-Estás consciente de que pareces protagonista de novela dramática, ¿no? -no pudo evitar decirlo aún en esa situación. Se puso serio -Está bien, tú ganas, te dejo en paz.
Pestañeó. No pensaba que cediera tan rápido y fácil, fue más sencillo de lo que esperaba. Kirishima tenía razón después de todo.
-Se acabó tu juego, Katsuki. No soy un juguete -colgó.
»¿Ya? ¿Se acabó? Que veloz... Pero bueno, ahora puedo relajarme sin miedo a que me secuestren y me lleven a un hotel abandonado en La Siberia para violarme«
Se recostó en el futón en espera de su castaña amiga, mientras miraba el techo y reflexionaba sobre esas últimas dos semanas alocadas y marcando en su mente el ritmo de una canción estúpida, pero bonita, de un anime que estuvo viendo -o intentando ver- hace unos días.
»Mierda, no puedo sacarme Boku no Mississippi de la cabeza... Oh, ahora hablo como él, si digo una palabrota delante de mamá el regaño no me lo quita ni Budha. Menos mal que me alejé a tiempo.«
Subía y bajaba el índice junto a la canción que tenía en la cabeza, pronto había empezado a tararear. Cerró los ojos bastante relajado, se había quitado un gran peso de encima pero no lograba conciliar el sueño, se mantenía despierto y solo en la habitación. Llevó una mano a su abdomen, pellizcando ahí sólo para sentir el punzante dolor de algún golpe que le dio el idiota pelirrojo. Subió hasta el pecho y la posó sobre su corazón que, por fin luego de tantos días, latía a un ritmo normal. Al menos deshechó la probabilidad de padecer de arritmia cardiaca. El paseo continuó, llegando ahora al cuello que, tocara donde tocara, le dolía. Tal vez mañana le cueste moverse y le aterraba la idea.
Se tocó los labios, los tenía hinchados y tal vez morados o rojos por los golpes. Largó un suspiro, estaba hecho mierda. Como el mamut. Y eso que no quería acabar como él.
Dejó caer el brazo al lado del cuerpo. Estaba molido, pero la menos ya nadie lo acosaba, lo cual le era relajante. Así que, de ahora en adelante aprovecharía esa libertad, haría buen uso de su tiempo libre de vacaciones como un adolescente de 17 años normal.
•-·-·-•
Entró de nuevo al establecimiento, si bien nunca le agradó la multitud, la música y las luces, ahora menos. El calor era sofocante y la alta temperatura en su cuerpo producto de la descarga de ira hace unos minutos no era de mucha ayuda. Subió hasta el tercer piso, y divisó a la muchacha de pelo naranja sentada como una reina aposeóticamente en uno de los muebles de cuero rojo.
-Kendo, dile a Monoma que no me espere mañana, tengo asuntos que resolver -su voz sonaba cargada de ira, pero la muchacha lejos de intimidarse sólo sintió un aumento curiosidad ante eso.
-¿Pasó algo? -descruzó sus largas piernas que lucían unos espectaculares zapatos de tacón rojo.
-No te metas en lo que no te importa.
-Ok... ¿Te vas? Debes pedirle permiso a Neito.
-No es tu problema, perra, vuelve a lo tuyo.
-Hum.
Caminó por el tranquilo y casi silencioso lugar hasta la puerta negra de la esquina a un lado del baño y entró. Ahí, sentado en una silla plástica color rosa, estaba el rubio desagradable del que, desgraciadamente, dependía si quería dinero en ese país. El muchacho de ojos grises lo miró de arriba a abajo, viendo su atuendo manchado de sangre que de seguro otros confundieron con alguna bebida o simplemente pasaron por alto.
»-Que bueno que estás aquí. Escucha bastardo, sé bien cual es mi trabajo, pero no lo voy a hacer. No soy imbécil, estoy aquí casi ilegal, no me meteré en más putos problemas -lo agarró del cuello de la camisa y lo levantó de un tirón -. Si quieres a alguien que haga tu mierda, busca a otro, idiota. ¡Ah! Y ve a recoger al maldito de Tōya en el callejón, parece una cucaracha retorciéndose en su sangre.
-Lo dejaste vivo, ¿no?
-Puede ser, si no es que ya se ahogó patéticamente con su saliva, puede que esté vivo.
