Nuestros Universos ||One Shot...

By petalsforarmcr

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"Porque no me alcanzaría sólo una vida para amarte, mi amor. " •Donde subo OS Rubirena. •Los OS pueden ser d... More

I. "Malentendido y rumores"
II. "Uno entre cien"
III. "Calificación" [m]
IV. "Cartulina"

V. "Anything 4 u"

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By petalsforarmcr

Hey!

Gracias a Tonacantbecontrolled por la inspiración para este One shot<3 (La canción es hermosísima y está en un loop en mi cabeza)

Enjoy it!

[Canción: Anything 4 u.
Artista: Lany.]


Sinopsis: Donde Rubí haría cualquier cosa por Macarena.

Fue la tarde de un sábado cuando Rubí Cárdenas llegó a un parque cercano para practicar con su guitarra, y se encontró con una chica conocida leyendo al pie de un árbol: Macarena Correa.

La conocía desde hacia ya un tiempo y a pesar de que no eran amigas cercanas, su relación era bastante buena. Una clase de artes y música las había puesto en la misma aula, y un trabajo las había hecho conocerse un poco más. 

La lectura que la fémina de rizos sostenía entre sus manos no era una historia de amor, ni poesía, ni mucho menos literatura erótica, era una simple historieta, un comic del Capitán América.

Rubí sabía que le gustaban, no porque la mirara de reojo cada vez que se le daba la oportunidad. Claro que no. Sino por el hecho de que todo aquel que la conocía, o le había prestado atención de vez en cuando, conocía la obsesión de esa chica por los comics.

Sin embargo, por lo que podía apreciar a la lejanía, la mirada de la rizada se veía perdida en algún punto vacío de la hoja con dibujos, diálogos y aventuras. Y Rubí sabía de lo que se trataba. En realidad, toda la escuela sabía de lo que se trataba.

La capitana del equipo de volley había terminado con su novia hacían unos días, y en los pasillos se rumoreaba que el mismo día ya estaba besándose con otra chica, cosa que destruyó totalmente a Macarena, pues ella era la ex novia de la capitana, una tal Javiera o Jacinta.

Rubí jamás le había prestado atención a la chica que salía con la rizada, le era irrelevante. Básicamente porque no le interesaba conocer el nombre de la persona que había enamorado, y ahora, le había roto el corazón, a esa rizada tan linda.
 
Rubí sabía que heterosexual heterosexual, no era, puesto que mujeres tan hermosas como Macarena siempre habrían por allí y, ¿Cómo lograría simplemente resistirse a caer enamorada por ellas?

Supo que había estado admirándola por un largo rato, pues sus piernas comenzaban a hormiguearle suavemente debido a la posición en la que estaba sentada y agradecía que la contraria no se hubiera dado cuenta de que la estaba observando. 

Lo último que necesitaba era que Macarena la considerara una psicópata. 

Debía admitir que quería acercarse y conversar con ella, pues detestaba verla así. Quería contarle alguna anécdota, un chiste, o simplemente decirle que si necesitaba algo ella estaría allí. Quería que la rizada volviera a tener ese brillo característico en los ojos y esa sonrisa hermosa decorando su rostro.

Rubí quería a la Macarena que ella conocía, de vuelta. 

Por las clases que habían compartido, Rubí había podido darse cuenta de lo deslumbrante que era Macarena. Era brillante, talentosa, y tenía una mentalidad increíble. Pero luego de que la otra chica terminara su relación con ella, sus cualidades parecían haberse visto opacadas por una nube de vergüenza y tristeza.

La castaña sabía que algunas personas vivían sus penas y sus sufrimientos en silencio, ella las vivía así la mayor parte del tiempo, pero no sabía cómo las vivía su compañera de clases.

¿Querría algún apoyo o ella viviría su dolor en silencio y en soledad? Y si realmente querría un apoyo en esos momentos, ¿Lo aceptaría si provenía de ella? ¿De una simple chica que veía un par de veces a la semana? ¿De su compañera de clases?

Suspiró mientras negaba rápidamente. Estaba pensando demasiado en esa situación y comenzaba a sentirse abrumada por no tener el valor de encontrar las respuestas a sus preguntas.

Acomodó la guitarra sobre su regazo y se dispuso a tocar las cuerdas suavemente. Acariciándolas con sutileza y dedicación, para que las diferentes notas que aquel instrumento dejaba salir se mezclaran con el viento, formaran una hermosa melodía y luego se desvanecieran lentamente hasta que ya no fueran audibles.

La música siempre fue algo que la ayudó a desahogarse cuando las palabras no lograban salir por su garganta.

La música era un bálsamo para su alma.

Y a pesar de que estaba concentrada en la dulce melodía que viajaba por el viento, se preguntó si la rizada lograría encontrar refugio en alguna de las cosas que le gustaban. Esperaba realmente que sus historietas pudieran ayudarla en esos momentos.

En cuanto sus dedos se separaron de las cuerdas, mantuvo sus ojos cerrados y dejó caer un suspiro. La música le había traído paz una vez más.

Nada podía quitarle la paz que sentía.

... Pero sí había un alguien que podía intercambiar la paz por el nerviosismo en cosa de segundos.

—Siempre he admirado el talento que tienes, Rubí —Una voz la hizo abrir los ojos y aferrarse a su guitarra con rapidez—. Tu talento es maravilloso.

Era Macarena. De pie frente a ella con una sonrisa, la historieta en una de sus manos y la otra rodeando uno de los tirantes de su mochila. 

—Yo... uh... gracias. —Logró balbucear— ¿Me has...? —Aclaró su garganta—. ¿Me has escuchado tocar la guitarra antes? 

La rizada asintió.

—¿Acaso olvidas que vamos a la misma clase, Rubí? 

La castaña se sintió estúpida. Su cerebro parecía haber ignorado completamente el hecho de que ambas eran compañeras de clases y que era completamente obvio que ella la había escuchado en algún momento.

—¿Te molestaría si me siento aquí? —Su voz la trajo de vuelta a la tierra. 

—Si... ¡quiero decir! No —Rectificó mientras soltaba de a poco la guitarra—. No me molestaría.

La chica soltó una pequeña risa. 

—¿Vives cerca? —Preguntó, manteniendo una sonrisa ladeada.

—Sí, a unas calles de aquí. ¿Y tú?

—En realidad, por aquí cerca vive una de mis tías, y como aún no deseaba ir a casa, vine aquí a leer un poco. 

Rubí asintió. No sabía que decir, ni que hacer. Era algo evidente que la chica la ponía nerviosa, hasta un nivel que ella no creía posible, y temía que si abría la boca, llegaría a decir algo estúpido. Le había ocurrido antes.

Pero, para su suerte, Dios no la había dejado sola en esa situación.

Como caída del cielo, su hermana apareció, tomada de la mano de su actual novio. Al percatarse que ambas estaban allí, Esmeralda corrió hasta su lado y, prácticamente, se lanzó sobre Rubí, así como lo hacía cuando eran niñas.

