Escrito en las estrellas (Cor...

By LucyMellark

90.1K 3.9K 780

Lucy Gray es coronada vencedora de los Décimos Juegos del Hambre, mientras el joven mentor Coriolanus Snow, r... More

BOOKTRAILER / SINOPSIS
Personajes
Fanfics Lunus/Snowbaird
Contenido multimedia
Banner
PREFACIO
PRIMERA PARTE
1. Nuestra Victoria
2. Reencuentro
3. Un nuevo comienzo
4. Hospital
5. Buena suerte (Reeditado)
Ideas para portada
Portadas
6. Capitolio (Reeditado)
Aviso
7. Familia (Reeditado)
8. Mansión Snow (Reeditado)
9. Confesiones (Reeditado)
10. Nuevo día
11. Primera salida
12. Pareja
13. Pasados revelados (Reeditado)
14. Tigris (Reeditado)
15. Cita (I) (Reeditado)
15. Cita (II) (Reeditado)
16. Ciudad (Reeditado)
17. Parque
18. Cena (Reeditado)
19. Snow
20. Análisis
21. Preparación
22. Cambios
23. Estrategia (Reeditado)
24. Futuro
25. Cafetería
26. Lucy
27. Canto (Reeditado)
28. Atardecer
29. Romance público
SEGUNDA PARTE
30. Equipo de preparación
31. Escándalo Nacional
32. Amor
33. Momentos previos
34. Entrevista individual
35. Lucky Flickerman
Aviso importante
BODA DE ROSAS (Capítulo futuro)
36. Escenario
37. ROMANCE
38. Juegos
39. Sorpresas
40. Discurso (Reeditado)
41. Descanso
42. Compañeros
43. Reunión
44. Reflexión
45. Regalos
46. Secretos
47. Doctora Gaul
48. Inesperado
49. Música
50. Chocolate
51. Delivery
52. Desayuno
53. Madame
54. Restaurante
55. Tiresias
56. Previa
57. Baird
58. Padres
59. Ravinstill
60. Almost star-crossed lover
61. Primos
62. Contrato
63. Sesión de fotos
65. Crisis
66. Protector (Reeditado)
The First Victory Tour (Propos)
67. Snow Western Hognose
68. 24 de octubre
69. Cumpleaños
Material gráfico Snowbaird
Extra Capítulos 48-50 (IG account)
70. Tranquilidad
71. Amigos
72. Sorpresas
73. Anillo de promesa
CAPÍTULO 74: EL VALS

64. Ambientación

552 33 2
By LucyMellark

CAPÍTULO 64: AMBIENTACIÓN

POV CORIOLANUS

Me quedo esperando a Lucy en el pasillo fuera del departamento con mi uniforme escolar puesto. Hoy es un día distinto a los que habitualmente acostumbramos experimentar. Por primera vez, ella va a asistir a unas clases de ambientación con otros estudiantes de su edad que tienen planificado ingresar en el siguiente ciclo lectivo. Y yo, aunque no tengo la necesidad de asistir a mis clases presenciales debido que me las dan virtualmente, decidí hacer una excepción para acompañarla.

Me siento un poco ansioso porque ella está demorando más de lo que creía. Pero me tranquilizo notablemente cuando la voz de mi prima interrumpe mis pensamientos.

−Acabo de terminar de peinarla, Coryo. Ya va a salir.

Miro a mi prima con una sonrisa de agradecimiento. Lucy estaba terriblemente nerviosa en la noche y casi no durmió por los exámenes que sabía que rendiría hoy.

−¿Está más tranquila?

−No demasiado. Es su primera vez como estudiante en el Capitolio, por lo que tiene miedo de fallar y decepcionarnos.

−Solo es un nivelatorio, Tigris. Nunca podría decepcionarme por no llegar al mismo nivel que nosotros. No es su culpa que en cada lugar se enseñen cosas diferentes. De hecho, tiene mucho sentido. Aparte creo que con lo que le enseñé y le dí para leer es suficiente para que logre entrar al año que le corresponde, o al menos uno inferior. No le vendría mal un refuerzo.

