Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

TODOS LOS TEXTOS DEL PÉRIODICO EN ESTE CAPÍTULO SON VÉRIDICOS Y PERSONALMENTE CREO QUE LEERLOS ES INTERESANTE, PUES LITERALMENTE ES EL COMIENZO DEL FEMINISMO COMO SE CONOCIÓ EN LA PRIMERA Y SEGUNDA OLA.

...

Había tres hombres importantes en Rockwood Hall.

Mat Travers, Victor Cowden y John Warner; los tres dueños de tres grandes compañías férreas y por lo tanto objetivo de Jonathan para intentar comprar las compañías o al menos conseguir un buen negocio a futuro para trabajar juntos. Ellos estaban en un lado de la habitación, hablando con Jonathan, pero sus esposas, estaban en otro pequeño circulo algo alejado y era allí donde Olivia quería ir.

Era momento que hiciera su trabajo y actuara como una esposa devota, bonita e inteligente para ayudar a su marido. Y no quería engañarse a sí misma; sí era una esposa bonita e inteligente, pero la parte de tener que sonreír como hipócrita en un círculo de mujeres que ni siquiera conocía y eran de alta clase, la ponía nerviosa e incómoda.

Se agarró una copa con champagne y cruzó el salón para pasar junto a ellas, esperando que estuvieran hablando de algo que le permitiera unirse sin parecer muy grosera. El circulo estaba cerrado, así que no había forma pudiera formar parte de la conversación si no la invitaban.

—Es todo un escándalo.

—Yo solo me pregunto cómo no le da vergüenza. ¿Una mujer de presidenta? Es una locura.

Olivia se detuvo al escuchar el tema de discusión y dos cosas pasaron por su mente. 1) Era un tema en el que podía desenvolverse y 2) ¿Una mujer de presidenta?

—Disculpen...—. Sonrió un tanto apenada y ellas abrieron el circulo para incluirla—. ¿Cómo dice? ¿Una mujer de presidenta?

—¿No se enteró?

Olivia negó.

—Victoria WoodHull se tira para la presidencia. Yo no sé en qué piensa esa mujer.

—¿Y con las cosas que dice, ¿Qué podrías esperar, Zena?

Las señoras eran Hollie Travers, Zena Cowden, Simone Warner y acompañándolas otra que no conocía, pero se llamaba Izzy Simmons y la única que parecía estar defendiendo a Victoria WoodHull al tiempo que mostraba su apoyo hacia su candidatura.

—¿Y qué cosas ha dicho la señora WoodHull?

—Cree en el amor libre, debería leerlo usted misma en el periódico, parece obra del demonio —dijo Hollie y rodó los ojos.

—Yo creo que el trabajo de la señora WoodHull es más que admirable, las mujeres necesitábamos una voz y ella claramente nos está dando una y escucho que no es la única.

Olivia sonrió al ver que al menos Izzy Simmons apoyaba el movimiento femenino e indagó un poco más intentando averiguar en que periódico podía leer sobre ella. Descubrió que Victoria WoodHull tenía su propio periódico, el Woodhull & Claflin's Weekly y que publicaban semanalmente hablando de tópicos como violencia, educación sexual, el voto para las mujeres, igualdad de derechos entre ciudadanos y mucho más. Las propuestas de Victoria WoodHull ni siquiera parecían de esa época y eso la dejó pensando.

Muchos hombres defendían y apoyaban a Victorias en sus declaraciones y aunque era una de las tantas mujeres impulsando el movimiento feminista en la sociedad, era el apoyo de los hombres que marcaba la diferencia entre ser ignoradas y fuertemente oídas.

—¿Cómo puedes llamar admirable a sus ideas tan poco...apropiadas? ¿Qué acaso debemos ir acostándonos con todos los hombres en nuestro camino?

—Eso no es lo que la señora WoodHull propone, querida Travers —corrigió Izzy—. Su propuesta es que nosotras, mujeres y hombres también, somos libres de decidir sobre nuestro cuerpo y expresar nuestra sexualidad sin ser forzados o juzgados y no veo nada inapropiado en eso. Con todos los matrimonios arreglados que hay, es hora de que hombres y mujeres puedan decidir con quién casarse y con quién dormir. O si quieren casarse para empezar.

—Debo acordar con usted, señora Simmons —apoyó Olivia, aunque eso acababa de tirar por la borda su oportunidad de hacerse amiga de esas mujeres.

—¿Ven? Y hasta los hombres pueden entenderlo ¿por qué ustedes no?

—Porque no es así como me han educado —bufó Zena—. Sí me disculpan...

La vieron marcharse con el mentón en alto y detrás de ella Simone y Hollie la siguieron sin siquiera mirar atrás.

Izzy y Olivia se acercaron ahora que habían quedado solas y ambas intentaron contener sus risas, pero terminando fallando.

—No pretendía ofenderlas.

—Se lo han tomado muy personal, no ha sido su culpa.

Izzy sonrió y le ofreció una mano.

—Izzy Simmons, señora.

—Olivia Morgan.

—¿Morgan ¿la doctora Morgan? —. Se rio, empezando a sonrojarse y asintió—. Oh Dios mío, soy fan de su trabajo, señora...He leído todo sobre usted en los periódicos, ignorando las mentiras por supuesto y admiro demasiado todo lo que ha hecho, realmente soy su fan.

Ni siquiera supo cómo reaccionar a la emoción que Izzy le transmitió en ese momento, se quedó un tanto abochornada, riéndose torpemente y con sus mejillas sonrojadas y sujetó sus manos en las suyas mientras le agradecía.

—De verdad la admiro mucho, su servicio en la guerra es maravilloso.

—Muchas gracias, señora Simmons, aunque es importante recordar que no fui la única sirviendo en la guerra, cientos de mujeres sirvieron a mi lado y cientos también murieron al frente, sus logros han de ser igualmente recordados.

—Por supuesto, tiene toda la razón. ¿Se involucrará en el movimiento de las mujeres?

—Llevo tiempo ansiándolo, aunque me he estado dedicando un poco más a mis hijos últimamente —. Izzy comprendió perfectamente a lo que se refería, pues ella había tomado la misma decisión—. Pero en cuanto ellos crezcan y sean más independientes no tengo duda de que estaré marchando en las calles por nuestros derechos.

—Espero algún día nos escuchen ¿sabe? Votar nunca fue mucho de mi interés, pero leer a Victoria WoodHull todas las semanas me ha hecho abrir mis ojos a tantas cosas que antes normalizaba...Como el matrimonio. Yo fui muy afortunada porque mi esposo es un amor de persona conmigo, pero mi pobre hermana por ejemplo...Y muchas mujeres como ellas.

—Tiene razón, también he conocido muchas mujeres que lamentablemente no tuvieron la misma suerte que nosotras, pero lucharemos por ellas y por todas las mujeres del futuro.

—Que ellas disfruten de la libertad que nosotras soñamos —brindó Izzy y Olivia la acompañó—. Vino con su marido imagino.

—Así es, él esta... —. Miró alrededor y cuando no lo encontró agitó la mano—. Por ahí haciendo negocios.

Izzy se rio.