Y a pesar de que había sido un poco brusca al lanzarse, Rubí jamás había estado tan feliz de ver a Esmeralda. 

Sis! Que casualidad que ambas estemos aquí ¡pensé que ibas a ir a otro parque! —Le dijo una vez que ambas estuvieron sentadas en el césped, observadas por dos pares de ojos divertidos—. Y además con tremenda compañía... —Agregó levantando dos veces las cejas. 

Rubí asintió mientras de reojo observaba a la rizada, quien acomodaba su cabello con suavidad y esbozaba una sonrisa.

Esmeralda había leído el comportamiento de Rubí cuando estaba cerca de la rizada hacía un tiempo. Los nervios visibles, el leve temblor en las manos, pupilas dilatadas... Era algo notorio que Macarena causaba demasiado en su hermana.

—¿Ustedes dos están juntas? —Preguntó Julián derrepente—. Quiero decir, ¿Cómo pareja? 

Tres cosas pasaron al mismo tiempo: Esmeralda miró a Julián, y luego a ambas chicas, Rubí se sonrojó y Macarena rio.

El chico no lo había hecho con ninguna mala intención, él sólo era curioso y directo. Pero gracias a ello el corazón de la castaña había comenzado a palpitar con rapidez ante la posibilidad de tener una relación con la fémina de rizos.

"N-nos... ¿Nosotras? ¿Juntas? ¿Cómo pareja?" 

El aire comenzaba a faltarle a Rubí. 

—No... Sólo somos amigas. ¿Cierto, Maca? 

—Sí, sólo somos amigas... —Afirmó la rizada

El aire volvió a los pulmones de la castaña, pero cuando la rizada soltó la última frase sólo para ellas, creyó que iba a desmayarse. 

—Pero no haríamos mala pareja después de todo...

Hablaron unos minutos con ambos de cosas triviales. Un poco acerca de la moda, de unas influencers mundialmente famosas que se hacían llamar "Las Cardenashans" y que su "tropico" era la buena onda. Hablaron de la música que les gustaba y, casualmente, un grupo llamado Fifth Harmony era un gusto en común, y Rubí junto a Esmeralda cantaron un poco mientras que Julián y Macarena hacían los ritmos.

Los cuatro estaban pasando un rato agradable, pero Esmeralda tenía otros planes en mente.

—Ay, sis! Me acabo de acordar que la mommy nos pidió a mi y al Juli que la fueramos a ayudar porque estaba complicada con algo. —Dijo derrepente mientras revisaba su telefono con rapidez.

Julián alzó una ceja y al ver el comportamiento extraño de su novia, decidió seguirle el juego. La conocía y sabía que algo se traía entre manos.

—¿Necesita ayuda? —Preguntó Rubí—. Iré también as-

—¡No! —La detuvo—. Quiero decir...  —Aclaró su garganta—. No puedes acompañarme, ya sabes, son cosas con las que sólo la hija favorita y el yerno favorito pueden ayudar.

—Gusana, ambas sabemos que yo soy la favorita de la mommy.

Esmeralda quiso tirar de las mechas a su hermana, pero no lo hizo. En su lugar, tomó una respiración profunda y se acercó a su mejilla para besarla y susurrar:

—No seas estúpida, sis, tú y yo sabemos cuanto te gusta esta chica, no desaproveches la oportunidad —Y volteándose hacia la rizada, le regaló una sonrisa—. Está celosa de que sea la favorita sólo porque mis trabajos siempre fueron mejores que los de ella en el kinder. A mi mommy le gustaban más mis ositos sin una de sus orejas que sus perros con cinco patas. Cómo sea, nos vemos, Maqui.

La rizada soltó una risita ante el comentario de la hermana menor de su compañera de clases y con un leve movimiento proveniente de su mano derecha, se despidió de ella y su novio.

—¿Así que dibujabas perros con cinco patas?

Rubí mordió su labio inferior con algo de vergüenza.

—En mi defensa, yo era mucho más creativa, y agregarle una pata más a mis perros lo demostraba —Respondió—. Además lo mío siempre fue la música, lo tuyo es el arte.

Ambas sonrieron.

—No siempre lo fue —La menor en frente mordió su labio inferior, recordando algo—. Cuando era pequeña al dibujar, siempre, le agregaba una cola más a los dibujos de animales.

—No puedo imaginarte dibujándole dos colas a los animales, quiero decir, tus dibujos ahora son increíbles y... —Soltó.

—¿Has visto mis dibujos? —La interrumpió.

Por supuesto que los había visto, pero no de la forma en la que a ella le habría gustado.

La croquera con dibujos de su compañera se había quedado olvidada una vez al finalizar la clase, y a pesar de que supo que debía devolverla al instante, no pudo evitar darle una mirada a los trazos que su rizada compañera había dibujado. Arrepintiéndose un par de minutos después, llevó el cuaderno hasta el casillero de la dueña y lo dejó sobre el mismo esperando que pudiera encontrarlo.

Sabía que muy pocas veces la rizada dejaba que la gente observara sus dibujos, asi que, dentro de su cabeza, lo que había hecho significaba una invasión a su privacidad.

—Yo... uh... —Abrió un poco los ojos mientras intentaba buscar una excusa o una respuesta rápida ante la situación en la que ella misma se había metido. No encontró ninguna, así que supuso que decir la verdad era lo mejor—. Sé que quizás no estuvo bien, pero un día lo dejaste olvidado, y le dí un vistazo. ¡Lo lamento! ¡Prometo que no volveré a hacerlo!

Rubí se había puesto tan nerviosa que sus manos inconscientemente habían comenzado a temblar, y para disimularlo, se puso a jugar con ellas.

—Hey —Con una sonrisa, la menor la detuvo—. Está bien, después de todo, es lindo que alguien admire las cosas que haces...

Sus labios dejaron escapar un suspiro desganado y la tristeza había inundado todo rastro de felicidad que los orbes marrones habían expresado momentos atrás.

—Yo... Mierda. ¿Dije algo malo?

—No, tranquila...

—¿Esto es por la Javiera?

—¿Javiera? —Preguntó la rizada rascando su cabeza suavemente con su indice y plasmando una mueca de confusión en su rostro.

—Sí... ya sabes, la chica con la que estás en una... —A pesar de que no logró terminar la oración, la contraria sabia a lo que se refería—. O estabas... Ya sabes, eso dicen las malas lenguas.

La rizada sonrió apenada.

—Se llama Jacinta —Suspiró—. Y sí, terminó conmigo hace unos días. Y gracias... Ahora sé por qué toda la escuela me mira de la forma en la que me mira —Comentó recordando la mirada en los ojos de sus compañeros.

Ambas callaron. Rubí estaba buscando las palabras adecuadas y Macarena estaba esperando escuchar un algo.