−Bien, tendrás que hablar con ella, no es bueno que esté nerviosa antes de un examen. No sabemos si también le tomaran alguno oral. Por cierto, olvidaste esto en la cocina.

Desvío mi mirada de sus ojos grises a la bolsa que tiene en la mano. El regalo para Lucy.

−Gracias, prima. De tanto querer mantenerlo escondido de ella por días, casi lo termino olvidando.

Ambos reímos porque realmente Lucy estuvo por descubrirlo en varias oportunidades y yo casi entré en pánico cada vez que eso pasaba. Solo la inteligente intervención de Tigris y Madame, que estaban al tanto de la sorpresa, me salvo de tener que entregarle el regalo antes de tiempo. Ahora guardo la bolsa de regalo rápidamente en mi morral de cuero oscuro.

−Iré a ver si necesita algo.

Pero eso no es necesario. Lucy abre la puerta y sale al pasillo con el cabello peinado con una trenza en cascada que divide mechones sueltos de su cabello y con leves ondas hechas con la buclera. Su maquillaje se ve casi natural y sus labios están pintados de un delicado rosa. Tiene unos aros pequeños de oro con perlas naturales en sus orejas y no usa ningún collar, lo cual es extraño porque siempre que sale, suele ponerse alguno. Sin embargo, para lo que realmente no estaba preparado era para verla con el uniforme celeste y rojo de La Academia y el morral de cuero negro que es común para todos los estudiantes. Se ve perfecta. Si algo le faltaba para parecerse a una chica del Capitolio era esto.

−Creí que...

−Qué usaría ropa normal –Lucy sonríe –. La doctora Gaul envió el uniforme ayer. Tigris lo dejó en mi cuarto y no lo vi hasta esta mañana cuando te dejé solo en tu habitación para poder cambiarme.

Lucy casi nunca duerme en su habitación durante las noches desde el día en que le pedí ser mi novia y ella sugirió que durmiéramos juntos todos los días.

−Eso hace tu situación aún más oficial –digo–. Bienvenida a La Academia, Lucy Gray Baird. El rojo te sienta bien –la halago.

Me acerco a ella y la rodeo con mis brazos atrayéndola hacia mi cuerpo. Ahora estamos iguales y eso se siente tan perfecto. Por primera vez, puedo decir que frente a todo el mundo pertenecemos a un mismo lugar, y que la brecha entre mentor y tributo se ha roto definitivamente. Ahora viéndonos, solo somos un par de estudiantes adolescentes de La Academia viviendo en Capitolio. Beso su frente observando su peinado elaborado en detalle. Tigris hizo un buen trabajo con mi novia para que causara una primera buena impresión. La trenza en cascada empieza en sus costados atrapa mechones sueltos y termina detrás de su cabeza abarcando la trenza misma toda su coronilla. Aparte desde que le tiñeron el cabello haciéndole reflejos de distintos tonos su cabello se ve hermoso con los diferentes peinados que le han hecho hasta ahora.

Lucy se pone de punta de pie y me da un corto y suave beso en los labios, tomándome desprevenido.

−Gracias. Te amo, cariño –en sus ojos ámbar todo lo que veo ahora mismo es felicidad y amor. Yo sonrío y acaricio su mejilla con una de mis manos, mientras la otra se mantiene firmemente en su cintura.

El chofer se detiene en el estacionamiento de La Academia y luego se despide de nosotros diciendo que volverá por la tarde para llevarnos a casa. La entrada del instituto es enorme, hay una escalera casi interminable blanca y rampas para discapacitados en ambos costados. Cientos de estudiantes están ingresando a su jornada escolar. Lucy y yo nos quedamos mirando como eso sucede. Hasta ahora nadie nos reconoce, y no tienen porque... estamos vestidos igual que ellos, como dos simples estudiantes, y eso se siente bien de alguna forma. Este anonimato temporal resulta cómodo cuando pasamos la mayor parte del tiempo siendo el centro de atención en la calle y la televisión. Tomo la mano de mi novia, entrelazando nuestros dedos y le digo que subamos. Pero a medio camino en un largo descanso en el que se puede apreciar el edificio mejor, tengo una idea. Siendo su primera vez como estudiante me gustaría que ambos tuviéramos algún recuerdo de este momento.

