El mundo oculto del Espejo [S...

By monicadcp10

6.9K 841 95

¿Conocéis a los vampiros? ¿Habéis escuchado sus historias? Bien. Porque este cuento no va de los vampiros que... More

[Adelanto]
Prólogo
Adiós, Neptuno
Conversión
El Espejo
El rey
Primera toma
¿Por qué a mí?
Asskiv
El diario
Primera Luna llena
Cárcel
Descendencia
Sed de sangre
Liberación
Poder vampírico
Reina
ESPECIAL - Día del Libro (23 de abril)
Proposición
Contrarreloj
Gota de sangre
Sedientos
Hipnosis
Una lección para el maestro
El anillo
Nolan
Lágrimas de diamante
La carta
Confesiones
Despedida
Incógnitas
Luna de sangre
Nadie podrá
Duelo
Tigres
La disculpa tardía
Padre
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

Sin poder vampírico

91 14 0
By monicadcp10


La presión que Hesper iba poniendo sobre mis hombros se mezclaba lenta y paulatinamente con los arduos entrenamientos nocturnos. Nolan también parecía haber notado las ansias del rey y procuraba acelerar mis entrenamientos todo lo posible, aunque sin perder eficacia. Como resultado, caía rendida cada noche sobre mi cama sin apenas prestar atención a mi pobre amigo lobuno que me observaba con ojos compasivos. Se habían acabado nuestros paseos, nuestras charlas, nuestros ratos a solas. Había pasado a vivir por y para la preparación de mi segunda prueba, la cual comenzaba a acercarse vertiginosamente. Continué pasando cada Luna llena atada junto a los demás, a pesar de que mi transformación nunca llegaba. A veces le confesaba a mi profesor mis ganas de ver cómo era el mundo sin vampiros, pero a el no parecía hacerle gracia.

—¿Y si alguna noche te descontrolaras? —sacudió la cabeza—. Es demasiado arriesgado. Podrías acabar con la vida de Ámarok. Prefiero tenerte encerrada una vez al mes antes que lamentar algún desastre.

Tras aquellas palabras yo no había vuelto a mencionar el tema. Pensaba que con el tiempo quizás vieran las cosas de otra manera. O puede que yo consiguiera la libertad suficiente como para tomar esa decisión por mí misma. Aunque lo cierto era que me asustaba no llegar a gozar de esa posibilidad. Puede que mi vida fuera siempre controlada por alguien más. Por entonces, nadie sabía lo especial que era a excepción de los integrantes de la Academia. ¿Qué ocurriría cuando el Espejo entero escuchara rumores? ¿Vendrían a inspeccionarme como si fuera un bicho raro?

—Concéntrate, Kaiserin.

La suela de un zapato se interpuso en mi campo de visión. Reaccioné justo a tiempo, inclinándome hacia delante y dejando que su pierna pasara de largo por encima de mi cuerpo. Y, aprovechando la situación, traté de eliminar su único punto de apoyo: la otra pierna. Mi talón chocó contra su tobillo, tal y como él me había enseñado, y Nolan comenzó a caer hacia un lado. Pero justo antes de tocar el suelo apoyó una de sus manos en la tierra húmeda y se puso en pie nuevamente.

—Tengo que aprender a hacer eso —comenté mientras volvía a ponerme en guardia, centrándome en la lección.

—Lo harás.

Un instante más tarde, mi brazo derecho se encontraba inmovilizado a mi espalda, bien sujeto por uno de los suyos. Giré hacia el lado contrario, liberándome a pesar del dolor, y traté de retorcer el suyo. Una de las primeras clases físicas que había tenido con él había sido sobre el dolor. Cuando tu enemigo te inmoviliza, solo te centras en el dolor, no piensas con claridad porque, si lo hicieras, serías capaz de liberarte antes de que la cosa se ponga seria de verdad. Así que lo que debía hacer era ignorar el dolor, fuera cual fuese, y tratar de sacar ventaja de los movimientos del contrincante.