—No sé por qué han terminado, pero lo lamento. Y, si me permites decirlo, estoy más que segura que la Jacinta va a arrepentirse de haberte dejado ir... —Tomándose el atrevimiento, Rubí sostuvo una de las manos de la contraria y al ver como Macarena no se alejaba, delicadamente, como si se tratara de la pieza más frágil del mundo, acarició sus nudillos—. Eres una chica maravillosa y ella no sabe lo que acaba de perder.

No había sido una elección de palabras que pudiera derretirle el corazón a cualquiera, de hecho, ambas las habían escuchado antes. Era un consuelo vago, pequeñas palabras de ánimo ante un corazón roto, un consuelo perezoso. Nada más que eso. Sin embargo, acompañadas por las delicadas y tranquilas caricias que los dedos de la mayor depositaba sobre sus nudillos, las palabras tomaron un sentido diferente. Los dulces movimientos sobre su piel le hacían creer que cada palabra que la castaña había dejado escapar por sus rosados labios, eran una verdad absoluta. Que Rubí realmente lamentaba que ella tuviera el corazón roto, que realmente pensaba que Jacinta iba a arrepentirse de haberla dejado ir y que ella realmente era una chica maravillosa.

Volvió a sonreír con lentitud, y sin decir una palabra, sus ojos le agradecieron.

—¿Debería dejar de acariciar tu mano? —Preguntó la castaña admirando con nerviosismo sus movimientos. 

—¿Quieres dejar de hacerlo?

No.

—No quiero incomodarte. —Respondió mientras sus mejillas se coloreaban de carmesí.

—No fue lo que pregunté.

La castaña desvió la mirada.

—¿Sabes? —Buscando una excusa para alejar su mano de la contraria, no porque quisiera hacerlo realmente, si no porque su nerviosismo, más temprano que tarde, la haría hacer algo tonto, la castaña tomó firmemente su guitarra—. He estado practicando una canción últimamente... ¿Te gustaría escucharla?

A pesar de que Macarena habría preferido que Rubí continuara acariciando sus nudillos, simplemente asintió.

—Sorpréndeme, Cárdenas.

Con la guitarra contra su regazo, la castaña comenzó a rasgar con suavidad las cuerdas, trayendo a la vida las delicadas notas musicales del coro de una canción que había practicado un par de veces antes y que esperaba que pudiera subirle el ánimo.

"I'll catch a flight, go to the moon. 
Lay on the floor of your livin' room. 
And talk about the things that make you cry..."


Macarena entreabrió suavemente los labios. Sabía que Rubí era buenísima con la guitarra, pero desconocía esa habilidad que la chica tenía para cantar. Se sentía cautivada por la forma en la que su compañera dejaba salir las más hermosas notas por sus rosados labios

"I'll sell my soul, sell my guitar. 
Sleep in the back of a beat up car. 
Girl just tell me what I have to do..."

La castaña se permitió bajar el ritmo de la canción un poco y al abrir los ojos, sus pupilas se dilataron con rapidez al ver los orbes marrones mirándola con total admiración. Tocando los acordes finales del coro, sonrió ladeadamente.

"I'll do anything for you"

Rubí se sorprendió al darse cuenta que realmente había tenido el valor para dedicarle aquella última frase a la rizada. Era una declaración, y de alguna u otra manera, también era una promesa. Eran cinco palabras que envolvían una acción honesta, desinteresada, totalmente real.

La rizada sonrió y mordió levemente su labio inferior al tiempo en el que su celular vibraba en el bolsillo de su pantalón. Macarena ya sabía de quien se trataba, puesto que ya había comenzado a anochecer y era probable que su progenitor estuviera preocupado por ella. 

—Eres demasiado talentosa, Rubí —Habló mientras posicionaba su mano sobre la rodilla de la contraria en un acto reflejo y se acercaba con lentitud para besar con suavidad su mejilla—. Gracias por la canción. Nos vemos en clases, Cárdenas. 

—Nos vemos, Maca... 

Le regaló una última sonrisa y comenzó a caminar ante la mirada expectante de la castaña, quien no hacía más que pensar en como los labios de la rizada habían besado su mejilla. 

Estaba en un trance. Quedaban restos del perfume de la chica de rizos marrones en el aire y junto al tibio contacto de sus labios sobre una de sus mejillas, la castaña sentía que el cielo estaba allí en la tierra.

En cuanto sintió como su espalda era recibida por el césped nuevamente, volvió a la realidad.

—¿Ya son pololas? —Preguntó su hermana mientras tomaba su rostro entre sus manos. 

—Uy, quitate de encima, gusana —Gruñó—. Y no... ¿Por qué demonios te quedaste espiandonos?

La menor rio. 

—Por si cometías una estupidez, como salir corriendo, por ejemplo —Esmeralda se levantó y se cruzó de brazos—. Además deberías agradecerme. Estoy más que segura que antes de que llegaramos, no tenías idea de que decirle.

Rubí guardó la guitarra y se levantó del césped, decidida a volver a casa. Su hermana tenía razón, pero no iba a darsela.

—Claro, como tú digas, gusana —Murmuró—. Ahora vamonos, muero de hambre.

—Te habrías comido a la Maca... —Comentó la menor.

—¡Gusana!

La castaña se había dado cuenta que las oportunidades llegaban en el momento preciso, y que aquel encuentro con su compañera, se habia convertido, quizás, en una oportunidad de convertirse en algo más que una simple compañera de clases.

Se quedó con sus ojos brillosos, con su admiración, con su cabello rizado y con la última frase de la canción. Se quedó con esa promesa y esa noche, antes de cerrar los ojos para irse a dormir, lo supo: Ella realmente haría cualquier cosa por Macarena... e iba a hacérselo saber.

[•••]


—¡Maca! —La castaña corría por uno de los pasillos de su escuela tratando de alcanzar a su amiga y compañera—. Esperame, tonta.

Macarena sonrió mientras se detenía y se cruzaba de brazos esperando a la castaña.

—Eres demasiado lenta, Rubí —Comentó divertida—. ¿Acaso tus piernas no pueden caminar más rápido?

—Uno, tú caminas demasiado rápido —Reclamó tomando uno de sus brazos—. Y dos, deberías dejar de mirarme las piernas. ¿Acaso tienes una obsesión con ellas?

La rizada se sonrojó levemente y rio.

—Cualquiera tendría una obsesión contigo y con tus piernas, Rubí Cárdenas —Comentó—. Pero, en buena, tú no erís mi tipo.

Ellas rieron.

Macarena estaba mintiendo y ambas lo sabían. Era un hecho visible ante los ojos de cualquiera que ambas chicas habían comenzado a desarrollar sentimientos por la otra desde que se habían encontrado en aquel parque. Cinco meses desde que Rubí le había hecho una promesa a Macarena y la había cumplido.

—Eso no fue lo que me dijiste en el parque hace unos meses —Rio mientras se acercaba y besaba su mejilla por cortos segundos. Avergonzandose y ruborizandose al instante—. Eh... Maca...

