—Escucha, "amigo" —habló la chica con un claro tono de voz irritado—. Ella aprecia tu apoyo, pero la estás hostigando y, en mi opinión personal, eres bastante molesto.
Sus manos se habían formado en un puño, no planeaba golpearlo, pero por su desesperación pareciera que podría soltarle un buen puñetazo en la cara en cualquier instante. Sin embargo, aunque muy profundamente de ella deseaba hacerlo, tenía muy en claro que a Barbara no le gustaría eso, probablemente se enojaría con ella y no le hablaría por una semana. Esa no era la idea, (TN) la amaba demasiado como para durar una semana sin poder abrazar o besar a su adorable novia.
Albert era muy bien conocido entre las hermanas y diario tenían que espantarlo para que dejara a la joven rubia en paz, (TN) no era la excepción, también se tenía que encargar de él, aunque ella no le tenía tanta consideración como los demás que han tomado el trabajo de correrlo del lugar. Las primeras veces intentó lo más que pudo ser amable, pero la situación llegó a un punto en el que simplemente ya no podía mantener esa fachada y comenzó a caerle mal de lleno. Era comprensible que su admiración hacia Barbara por su talento y bondad, pero había cruzado la línea del fanatismo al seguirla a todos lados.
Desde que ambas chicas empezaron una relación secreta, (TN) se había tomado el papel de "guardaespaldas", despistando así a los ciudadanos de Mondstadt sobre su noviazgo. Siempre estaban juntas, lo meloso que se llegaban a tratar en público era pasado por alto como una muy cercana amistad entre las dos. A Barbara le daba algo de pena tener que ocultar su lindo noviazgo, pero era necesario para que pudiera seguir defendiéndola de personas como Albert sin que se confundieran sus acciones con celos y se minimizara su labor por ello.
(TN) se tiró con cansancio en el sillón recargando su cabeza sobre las piernas de la rubia. Ésta acariciaba con delicadeza su cabello a la par que observaba su rostro que le contaba lo agotada que se encontraba de tener que corretear a Albert por toda la catedral, pues en cuento la vio huyó porque sabía lo que se venía, pero no desistió a la primera de su intención pues no se quería ir del perímetro de la iglesia.
—Tuviste otro día muy agitado —comentó Barbara con una tímida sonrisa de lástima asomándose en sus labios.
—¡¿Qué es lo que tengo que hacer para que entienda?! —abrió los ojos de golpe para mirar los tiernos zafiros de su novia.
—Sabes que no tienes por qué hacer esto por mí, puedes dejarlo cuando quieras.
—No... —nuevamente cerró sus ojos, dejando que las caricias de Barbara sobre su cabello la relajaran—. Yo quiero protegerte —dijo en un murmuro avergonzada, no era muy dada a decir lo que sentía en voz alta, aunque por medio de sus acciones la ídola de Mondstadt sabía todo lo que las palabras no podían decir—, sé que es más cansado para ti ser perseguida por todas partes.
Barbara le regaló una sonrisa aún más amplia y se agachó para depositar un corto pero adorable beso en sus labios rojizos por el labial que portaba. Como si se tratara de un beso mágico, todo el estrés y cansancio que la chica sentía desapareció en un instante, unos segundos después de su intercambio de cariño, comenzó a tararearle una melodía amable con el propósito de relajarla aún más. Para Barbara, su novia y su hermana eran las personas que más amaba en todo el universo, y haría lo que fuera para aliviar sus penas.
Hola. Quiero patear a Albert y estoy harta de su misión diaria akjfdsakdf.
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Publicación: nov. 04, 2021