Mi Pareja Perfecta IV

נכתב על ידי Brity22

251K 20.5K 23.5K

Ángela Grant, es una joven recién egresada que empieza a trabajar en el hospital Edwards, tal como su abuela... עוד

Ángela Grant
Supervisión
La salida al Spa. I
La salida al Spa. II
La vida de Martina Edwards I
La vida de Martina Edwards parte II
Buscando a la chica perfecta.
Incógnita
Catalina Grant
La chica del Tinder I
La chica del Tinder II
Fiesta en New York I
En la boca de la loba I
En la boca de la loba II
En la boca de la loba III
Mala, del verbo ''mala''.
''No pegan, ni juntan''
Salida a casa de Tía Fer.
Lecciones de motocicleta
''Por la boca muere el Edwards''.
Única en su clase.
Aniversario de Matrimonio I
Aniversario de Matrimonio II
Sesión de Fotos.
Fin de semana de Jefazas.
''Si Quieren Guerra...''
Buscando al culpable
Juntas de amigos
Hogar, dulce hogar.
Inauguración
Una historia romántica y no de acción
Citas a ciegas y aniversario
''Dos grandes que se unen''
La cena familiar.
Buenas jugadas.
Salida en familia I
Salida en familia II
''La terquedad hecha pareja''
La despedida.
Las Intensas.
Especial: ''El dilema de las Gabis''

Fiesta en New York Parte II

5.2K 510 551
נכתב על ידי Brity22



En la tarde del sábado.

Ángela Grant

Voy junto a mi hermano llegando a la sala de juntas. Abro los ojos de par en par.

− ¡Oh mierda! −Digo viendo a la Sra. Christine sentada leyendo unos papeles.

− ¿Qué ocurre? −Enrique frunce el ceño.

−Me... me duele el estómago −Digo. Así que vino ella y no Martina. − ¿Puedes asistir por mí?

−Ángela, tienes que firmar −Dice arrugando la frente.

Abro mi carpeta y firmo todo, ya lo leí de todas maneras.

−Toma, si salen con alguna sorpresa desagradable los rompes, los quemas y tiras agua bendita. −Se los entrego, el asiente.

Será un pesado y la fotocopia de papá, pero un traidor a la familia no.

−No sé si será suficiente −Dice pensativo. − ¿Enserio estás bien?

Al parecer aún no ve a la ''big queen'' de los Edwards.

−Si, súper, es que almorcé mucho.

−Uf, con vestido quizá no estarías sufriendo −Ve mi traje de dos piezas.

−Parecería lápiz corrector −Bromeo. −Te lo dejo Enriquito. Bye.

Antes de que me rete por decirle así, en un lugar de semejante formalidad, desaparezco y me voy a mi suite a pasar el rato. Enrique me llama furioso para que vaya al tener problemas con algunos documentos, pero por suerte cuando llego, Christine ya no está.

− ¡Y espero verte más formal para la noche! −Espeta al llegar. − ¡Tenemos maquillador!

− ¿Te vas a maquillar? −Esto es nuevo.

−No, es para ti.

− ¿Qué? ¡Pero si soy perfecta como papito Dios me hizo!

−Aprovéchalo ¿Está bien? −Se va exhalando pesadamente.

Este tipo no me soporta, no entiendo por qué.

Antes de que me escape llega una señorita y antes de que pueda decir algo veo más gente llegar con más ropa.

− Ya compré mi traje −Me espanto.

−Considere estos vestidos, su hermano nos dijo que trajo uno poco formal para la ocasión.

− ¡Pero si pantalón y remera es lo más formal de la vida! −Reclamo.

Me mira anonadada.

−Aish−Digo. ¡Está bien! ¡Fui a ver y no me gustó nada! Así que me traje un pantalón de tela café y una remera blanca.

La moda no es lo mío...

−Hmm −Un hombre con pinta de que le gustaría Omar me evalúa −Podríamos alisarle el cabello.

− ¿Qué? − ¡No me van a venir a quemar el pelo!

Pero soy ignorada.

−Si, iluminador... −Escucho a una chica más joven, anota unas cosas en una libreta rosada. −Debe ser un vestido, tela ligera, escote amplio −Enumera viendo mis hombros y mis pechos sin pudor.

−No vengo a mostrar mis dotes −Hago maña.

− ¡Quedarás divina! −Me ignoran nuevamente.

−Déjalo en nuestras manos −Sonríe la joven. − ¡Estarás deslumbrante esta noche!

Me quedo derrotada en la silla mientras me peinan, solo falta mi certificado de pedigree.



Christine.