—Dime, Rubí.

—Yo... quería saber si tú... —Comenzó.

Hubo un silencio entre ambas. Macarena acariciaba con suavidad su brazo, como si supiera que Rubí iba a preguntarle algo importante, como si ella también estuviera esperando que aquella pregunta saliera de los labios de su compañera.

Sin embargo, Rubí no se sintió capaz de dejar salir esas cuatro palabras.

—Quería saber si tienes algo que hacer hoy luego de clases.

—¿A donde vas a llevarme? —Preguntó divertida—. Si es un bar, que sea gay, por favor.

Rubí soltó una carcajada.

—Es mejor que un bar gay.

—¿A dónde quieres llevarme, Cárdenas?

—Es un secreto, pero puedo asegurarte que te va a gustar.

Ambas se miraron y sonrieron. Los ojos de ambas se desviaron por milésimas de segundos hacia los labios de la contraria para luego volver a conectarse con el marrón de ambos orbes.

¿Cuanto más iban a aguantar si el deseo cada vez se hacía más latente?

—¡Rubirenas!

Esmeralda había llegado y ambas chicas dieron un paso hacia atrás, intentando disimular lo que había ocurrido, pero avergonzandose un poco ante el ruido que había hecho Macarena al chocar contra su casillero.

La menor había decidido llamar así a las amigas en una pijamada en el hogar de las Cárdenas. "Como capitana de este barco, tengo que tener un nombre para esta relación" Dijo. "Además, si ustedes no deciden llamarse de alguna forma, tendré que escoger el nombre yo." Añadió.

Desde ese día, Rubí ha trabajado en no arrancarle las extensiones a su hermana.

... Aunque en el fondo le encanta el nombre y le parece lindo. Pero no está dispuesta a aceptarlo en voz alta. No va a darle la razón a Esmeralda.

—Ya te dije que no nos llames así, gusana. —Reclamó la castaña.

—Uyy, pero ¿por qué no? —Preguntó mientras corría un mechón rebelde de su rostro—. Si ustedes son las pololas de Chile.

—¿Estás segura que la mommy no te dejó caer cuando eramos chicas? —Preguntó Rubí—. Porque si no, no me explico como es que hablas tanta estupidez junta.

Esmeralda dejó escapar una risa.

—Te la voy a robar, Maqui. —Tomando a su hermana de la mano, la menor de las Cárdenas comenzó a caminar—. No la extrañes mucho.

—¿Nos vemos a la salida, Maca? —Preguntó antes de irse.

—Nos vemos en la salida.

[•••]


—... Vale —Comenzó entre risas—. ¿Por qué me trajiste aquí?

Estaban sentadas la una frente a la otra en aquel parque cercano al hogar de la castaña. Disfrutando de la compañía de la otra mientras hablaban de cosas que sólo ellas eran capaces de entender, comiendo un poco de golosinas mientras los coqueteos de broma ya no parecían sólo bromas y mirándose por largos periodos, disfrutando al ver como sus pupilas se dilataban con rapidez, en una clara muestra de que ambas significan algo más.

—Porque a mi me gusta este parque, ¿A tí no? —Respondió con falsa inocencia.

—Sabes que sí me gusta, pero, ¿por qué?

—¡Para pasar tiempo conmigo, tonta! —Respondió golpeando juguetonamente su hombro—  ¿O acaso no te gusta estar conmigo?  ¿Tan rápido te hartaste de mi?

La rizada rio. Jamás podría hartarse de ella. Jamás podría hartarse de su risa contagiosa ni mucho menos de esos ojos curiosos.

—No digai eso.

—¿Sabes que? No me hables —Respondió limpiandose las manos con una servilleta.

Macarena sonrió y se acercó a ella para depositarle un beso sobre la mejilla, con una clara motivación: poner a la contraria nerviosa. Y como siempre, funcionaba.

—No te me acerques —Respondió sacando su guitarra de la funda y posicionandola con suavidad sobre sus piernas—. Estoy enojada contigo.

Antes de que la contraria pudiera responder, la chica comenzó a tocar acordes al azar, en un intento de opacar el sonido de la voz de su amiga si es que decidía hablar.

—¿Sabes? —Comenzó, recordando la primera vez que ambas habían estado juntas en aquel espacio, y olvidandose por completo de su "enojo"—. He estado practicando una canción últimamente... ¿Te gustaría escucharla?

Macarena sonrió, recordando también.

—Sorprendeme, Cárdenas.

Al igual que hace meses atrás, la castaña comenzó a tocar las notas con suavidad, con dulzura y con delicadeza. Preparándose mentalmente para lo que estaba a punto de hacer.

Sí, era la misma canción. Pero esta vez, los recuerdos que habían creado en esos meses, acompañaban a la melodía.

"I know the house you grew up in
All of the names of your best friends
I know the way you feel about your dad"


¿Maca?

Fue un miércoles por la noche cuando su compañera de clases llegó a su hogar.

El frío, debido a la lluvia que continuaba cayendo, calaba en los huesos de Macarena, quien sólo llevaba una sudadera holgada. Sus rizos castaños goteaban y cada gota empapaba aún más su húmedo atuendo. Sin embargo, no le importaba. Su mirada se veía perdida en algún punto muerto, y sus lágrimas caían sin detenerse. Sus ojos estaban aún más húmedos que la ropa que llevaba puesta, y para ella, definitivamente, su atuendo mojado era lo de menos.

R-Rubí...

La castaña a penas tuvo tiempo de reaccionar, pues la chica se había lanzado a sus brazos y se aferraba a ella como si fuera la única persona que realmente era capaz de comprenderla.

Quizás lo era.

Rodeó su cuerpo con fuerza, sin importarle que su outfit favorito se estuviera empapando.  Sabía que la rizada necesitaba ese abrazo y, en silencio, se preguntaba cuantas veces lo había necesitado antes.

Depositando un casto beso sobre su cabeza, se separó, con cuidado, como si tuviera miedo de romper aquella pieza frágil de hermoso ser humano. Acto seguido, secó una lagrima que caía por su mejilla y le regaló una cálida sonrisa.

Pasa —Comenzó—. Tenemos café y yo puedo traerte algo de ropa seca. Ve al baño, te la llevaré —Ordenó mientras acariciaba su pómulo helado—. Es la segunda puerta a la derecha.

Como si de un robot se tratase, Macarena acató la orden que su compañera le había dado. La chica al llegar al baño soltó un pesado suspiro y se observó en el espejo.

Habían cosas que ella no comprendía para nada y era probable que jamás las entendiera. La razón por la que su padre la tratara como si ellos no tuvieran ningún tipo de vínculo, era una de ellas. Desde la muerte de su madre, cuando era pequeña, su padre se alejó, se encargó de no demostrar más de lo necesario y de contratar a alguien para que la criara y educara. A penas le veía el rostro durante el día, y cada tanto, cuando se veían, terminaban discutiendo de forma violenta.