−¿Te molesta si tomo algunas fotografías? –le pregunto.

−No traje la cámara –responde adelantándose.

Ella siempre la lleva encima por si le gusta algún lugar y quiere retratarlo o simplemente quiere algunas buenas fotos conmigo y mi familia de recuerdo.

−No importa, usaré mi celular.

Ella cede cuando le propongo eso. Le doy algunas órdenes y le tomó fotos en solitario, sentada en los escalones o parada. Y finalmente algunas selfies o vídeos cortos de nosotros dos abrazados enfocando de cerca o lejos el edificio o a nosotros mismos.

−Te amo, Lucy. Te irá genial hoy. No estés nerviosa –le digo finalmente cuando vuelvo a guardar el teléfono en el bolsillo de mi blazer rojo.

−Realmente agradezco que vengas conmigo hoy. No tenías por qué hacerlo. Te dieron permiso para faltar a tus clases, a excepción de tus fechas de exámenes.

−No puedo dejarte sola en este momento.

Lucy me sonríe tiernamente y me da un corto beso antes darse vuelta y subir los escalones que faltan. Yo la sigo.

−¿Sabes? Se siente extraño ya no entrar a La Academia como tributo con las esposas puestas, en ocasiones; o como tu novia y vencedora. He subido estas escaleras decenas de veces, pero esta vez es distinto.

−Ya te acostumbraras, ahora eres una estudiante más. Y lo serás por unos dos o tres años con suerte.

Vuelvo a entrelazar nuestros dedos con cariño.

−Dijiste que los Agentes de Paz en las últimas ocasiones dejaron de ponerte las esposas –le recuerdo.

−Y no me mentí, desde que empezaste a pedir que me las quitaras y vieron que era inofensiva, yo me convertí en una de las pocas mujeres tributos a las que permitían un poco más de libertad. Un Agente de Paz en particular, desde el atentado, revisaba las quemaduras de mis manos a diario y exigió al resto de sus compañeros, que no me volvieran a poner las esposas de ser posible, porque las mismas podrían lastimarme e infectarse más. Y él y una joven enfermera que traían para los tributos me hacían curaciones, igual que tú. El hombre solía decirme que yo tenía la edad de su hija mayor y que lamentaba que tuviera que pasar por todo eso.

−Todos te amaban y confiaban en ti, Lucy. Eso es lindo –le digo con cariño. Pero lo último que dice hacer cuestionarme algo –¿Una hija de dieciséis?

−Me explico que él ya era padre cuando se enlistó para ser Agente de Paz. Su esposa murió durante los Días Oscuros y él quedó solo con sus pequeñas hijas a cargo. Por lo que decidió trabajar como Agente en el mismo Capitolio. De modo, que mientras mantiene económicamente a sus hijas, puede estar cerca de ellas, aunque solo pasen los fines de semana juntos y algunos días entre semana. Le quedan varios años de servicio todavía y por lo que me dijo no planea retirarse antes de tiempo, aunque le den esa alternativa.

−Lo lamento por él –digo con sinceridad–. Por su esposa, quiero decir.

−Sí, yo también. Pero al menos sigue teniendo alguien más por quien luchar.

−Seguro. El bienestar de ellas debe ser un gran incentivo.

Ambos entramos al edificio por la puerta principal, el hall está repleto de varios grupos de estudiantes porque aún falta media hora para que empiecen las clases.

−¿Te dijeron donde debes ir? Todavía hay tiempo, puedo guiarte hasta tu salón –le pregunto a mi novia.

−Seguro, tú conoces más que yo este lugar. Yo probablemente me pierda.

−No lo quiero hacer para evitar que pierdas. Lo haré porque soy tu novio y es lo que se supone que debo hacer como tal.

Ella me mira sorprendida y se ruboriza. Yo me río, sintiéndome algo orgulloso por haberla puesto incómoda, ya que, por lo general, es al revés.