—Sí, mi bello Sawyer también está por ahí haciendo negocios. Eso es todo lo que él hace en estos eventos la verdad, siempre con su cabeza metida en conseguir más dinero para sus hijas.

Olivia sintió algo familiar en el nombre, pero no recordó que era y decidió no darle importancia por la noche. Seguramente cuando se lo mencionara a Jonathan él sabría de que se trataba y sino entonces no debía ser nada importante, solo cosas suyas.

—¿Y ustedes viven aquí?

—Oh, no, no —respondió Izzy y comenzaron a caminar por el salón—. Vivimos en Minnesota como ustedes, mi esposo tiene unas tierras al norte del estado.

—Somos vecinos entonces.

Estuvieron charlando un rato, sobre sus maridos, hijos, el hogar, políticas y el movimiento de las mujeres. Hablaron sobre lo que esperaban para los próximos años, evaluando como las cosas podrían cambiar con la voz de las mujeres alzándose e hicieron planes para reunirse algún día para un almuerzo familiar.

En cierto momento el marido de Izzy apareció, interrumpiéndolas con una disculpa.

Era un hombre alto y delgado, con un mostacho canoso y más canas en su pelo un poco largo. Tenía ojos verdes y una nariz aguileña bastante pronunciada, pero no era feo, por el contrario, tenía su atractivo.

—Disculpe las interrumpa, pero debemos irnos, amor.

—¿Qué? ¿Tan pronto? Pero ni siquiera he comido pastel.

—Te agarré una porción camino a la puerta, pero realmente debemos irnos.

—Vale, que pena, me ha gustado mucho conocerla, señora Morgan —. Sawyer la miró como si fuera a quebrarse el cuello, pero Olivia estaba muy ocupada despidiéndose de Izzy como para notarlo—. Realmente espero podamos hablar por cartas en los próximos días o incluso reunirnos para tomar el té ¿Se quedarás mucho tiempo en la ciudad?

—Probablemente una semana más.

—¡Pero que maravilla! Nosotros también, quizás hasta podamos arreglar para volver en el mismo tren.

—Sería increíble, podemos organizarnos juntas si le parece.

Izzy asintió muy emocionada y Olivia no pudo borrar su sonrisa.

Era una mujer muy amigable, simpática e inteligente, con quien podía habar de cualquier tema sin que se ofendiera, incluso aunque no compartieran las mismas ideas.

—Podríamos reunirnos algún día de estos, dejar que nuestros niños jueguen mientras charlamos. Me encantaría enseñarle el periódico de Victoria, estoy segura lo amara.

—¿Está libre el martes?

Izzy asintió y justo cuando Sawyer volvía a insistir para marcharse, Jonathan apareció y puso una mano en la espalda de Olivia, tenso como un elástico en su máxima extensión.

—Señor Morgan, que gusto conocerlo, justo hablaba con su esposa para reunirnos el próximo martes.

Jonathan miró hacia la esposa de Sawyer y Sawyer miró a Olivia.

—¿Cómo dice?

—Una reunión todos juntos ¿le parece?

—Izzy me ha estado hablando de muchas cosas interesantes, cariño —comentó Olivia atrayendo su atención—. Podemos reunirnos una tarde con ella, el próximo martes pensábamos.

—Iremos a la playa el próximo martes —inventó, aunque ahora tendría que cumplir.

Ambas suspiraron.

—Bueno, el miércoles entonces —propuso Olivia.

Pero Sawyer chasqueó la lengua.

—Nosotros visitaremos la ópera el miércoles, que pena.

—Que sea el jueves —propuso Izzy esta vez.

Ambos fueron a inventar una nueva excusa, pero Izzy y Olivia los interrumpieron cerrando el acuerdo.

—No se diga más —dijo Olivia.

—Nos vemos el jueves. Un gusto conocerlos.

Los vieron alejarse y Jonathan se obligó a sonreír y agitar la mano, mientras maldecía para sus adentros.

—Qué mujer tan simpática. ¿Conoces al hombre?

—No—mintió o sabía arruinaría la nueva amistad de Olivia.

—¿Seguro? Su nombre se me hace familiar, ¿lo hemos escuchado antes?

—No que recuerde.

Pero era mentira, recordaba perfectamente el nombre de Sawyer Simmons. Era el bastardo que había atacado su propiedad antes de su negocio con Sheridan y le había echado la culpa. Ese mismo imbécil sin moral, pero que como todo hombre tenía sus debilidades y esa debilidad era su familia. Tal como Jonathan.

—¿Tuviste éxito con las mujeres?

Olivia se mordió el labio y suspiró.

—Lo tendré...en cuanto finja que repudio el feminismo y la libertad —aseguró, aunque era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

Quería al menos intentarlo, se lo debía a Jonathan después de lo duro que él estaba trabajando para asegurar la economía familiar. Primer pedido que le hacía para que lo ayudara a asegurar la herencia que luego les tocaría a sus hijos y ella fracasaba por orgullo. Definitivamente ahora se arrepentía de no haber mentido.

Jonathan suspiró, pero no dijo nada y vio hacia la puerta donde vio que Adrian entraba charlando con Rian y riéndose de algo que el muchacho le decía. Voló sus ojos por el salón, vio a Eli y Odelia ignorándose por completo en una de las mesas, claramente aburridos, a Oliver charlando con Edith y haciéndola reír, a Jian y Derby hablando con unos hombres de negocios y a Gwendoline y Eleonora sonrojándose por los cumplidos que recibían de unos caballeros ingleses que Jonathan odiaba con solo reconocer sus rostros.

Pero, aunque buscó por todo el salón, no encontró a Laurissa y para el momento que vio a Amelia, su paz desapareció.

Ella entró corriendo en la habitación, intentando mantener un semblante estable, pero el terror estaba pintado en sus facciones. Estaba con los ojos rojos como si quisiera llorar, pero se contuviera y tenía el pelo un poco alborotado y el vestido arrugado.

—¿Amelia? —. Olivia dejó la copa en una de las mesas y se acercó a su hija con gran preocupación. Le sujetó el rostro y la estudió cuerpo completo en busca de heridas—. ¿Qué sucedió, cariño? ¿Estás herida?

Amelia estaba agitada y temblorosa, pero logró poner las palabras en orden.

—Un hombre atacó a Laurissa, intenté pelearle, pero es más fuerte que yo...Y...Le está haciendo daño, papá, por favor...

Jonathan fue el primero en reaccionar y correr en la dirección que Amelia señalaba, detrás de él corrió Olivia y cuando sus hijos los vieron, las sonrisas desaparecieron y dejaron el salón detrás de ellos, sin una sola pista de que sucedía.

Cuando salieron al exterior, Jonathan pudo ver que bajo el parasol fijo que tenía un techo hecho con enredaderas de hojas verdes y flores violetas llamadas campanillas de invierno, estaba su hija, en brazos de un hombre que le había arrancado parte del vestido y la apretaba contra su pecho.

Maldijo por no tener su arma encima y gritó para apartarlo.

Corrió como pudo, olvidándose de seguir el camino y fue por sobre el jardín que era más rápido y cuando llegó listo para propinar al hombre la golpiza de su vida, lo vio encogerse con Laurissa en brazos y para su sorpresa, Laurissa se atravesó en el camino de Jonathan y levantó las manos.