A pesar de todo, ella intentaba entenderlo. Sabía que el fallecimiento de Olga no había sido fácil para ninguno de los dos, y que por un tiempo, había llegado a ser hasta comprensible el distanciamiento. Pero, habían pasado años, ya no lograba entenderle. ¿Acaso la muerte de su madre no debía haberles unido? Se tenían ambos al final del día, ¿Por qué no había podido formar un lazo con él? ¿Por qué él había creado esos muros? ¿Ella alguna vez lograría derribar sus murallas?

Era probable que no obtuviera jamás respuestas para sus interrogantes.

Suspiró.

Sintió dos golpes en la puerta y acto seguido vió como se abría con lentitud. Vió como el brazo de Rubí alargaba el conjunto de ropa para ella y lo dejaba encima de un pequeño mueble. Además de un par de toallas y artículos desmaquillantes.

Toma tu tiempo —Comenzó una vez que estuvo detrás de la puerta. Ella no había entrado porque no sabía en que condición estaba la contraria y Macarena agradecía que hubiera mantenido la distancia—. En cuanto estés lista, puedes ir a mi habitación. Eché a la Esme para que podamos hablar si lo deseas. No la queremos molestandonos con lo de "Rubirena" ¿verdad?

Macarena soltó una débil sonrisa.

Como sea, te esperaré con un café con dos de azúcar para mí, y otro con stevia para tí —Agregó—. Te quiero demasiado, no lo olvides.

Luego de veinte minutos Macarena apareció en el cuarto de su compañera. Con una toalla en los hombros y un pijama de Rubí que le quedaba demasiado grande.

Al verla, la castaña dejó el libro que leía sobre el velador de su habitación y se sentó en la cama, para luego palmear suavemente el colchón y que la contraria se sentara a su lado.

Ten —Le entregó la taza con delicadeza y una vez que se aseguró que la chica sostenía la taza con fuerza, se posicionó detrás de ella y comenzó a secar su cabello con suavidad.

Gracias.

Rubí y Macarena hicieron silencio. Rubí sabía que su compañera sólo hablaría si lo deseaba, y Macarena sabía que la castaña, por muchas preguntas que tuviera, no iba a presionarla para que hablara. Era la naturaleza de Rubí.

No fue hasta que se acabó el café y la contaria terminó de secar su cabello, que la artista habló.

Le contó con lujo de detalles todo lo que sentía, todo lo que había ocurrido con su padre desde que ella era pequeña y la forma en la que cada vez que se veían, todo terminaba mal. Le dijo lo mucho que deseaba que su madre estuviera con ella y le regalara el afecto que necesitaba y le era negado por su progenitor. Sollozó que había rezado cada noche desde su niñez para que las cosas cambiaran, pero que también, cada día que pasaba, perdía más la fé en su padre.

Le describió a su madre como una mujer maravillosa y hermosa. Le contó las anécdotas que había vivido con ella y como su risa comenzaba a ser un recuerdo lejano y borroso en su memoria. Le habló de como su madre la arropaba por las noches y acariciaba las largas orejas del amado Señor Bigotes antes de colocarlo a su lado para que la cuidara, y también de como cuando las cosas iban mal, abrazaba a ese tierno conejito y lloraba hasta dormir.

Y finalmente, le confesó la razón por la que ella estaba allí esa noche: Su padre, en medio de la discusión, había desgarrado aquel último recuerdo que su madre le había dejado.

Macarena esa noche se desahogó como lo había hecho jamás, y Rubí prometió, en medio de caricias y abrazos, que pasara lo que pasara, ella siempre iba a escucharla. Y que sus sentimientos siempre estarían a salvo con ella.

"I spent the summer on your couch
You fell in love with someone else
You came to me the times that it went bad"


Vamos, Maca... Sabes que lo que pasó fue un accidente —La chica jugaba con los rizos de la menor mientras una sonrisa picara se posaba en sus labios—. Podemos volver y prometo compensartelo como te gusta.

Macarena se tensó ante la propuesta. Semanas atrás se había sentido excitada ante sus palabras, pero ahora sólo deseaba correr lejos de su ex novia.

Había accedido a hablar con ella, porque sabía que una conversación era lo que ambas necesitaban y no le haría daño a nadie. Sin embargo la situación había escalado demasiado rápido y a pesar de que sentía seguridad en cada una de las respuestas que le había dado, esa seguridad iba esfumandose poco a poco ante las palabras de la capitana y como lograba que la situación, lograra dejarla en un callejón sin salida.

¿Crees que un poco de sexo va a reparar lo poco y nada que queda de nosotras?

Antes solía hacerlo. —Respondió la capitana.

Exacto, antes. Ahora tus propuestas sólo me dan nauseas.

Rubí admiraba toda la escena a la lejanía. Su mandibula estaba apretada, sus brazos en su cintura, apretando un poco su piel y su mirada no reflejaba otra cosa que molestia.

Necesitas calmarte, Rubí —Susurró su hermana.

No puedo calmarme, Esme —Murmuró molesta.

La Maqui sabe lo que está haciendo. Por algo accedió a hablar con ella.

La mayor suspiró al ver como Jacinta continuaba jugando con los rizos de su amiga. ¿Por qué no podía dejar sus malditas manos lejos de Macarena? Le hervía la sangre el pensar que luego de todo lo que había hecho, Jacinta podía volver a acercarse a la rizada. ¿Quien se creía? No era nadie. No tenía derecho.

Por favor, Maca —Jacinta sostuvo la mano de Macarena y acarició sus nudillos con amor—. Perdoname.

La rizada creyó haber visto un destello en particular en los ojos de la contraria. Le recordaba a algo en particular, pero no lograba encontrar el que.

Maca, si tu no vuelves conmigo... Yo... No sé que voy a hacer —Pequeños suspiros acompañados de las caricias hacían sentir mal a la menor—. Podemos volver a intentarlo. Yo puedo cambiar... yo estoy cambiando.

Jaci, yo...

Prometo que cada día será como lo desees, podemos ir a la playa, ir a algún café, ir a leer a algún lugar. Donde desees. Te escribiré poemas, nos sacaremos fotografías para poder tener memorias juntas... Puedo hacer lo que quieras, pero Maca, sin tí, yo me muero.

La rizada entreabrió los labios, sin saber que decir. Una pequeña multitud se había amontonado a su alrededor y aquello también volvía a su memoria, como un deja vu.

Lo entendía finalmente.

Jacinta estaba usando la manipulación y la presión social para que Macarena accediera ante su petición.

A pesar de todo lo que se sabía, ambas eran una pareja popular, y la humillación que la contraria se llevaría si la rizada decidía rechazarla, la perseguiría de por vida. No sólo por el hecho de que la chica se lo repetiría hasta que se cansara, sino porque la situación para esa multitud, estaba siendo, como mínimo "romántica" y Macarena podía llegar a quedar como una desconsiderada si rechazaba el cielo, el mar y la tierra que su ex novia le prometía con tanto fervor.

