───── ❝ CHAPTER THREE ❞ ─────
📍EN ALGUNA PARTE DEL UNIVERSO
FECHA DESCONOCIDA
—Llegó la hora.
El sonido de la voz de Ajak sonó distante, pero fue suficiente para que sus ojos se abrieran lentamente, revelando un par de brillantes iris de color dorado. Una corriente de energía se expandió por su cuerpo al igual que el resto de los Eternos que le acompañaban en la nave.
Los Eternos se pusieron de pie al mismo tiempo, en completo silencio, siendo guiados por sus instintos. Caminaron directamente hacia la pared de la nave sin la necesidad de una orden directa, cada uno supo dónde posicionarse.
Halos dorados delicados comenzaron a surgir rodeando su cuerpo. Su elegante túnica roja fue desapareciendo, tomando en su lugar una armadura color rojo escarlata con delgados círculos dorados decorando el atuendo que se acoplaba a su cuerpo cómodamente.
Al finalizar, la pelirroja se alejó de la pared e inmediatamente caminó hacia la ventana del Domo con gran curiosidad. Con delicadeza sus dedos recorrieron el cristal mientras sus ojos admiraban las brillantes estrellas.
Sintió una presencia a su lado y giró la cabeza para mirarlo, se encontró cara a cara con un hombre unos centímetros más alto que ella, cabello café y unos hipnotizantes ojos grises adornaban su rostro asimétrico.
—Me gustan las estrellas — fue lo único que dijo para llenar el silencio entre ambos.
—Me llamo Ikaris.
Se miraron por unos cortos minutos, una sonrisa se formó en los labios de Ikaris. Ella le sonrió devuelta.
—Moné.
📍MESOPOTAMIA
500 A.C
Había un pequeño pueblo en Mesopotamia. Cerca de dicha aldea, se encontraba un hombre pescando cuando los desviantes aparecieron. El hombre fue inmediatamente devorado por el desviante que emergió del mar, y parecía que el niño correría el mismo destino que su padre, pero fue salvado por Moné en el momento justo. Ikaris apareció volando, enfrascado en un pelea con uno de los desviantes.
El niño veía asombrado a la eterna de piel azul frente a él, sin darse cuenta del desviante que se acercaba por detrás con la intención de devorarlos pero fue evitado por Makkari, quien lo tomó en sus brazos y lo llevó de regreso a la aldea.
Moné no perdió el tiempo e impactó su puño contra la mandíbula del desviante, empleando gran parte de su fuerza sobrenatural para alejarlo de ella.
El desviante se incorporó rápidamente e inmediatamente fue tras las personas de la aldea y Makkari comenzó a correr de un lado a otro sacando a todos del camino para salvarlos de la bestia; Kingo apareció en escena y atacó al desviante con dos esferas de energía cósmica disparadas directamente desde sus dedos, Makkari regresó para ayudarlo golpeando con una onda de choque a la criatura que la lanzó cerca del precipicio y finalmente, Kingo la acabó con una poderosa esfera de energía.
Mientras tanto, en otra parte de la aldea, Gilgamesh y Thena trabajaban juntos para acabar con otro desviante; él dio el primer golpe, permitiéndole a la rubia atacar por la espalda y terminarlo con su espada.
No pasó mucho tiempo para que el último desviante cayera al suelo tras haber sido derrotado por Ikaris.
Los aldeanos comenzaron a salir de sus pequeños hogares, confundidos y asustados por lo que acababan de experimentar, sus miradas de dirigieron hacia el cielo y frente a ellos apareció el Domo, de dónde descendieron Sprite, Phastos, Driug y Ajak.
Druig invadió las cabezas de los humanos obligándolos a soltar las lanzar que tenían en sus manos y hacerlos desistir de sus intenciones de atacarlos.
Los once Eternos se reunieron al borde del acantilado. Ikaris se dirigió a la Eterna Suprema, donde Ajak lo recibió con una sonrisa orgullosa. Los ojos castaños de la morena se posaron en la herida del castaño, activando su habilidad sanadora para curar la herida de Ikaris.
—Gracias, Ajak — él mencionó, viendo cómo su herida iba regenerándose a gran velocidad hasta desaparecer sin dejar cicatriz.
Ver curado a Ikaris hizo sonreír ligeramente a Moné.
Mientras caminaban y le daban la cara a los humanos, Moné cambió de forma; su cabello creció hasta la mitad de su espalda y los rizos dorados brillaron bajo la luz del sol, y las escamas azules desaparecieron de su piel. El primero en darse cuenta de su cambio fue Druig, quien estaba más cerca de ella.
—Te ves mejor en tu forma verdadera — le susurró, ella solo se encogió de hombros.
Con el permiso de Ajak, Sersi tomó del suelo un cuchillo primitivamente realizado por los humanos y la transmutó a una versión mejorada; la cuchilla se volvió de un color dorado brillante y el mango de un azul ligeramente opaco. Después se acercó lentamente hacia el único niño lo suficientemente valiente para acercarse a los desconocidos y le hizo entrega del cuchillo.