Estaba empapada en lágrimas y temblando frenéticamente, pero había logrado proteger al hombre que la sujetaba en sus brazos.

—Él no lo hizo —logró decir con su voz rota por la angustia.

Solo entonces Jonathan notó que el hombre que cuidaba de Laurissa se había quitado la chaqueta para cubrir su cuerpo desnudo y que, en lugar de agredirla, la consolaba con su protección.

Olivia llegó corriendo detrás de Jonathan y se dejó caer en el suelo junto a su hija, intentando no romper en llanto al verla. Su vestido estaba rasgado en el pecho y sangraba del costado de la cabeza y en el labio, parecían haberle propinado un fuerte golpe contra un objeto duro o con un objeto duro y el estado en el que la habían dejado era de pura conmoción y terror.

—El hombre huyó en esa dirección —informó el muchacho que sostenía a Laurissa—. Si se apresuran creo que lo pueden agarrar.

Derby sacudió a Jonathan para que reaccionara y lo empujó por el camino para empezar a caminar. Jonathan lanzó una mirada a Olivia y cuando ella asintió, se fue corriendo.

Oliver y Darrin fueron detrás de él.

Encontraron a unos hombres que montaban en sus caballos para retirarse de la fiesta y sin previo aviso los apartaron y tomaron los animales para ir más rápido.

—¡Oiga! ¡Devuélvame el caballo, ladrón!

—Se lo regresaremos —aseguró Darrin llegando detrás y tomó el último caballo con Oliver—. Espere aquí.

Jonathan golpeó al animal con el talón de su zapato para que fuera más rápido y agitó las riendas, galopando con el viento taponeando sus oídos. Derby fue a su lado y sus hijos rápidamente lo alcanzaron.

—¡Allí! —gritó Darrin y señaló hacia un caballo que huía a toda velocidad en la oscuridad—. Debe ser él.

Jonathan se metió entre la vegetación para ir más rápido y Derby lo siguió, pero sus hijos continuaron por el camino en caso de que el miserable decidiera darse la vuelta y huir en la dirección contraria.

El hombre que iba adelante miraba sobre su hombre cada tanto y al principio solo vio a Oliver y Darrin alcanzándolo y maldijo, pero se creyó victorioso y con una oportunidad de escapar. Luego notó dos caballos cerrándolo desde la derecha y descubrió lo verdaderamente jodido que estaba.

Se salió de la ruta hacia el bosque a su izquierda y Jonathan lo siguió dejando a Derby unos metros por detrás, enredado en la vegetación. Obligó al animal a ir a su máximo potencial, aunque lo cansara y cuando consiguió ir casi al mismo ritmo del miserable, se tiró del caballo, atrapó al hombre de la chaqueta y ambos rodaron por el suelo colina abajo, hasta orilla del rio.

El hombre, cuyo nombre era Tanner Kay, intentó soltarse del agarre de Jonathan y arrastrarse por la tierra, aprovechando que ambos habían quedado desorientados por la caída, pero antes de lograrlo y a pesar de estar mareado, Jonathan lo sujetó por la camisa y le enterró el puño en el rostro, dejando que volviera a caer.

Se puso de pie con cierto esfuerzo, respirando sin control alguno tanto por la adrenalina como el enojo y atrapó al hombre de la espalda de su camisa, lo enderezó y con impulso le dio la cabeza contra las rocas, rompiéndole la nariz y algunos dientes con el impacto.

El hombre se sacudió en medio de una caída y Jonathan lo pateó en el estómago.

—Ella quería...

—Ella no quería una mierda —escupió con desprecio y se paró sobre él, con una pierna a cada lado de su torso y lo levantó de la camisa para volver a golpearlo—. ¿Vas a inventar mentiras sobre mi hija?

—¡Estaba...! —. Tanner escupió sangre y su cabeza colgó débilmente con Jonathan sujetándolo de la camisa—. Me ha sonreído y...Y no dejaba de mirarme...

En otros años, eso habría sido excusa suficiente para que Jonathan revirtiera la culpa hacia la mujer y lo dejara ir o al menos lo pusiera en manos de las autoridades, pero en otros años él no tenía mujeres en su vida por las que daría la vida, no tenía hijas o una esposa y era bastante ignorante acerca de las injusticias de la vida o como funcionaban los derechos. Ya no estaba en esos años, Olivia lo había educado para ser un mejor hombre, así que esas palabras solo aumentaron su furia.

Cuando Derby y los dos hijos de Jonathan llegaron corriendo desde el bosque, Tanner tenía el rostro convertido en una bola de sangre inflamada y aunque seguía consciente y llorando, no era capaz de defenderse en su estado.

Darrin sujetó a su padre para apartarlo del cuerpo malherido de Tanner y Oliver aprovechó y le dio una patada en el estómago.

—Jodido bastardo —. De nada sirvió que Darrin apartara a Jonathan cuando Oliver tomó su lugar—. ¡¿Quién mierda te crees?! ¡Maldita sea!

Derby intentó sujetar a Oliver y le costó varios intentos conseguirlo, pero finalmente, lo apartó y mantuvo un firme agarre en sus brazos para que no se escapara.

Tanner se arrastró por la tierra escupiendo sangre y llorando, repitiendo las mismas palabras.

—E-ella quería...Sé que quería...Todas quieren...

Jonathan se frotó el rostro con el antebrazo, limpiándose de todo el sudor y señaló a Tanner.

—Levántenlo y agárrenlo contra el árbol.

Darrin obedeció primero, pero Derby se tomó unos segundos para asegurarse de que Oliver no iría contra el hombre por segunda vez y luego fue a ayudar.

Hicieron lo que Jonathan pidió; sujetar a Tanner contra un tronco, ignorando que este se sacudía y suplicaba por misericordia.

—¿Buscamos a la policía? —preguntó Oliver.

Jonathan negó y sacó una cuchilla del interior de su bota.

—No, nosotros resolvemos esto y no dirán una palabra a nadie ¿escucharon?

Sus hijos asintieron y Derby no tuvo qué, él ya sabía como funcionaba ese mundo y por, sobre todo, sabía cómo Jonathan funcionaba.

Tanner empezó a llorar y sacudirse cuando Jonathan le bajó el pantalón bruscamente y sujetó la cuchilla en una mano, dejando la otra libre para agarrarle el miembro y comenzar a cortarlo. Sus gritos desgarradores resonaron por todo el bosque y fue inconcluso si no los llegarían a escuchar desde la mansión. La sangre empezó a escurrir por los muslos de Tanner y empapó la mano de Jonathan. Se aseguró de serruchar lentamente con su cuchillo para que sintiera cada minuto de dolor y cuando terminó, le enterró el cuchillo en un testículo.

Tanner solo lloraba, hiperventilaba y gritaba.

—Esto —dijo y sostuvo el pene frente a los ojos de Tanner—. Solo los hombres lo tienen.

Se lo metió en la boca por la fuerza y le escupió la cara.