Lucy busca en su mochila y saca una carta de la libreta que le regalé después de una de nuestras primeras salidas juntos. Se siente bien que siga usando las cosas que le regalo.

−Puedes leer –me dice extendiendo la carta hacía mí.

Me tomo unos minutos para su horario completo y memorizarlo. Luego le tomo una foto con mi celular explicándole que quiero saber dónde estará para cada charla o examen en su doble jornada por si debo ir a buscarla.

−El Aula Magna está en el primer piso. Ahí será tu primera ambientación. Luego tendrás una clase en el segundo piso, aula 25. Y los exámenes de nivelación será en la planta baja, es fácil de ubicar. Queda cerca del Salón Heavensbee donde teníamos nuestros encuentros de mentores y tributos –explico.

−Ahí nos besamos por primera vez –me recuerda sonriendo.

Ambos nos ruborizamos al mismo tiempo.

−Quedará para el recuerdo ese día. Lástima que no hay fotos. Digo, porque parece que estuvieron tomando registro de todo nuestro romance menos de ese momento –bromeo.

Me inclino hacia ella y le robo otro beso, sin tocarla realmente esta vez, pero llamando la atención de unos cuantos estudiantes.

Que piensen lo que quieran. Me digo a mi mismo porque estoy realmente feliz de poder compartir el mismo espacio que Lucy Gray y estando en el mismo nivel que ella frente a La Academia ahora mismo.

−No está mal que al menos tengamos privacidad sobre ese primer beso, Coryo. De hecho, me agrada que en la televisión no lo hayan transmitido. Nuestra memoria sobre el mismo es suficiente para conservemos ese inicio como algo especial para nosotros.

−Tienes razón, por supuesto.

Acaricio su rostro y beso su frente.

−Aparte, siempre me he caracterizado por tener muy buena memoria. Y ese momento en particular nunca lo olvidaré.

−Tampoco yo. Fue hermoso y me dio esperanzas –reconoce mirándome fijamente a los ojos con amor.

−Qué extraño verlo por aquí, señor Snow. Pensé que nunca volvería –una voz interrumpe nuestras espaldas.

Podría reconocer esa desagradable voz en cualquier lado. Me siento repentinamente tenso, e inconscientemente cubro a Lucy de forma protectora y sosteniendo su mano con la mía.

−Decano –digo en tono formal sonriéndole forzadamente.

−¿Por qué esa pose, señor Snow? No le haré nada a su novia. Solo los vi y decidí venir a saludarla por la paz.

Por la paz. Sí, claro. La Doctora Gaul es más confiable que usted en comparación. Y eso solo lo digo porque sé lo mucho que usted odia a mi familia por alguna razón que desconozco. Primero fuimos Tigris y yo; y ahora Lucy será su siguiente objetivo el próximo año, solo por el vínculo amoroso que mantiene conmigo.

Lucy me estrecha más la mano recordándome que debo controlarme, y es en ese momento que me hago a un lado y dejo que ella se muestre.

−Disculpe, es la costumbre. Nos tomó desprevenidos –le digo.

−Entonces, es un impulso natural. ¡Qué tierno! Debe quererla demasiado.

−La amo –respondo.

El decano es un poco más bajo que Lucy y yo, aunque tampoco tanto, a primera vista no causa gran impacto, pero su voz severa y dura no te generan buenas sensaciones. Highbottom acomoda algunos mechones de su cabello y me mira con superioridad por la tensión que ha provocado en el ambiente de forma repentina debido a su aparición. Lucy me mira preocupada por un segundo, pero rápidamente se recompone y muestra su mejor sonrisa y su habilidad social.

−Un gusto volverlo a ver, Decano Highbottom –dice en tono respetuoso.

−El placer es mío, señorita Gray. ¿Cómo la ha estado su nueva vida en el Capitolio?

−Bastante bien, no me puedo quejar. Estoy haciendo bastantes amistades últimamente y la gente, en general, es amable –confiesa evitando mencionar cualquier cosa relacionada a nuestro noviazgo y la relación que tiene con mi familia, temiendo que el hombre encuentre algún "pero".