—Aprendes rápido —sonrió mientras daba por finalizado el entrenamiento—. Ven conmigo, quiero enseñarte algo.

Con el ceño fruncido, seguí a mi profesor a través del bosque. Los árboles comenzaban a mostrar sus primeros brotes verdes, parecidos a los que se podían apreciar por toda la tierra. La temperatura había subido y el calor era a veces un tanto insoportable. En la siguiente estación, por lo que tenía entendido, lo pasaría aún peor. Tendría que empezar a acostumbrarme a los cambios del clima entre aquella tierra y Neptuno. Por suerte, había riachuelos y estanques cercanos con los que podía contar. Además de ser una criatura nocturna y no tener que plantar cara al sol.

Poco a poco empecé a escuchar el murmullo del agua entre las rocas y pensé que quizás mi profesor había creído conveniente que me refrescara un poco. Y unos minutos más tarde comprendí que quería enseñarme algo nuevo cuando llegamos a una enorme roca, casi como una montaña pequeña, que yo ya conocía. Ámarok y yo la habíamos pasado de largo innumerables veces a lo largo de nuestros paseos e inspecciones. Sabíamos que se escuchaba el agua correr dentro de ella, pero jamás habíamos vislumbrado su interior.

Nolan sonrió levemente y, rodeando la estructura rocosa, buscó el lugar exacto: una pequeña grieta lo suficientemente grande como para dejar pasar el cuerpo de un vampiro no muy grande. Con una señal de su brazo, me invitó a pasar primero. Colocándome de lado, comencé a deslizarme con dificultad entre la roca. El interior estaba tan oscuro que no podía vislumbrar cuánto trecho tenía que raspar mi piel contra la piedra. Aun así, continué esforzándome por llegar al otro lado, porque debía de haberlo. Y así fue.

De repente, mi cuerpo entero se liberó y pude respirar profundamente sin sentirme entre dos paredes que se juntan más cada vez. Y allí, en un espacio bastante reducido, descubrí una preciosa y diminuta cascada cuya agua mojaba mis botas. La luz de la Luna apenas sí se colaba por entre las diminutas fracturas que presentaba la estructura rocosa que protegía aquella maravilla de la naturaleza de los ojos curiosos. El ruido del exterior, me percaté, no alcanzaba a aquel refugio natural, ya que las paredes insonorizaban el interior. Casi parecía un mundo completamente diferente.

—Precioso, ¿no crees?

La presencia de Nolan pareció anclarme un poco a la tierra que pisaba, a la realidad. Su voz resonó contra la piedra, provocando que el aire vibrara como si realmente cobrara vida propia.

—Solía refugiarme aquí cuando era un alumno de la Academia —me explicó sin esperar una respuesta a su pregunta anterior—. Era mi lugar favorito.

—¿Los demás no lo invadieron? —inquirí, sorprendida porque los demás no hubieran averiguado qué había dentro.

—Oh, hubo otros antes que yo que descubrieron este lugar, por supuesto —sonrió, mostrando sus blancos dientes—. Pero ninguno lo apreció lo suficiente. Muchos de ellos dijeron que solo la locura podía esperar alguien que pasara mucho tiempo aquí dentro. El silencio, la calma, la paz... no son para todo el mundo, Kaiserin. Pero algo me dice que tú podrías apreciarlos igual que en su día lo hice yo. Incluso podrías llegar a anhelarlos.

—¿No es eso lo que deseamos todos?

—Te sorprendería la cantidad de gente que prefiere la guerra antes que la tranquilidad, sobre todo en nuestro mundo.

—¿Te refieres a los vampiros? —me giré para poder observarlo mejor—. Creo que nosotros también lograríamos vivir apaciblemente si se nos diera la oportunidad.

—¿Lo crees realmente?

En sus ojos había algo, puede que un sentimiento de incredulidad, tal vez. Y, pensándolo bien, puede que sí que fuera algo ingenua en aquel entonces.