Sirviéndose whiskey en un vaso de cristal, se sentó en una de las sillas del comedor y ponía la botella en la mesa frente a ella.
— ¿Qué sucedió?
—Fuimos atacados en Londres por Desviantes — comenzó a hablar Sprite —. Ajak está... muerta. Ellos la mataron.
—Es-es imposible — murmuró con voz ahogada mientras pestañeaba repetidas veces —. Ella no...
Moné miró el vaso entre sus manos y bebió todo su contenido de un trago.
—Fuimos a ella en busca de orientación — esta vez fue Sersi quien habló con voz suave —. Ella siempre sabía qué hacer. Las encontramos ahí, en medio del campo, sola. Sin vida.
La pelinegra abrió los labios para seguir hablando, pero se escucharon unos pequeños pasos por el pasillo. Pronto, la cabeza de Nydia se asomó y cuando sus ojos se encontraron con los de la rubia se acercó rápidamente a ella.
— ¿Por qué estás triste?
Moné se llevó las palmas a sus ojos y las presionó contra sus ojos, evitando que sus ojos soltaran las lágrimas retenidas.
—Estoy bien, cariño — respondió una vez que la ola de sentimientos que la invadió se aplacó —. Solo algunos problemas familiares. ¿Por cuál parte de la película vas?
—Harry ya encontró el espejo. Tengo hambre — se quejó la niña sobándose la barriga.
—Lo siento, cariño. Se me olvidó darte comida.
El rostro de Moné se volvió avergonzado mientras se levantaba rápidamente de la silla y sacaba la comida del horno apagado.
— ¿Alguno tiene hambre? — les preguntó a los tres Eternos que seguían cada uno de sus pasos. Mientras Sersi e Ikaris se negaron, Sprite asintió efusivamente.
Rápidamente cortó dos pedazos de lasaña y los puso en dos platos, pasándole uno a Nydia y el otro a Sprite. La menor sonrió alegremente y, después de agarrar un vaso de jugo, se regresó a la habitación.
—Así que, — la rubia murmuró, suspirando —, supongo que quieren unir al equipo, ¿no?
Sprite soltó un sonido afirmativo, mientras tenía la boca llena de comida.
—De acuerdo — aceptó, pudo ver la efímera sorpresa en los rostros de los otros tres pero lo ignoró —. Sin embargo, tengo que esperar a que Gael regrese. No puedo dejar a Nydia sola.
Sersi asintió, de acuerdo, para luego pedirle permiso de usar su computadora para comprar los pasajes de vuelo. Siendo seguida minutos después por Sprite.
Moné volvió a suspirar mientras apoyaba los codos en el mesón y pasaba sus manos por su cabello.
— ¿Quién es ella?
Fue entonces cuando sus miradas se encontraron, igual que tantas veces había sucedido en el pasado. Pero algo era diferente en ese momento, aquella mirada que una vez le transmitió amor y calma, solo mostraba un vacío de tristeza y rencor.
—La niña — Ikaris aclaró cuando ella seguía viéndolo, en vez de contestarle —. Ella te llamó 'mamá'.
—No es mi hija, si eso es lo que estás pensando — respondió con un tanto de brusquedad. Sin embargo, sentía que le debía al menos alguna respuesta —. Cuando la mitad de la población desapareció, ella tenía solo cinco años y su padre fue uno de los que se fue. Le agarré aprecio, ayudé a criarla y ella algunas veces me llama 'mamá' — le explicó, encogiéndose de hombros —. La cuido cuando sus dos papás deciden tener alguna cita — hizo énfasis a la palabra 'papás', y unos pocos segundos segundos Ikaris entendió lo que intentaba decir.
Él asintió y salió de la cocina, dejando a una Moné con ganas de gritar hasta que le doliera la garganta.
—Moné, dolcezza — saludó un hombre de cabello rubio y amables ojos azules.
—Buenas noches, Gael.
Gael, el encantador esposo de Angelo y uno de sus vecinos, era dueño de una renombrada cafetería, en la que solía pasar largas horas sentada realizando bocetos en su libreta del resto de los clientes. Así fue como se conocieron, en realidad.
— Papà! — Nydia corrió y abrazó al hombre, quien rápidamente la atrapó y le dio un beso en la cabeza.
—Espero que te hayas portado bien.
—Ella es un angelito, Gael — Moné sonrió ampliamente mientras se despedía de la pequeña —. ¿Crees que tú o Angelo pueden vigilar mi apartamento por unos días? Me salió un viaje de último momento y es muy importante.
—Sicuro. Lo que sea por ti.
Ambos compartieron un abrazo antes de que Moné cerrara la puerta.
—De acuerdo — se dio la media vuelta y vio a Ikaris, Sersi y Sprite que la esperaban "pacientemente" de pie —. Hay que ir a matar a algunos Desviantes.
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