Oliver y Darrin estuvieron a segundos de vomitar con la escena e incluso pudieron sentir el dolor en su propio cuerpo. Era imposible que Tanner se salvara con toda la sangre que estaba perdiendo y Jonathan no pensaba darle misericordia; nadie lo haría.

Derby y Darrin soltaron los brazos y Tanner cayó al suelo de rodillas y continuó gritando y llorando, esta vez sujetándose la herida.

Jonathan lo ignoró y retrocedió unos pasos para esperar que muriera.

—No debiste meterte con mi hija —. Le dio la espalda y se agachó junto al agua para lavar la sangre de sus manos—. No debiste hacerlo.

Se quedó mirando hacia el otro lado de la ciudad que se perdía en la oscuridad y aunque escuchar a Tanner morir le tranquilizaba, sabía que no resolvía nada. Su hija había sido violada y él no sabía como procesar o ser de ayuda.

Permaneció acuclillado a orilla del rio y miró hacia sus zapatos conteniendo sus lágrimas.

Respiró profundo, tragó toda angustia y se enderezó.

—Está muerto —anunció Derby.

—Bien. Déjenlo para que los animales coman y volvamos.

Regresaron sin molestarse en enterrarlo y como prometido devolvieron los caballos a sus dueños. Uno de ellos incluso pareció dispuesto a presentar su queja, pero vio algo en la mirada de Jonathan que lo hizo enmudecer y agradecer que le regresara el caballo.

Al volver, Olivia estaba con Laurissa en sus brazos, todavía sentadas en el suelo y con sus hermanas abrazándola. Los hermanos y el hombre que la había salvado, se encontraban a una distancia segura, para darles un espacio donde sentirse cómodas.

—Shh, mamá está aquí, mi amor, no volveré a dejarte...Estoy aquí...

Laurissa se aferró a su madre y lloró en su pecho, todavía temblando y lamentándose, pero la tranquilidad de Olivia la confortaba. Lograr mantener la postura en una situación como esa fue desbastador, pero Olivia sabía que lo último que su hija necesitaba era verla a ella llorar y lamentarse, necesitaba un hombro seguro en el que llorar y como madre quería proporcionarle eso.

La meció en sus brazos y le acaricio el cabello, dejando que permaneciera con ella todo el tiempo que quisiera.

—Debemos irnos —avisó Jonathan.

Olivia asintió, pero se permitió otros minutos para consolar a su hija.

Parker Wheelock, el hombre que la había salvado de su agresor, presentó sus disculpas ante Jonathan.

—Espero que la chica se recupere de esto, desearía haber llegado a tiempo.

—Llegaste antes de que el daño fuera mayor —aseguró y le agradeció—. Y que hiciera algo ya dice mucho de usted, así que gracias, señor Wheelock.

Estrecharon manos y el hombre se despidió y empezó a alejarse, mirando varias veces sobre su hombro hacia Laurissa. Realmente lamentaba todo lo que había presenciado esa noche y se marchó preocupado.

Olivia, con la ayuda de Amelia y Jian, ayudó a que su hija se pusiera de pie y antes de que tuviera que caminar hasta el carro que Adrian había ido a llamar, Jonathan se acercó cuidadosamente y dejó que lo viera antes de tocarla.

Ella lloró con más fuerza y se desplomó en sus brazos.

—Perdón, papá, lo siento tanto...Por favor, perdóname.

La abrazó y contener sus lágrimas fue casi imposible, así que se encontró llorando con ella en su pecho.

—Oh, hija, no te disculpes, no debes disculparte —. Le sujetó el rostro y limpió sus lágrimas, lo partía por dentro verla lastimada—. Mi princesa, yo debería disculparme por haberte fallado de esta forma...Debía cuidarte.

—Lo hiciste, lo haces, siempre me cuidas...

La abrazó por largos minutos y cuando llegó el momento de ir al carro, la llevó en sus brazos.

Laurissa se quedó abrazando a su madre durante el viaje hasta la casa y cuando llegaron, subió hacia el dormitorio que ocupaba en la cabaña intentando que sus hermanos más pequeños no la vieran. Se encerró y como Olivia tuvo que ir con los menores, Jian y Amelia subieron con Laurissa.

—¿Qué le pasó a Lau, mami?

—Un hombre malo la puso triste —explicó intentando no darle muchos detalles a Henry—. ¿Se portaron bien con Emma? ¿Dónde está Geordie?

—Dormido —respondió Emma llegando desde la cocina y señaló hacia la cuna en el salón—. Se portó muy bien y le di puré de papa para cenar y manzana de postre como me dijiste.

Sonrió y se sintió orgullosa de Emma, tenía diez años, pero era madura y tranquila, se enfocaba en su objetivo y tenía los pies puestos en la realidad. A veces Olivia no sabía si quería que sus hijas crecieran tan rápido, pero cuando cosas como las de esa noche sucedían recordándole en que mundo estaban, consideraba que crecer rápido era algo bueno; las prepararía para protegerse y luchar.

—Eleonora, ¿puedes acostar a los niños, por favor? Gwen, ayuda a tu hermana.

Sus hijas asintieron y Olivia se quitó los guantes y el sombrero, dejó todo sobre la mesa junto a la entrada y subió las escaleras dejando a los hombres atrás.

Llamó a la puerta y cuando entró silenciosamente, descubrió que Laurissa ya se había quitado el vestido y estaba sentada en la cama abrazándose a sus hermanas mientras lloraba con tan solo su camisola.

En cuanto Olivia se sentó al borde del colchón y abrió sus brazos, Laurissa se arrastró hasta ella y trepó sobre sus piernas para sentarse cual bebé y acurrucarse en su pecho. Jian y Amelia se miraron antes de decidir dejarlas solas y cerraron la puerta para que nadie las molestara. Estuvo abrazando a su hija por al menos treinta minutos sin decir nada, solo consolándola y dejando que la abrazara. Le peinó el cabello y acarició su mejilla con la otra mano, manteniéndola apretada en su pecho donde Laurissa se sentía a salvo.

—Lo siento, mamá...

—No te disculpes, amor, por lo que más quieras, no te disculpes —. Se meció con ella en sus brazos y apoyó el mentón contra su cabeza—. No fue tu culpa.

Estuvo otros minutos en silencio consolándola y cuando sintió que se calmaba en sus brazos, bajó la mirada para ver si estaba dormida, pero la encontró todavía despierta, ya sin llorar, mirando fijo hacia la pared, sumida en su propio mundo.

—¿Me dejas revisarte, cariño? ¿O prefieres esperar a mañana?

Laurissa parpadeó, se limpió las mejillas y enderezó su cuerpo.

—Él no...no consiguió...No lo consiguió...El hombre que llegó lo apartó antes de que pudiera...ya sabes...

Olivia se quitó un enorme peso de encima al comprender a lo que se refería; su pequeña no había perdido su virginidad de una forma tan violenta y era la mejor noticia que podían recibir en un momento tan trágico. No cambiaba la gravedad del asunto o el terror que Laurissa sentía, pero sin duda le daba paz saber que no había sufrido ese terrible dolor y que definitivamente no podía haber contraído ninguna enfermedad.

Volvió a abrazarla y Laurissa le rodeó la cintura.