—¿Quién podría elegir una vida llena de incertidumbre, muerte, caos...? —sacudí la cabeza, negándome a pensar en algo así—. Nosotros no somos así. Tú mismo lo dijiste. Si se nos trata como a bestias, entonces...

—...nos acabamos convirtiendo en ellas —finalizó mi profesor con seriedad—. Pero yo nunca dije que pudiéramos invertir el proceso.

Aquella noche, cuando Nolan me dejó a solas con mis pensamientos en aquel íntimo lugar, reflexioné sobre aquellas palabras. Si no lo había entendido mal, mi profesor creía que una vez convertidos en monstruos sería muy difícil recobrar el sentido común nuevamente. Dicho de otra forma, él pensaba que los que hubieran sido corrompidos por la sed de venganza no volverían a ser lo que una vez fueron. Y me asustó comprender que Nolan podría tener razón. Siempre hay una línea que no se debe cruzar. Y puede que no haya retorno si lo haces.

Cuando salí finalmente de allí, fui en busca de Ámarok: la única criatura en la que confiaba más que en mí misma. Al abrir mi corazón una vez más, lo que escuché fue justo lo que necesitaba oír:

Tú jamás podrías ser un monstruo, Silene. Nunca lo permitiría.

Si él me protegía de aquella oscuridad que era una amenaza en el horizonte, si me ayudaba a luchar contra esa persona en la que no quería convertirme, no me rendiría. Trazaría mis propias metas y también mis propios límites. Lo haríamos... juntos.

Los entrenamientos continuaron su curso, cada vez más intensos y más largos. Había noches en las que Ámarok tenía que cazar por mí debido a la falta de tiempo. Y mientras todo a nuestro alrededor comenzaba a renacer, yo me marchitaba por dentro.

—Tu próxima prueba está más cerca de lo que crees —comentó Nolan una de esas noches al finalizar el entrenamiento—. Eso complacerá al rey. Pero no puedo evitar preocuparme y pensar que quizás no te complazca a ti.

No sé si mi nula respuesta se debió a la sorpresa porque él se preocupaba por mí más allá de las clases o por descubrir que estaba a punto de enfrentarme a algo que sería definitivo. Lo que sí sé es que mi silencio fue decisivo para él.

—¿Te gustaría contarme algo?

—Eso depende —me dejé caer en el tronco de un árbol, abatida.

—¿De qué? —se interesó él.

—De si puedo confiar en que no le contarás nada a Hesper.

Mis palabras pudieron ser algo duras, pero la idea también lo era. Le estaba pidiendo algo que yo solo había visto en Ámarok: confianza. Y era muy importante para mí saber quiénes me ayudarían y quiénes no.

—De mi boca no saldrá una sola palabra —aunque su gesto era de piedra, se suavizó un poco—. Pero no puedo garantizar que Asmord haga lo mismo.

—¿Qué tiene él que ver en todo esto? —pregunté mientras trataba de ignorar el pinchazo en mi corazón.

—Ese vampiro es la mano del rey, la criatura en la que más confía. Para protegerlo como es debido, invade los pensamientos de todo bicho viviente y, por descontado, también los míos. Si Hesper me preguntara algo acerca de esto, yo me vería obligado a responder. Y si miento, o tengo la intención de hacerlo, Asmord lo sabrá antes de que yo pueda abrir la boca.

Mi lado racional y la parte de mí que admiraba a Hesper comprendían que se debiera llegar a esos extremos para mantenerlo a salvo de posibles traiciones. No obstante, esa parte de mí que había llegado a casi confiar en Asmord estaba rabiosa. ¿Cómo se atrevía a invadir la intimidad de las personas? ¿Cómo podía traicionar a los que eran cercanos a él? Aunque, comprendí casi al instante, él no tenía personas cercanas. Dudaba mucho que tuviera amigos. Vivía por y para su rey. Y era posible que también para el escuadrón que dirigía, según me habían contado. El escuadrón asesino... No, no veía a Asmord confiando en nadie. Y estaba claro que mentir se le daría de maravilla, dada su situación. Lo cual empeoraba las cosas porque de repente me encontré preguntándome cuántas veces me habría mentido mirándome a los ojos. Pero, ¿acaso eso importaba?