Maca... por favor —Insistió nuevamente.

No, Jaci —Contestó—. Lo siento, pero yo no quiero volver contigo.

Se dió vuelta, decidida a caminar lejos de ella y su manipulación, pero Jacinta había sido más rápida. Había sostenido su mano y la había acercado a su cuerpo de forma sensual. El vaho de la chica mayor golpeaba contra sus labios, y aquel olor a goma de mascar de frutilla hacía sentir a Macarena nauseabunda por primera vez.

¿Vas a dejarme así? —Preguntó ante la mirada atenta de los espectadores.

Jaci, dejame.

Maca, te amo —Acarició su mejilla con suavidad, en un patético intento de causar algo en la menor. Macarena intentaba alejarse de ella, pero la mayor tenía más fuerza, logrando que sus intentos de escapatoria fueran en vano—. Tú sabes cuanto te amo.

Jaci, por favor... —Suplicó.

Eres hermosa, ¿sabías?

Jaci, basta.

Regalame un último beso, princesa.

Macarena siempre había sido débil cuando se trataba de Jacinta.

En cuanto la mayor conoció la historia con el padre de ella, la falta de amor proveniente de él y las piezas rotas que habían dejado la muerte de su madre, encontró una forma de usarlo a su favor y supo como abrirse paso al corazón de Macarena.

Le regaló un amor falso, lleno de promesas vacías y caricias que jamás llegaron a completar el corazón de la chica, pero que a pesar de todo, y de alguna u otra manera, Macarena había logrado acostumbrarse a ello y hasta a considerarlo un "regalo". Un algo por lo que estar agradecida.

El "amor" de Jacinta se había convertido en un mal hábito.

Jacinta siempre logró poner a Macarena por debajo y las cosas siempre acababan como ella lo deseaba. Y si regalarle un último beso a su ex pareja lograría terminar con aquel espectaculo, la rizada iba a permitirlo. Aunque no lo quisiera realmente.

Pensó en como en esos brazos que alguna vez la hicieron libre, ahora sólo la hacían sentirse como una prisionera. Dejó caer una solitaria lágrima que nadie logró ver, mientras esperaba que los labios de la contraria presionaran los suyos, para así concretar un beso que finalizaría con todo.

Suspiró y esperó. Esperó sentir los suaves pero rudos labios de la contraria y la húmeda pero autoritaria lengua de Jacinta entrar a su boca como siempre hacía. Esperó sentir sus brazos bajar lentamente por su cintura y bajar lo suficiente hasta llegar a su trasero y afirmarlo con fuerza. Esperó sentirse expuesta. Esperó con tristeza que todos aquellos que las rodeaban, miraran como una vez más, la chica se salía con la suya.

Esperó y esperó. Esperó un beso que jamás llegó.

De un momento a otro, la artista fue arrancada de los brazos de Jacinta y en frente de ella, Rubí respiraba pesadamente mientras su mirada se conectaba con el café de la capitana del equipo de volley.

¿Acaso no entiendes que el no es no? —Preguntó mientras se acercaba.

¿Qué mierda estás haciendo?

Escuchame, capitana —Rubí estaba tan enojada que, sin pensarlo mucho, había lanzado a la mayor contra la pared con una fuerza que desconocía que poseía—. Vuelve a acercarte a ella y prometo que las cosas no irán bien para tí de ahora en adelante.

Jacinta sonrió descaradamente, clásico en ella.

Por favor, no puedes hacerme nada. Eres insignificante a mi lado —Estaba provocandola. Rubí lo sabía, pero no le importaba—. Una pequeña abeja obrera en la colmena, nada más.

Rubí se alejó y respiró profundamente, intentando calmarse.

Una pequeña abeja obrera en la colmena, sí. Pero aquí tú no eres la reina, y por lo que tengo entendido, tu título de capitana no es algo fijo —La castaña le regaló una sonrisa—. Y es lamentable ¿sabes? Es realmente patético que eso sea lo único respetable que tengas.

Rápidamente los papeles se intercambiaron y Rubí tomó el lugar que antes le pertenecía a la mayor mientras Jacinta respiraba con furia frente a ella.

Eres una basura.

La castaña rió.

¿Es lo mejor que tienes para decirme? —Preguntó mientras miraba sus uñas—. Vaya, incluso para eso eres miserable.

Jacinta estaba llegando a su limite y con fuerza, sostuvo a Rubí de su camiseta.

¿Te crees muy graciosa, Cárdenas?

Rubí ahogó un gruñido. Su apellido sólo sonaba bien cuando la rizada lo dejaba salir por sus labios. 

No mucho, pero mis chistes definitivamente son más graciosos que los de la Esme —Comentó divertida—. ¿Quieres que te cuente algo? Hace unos días estaba revisando unos expedientes en la sala del director, ¿y adivina con cual me encontré?

Jacinta soltó la camiseta de Rubí inmediatamente y se alejó levemente. Por primera vez, la chica lucía asustada.

Estás mintiendo...

¿Quieres que comience a hablar? —Preguntó alzando una ceja—. Porque te prometo que las cosas que sé, harán que hablen de tí por días, semanas y hasta meses.

La mayor miró a su ex pareja y luego a Rubí. No esperaba para nada la llegada de la castaña. Había arruinado sus planes con la rizada y estaba furiosa por ello, pero su reputación era mucho más importante.

Su padre tenía mucho dinero, más del que podía contar y gracias a ello, todo lo que ella había hecho se guardaba bajo la alfombra. Sólo ciertas personas sabían quien era ella realmente, y tenía el presentimiento de que la castaña que estaba en frente no mentía para nada con respecto a todo lo que sabía.

Que te sirva como advertencia, Jaci —Comentó mientras la veía caminar en una dirección opuesta—. Te veo cerca de la Maca, y tus trapitos sucios van a salir a la luz. 

La multitud fue dispersándose poco a poco y en cuanto aquel pasillo estuvo vacío, Rubí sintió unos brazos familiares aferrándose a ella y unos sollozos ahogados intentando agradecerle.

Rubí...

Esmeralda admiraba la escena con ojos brillantes, la situación con Macarena la sentía de forma relativamente personal y sabía lo que la chica pensaba y sentía.

Prometo que ella no volverá a hacerte nada, ¿si? —Acariciando suavemente la espalda de la rizada, soltó un suspiro—. ¿Te parece si vamos a lavarte la carita? Tu maquillaje está corriéndose y pareces un mapache... Uno muy lindo.

La contraria sólo asintió y, separándose lo suficiente para caminar de mejor manera, se dirigió al baño junto con la castaña.

Iré a buscar un par de toallitas para quitarte el maquillaje, ¿está bien? —Preguntó mientras secaba con suavidad el rostro de su rizada amiga.

