Jose en el estómago haciendo que este quedara sin aire—. Jeremy, esa sabandija es tu mejor amigo, seguramente el imbécil de su hermano también lo sabe, ¿Quién más lo sabe?
El celular de Alan empezó a vibrar, vio que era una llamada de Jaime.
Alan sintió una punzada de traición.
—¿Jai...Jaime lo sabe? —dijo sin poder creerlo, golpeó nuevamente a Jose—. ¡¿Jaime lo sabe?!
Dejó que la llamada se perdiera.
*Alan*, escucho la voz de Oliver en su mente, *Alan ¿Dónde estás?, no hagas una locura por favor, te lo ordeno*
Empezó a patear a Jose en el suelo descargando su ira, lo dejó un momento y empezó a luchar consigo mismo, su demonio y su lobo luchaban por el control.
—Tocaste a mi princesita —Alan gruñía furioso—. Y todos lo sabían, todos se burlaron de mí y dejaron que mancillaras el honor de mi hija.
—Lo...Lo siento —Jose escupió sangre intentando regenerarse lo más rápido posible.
Alan lo sujetó del cuello con un solo brazo y lo levantó como si no pesara nada. Jose luchaba por respirar.
Alan tenía los ojos rojos.
—Eres muy poca cosa para ella —dijo con amargura—. Tu nunca la volverás a ver, jamás tus asquerosas manos volverán a deshonrarla.
Alan hundió una daga de plata en su estómago, Jose gritó desgarradoramente cuando sintió otra apuñalada.
Fue perdiendo la conciencia, solo miro a la luna una vez más antes de hundirse en la oscuridad.