—Lo único que puedo decirte, entonces, es que estoy decidida —fue mi respuesta meditada—. Soy una vampiresa y, tal y como me dijo Kinn una vez, tengo responsabilidades. Hesper es un buen rey, estoy segura. Y haré lo que haga falta para evitar una lucha interna cuando el enemigo no está aquí dentro. Debemos permanecer unidos, pase lo que pase.

Los ojos de Nolan se agrandaron considerablemente. Después, lentamente, una sonrisa comenzó a brotar de sus labios. A esto le siguió una sacudida de su cabeza, provocando que su melena larga, recogida en una cola, se balanceara al mismo ritmo.

—Sin duda eres una vampira peculiar, Kaiserin. Muy peculiar.

Me reuní un par de veces con Hesper después de aquello. No pude evitar pensar que lo veía cada vez más nervioso, como si esperase que en cualquier momento alguna catástrofe sucediera. Por lo visto, había estado tratando de forzar su don de teletransporte fuera de las barreras del Espejo, sin resultados favorables. La última vez había sobrepasado sus límites y había caído inconsciente al suelo de su habitación, donde nadie más que él podía acceder.

—Ya me hicieron ver lo temerario que fui —me había hecho saber antes de que yo pudiera comentar nada—. Si hubiera necesitado ayuda urgente nadie habría podido llegar hasta mí, al menos no sin destruir la Academia entera en el proceso. Y puede que no hubieran llegado a tiempo.

Al parecer, la guarida secreta de Hesper era una burbuja en una de las paredes de la sala del trono que no tenía ni entrada ni salida normales. Solo se podía acceder mediante teletransporte o derrumbando la zona exacta. En una palabra: inexpugnable.

Lo siguiente que había averiguado era que los vampiros, como yo sabía, no moríamos fácilmente, pero no estábamos seguros de lo que el Espejo pudiera llegar a hacer. Si tratábamos de salir a la fuerza, como había intentado el rey, ¿nuestra prisión opondría alguna clase de resistencia? ¿Podría matarnos en el acto? Era algo que no me gustaría averiguar.

Hesper prometió estar en presencia de alguien siempre que tratara de utilizar su don para tratar de salir del Espejo, algo que yo cada vez veía más lejano. Nuestra prisión parecía lago incorpóreo, totalmente abstracto, algo a lo que no podíamos atacar. Pero habría una manera, de eso estaba segura.

—Bien, hoy toca evaluación, la penúltima antes de tu siguiente prueba.

Nolan no llegó a vislumbrar el nerviosismo que aquellas palabras me produjeron esa noche. Las evaluaciones eran charlas entre profesor y alumno para ver cómo iban los entrenamientos y cómo se sentían ambos con respecto a los avances realizados. Eran de mucha ayuda, al menos para mí. Pero el hecho de que solo me quedara una evaluación más antes de mi segunda prueba revelaba lo cerca que estaba de ella. Y, al mismo tiempo, lo cerca que se encontraba la verdad. Si Danira era real, si aún vivía, entonces tendría que emprender un viaje que no sabía hacia dónde me conduciría. Si no, si todo había sido solo un sueño fruto de mi desesperación, entonces tendría que afrontar las consecuencias y convertirme en la reina de los vampiros.

—¿Cómo te ves? —la voz de Nolan interrumpió mis pensamientos.

—Bien —me senté junto a él en unas piedras que había en un claro del bosque.

—Vayamos paso por paso. ¿Qué me dices de tu poder sobre el aire?