Al no escuchar una respuesta por parte de la contraria, supuso que no tenía ningun problema con ello. Pero se equivocaba. Antes de que Rubí pudiera salir del baño, Macarena había tomado su mano y la miraba con ojos suplicantes. Como si ella fuera la única persona con la que podía quedarse en ese momento. Como si Rubí significara para Macarena su lugar seguro. Como si para Macarena, Rubí significara un todo. 

Quédate —Susurró con sus ojos húmedos y rojizos—. Por favor, quédate.

I'm something so familiar
That you don't even notice
The way I wanna love ya
It's time that you should know this, know this

I'll catch a flight, go to the moon
Lay on the floor of your livin' room
And talk about the things that make you cry

I'll sell my soul, sell my guitar
Sleep in the back of a beat up car
Girl, just tell me what I have to do
I'll do anything for you

You know the house we grew up in
You wouldn't knock, you'd just walk in
Stay up for hours talkin' to my mom


¡Maca!

La rizada había llegado al hogar de las tres féminas puntual como siempre. Era una tarde de películas junto a la familia Cárdenas y, honestamente, aquellas eran las únicas tardes que Macarena realmente esperaba con ansias.

La madre de las dos chicas, al verla llegar, la envolvió en sus brazos y besó su mejilla, alegre de tenerla con ella en su hogar.

Hola, tía —Macarena lentamente rodeó el cuerpo de Ágata. Como no estaba acostumbrada a las muestras de afecto provenientes de los mayores, aún se le hacía extraña la forma en la que se sentía. Sin embargo, la sensación era agradable y poco a poco se estaba acostumbrando.

Pero, Maca —La mujer rió—. Ya te dije que no me digai tía, oh.

Pero...

Nada de peros, Maca —La calló con diversión—. Ahora ven, que las chiquillas están esperándote, sobretodo la Rubí.

Mommy!

#Rubirenapololas —Escuchó a la hermana menor de Rubí.

¡Gusana!

Ambas rieron.

Te prometo que no tengo idea de lo que se tomaron estas dos —Comentó Rubí llegando a su lado y besando su mejilla—. Han estado hablando tonteras todo el día.

Tonteras son que creas que eres heterosexual... —Murmuró Esmeralda.

¿Qué? —Macarena creyó haber escuchado mal.

Nunca habían hablado de la sexualidad de Rubí antes. Ninguna de las dos lo consideraba realmente necesario. Sin embargo, Macarena sí tenía ciertas dudas acerca de cual era la preferencia de su amiga, pero si Rubí no le confiaba aquello por si sola, ella no preguntaría.

¡Es hora de las películas! —Intervino la mayor de las dos—. Traeremos bocadillos, puedes ir a sentarte al sofá mientras, Maca.

Dejando a la rizada con la palabra en la boca, Rubí se llevó a su hermana del brazo.

¿Cómo has estado estos días, Maca? —Preguntó la madre de las chicas acercándose a ella al sofá—. ¿Te has sentido bien? ¿necesitas algo?

Ágata sabía bastantes cosas acerca del estado de la chica. No sólo porque su hija le contara acerca de su amiga, sino porque la rizada había decidido confiar en ella al darse cuenta que la mujer era realmente una buena consejera y era una persona realmente confiable.

Hay días y días —Respondió—. Pero, si no le molesta, me gustaría conversar con usted luego de la tarde de películas. ¿Puede ser?

Ágata sonrió comprensiva.

Por supuesto, chiquitita.

¡Deja de comerte los doritos, gusana! —Escucharon ambas.

Ay, sis, ¡sólo me comí uno! —Reclamó—. Además tú no comes de estas cosas.

¡Yo no, pero la Maca sí! —Gruñó Rubí llevando las golosinas a la mesa.

Ay, #EsposaPreocupada

Ágata y Macarena rieron.

¡Mommy! —Rubí se cruzó de brazos y frunció los labios— ¡Dile algo!

Dejen de pelear y vengan a sentarse, piedritas.

Luego de unas horas viendo películas de terror, en las que Rubí aprovechó de abrazar a Macarena más veces de las que fueron necesarias, y en las que por supuesto, Esmeralda y Ágata se rieron con complicidad, decidieron que la hora para dormir había llegado.

¿Vienes? —Preguntó Rubí luego de salir del baño con el pijama puesto.

Macarena sonrió al ver las pantuflas de unicornio de la castaña.

Iré en un ratito más —Comentó la rizada—. Quiero hablar con tu mommy, si no te molesta.

Mientras no me cambies por ella o la Esme, todo perfecto.

Macarena rió y negó para besar su mejilla, despidiéndose así de la castaña.

Traje un té para mí y un café para tí, Maca —Comentó la mayor entre ambas—. Así nos tomamos algo calentito mientras conversamos.

Macarena asintió con una sonrisa algo melancólica y tomó asiento en frente de la mujer. Ágata era una confidente especial, y agradecía poder tenerla en su vida. Sabía que la conversación sería larga. Siempre lo era, pero también sabía que era necesario y era sanador de muchas maneras.

Cuentame, ¿Por dónde quieres empezar?

Bueno...

Cuando dieron las tres de la mañana la conversación finalmente terminó y Macarena entró en silencio a la habitación de las hermanas, pensando que ambas estaban profundamente dormidas. Ya con su pijama puesto y el maquillaje fuera, suavemente se sentó en la cama de la mayor, procurando no despertarla.

Ya estás aquí... —Susurró su compañera luego de bostezar.

No habría ido a ninguna otra parte —Sonrió suavemente la menor.

¿Cómo te sientes?

Bien —Confesó—. Sabes que hablar con alguien siempre ayuda.

Rubí asintió con una sonrisa real y algo perezosa debido al sueño.

Ahora, ¿te parece si descansamos? —Preguntó Macarena tiernamente abriendo las mantas y recostándose a su lado.

Antes de que la castaña pudiera responder, su hermana lo hizo.

Sólo recordarles que no están solas en esta habitación, chiques —Bromeó—. Y si van a hacer algo, esperen a que me duerma.

¡Esme! —Exclamaron ambas avergonzadas.

Good night!

Si bien habían hecho una cama para que la rizada pudiera dormir, era un hecho que Rubí no dejaría que la rizada durmiera lejos de ella. Y Macarena tampoco deseaba dormir lejos de Rubí. Esa noche durmieron como dos bebés. Siendo acunadas tiernamente por los latidos sinconizados de ambos corazones.

I'm something so familiar
That you don't even notice
The way I wanna love ya
It's time that you should know this, know this

I'll catch a flight, go to the moon
Lay on the floor of your livin' room
And talk about the things that make you cry

I'll sell my soul, sell my guitar
Sleep in the back of a beat up car
Girl, just tell me what I have to do

If you say, "I wanna leave this town tonight"
Then let's do it
If we're halfway there and then you change your mind
There's nothing to it


¿Te has puesto a pensar en cuantas cicatrices deben haber en el mundo?

