Me gustan los rayos de sol que se cuelan por los agujeros del árbol, ya que se me hace misterioso como uno siempre me pega directo al ojo.
Me gustan los pájaros que se paran en los riscos de los edificios, ya que se me hace increíble como están al límite, pero no se les pasa por la cabeza la idea de caer.
Me gusta como las nubes se mueven de forma cautelosa, ya que me hacen creer que cambian a una mejor posición en su propio tiempo.
Me gustan las fusiones de naranja en el atardecer, cada uno distinto, de opacos a más pasionales, pero juntos siempre en armonía.
Me gustan, pero —y déjame ser sincera— tanto dogma y embeleso solo se debe a mi miedo por existir y no hacerlo tan bien como la naturaleza.
— Rayitos