—Gracias por contarme, cariño, es importante que me lo dijeras.

Asintió y cerró los ojos ante las caricias que su madre le hacía en el cabello.

—¿Te quedas conmigo, mamá?

—Por supuesto, vamos a correr las mantas para acostarnos ¿sí?

Se pusieron de pie y Laurissa se acostó contra la pared y después de quitarse su vestido y quedarse solo con el camisón, Olivia se acostó a su lado y volvió a abrazarla contra su pecho.

—¿Estoy rota, mamá?

—Oh no, cariño, por supuesto que no, nadie ni nada puede romperte ¿me escuchas? Eres una mujer fuerte y este evento no define quien eres o quien serás, no dejaremos que te defina.

Se quedó con su hija hasta que la notó profundamente dormida y aunque no quería, tuvo que retirarse para alimentar a Geordie, quien llevaba ya varias horas desde la última vez que le había dado del pecho. Le pidió a Amelia que durmiera con su hermana por esa noche y una vez en el salón, le agradeció a Jian por vigilar a Geordie durante su ausencia y la relevó para que fuera a dormir.

Cargó a su hijo (todavía dormido) y fue hacia su dormitorio, donde Jonathan seguía despierto, sentado en la cama con su espalda pegada contra el respaldo. Se había cambiado por su pijama, pero ni siquiera se había tapado.

—¿Cómo está?

—Asustada y angustiada, pero creo que te alegrara saber que él hombre no logró completar sus intenciones —. Jonathan frunció el ceño confundido—. Laurissa sigue siendo virgen, Jona.

Se relajó enormemente al escucharla y respiró como si llevara toda la noche conteniendo el aliento en sus pulmones.

Al igual que para Olivia, no cambiaba lo sucedido, pero si quitaba una gran angustia de sus hombros.

—¿Lo mataste? —. Tardó en responder, preguntándose sí ella se alegraría con la respuesta o lo rezongaría por no haber llamado a la policía, pero finalmente asintió—. Bien, espero haya sufrido.

Se la quedó mirando cuando ella se sentó a los pies de la cama mirando hacia él y luego miró hacia su hijo, quien, a pesar de dormido, se prendió del pecho de su madre cuando ella se lo acercó. Olivia respetaba los horarios de comida que sus hijos tenían incluso aunque estuvieran dormidos y era gracias a eso que hasta el momento todos habían crecido fuertes y sanos y tenían buenas defensas que casi nunca los dejaban enfermarse y en tiempos como esos, las defensas eran importantes.

—Podemos volver a casa mañana si quieres.

—No creo que Lau esté lista para viajar, pero el martes sí —. Acarició la mejilla de su hijo y levantó la cabeza hacia Jonathan—. ¿Crees que es mi culpa?

—¿Qué? —. La pregunta lo sorprendió e hizo que se sentara y arrastrara su cuerpo hacia ella—. Claro que no, amor ¿por qué lo sería?

—Quizás no le enseñé correctamente como protegerse, se supone que es mi responsabilidad prepararla para mantenerse alejada de los hombres ¿Qué tal si yo la empuje a esto?

—Nena, no hay nada que hubieras podido enseñarle para evitar que ese hombre la arrastrara al jardín como hizo, tu siempre dices como los hombres son más fuertes que las mujeres ¿Qué posibilidades habría tenido ella?

Cerró los ojos cuando Jonathan le acarició la mejilla y a pesar del nudo en su garganta que la empujaba a llorar, no pudo hacerlo. No porque no quería, sino porque no encontró las lágrimas para derramar, su mente todavía no lograba procesarlo.

—Supongo...

—No es tu culpa, amor, ni de Lau...

—Pero debí haberte escuchado —contradijo—. Tu siempre nos dices como no debemos estar a solas con un hombre, como ellas no deben estarlo y siempre lo he considerado estúpido, pero ahora lo entiendo...Soy tan estúpida.

No era solo la reputación que estaba en riesgo al encerrarse a solas con un hombre que no era familia, sino la seguridad. Al menos con una compañera o compañero las probabilidades de un ataque disminuían y aunque le enfermaba tener que acudir a esas medidas para mantener la seguridad de su familia y sabía que fácilmente podía resolverse si dejaran de haber violadores, era el único método que tenía de proteger a sus niñas.

Acostó a Geordie en la cama a su lado y Jonathan la abrazó para poder dormir, besó su mejilla y le acarició la cintura.

—Te amo, nena.

—También te amo, cielo.

12 de junio 1872.
Manhattan, Nueva York.

Toda la familia estaba reunida en la cocina durante el desayuno, se sentaban en la mesa y como ya no había más asientos otros permanecían parados. En su mayoría los hombres estaban parados dejando los lugares para los más pequeños y las mujeres, pero Olivia también había permanecido de pie, pues paseaba por la cocina acomodando a sus hijos, ayudándolos a comer y sirviendo más comida en sus platos.

Laurissa era la única ausente pues seguía dormida y de momento Olivia quería dejarla descansar.

Sus hijos estuvieron charlando un rato y cuando encontró que ya todos estaban servidos, se detuvo junto a la mesada de madera, mordió su tostada y levantó el periódico que Darrin le había traído esa mañana de la ciudad. Era aquel periódico que Izzy Simmons le había comentado, dirigido por Victoria, el Woodhull & Claflin's Weekly. La edición en sus manos era de la semana pasada y hasta el diecinueve no tendría la nueva copia.

Se recostó en la mesada de madera para leer y Jonathan rodeó la mesa, dejó su taza de café detrás de ella y se quedó a su lado para acompañarla en la lectura.

En un principio, no era muy distinto a cualquier otro periódico, tenía el título en letras grandes, varias columnas con información y publicidades y dibujos ilustrando lo que se ofrecía. Pero comenzando a leer, desde el encabezado ya se apreciaba la diferencia:

Woodhull & Claflin's Weekly:

¡Progreso! ¡Pensamiento libre! ¡Vidas sin obstáculos!

Despejando el camino para las futuras generaciones.

En el futuro, la gente hablaba de la primera ola y como estaban logrando un cambio con la segunda, pero nadie recordaba a las primeras mujeres y hombres que no solo formaron las bases de la primera ola feminista, sino que crearon el eco con el cual luego todos lucharían.

La primera página era publicitaria, pero se tomó el tiempo de leerla pues era la única forma que tenía en esa época de encontrar las nuevas ofertas y descubrir que había de nuevo en el mercado. La segunda página también tenía publicidades y algunas llamaron su atención; La primera se encontraba en la primera columna.

Nuevo descubrimiento en la ciencia química y medicinal.

Dr. E. F. Garvin. Solución y elixir compuesto de alquitrán.

Primera y única solución hecha en una mezcla de los doce valiosos principios activos del conocido agente curativo, el alquitrán de pino, sin igual en tos, resfriados, catarro, asma, bronquitis y tisis.

—¿Es cierto? —curioseó Jonathan y Olivia se encogió de hombros.

—Al menos no es tóxico.

Finalmente, cuatro páginas después encontraron una columna que relataba algo de importancia. Un hombre defendiendo a Victoria WoodHull de los agresores y mentiras sobre su discurso de libre amor y derechos para las mujeres.