Era medianoche y las amigas estaban en el último piso de un edificio.

Una fiesta a la que ambas habían sido invitadas, estaba en desarrollo un piso más abajo. Sin embargo, habían decidido escaparse para poder conversar tranquilas y sin el ritmo de la música interrumpiendo su conversación.

¿Qué? —Rubí miró a su amiga algo confundida.

La rizada le sonrió para luego beber un poco de su vaso.

Cicatrices. Como las que te quedan luego de una herida —Aclaró.

Por supuesto que conozco las cicatrices —Contestó obvia la mayor—. Pero, ¿por qué te preguntarías eso?

Porque cada cicatriz tiene una historia detrás, Rubí.

La castaña se acomodó en la fría superficie y cruzó las piernas. Macarena solía pensar muchisimas cosas en profundidad, y cuando lo hacía, llegaba a ciertas conclusiones que Rubí siempre estaría dispuesta a escuchar.

Deben haber miles de cicatrices alrededor del mundo con historias geniales —Comenzó—. No sólo me refiero a las físicas y notorias, sino a esas que te dejan una marca en el alma, esas que son casi imposibles de borrar. Desde alguien con una cicatriz en la espalda por una operación, hasta personas con cicatrices profundas que pueden llegar hasta lo más profundo del alma. Siento curiosidad por todas las historias que podrían llegar a existir en el mundo, pero siento que jamás podría llegar a conocerlas todas. La vida no me daría para escucharlas todas.

Rubí dejó su vaso a un lado y apoyó su cabeza contra su mano para poder admirarla mejor.

¿Te imaginas la cantidad de historias que podría dibujar? —Preguntó con los ojos brillosos—. Podría plasmar la historia de una tatuadora sin tatuajes, o la de una pintora sin pudor. O también la de dos chicas que se conocen en los vagones del metro —Comentó divertida, refiriéndose a dos libros que ambas habían leído—. Incluso también alguna historia donde dos chicas se conozcan gracias a que viven en el mismo edificio —Ella suspiró—. Las hojas de mi croquera no serían suficientes.

Te compraría las que quisieras —Rubí se sonrojó, levemente. Esas palabras habían salido inconscientemente de sus labios—. Quiero decir, para que dibujes y puedas tener más historias para tí.

La rizada sonrió.

Te agradecería muchisimo si las compraras, pero sabes que no sería necesario.

Pero sabes que lo haría de igual manera...

Hicieron silencio y con suavidad se recostaron sobre la superficie. El aire helado de la noche llenaba sus pulmones de forma agradable mientras las dos amigas formaban figuritas en el cielo nocturno, a pesar de las pocas estrellas que se dejaban ver debido a la iluminación de los faroles.

A veces desearía salir de aquí, ¿sabes? —Luego de unos minutos, la rizada volvió a hablar—. Comenzar una vida nueva, lejos de... todo esto. Conocer nuevas personas, tener nuevas memorias, poder leer comics en nuevos parques. Quizás recibir el cariño que merezco...

Su tono de voz sonaba débil porque estaba llegando a un tema profundo y significativo para ella. Y la castaña lo sabía. Rubí inmediatamente sostuvo la mano de la contraria, como queriendo expresarle que si necesitaba soltar ciertas cosas, ella podía hacerlo.

Pero a la vez, me siento atada a este lugar. Aquí está la gente con la que crecí, mis amigos, mi casa... Aquí estás tú... —Lentamente Macarena se volteó hacia su compañera—. Yo no podría dejarte a tí.

La castaña acercó su mano libre hasta la mejilla de la rizada y, admirandola con ojos tiernos, le regaló pequeñas caricias con su pulgar.

Oye, si estai jodía, a mi no me vai a poder sacar de tu vida —Comentó con una sonrisa leve—. Y... si quieres dejar este lugar, podemos hacerlo. Quizás no ahora, porque aún no tenemos la edad para hacerlo, pero si tú quieres abandonar esta ciudad e irnos a la luna, vámonos a la luna.

¿Juntas? —Preguntó la chica, con destellos de esperanza en sus orbes.

Rubí besó la frente de la menor y luego de dejar sus labios unos segundos más de lo permitido, se separó y asintió.

Juntas.

If it takes the rest of my whole life
To prove it
I'll catch a flight, go to the moon
Lay on the floor of your livin' room
And talk about the things that make you cry

I'll never walk into another bar
I'll burn these tattoos off my arms
I'll go to hell and back if I have to

I'll do anything for you
I'll do anything for you
I'll do anything for you

En cuanto terminó, observó como los ojos de su compañera habían dejado caer lágrimas

—¿Quieres...? —Rubí tomó una bocanada de aire, estaba nerviosa y a pesar de que había practicado quinientas veces frente al espejo la propuesta hacia la contraria, ésta simplemente parecía haberse quedado atascada en su garganta— ¿Ser mi...? —La castaña gruñó y susurró—: ¡Mierda! esto debía ser perfecto...

Macarena sonrió levemente y secó suavemente los restos de las lágrimas de felicidad que habían quedado sobre sus mejillas, para luego regalarle un tibio, suave y emotivo beso.

La canción había sido perfecta y sus emociones estaban revueltas. Rubí lograba tocar las fibras sensibles dentro de ella y le causaba un huracán de emociones que parecía no detenerse.

Aquel beso era la respuesta a la pregunta, pero Rubí, quien parecía estar sumergida en un trance, parpadeó tres veces y sonrió nerviosa.

—¿Y eso...?

Macarena rió suavemente sobre sus labios antes de regalarle tiernas caricias detrás de su cuello con su pulgar.

—Sí, Rubí. Quiero ser tu polola.



[¡APARECÍ! Y EL ONE SHOT ES CONSIDERABLEMENTE MÁS LARGO EN COMPENSACIÓN A TODO LO QUE ME HE DEMORADO.

¿Como están? ¿Qué me cuentan? ¿Me extrañaron? Yo sé que sí.

Creo que tengo una obsesión por poner a Jacinta como la mala de la historia KSMXKSN. Jacinta, te amo mucho<3

Por cierto, ¿Qué creen que estarían haciendo los personajes de Edificio Corona ahora? Yo creo que la Josefa se creó una cuenta de Wattpad y lee fanfics acerca de su hermana y su novia LSLXMSKS.

Como sea, ¿qué les pareció?
Debo admitir que quería dejarme llevar por mi lado cliché, pero tampoco quería abusar de ello. Así que decidí mezclar un poco de ambas, espero que esto haya sido de su gusto<3

Y como siempre, aquí pueden comentar alguna temática para el próximo os.

Como siempre:
Tengan una buena vida.

Love only, J🤍

Pd: Pueden usar el #NURubirena en twitter -y mencionarme @/javslovesyelyah- para decirme que opinan acerca de cada historia<3
Pd2: Sonrían, se lo merecen.]

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