—Me siento cómoda con él —suspiré, mirando hacia el cielo que aquella noche se encontraba cubierto por las nubes, sin dejar ver ninguna estrella—. Es fácil utilizarlo y responde bien a mis órdenes.

—¿Y el fuego?

—El fuego... —fruncí el ceño, tratando de encontrar las palabras exactas—. Es extraño, ¿sabes? Lo controlo mucho mejor que cuando llegué a este lugar. Creo que ya no supone una amenaza ni para mí ni para nadie. Pero cuando lo utilizo siento como si... Es como si yo no lo controlara del todo. Como si hubiera otra persona ahí fuera con el mismo poder que yo y quisiera utilizarlo también. ¿Me entiendes?

—Entonces, sientes que no forma por completo parte de ti —trató de sintetizar mi profesor—. ¿Crees que es cuestión de tiempo?

—No lo sé. Quiero creer que sí, pero algo me dice que no es tan sencillo.

Tratar de explicar lo que sentía era más difícil de lo que imaginaba. Pero eso a Nolan no pareció molestarle.

—¿Y tu poder hipnótico? —inquirió.

—Necesito más tiempo, pero voy mejorando —aseguré—. En este caso, necesito más confianza en mí misma, necesito creer que realmente puedo hacerlo. Si no, no funciona. Requiere de toda mi concentración, pero sé que llegará el momento en el que ya no necesite prestarle atención. Será tan natural como respirar.

—Esa es una muy buena sensación —sonrió—. Concuerdo contigo. Es normal que tu don vampírico sea un poco más difícil de manejar al principio porque no has podido entrenarlo tantos años como el otro. No te preocupes.

—¿También te sucedió a ti? —pregunté casi sin querer.

La sonrisa de Nolan no llegó a sus ojos y pensé que podría haber dicho algo fuera de lugar. Quizás era algo privado y no quería compartir ese tipo de información conmigo. Pero luego pensé en el lugar secreto que él me había enseñado. No tenía sentido.

—Me temo que no has hecho esa pregunta a quien debías —respondió—. Nunca desarrollé ningún poder vampírico.

Aquella noticia me bloqueó por completo. Durante lo que me pareció una eternidad, no fui capaz de moverme ni articular palabra. El tiempo parecía haberse detenido a mi alrededor y sus palabras volvían una y otra vez a mi mente como si se tratara de una melodía estancada en mi cabeza. Porque jamás había conocido a nadie que fuera especial, como yo.

—¿No tienes...? —todo me daba vueltas—. ¿Por qué?

—No tengo ni idea —sonrió—. Algunos piensan que mi poder, el Coma, puede haber estado imponiéndose a mi don vampírico. Es muy fuerte, ¿sabes? Puede que esté camuflando mi otro don. Existe la posibilidad de que algún día se manifieste, o podría morir sin descubrirlo.

—Entonces... Eres como yo.

—No, Kaiserin —me miró a los ojos fijamente, con una expresión seria en su rostro, como si quisiera asegurarse de que sus siguientes palabras calaban en mí—. No hay nadie que pueda compararse remotamente a ti —tras aquello, su expresión pareció relajarse—. Aunque supongo que tampoco soy un vampiro normal y corriente, ¿no?

—Gracias —suspiré—. Al menos sé que no estoy sola completamente.

—Nunca lo has estado —me aseguró—. Las personas no tienen que ser iguales a ti para poder sentirte acompañada. Seguro que Ámarok te lo enseñó.

Sí, era cierto. Jamás había sentido ese tipo de soledad con Ámarok. Y en aquellos momentos había otros que formaban parte de un círculo cercano que podría considerar amigos. Aun así, era difícil para mí sentir que era diferente. Por primera vez en mucho tiempo, estaba tranquila.

—Seguiremos entrenando —me informó—. He hablado con Hesper. Tu segunda prueba tendrá lugar dentro de trece días. Tu última evaluación será la noche anterior.