-No me jodas -se soltó del agarre con mucha dificultad -¡Ese tipo tiene contrato conmigo, firmado y todo! Si le pasa algo, Katsuki, y yo me veo en problemas, te juro que te saldrá caro.
-Más caro te saldrá a ti si abro la boca. Ahora muevete, me voy a cambiar que me voy a la mierda.
Monoma, que estaba a punto de salir, giró sobre sus talones y plantó la mirada en el otro rubio al escuchar que se iba. Negó repetidamente mientras se ajustaba el nudo de la corbata y caminó unos pasos hacia el ceniza.
-Oh no, no te vas. Nejire me dijo que la hiciste perder tiempo. Yo puedo jugar contigo, pero si no me sigues el juego, pagas.
Los rubíes se dirigieron a la mano extendida del contrario y luego a su rostro, que permanecía sin expresión alguna. Explotó en una carcajada bastante sádica e incomoda a oídos del dueño del local.
-No -dijo seco y empujó al hombre fuera del lugar.
Cambió su camisa y el pantalón, metió la ropa sucia en su mochila y se la echó al hombro. Miró el lugar, viendo que en cada esquina habían cambios de ropa de todo tipo para los trabajadores, pero aún así todos preferían usar la suya propia. No es de extrañar, aunque Monoma fuera el dueño y jefe del lugar, para los empleados no era más que un mocoso creído, y no le obedecían a no ser que fuera algo serio o que les convenga.
Abriónla puerta y una vez fuera, bajó las escaleras hasta el segundo piso y se sentó en la barra de Togata, que preparaba algo moviendo la coctelera de arriba a abajo con fuerza. Mientras él estaba sonriente, Katsuki tenía el ceño fruncido como de costumbre, esperando a que el bartender acabara su showcito para pedirle algo.
-Hey Katsubro ¿encontraste a Deku? -Sero tomó asiento a su lado y llamó la atención de Mirio -Algo refrescante.
-¡Tengo lo ideal pero... ¿estás dispuesto a pagar por ello?! -inquirió sonriente sin detenerse. Ese tipo debía hacer unas pajas para morirse.
-Ya estoy hasta los cojones de escuchar el puto lema bro, sólo ponme el maldito trago y ya, coño -golpeó con fuerza la madera.
-Wow, el filósofo Sero diciendo mierdas, ¿quien vergas te enseñó eso? -recibió una mala mirada del pelinegro que frustró su intento por subirse el ánimo; se la devolvió. Sacó un cigarrillo y lo encendió -. Sí.
Se levantó y emprendió camino a las escaleras para largarse de ahí de una vez por todas.
-¡Hey, ¿pasa algo?!
-Ponte para tus malditas cosas, cara plana.
Bajó apresuramente, pero su plan se vio interrumpido por la chica de pelo azul celeste que rondaba siempre por esos lares. La muchahca le puso una mano en el pecho con mala cara y un puchero.
-No quería hablarte, pero Monoma me había dicho que buscabas al niño pecoso. Tal vez tu amigo pelirrojo te diga algo, hace un rato estaba hablando con él.
-Ya lo encontré, ahora sigue en lo tuyo -quitó la mano de ella como si le fuera a transmitir algún virus.
Indignada, siguió su camino y se perdió escaleras arriba.
Camino a la salida, se detuvo abruptamente. Le vino a la mente algo, que no era del todo descabellado, después de todo, Kirishima era fiel partidario del código de masculinidad que se inventó él mismo y no le gustaba mentir u ocultar cosas. Más molesto que antes, si es que podía, esquivó a las personas que bailaban y fue con el DJ. Era un hombre rubio, no más de 40 con varios pircings en las orejas y uno en la lengua que era visible ya que la tenía afuera.
-Oye, idiota -lo miró raro. Hay más rubios ahí que en toda Rusia y Alemania juntas -, ¿has visto al pelirrojo que anda conmigo?
-Se fue con el otro rubio hace un rato -se recogió el largo cabello con una liga que anteriormente estaba en su delgada muñeca -¿No los viste salir? Digo, ellos se fueron hace casi media hora, pudiste toparte con ellos.
Sin agradecer ni nada se fue hacia la puerta dejando a Hizashi hablando solo.
「•愛•愛•愛•」
Sé que no es la gran cosa, pero es mejor algo que nada. No lo consideren relleno, no lo es del todo pero sí la mayoría xD.