¿QUIÉN TEME LA VERDAD?

Carthage, Missouri, 1 de abril de 1872.

Woodhull y Claflin's Weekly: —Hace unas ocho semanas envié la siguiente carta a S.S Jones del R.P Journal, de Chicago, 111. Hasta ahora sigue sin respuesta y empiezo a pensar que, por razones que él mismo conoce, no se digna a contestarlo; tal vez alguien más lo haga. Hermano, Jones.

"Al buscar la verdad en el R. P., Journal y otros artículos espiritistas, a menudo me desconcierta saber cuándo leo declaraciones u opiniones contradictorias, cual de las versiones es verdadera. Esto fue especialmente así al leer sus comentarios sobre las Notas de Cleveland de D. A. Eddy en el número 22 del Journal, en el que habla de los "Caprichos de la Sra. Woodhull con respecto a las recientes Enmiendas a la Constitución". Ahora, indudablemente tiene motivos para considerarlos como tales, y si se los diera a sus lectores, podría ayudar a corregir a una persona, que ahora piensa como casi todos los defensores de los derechos de la mujer más viejos y capaces, y las mejores mentes legales del país, que sus argumentos sobre estas enmiendas son "sólidos e incontestables"; y en el lenguaje de la Sra. Stanton, "Los discursos y escritos de la Sra. Woodhull sobre todas las grandes cuestiones de la vida nacional están más allá de todo lo que haya producido el hombre o la mujer en nuestra plataforma".

En el mismo número del Journal en el departamento de E.V Wilson, se informa que Emma Hardinge Britton dijo: "No sostengo ni apoyaré a la Sra. Woodhull en sus puntos de vista expresados ​​en su discurso ante la gente de Boston. Tengo sus palabras (de la Sra.Woodhull); eran las siguientes: "Tengo derecho a cambiar mi amor cuando me plazca, a quien me plazca, cuantas veces me plazca, y dárselo cuando me plazca ''. Ahora, ¿alguna persona refutará esa proposición, o nos dirá quién decidirá por nosotros, ¿Cuándo o a quién amaremos o no? La Sra. Britton también dice: "Amo a mi esposo y a nadie más". Ahora, yo digo, amo a mi esposa y a nadie más; sin embargo, afirmo que los derechos de los que habla la Sra. Woodhull existen, y que no son solo míos, sino los derechos de todos los demás seres humanos; pero ¿se sigue necesariamente que yo, o todos, o cualquiera, "cambiemos su amor"?

"El amor verdadero es inmutable".

¿Por qué los que critican a la Sra. Woodhull no citan más de sus discursos? En lugar de seleccionar aquellas partes que, desconectadas y solas, dan impresiones e ideas equivocadas.

¿Por qué no citan algo como lo siguiente de sus discursos sobre los temas mencionados anteriormente?

"Mientras asumimos esta posición ultra, también ocupamos el otro extremo, y declaramos que de todas las relaciones que existen en el universo no hay ninguna que deba ser tan santa, tan sagrada, tan reverenciada, honrada, adorada, como la verdadera unidad, el verdadero matrimonio, el matrimonio por Dios de dos almas puras, confiadas, amorosas e iguales. Ante el santuario de tal devoción ninguna impureza puede arrodillarse; bajo la influencia de tal santidad llegan los ángeles más elevados, y alrededor de su templo permanece el cielo. Nuestras ideas nunca fueron más desviadas que cuando pensaron que reduciríamos la relación de los sexos a la holgura común. Para nosotros, no hay nada más repugnante en la naturaleza que lo que implica tal condición ".

"Creo que la promiscuidad es la anarquía, y la antítesis misma de aquello a lo que aspiro. Sé que hay todos los grados de lujuria y amor, desde el más bajo hasta el más alto. Pero creo que las relaciones sexuales más elevadas son aquellas que son monógamas, y que son elevadas y espirituales en proporción a su continuidad. Pero protesto, y creo que toda mujer que tiene pureza en su alma protesta conmigo contra todas las leyes que las obligarían a mantener relaciones con hombres hacia quienes no tienen respeto. Honro esa pureza de vida que proviene del corazón, mientras que compadezco al hombre o la mujer que es puro simplemente porque la ley lo obliga ".

Siempre he creído que, como periodista, uno es demasiado honesto como para tergiversar a cualquier persona citando extractos confusos de sus dichos o escritos.

Como pueblo, nos parecemos demasiado a cierto juez de paz holandés. El primer caso que se le presentó para el juicio fue el de una mujer, acusada de un delito menor. Después de escuchar las pruebas de la acusación, dice:

"Bueno, bueno, pronuncio juicio de que la mujer es culpable. "Pero espere, dice la defensa; "Debes escuchar el otro lado". "Bueno, bueno, lo escucharé si debo hacerlo, pero la mujer es culpable". Después escuchando pacientemente a la defensa, el juez dice: "Bueno, bueno, Dios mío, Dios mío, sí lo hice alguna vez; Revoco mi juicio; la mujer no es culpable. "

Así que creo que hasta cierto punto todo queda en manos del pueblo estadounidense; cuando tengan la oportunidad y la voluntad de escuchar la evidencia y los argumentos en defensa de la Sra. Woodhull y otros reformadores que están siendo tergiversados, calumniados y vilipendiados, como siempre lo han sido todos los reformadores, y como los defensores de la lucha contra la esclavitud y el espiritismo seguramente recordaran.

Fraternalmente, tu hermano,

A. W. St. John.

Jonathan terminó de leer antes que ella y se la quedó mirando intentando entender sus expresiones. No había escuchado sobre amor libre en Minnesota, así que no estaba seguro a qué se refería, pero por como el señor John lo explicaba y como la señora Woodhull lo había mencionado en sus discursos, parecía ser la libertad de mujeres y hombres para elegir a quien amar, un derecho natural, que no se estaba respetando.

Miró hacia sus hijas que se reían entre ellas mientras escuchaban los relatos de Emma sobre como había sido su noche cuidando a todos los pequeños y se preguntó si acaso él las estaba privando de ese derecho, si acaso cometía un error.

A M O R L I B R E.

Este término ha causado mucha sensación entre las mentes subdesarrolladas, y mucha condena y malentendido entre los más progresados, como consecuencia de los diferentes puntos de vista que las diferentes mentes adoptan sobre el tema. Pero el amor libre, como lo conocerán los habitantes de la tierra, está destinado a bendecir a la raza. Ningún bien tiene su falsificación; sin bendición lo que puede pervertirse en una maldición. Así con amor libre.

Esa libertad que deja libres a otros, mientras reclama lo mismo para sí misma, ese amor que bendeciría, sin dañar a nadie, no puede sino resultar en última instancia en el bien. Los subdesarrollados, el hombre o la mujer no progresados, pueden encontrar en el árbol la indulgencia de su naturaleza animal un goce pasajero que de ninguna manera puede bendecirse a sí mismos ni a los demás, salvo que les enseña lecciones de sabiduría y eventualmente los llevará a un plano superior, más noble, más espiritual. Pero de ninguna manera se puede criar a la humanidad sino a través de la libertad, aunque pueda conducir a través del sufrimiento; y la provisión de su libertad traerá ese sufrimiento sobre la familia humana que solo puede probar su salvador.