Trece días... Era muy poco tiempo, pero me sentía preparada para enfrentar lo que fuera.

—¿Qué puedes decirme sobre esta prueba? ¿Será igual que la anterior?

—No exactamente. Se pondrán a prueba tus dones, pero también tu destreza en el combate cuerpo a cuerpo —me explicó—. Tendrás un rival que no conocerás hasta ese mismo momento. Tendrás que pelear y vencer utilizando las técnicas que hemos ensayado. También podrás hacer uso de tus poderes para tomar ventaja sobre tu oponente, pero eso significa que él podrá obrar del mismo modo.

—Si gano, ¿habré pasado la prueba?

—Si lo haces bien, sí —iba a preguntar a qué se refería, pero no hizo falta—. Tienes que seguir las normas que te dicten antes de empezar. Por ejemplo, supongo que no te permitirán ganar calcinando a tu oponente, ¿me entiendes? Eso no demostraría nada, salvo que tienes un don muy fiero.

—Entiendo.

Nolan debió notar mi preocupación en esa única palabra, porque pasó un brazo por mis hombros, frotándome el brazo después.

—Vamos, anímate —me dijo—. Lo harás muy bien. No tienes nada que temer.

Pero lo que él no entendía era que yo tenía demasiadas cosas en la cabeza, no solo mi segunda prueba. Había muchas cosas en juego. Y fracasar en mi prueba no podía ser ni siquiera una posibilidad. No me quedaba tiempo. Debía superar la prueba y comprobar si Danira existía realmente.

Los días siguientes estuvieron llenos de pesadillas, literalmente. Soñaba cosas horribles por las que me despertaba sobresaltada, preocupando de forma excesiva a Ámarok. El lobo trataba de animarme, pero sabía tan bien como yo que lo único que lograría calmarme sería terminar con todo cuanto antes.

A veces me encantaría morder el real culo de su majestad el rey —gruñía de vez en cuando—. ¿Por qué tienes que ser tú? ¿Es que no has tenido ya suficiente?

—Él solo hace lo que cree que es correcto, lo mejor para los suyos —le decía yo, tratando de apaciguarlo.

Era normal que no sintiera simpatía hacia Hesper, ya que según Ámarok era él quien estaba complicando todo demasiado. Sin esa presión encima, podría concentrarme en mi prueba y después tratar de encontrar a los hijos perdidos del rey. Lo cual tampoco era sencillo.

Por otro lado, me preocupaba que mi contrincante fuera Asmord. Era inútil tratar de no pensar en él, así que ya no bloqueaba esos pensamientos cuando surgían en mi cabeza. Se me ocurrió la idea de pedirle a Hesper que no lo hiciera, pero la deseché rápidamente. No quería tener ninguna preferencia, ningún favoritismo. Si Asmord era el elegido para combatir contra mí en aquella prueba, yo no era quien para pedir un cambio. Sería tratada como una vampira más del Espejo.

Pero eso no hizo que estuviera más calmada cuando llegó la hora de la verdad.



Sé que dije que no actualizaría hasta haber terminado con "Las crónicas de Aralia: Aralia", PERO NO ME HE PODIDO RESISTIR, ¿¿VALE?? Esto no significa que vaya a poder seguir escribiendo esta historia, pero al menos tenéis otro pedacito más. De todas formas, está casi terminada (otra razón por la cual he sucumbido a mi deseo de escribir). Espero poder finalizarla pronto.

Mil gracias por leer.

Continue Reading

You'll Also Like

5.9M 367K 59
Jane Clas es una mujer loba muy poderosa, es alfa de su manada Blood Moon, la que gobierna todas las demás. Ella, como muchas otras, no ha encontrado...
7.7M 619K 63
Nunca sabes lo que puede ocasionar una equivocación.
576K 77.2K 57
(LGBT+) Un joven rey invoca a un príncipe hada para realizar un ritual mágico que mejore su suerte. ¿Qué tan mal podrían salir las cosas cuando el am...