−Esa una buena cosa, considerando que pasará varios años aquí de ahora en adelante.

El Decano la mira de arriba abajo.

−El uniforme le queda bien.

−Gracias.

−Pero falta algo...

El hombre saca una caja del bolsillo de su pantalón y se la entrega a ella.

−Esta mañana, la Doctora Gaul me pidió que le entregara la insignia de La Academia si la veía, ya que ayer se olvidó de incluirla en caja que le enviaron.

Lucy abre la elegante caja de oro, que tiene dentro el pin con la letra "A".

−Muchas gracias.

−Es de oro. Un pequeño regalo por su victoria y su bienvenida como estudiante.

−Cuidaré mucho esta insignia –promete.

Yo le ayudo a colocarle el pin en la solapa de su blazer en la posición del mío del lado del corazón. Había notado que algo le faltaba al uniforme, pero pensé que Lucy se había olvidado de colocárselo; o que Tigris y yo debíamos comprárselo aparte. Algo que ya habíamos hecho, de todas formas. Pero, no. Simplemente se olvidaron de entregárselo. Me aseguro que esté bien puesto y que no se le caiga. Por suerte los broches de la academia tienen doble seguridad, se pueden clavar como una especie de alfiler y al mismo tiempo tienen una placa de broche mariposa.

−Gracias, Coryo.

−No es nada, cariño –le respondo con una sonrisa sincera.

El Decano parece sorprendido por las muestras de afecto entre nosotros y por el uso de apodos, pero no dice nada al respecto. Simplemente se ofrece a llevar a Lucy hasta el Aula Magna a través de las escaleras. Pero yo no pienso dejarla sola con este hombre, así que la acompaño, también. Ambos lo seguimos por la escalera tomando cierta distancia de él. Lucy mira todo con atención cuando llegamos al primer piso, también he estado aquí con ella, en varios de los salones según la disponibilidad, practicando para la entrevista a solas. Nos detenemos al mismo tiempo que el Decano cuando llegamos a la puerta con una enorme "A" en el frente y un cartel la pared del costado que indica que aula es.

−Es aquí, señorita Gray. Puede pasar. Estará con otros chicos en estas primeras horas. Todos son nuevos estudiantes inscriptos para empezar en el próximo año lectivo. La ambientación será importante para todos, sobre todo para usted. Espero que logre adaptarse al ritmo de esta institución.

−Lucy Gray es muy inteligente y adaptable a los cambios, Decano Highbottom. Dudo que tenga dificultades como estudiante en La Academia –la defiendo en un tono formal.

Lucy me mira de reojo con cariño y yo hago lo mismo.

−Entra. Volveré por ti cuando esto termine y almorzaremos juntos –le digo levantando su mano mientras acaricio el dorso de la misma y depositando un beso en el mismo tras unos segundos.

Le devuelvo la carta y ella la toma sonriendo. De todas formas, ella se despide de mí con corto beso en los labios, un simple roce que hace que toda mi concentración y tensión se esfume por completo.

−Te esperaré –me promete en un susurro, con su mano aún en mi mejilla, mirándome una última vez antes de enfrentar a nuestro acompañante. –Gracias por la oportunidad, Decano Highbottom. Haré mi mejor esfuerzo por alcanzar el nivel que esperan del alumnado. No se preocupe.

Lucy se inclina haciendo una reverencia respetuosa y entra en el salón sin mirar atrás. Me quedó mirando la puerta por la desaparece decidiendo que debo hacer a continuación ahora que me quedé a solas con el Decano. 

Saco mi teléfono móvil y enciendo la pantalla rápidamente solo para ver la hora. Solo faltan siete minutos para mis propias clases. Noto que él se queda mirando algo en mi pantalla y me doy cuenta que él puede distinguir las fotos de y con Lucy que escogí como fondo de pantalla y bloqueo. En la de bloqueo estamos ambos abrazados en el parque y yo aparezco besando su mejilla, ambos completamente sonrientes y felices en nuestra primera cita. Y en el fondo de pantalla general, está ella sola, mirando directo a la cámara mientras le tomaba una fotografía en un restaurante durante otra cita larga que terminó en una cena romántica. Me apresuro para guardar el dispositivo en mi bolsillo. 