Llegó el momento, que ya está en las puertas, en el que la humanidad será libre; libre de servidumbre política, religiosa y social; momento en el que la tiranía, ya sea por parte de los gobernantes nacionales, de los maestros religiosos o de la institución del matrimonio aún más aplastante y destructora del alma, no se conozca más. Pero esta libertad, este estado de emancipación física y mental, sólo llega a través de mucho sufrimiento, tanto mental como físico. Ha llegado el período de un nuevo nacimiento; una nueva idea va a nacer en el mundo; una nueva y sublime inspiración debe ocupar el lugar de las viejas costumbres y opiniones, y la muerte de una y el nacimiento de la otra deben producir luchas violentas. Esto será conocido en todos los departamentos de la vida, entre todas las clases de la sociedad, entre todas las denominaciones religiosas, y se desgarrará y dividirá hasta que nada de lo antiguo sobreviva. Y de lo progresado en todos y cada uno de los departamentos de la vida surgirá un nuevo orden; y mediante el sufrimiento éstos serán cimentados y ligados en labores humanitarias, en amor universal, en acción armoniosa.

[...]

Por tanto, cuando abogamos por la libertad de los afectos, nos referimos a la libertad de toda injerencia arbitraria por parte de los individuos o de las legislaturas; pero no la libertad de los dictados de un entendimiento ilustrado, o de los resultados de un desenvolvimiento armonioso, o del ejercicio de las facultades intuitivas. Alentamos a todos a que ejerzan sus más altas percepciones del derecho, sea ese estándar el que sea. Apostando a errar en su propio plano de desarrollo; que es mejor transgredir algunas de las leyes de la salud, física o mental, que actuar desde el plano de otros antes de que la convicción tome posesión de la mente, antes de estar preparado para reconocer la veracidad de la posición; pues de ese modo se están convirtiendo en la mera encarnación pasiva de principios que no tienen vitalidad en sí mismos. De tal es el mundo de la humanidad ahora compuesta. Actúan según una norma arbitraria e irreal de virtud y, en consecuencia, no tienen ningún fundamento sobre el que apoyarse cuando la tentación los alcanza, o cuando los principios no se convierten en la base de la acción.

El mayor bien para la familia humana es el único estándar de acción correcta. Todo lo que promueva la salud en el individuo, es decir, lo correcto, físicamente, para ese individuo. Lo que promueve la felicidad, siempre que no interfiera con la felicidad de otro, es el derecho de ese individuo. Aquello que promueve el desarrollo sano, moral y físico, en una comunidad, es adecuado para esa comunidad. No existe una regla arbitraria entre el bien y el mal. El efecto sobre la felicidad humana es, y puede ser, el único criterio para juzgar la legitimidad de las acciones. Por sus frutos los conoceréis. Los hombres no recogen uvas de espinos, ni higos de cardos. Así se dijo en el pasado; y así será hasta el fin de los tiempos.

A medida que la humanidad progresa, el bien y el mal progresarán. Lo que es correcto hoy será y debería ser incorrecto en el futuro; porque los diferentes planos de desarrollo deben tener diferentes estándares de derecho. [...]

Existe un principio que opera en el mundo de la existencia humana por el cual la humanidad será levantada de su actual condición baja y degradada y llevada a un estado de armonía y relaciones paternas. Este principio está casi aliado y depende de la idea tan repudiada por los conservadores de la actualidad, que no es otra que el Amor Libre, o libertad de los afectos, uno y el mismo, según aplicamos los términos.

Es la libertad (sin las restricciones de las sanciones legales o ideas populares de derecho) seguir las atracciones, amar, sin restricciones que no sean el amor o la bondad; de pureza de derecho, tal como se manifiesta a cada individuo. Este amor, esta atracción, una vez purificada y santificada por el amor predominante a la bondad, a la verdad, al deseo de desenvolvimiento de la humanidad, no conducirá a nadie a violar los principios de justicia, de derecho, de pureza personal. Sólo conducirá a ese curso de acción que asegurará a las generaciones venideras la organización y el desarrollo mental que mejor se adaptan a una época armoniosa.

[...]

No decimos que la paternidad fuera de las relaciones conyugales sea lo último a lo que llegará el mundo. Lejos de nosotros está establecer tales límites a la progresión de la humanidad: Pero en la condición actual de la raza, con su presente problema, podemos decir, bajo desarrollo, que mucho mejor es la paternidad fuera de lo que ahora se reconoce como matrimonio, que aquel bajo la ley donde no reina el amor, donde habita la discordia; donde engendra la lujuria, no el amor.

[...]

Amigos de la humanidad, hay más verdades en la naturaleza de las que jamás hayan soñado en su filosofía. No condenen nada, pero investiguen todas las cosas. Traigan todas las ideas nuevas dentro de la santidad de la verdad, y no rechace nada porque no tiene la sanción del pasado honrado por el tiempo. La mente progresiva no debe estar encadenado por el estándar moral de ninguna época. Lo que es correcto para esta época no habría sido correcto en el pasado, ni lo que es necesario para el avance del presente se adaptará a las necesidades de la era venidera.

Sé sabio en tu día y en tu generación, y deja que brille tu luz para que la verdad sea honrada, que la virtud sea apreciada, que la pureza, la armonía y la fraternidad bendigan a tu raza.

Terminó de leer y se la quedó mirando esperando a ver una reacción de su parte. Olivia había sonreído orgullosa con muchas cosas que había leído y también había asentido a favor, pero no había hecho comentarios y Jonathan no imaginaba que cosas podían pasar por su mente.

—¿Te sientes esclavizada en nuestra unión? —preguntó sin poder contenerse y Olivia dejó la lectura y lo miró confundida—. Por lo que dice ahí pregunto, es que nosotros no nos casamos libremente...En cierta forma no te dejé opción.

—Ninguno tenía opción, Jona.

—Podría haberme casado con Marla.

—Y habrías sido miserable toda tu vida —. Dejó el periódico a un lado y le acarició la mejilla—. Te amo, Jona y aunque nos hayamos casado contra nuestra voluntad, todo lo que vino después lo hicimos libres y conscientes.

—Nuestros hijos...

—Nuestra casa, el negocio, nuestras victorias y derrotas...Todo, Jona y no podría estar más feliz de ser tu esposa.

Sonrió enormemente y la atrajo de la cintura hacia su cuerpo para poder abrazarla y unir sus labios. Acarició su espalda por sobre el vestido y sonrió en medio del beso, abriendo los ojos para encontrar los suyos. Estaba tan perdidamente enamorado de ella que volver a casa le aterraba, al menos en esas vacaciones ella parecía haberse olvidado de todo el estrés de los últimos meses rondando el nacimiento de su abuela, pero en cuanto volvieran y Olivia no tuviera mucho para hacer, salvo estar con los niños y relajarse, sabía que era cuestión de tiempo hasta que sus paranoias regresaran.

Quizás podía buscarle algo para que se mantuviera ocupada; un club de escritura o de cocina, algún trabajo con niños o en la salud que sabía ella amaría.