−Ya casi empiezan las clases, creo que debería ir a mi salón –le digo solo mirándolo de reojo.

−¿Tan rápido? Ni siquiera hemos hablado de su chica.

−Creí que solo quería darle la bienvenida y traerla aquí. ¿Qué necesita hablar conmigo? –hago la observación sin perder la calma.

−Nada realmente. Solo encuentro curiosas algunas cosas que han sucedido últimamente.

−¿Cómo cuáles?

−No es algo que se pueda hablar en un pasillo.

−Entonces, tendrá que esperar para después. Ahora tengo clase de Laboratorio. Si me disculpa...

Aún así no me muevo, esperando su aprobación.

−Oh, no deseo interrumpir su jornada escolar. Solo quería felicitarlo. Al final lo consiguió, quedarse con el premio y la chica. Y la popularidad y el dinero, de paso.

−Ustedes querían convertir los juegos en un espectáculo. Lucy y yo les dimos un gran espectáculo, y se los seguimos dando ahora con nuestra relación actual. Hacemos todo lo que nos piden. Al fin y al cabo, todos salimos ganando en estos juegos –explico en un tono rígido.

−Todos menos los pobres niños que murieron y morirán en los Juegos del Hambre cada año –dice él.

−Juegos del Hambre que usted mismo creó –le respondo.

¿Por qué ahora habla como si le preocupara el destino de esos chicos que él mismo condenó a muerte con sus ideas? Esto es tan extraño.

−Sí, es cierto. Los creé en su momento. No lo voy a negar. Pero su padre y algunos otros estaban conmigo cuando lo redacté. No participaron, pero era una tarea escolar después de todo.

Vaya tarea más sangrienta les encomendaron. Pienso irónico.

−¿Por qué me está diciendo todo esto?

−Como una advertencia, para que sepa en lo que se están metiendo usted y su amada vencedora ahora que tendrán una fuerte participación activa en los Juegos del Hambre. Y también para recomendarle que no siga los pasos de su padre. Aunque pensándolo bien y viéndolo con su chica, puede que tenga más en común con su adorable madre de lo que yo creía. Su expresión se suaviza cada día que pasa y parece ser más abierto... comprensivo. Y eso puede ser un gran problema ¿creen que podrán cargar con la culpa de ser los responsables de las muertes de tantos niños y adolescentes a partir de ahora?

−No lo sé, Decano. No tengo idea como nos sentiremos junto con Lucy el próximo año o los siguientes, respecto a lo que plantea. Pero tal vez podamos mejorar la calidad de vida, atender su salud y aumentar las posibilidades de supervivencia de todos los tributos mientras estén en el Capitolio. Eso debería ser suficiente, por ahora –confieso lo que vengo pensando con Lucy hace un par de semanas.

−¿Cree que los Juegos del Hambre son necesarios?

−Sinceramente, a veces me gustaría que no existieran y que la guerra no hubiera sucedido tampoco. Pero ya que no se puede hacer nada contra eso... Supongo que solo nos queda adaptarnos a la realidad actual y generar algún tipo de cambio positivo dentro de nuestras limitadas posibilidades.

−Para luego igual dejarlos morir en la arena. ¡Qué poético! –plantea burlesco.

−¿Acaso tiene otra propuesta diferente inmediata? Tal vez, la mente maestra detrás de los Juegos del Hambre, pueda pensar otras alternativas en el futuro y ser escuchada... Cuando los Distritos dejen de odiarnos tanto, claro. Ahora lo veo muy difícil. Todo lo que sucedió en esta edición es una muestra de que aún no podemos convivir en paz unos con otros.

−Usted, su amada chica arcoíris y su amigo Sejanus Plinth lo saben más que nadie ¿No es así? Lo vivieron en carne propia.

Mi postura se siente tensa al escuchar esas palabras salir de la boca del hombre y él lo nota, a pesar de que mi rostro sigue sin mostrar emoción alguna. Se acerca peligrosamente a mí para hablarme en voz baja y que nadie más escuche.