Siguieron leyendo el periódico hasta donde Victoria Woodhull anunciaba su partido político para lanzarse como presidenta.

—Dios Santo, era cierto.

—¿Qué cosa? —curioseó Jonathan y Olivia quedó pegada al periódico.

—Una mujer se tira para presidente, no cualquier mujer; Victoria Woodhull.

El silencio se hizo en la cocina e incluso sus hijas dejaron de charlar para levantar su atención hacia sus padres.

—¿Una mujer? —repitieron.

—Así es y un hombre afroamericano.

Derby y Jonathan se rieron.

—¿En serio?

Olivia asintió y les leyó.

¡Nominados! Estos son Victoria C. Woodhull, la mujer; y Frederick Douglass, el negro. En el año nonagésimo sexto de la República de los Estados Unidos, representan dos clases, que pueden ser justamente calificadas, y aun así son consideradas las parias de nuestro moderno sistema de civilización. En la nominación de Victoria C. Woodhull para el cargo de presidente, el Partido por la Igualdad de Derechos denuncia virtualmente el despotismo sobre la mujer que se ejerce en esta República, por ser, en este particular, más intolerante que el de las monarquías de Europa, y señala aquellos quienes disputan esta declaración al largo y benéfico gobierno de otra Victoria alegremente sometida por el pueblo de Gran Bretaña. En la nominación de Frederick Douglass para el cargo de vicepresidente, el Partido por la Igualdad de Derechos se propone poner el sello de la nación en los temas de la guerra de rebelión; mostrar al mundo que nuestro pueblo es una unidad en la defensa de los derechos de toda la humanidad; y llevar al Gobierno por el buen camino, que hasta ahora ha estado atravesando los tortuosos serpenteos de los compromisos de esclavitud de la primera Constitución.

Derby se rio, pero Jonathan intentó mantener su semblante serio y cuando Olivia levantó la vista hacia él suspiró. Sabía perfectamente lo que ella querría y no estaba seguro de sí él pensaba igual. Una mujer en la política era algo que nunca se había visto y no sabía si traería cosas buenas o más caos, sumándole que un negro estaría a su lado.

—Jona... —. Olivia lo siguió cuando él fue por el pasillo alejándose de ella—. Jonathan Morgan ¿votarás por ella ¿verdad?

—Debo pensarlo.

—No hay nada que pensar; esto es lo que el mundo necesita.

—¿Siquiera sabes si ella gana?

Olivia enmudeció, bajó la vista al periódico en sus manos y suspiró.

—No, bah...No sé, pero creo que no, Estados Unidos nunca tuvo una mujer como presidenta.

—¿Entonces que diferencia hace?

—Que al menos tu demuestras tener cerebro. ¿No quieres votar por ella?

El silencio se quedó entre ellos por unos minutos y en ese tiempo Olivia empezó a preocuparse, hasta que verlo asentir la relajó.

—Pero ni siquiera entiendo la mitad de las cosas que dice y no sé si libre amor es lo mejor para nuestras hijas.

—¿No quieres que puedan elegir con quien casarse?

—Claro que sí, pero... ¿Qué anden acostándose con hombres por ahí sin respetar sus cuerpos en lo más mínimo? No lo sé, amor...No me gustaría eso para ella...

—Ella no propone eso, genio —protestó y con el periódico enrollado en sus manos le pegó suavemente en la cabeza—. Libre amor es libertad de elegir con quien casarse, con quien tener hijos, libertad de amar y dejar de amar sin que la sociedad nos juzgue; tanto hombres como mujeres. Es para que dejemos de obligar a niños y niñas a casarse infelizmente por prejuicios o tontas leyes y es exactamente lo que siempre hemos querido para nuestros hijos.

Tomó el periódico que ella tenía en las manos y lo sostuvo en el aire.

—No soy tan inteligente como tú, amor y lo sabes, pero haré un esfuerzo por entenderlas ¿de acuerdo? Me leeré el periódico y veré que concluyo ¿sí?

Sonrió y le sujetó el rostro para besarlo.

—Amo cuando eres comprensivo.

Jonathan se sentó en el sofá a leer todas las dieciséis páginas del periódico con sus largos textos hablando de derechos, igualdad, injusticias, noticias y otros temas importantes.

Olivia preparó una bandeja con el desayuno, miró la hora en el reloj y subió las escaleras llevando la comida. Entró en el dormitorio de Laurissa donde su hija todavía dormía y apoyó la bandeja en la mesilla de luz para poder abrir las cortinas.

—Corazón, ya ha salido el sol —. Se sentó a su lado en la cama y apoyó su cuerpo sobre su cintura para poder verle el rostro—. ¿Cómo te sientes, cariño? ¿Hay algo que mamá pueda hacer por ti?

Laurissa negó y abrió sus ojos fijos en la pared con parte de la almohada apretada en sus brazos. Sintió las caricias de Olivia en su espalda y su mentón apoyándose contra su hombro, pero no la miró.

—¿Quieres que te deje dormir otro rato?

Volvió a negar y buscó las fuerzas para salir de la cama, no quería ser responsable de que se les arruinaran las vacaciones, pero, aunque lo intentó, no se movió.

—Hice unos pastelitos de crema como los que te gustan —. Su madre consolándola solo la ponía más sensible, porque se sentía amada en un momento en el que se despreciaba a sí misma—. Mira, Marie incluso le dibujo un corazón con la mermelada...

Miró el pastel que ella sostuvo frente a sus ojos y se rio, limpiándose las lágrimas.

—Abra grande que viene el tren...

Soltó una carcajada, pero abrió la boca para dar una mordida.

Verla reír era lo que Olivia necesitaba, verla feliz y asegurarse de que todo lo que había sucedido no destruiría esa hermosa sonrisa que ella tenía. No quería dejar que se hundiera en sus pensamientos y los reviviera una y otra vez, porque solo se sentiría peor, por el contrario, quería sacarla de la cama, hacerla reír y llenar su mente de tantas bromas y buenos momentos que se olvidaría por completo de ese horrible hombre. Sabía que no era algo fácil de lograr, pero era parte de la terapia para sanar.

No dejar que el mal recuerdo se adueñara de ella.

—Venga, siéntese que mamá le da de comer.

—No soy una bebé, madre.

—Shh, para mamá siempre —aseguró y la ayudó a sentarse y luego se apoyó la bandeja en las piernas—. ¿Quieres venir a recorrer la ciudad conmigo? Tu padre ira a sacar los boletos para mañana y podemos aprovechar el día...

—¿No vamos a ir a la playa?

—¿Quieres? —. Asintió y se relamió la crema de los labios—. Pues en ese caso iremos a la playa mañana y nos divertiremos mucho. ¿Te imaginas? Primera vez que veremos a tu padre en traje de baño.

Se rio cómplice con su madre y agarró la taza con leche para beber.

Estar con su madre era lo que necesitaba en esos momentos para sentirse mejor y aunque no tenía muchas ganas de ir a la playa, no quería arruinar el viaje y era la primera vez que sus hermanos visitaría una, así que todos estaban emocionados (incluso ella), un día en la playa podía ser lo que necesitaban para olvidarse de la mala experiencia.

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