−¡Oh, sí! Entonces, fue usted. Lo imaginaba. No creía que un chico como Sejanus fuera capaz de defenderse siquiera, de todas formas. La supervivencia evidentemente nunca fue su fuerte. No se preocupe. Nadie lo puede culpar por lo sucedido allí dentro, porque la mayoría de las personas hubiera actuado igual. Así como tampoco hay pruebas. Solo tengan cuidado con lo que les pida la actual Vigilante en Jefe de ahora adelante, le gusta poner a prueba los límites de las personas. Y aquella vez lo hizo con usted, poniéndolo en la misma posición que un tributo que lucha por su vida. Es una mujer muy considerada realmente. Su siguiente proyecto, será Lucy Gray Baird y no solo usted.

El Decano me da una palmada en mi hombro.

−Camina derecho, muchacho. Y cuida de tu pájaro cantor, que se nota que amas más que tu vida y tu propia seguridad. Imagino que has hecho muchos sacrificios por ella en el último tiempo. Si fuera tú, trataría de proteger la poca inocencia que le queda a esa chica luego de todo lo que tuvo que pasar y hacer para sobrevivir contra sus contrincantes –susurra en mi oído antes de alejarse y dejarme solo en medio del pasillo completamente alterado por dentro.

Me toma al menos dos minutos decidir qué hacer desde que observo a bajar al decano por las escaleras. Sin embargo, buscar a Lucy no es una opción. Lo último que necesito es asustarla y preocuparla en su primer día. Debo guardarme esto para mí tanto tiempo como pueda, al menos hoy, o por unos días.

Subo rápidamente al baño de hombres del segundo piso, donde está el laboratorio. Y en el camino casi choco con alguien. No me importa quien sea, apenas puedo pensar con claridad o ver algo. Solo quiero esconderme y estar solo hasta que mis pensamientos se aclaren. Me meto a uno de los cubículos, me quito el morral lanzándolo al suelo y me desplomo yo mismo allí, sintiéndome descompuesto por todo. Los recuerdos, mi familia fallecida, la culpa por mis acciones pasadas, el dolor de ver a Lucy sufriendo por todo lo vivido durante los Juegos del Hambre y el hecho de que nuestro Decano está al tanto de muchas cosas que sucedieron, o las sospecha. Termino vomitando el poco desayuno que comí esta mañana por salir apurado de mi casa. Y luego me siento en el suelo, limpiándome la boca con el papel higiénico que tienen en un costado, solo para esconder mi cabeza entre mis piernas posteriormente, contra la falda que cubre el pantalón de vestir rojo. Respirando agitadamente y sintiendo mi cuerpo temblar y mi respiración agitada.

−Coryo, dime que te pasó. Te acabo de ver empujando a ese chico en el pasillo de lejos y entrando aquí. ¿En qué te puedo ayudar? ¿Estás enfermo?

La voz está detrás de la puerta de mi cubículo, pero no respondo como debería.

−¡Vete, solamente quiero estar solo!

No sé quién me habla y tampoco me interesa. Podría llamarme el mismísimo Presidente Ravinstill y no le haría caso ahora mismo. Podría ocurrir un terremoto y no me movería de donde estoy.

−No me iré dejándote así. Te debo una, Coryo. Lo sabes –ahora esa voz suena más calmada que recién y también más preocupada.

−¿Sejanus? –pregunto asombrado por reconocer su voz luego de semanas sin verlo, ni siquiera.

Continue Reading

You'll Also Like

36.3K 3.6K 15
𝐖| ❝ Ya casi será el momento, prepárense, porque Panem se liberará de una vez por todas❞ PEETA MELLARK X FEM...
8.4K 1.1K 32
Los zombies devorarán tu psique. Ni siquiera esta pantalla podrá protegerte. Cierra los ojos y reza fuerte, porque andan cerca. ...
110K 9.8K 28
El tiempo escapa de forma irremediable... Pero los corazones nunca olvidan.... Bea está cansada de los excesos que conlleva el vivir en el capítulo...