−Oh, vaya − Veo a mi pequeña modelar con un vestido mediano con apertura en los muslos. De frente tirantes y un escote algo pronunciado pero amplio en la base. Lo que contrasta bien con el tamaño de su cuerpo. Mi corazón da un vuelco, Tina es hermosa. Sólo lleva un pequeño collar de color plateado a juego con sus zapatos de tacón.

Maldita mocosa sobrina de su tía, lo hizo de nuevo. Pienso en la expresión de suficiencia que pondría Chloe por mi reacción. Realmente Martina se ve preciosa, juvenil, radiante y elegante.

−Te ves preciosa −manifiesto bastante sorprendida. Acostumbrada a la rudeza de sus jeans y chaquetas de cuero. −Eres un diamante en bruto... pero no tan bruto ahora −Sonrío.

−Si, si gracias, ya sé que te deje impactada. Saco lo mejor para algunas ocasiones. −Mueve una ceja con coquetería.

−Tu a todas horas te ves bellísima −Respondo... y no estoy mintiendo.

''Carajos, no va a faltar quién se va a enamorar''. Me dice mi mente de madre tóxica.

−Dónde mis ojos te vean −Digo levantando el mentón. −No quiero buitres.

−Qué queda para ti, ya he visto cómo te observan esos señores −Gruñe. −Y no falta la señora.

−Si, pero yo soy una mujer felizmente casada. −Y más les vale recordarlo.

−Así como me cuidas nunca me casaré −Sonríe.

''Oh por dios, espero que nunca llegue ese día'' me muerdo la lengua y me quedo callada. Ya siento el espíritu desdoblado de Noelle respirándome en la nuca por pensar eso.

−Como sea, vamos. −Miro mi reloj. −Nos está esperando nuestra modelo, no la hagamos esperar.

−Bah −Dice. Sonrío, sé que no soporta a Aida, aunque a mi me parece bastante simpática, es sólo una chica rica muy Florent y ya.

La recogemos en su suite, también muy hermosa, digna de ser nuestra modelo, con su vestido beige largo seguramente atraerá miradas. Me voy excelentemente acompañada y al llegar estamos un rato juntas y luego, como la noche ha sido amena, nos dispersamos. Me alegra ver a Tina cómoda relacionándose con jóvenes de diferentes nacionalidades y culturas.

Eso no significa que le saque el ojo de encima, aunque después con las copas la dejo estar un rato.



Martina E.:

Converso un rato. De reojo observo al hermano mayor de Ángela llegar, está de espaldas; así que sólo veo una calva incipiente y un traje negro, es alto, de cabello castaño igual al de Ángela, cuando mira hacia su lado a su acompañante noto su nariz larga y respingada. Realmente nunca me molesté en reparar en esa familia, ni la anterior vez que vine le tomé atención, pero ahora que he compartido con su hermana no puedo evitar comparar. Él estira su mano y recibe a su acompañante, una elegante joven de alta estatura, de cabello castaño liso y largo, ataviada con un vestido que parece ser algo grisáceo. Quizá sea pariente de ellos.

Tomo un cóctel y diviso a lo lejos un balcón enorme, lo prefiero a este hall abarrotado de gente elegante. Aún siento aversión a espacios así. Para no tener que respirar ayudada por una bolsa, me doy el tiempo de ir a tomar aire afuera y tranquilizarme un poco. Creo que mi porcentaje de ''sociabilizar'' va bajando.



Ángela G.:

Harta de comentarios sobre lo linda y femenina que me veo busco a alguien que me ofrezca algo delicioso en este lugar. ¡Me siento disfrazada!

−Iré a sociabilizar −Digo ampulosamente molestando a mi hermano.

−No me hagas pasar vergüenzas −Bromea, vuelve su atención a un grupo de señores.

Que alguien le enseñe a bromear a este estirado.

Camino por el gran salón y evitando invitaciones, aglomeraciones y halagos. Busco un lugar para escapar, diviso un balcón y antes de ir ahí me saluda Aida. Frunce el ceño sorprendida.

− ¡Por dios Ángela! ¿Eres tú en realidad?

−Si, si muy graciosa.

−De graciosa nada, estás hermosa. −Me mira de arriba abajo. −Bellísima en realidad. −Sonríe −Me recuerdas un poco a Catalina. −Pone expresión de disculpa.

−Si, bueno. La sangre pesa −Digo tomando comida de un platillo de un mozo.

−Aunque siempre eres tan tú −sonríe − ¿Vamos a saludar a unos amigos?

Aida tiene, siendo humilde en cifras, ¡cientos de amigos! en todos lados, y dudo mucho que acá sea la excepción.

−Me encantaría, de verdad −Sonrío −Pero ahora iré a tomar aire un rato. Diviértete y, por cierto, te ves hermosa. −Aida siempre tan divina por la vida, es como una princesa.

Me guiña el ojo y al ser llamada por unos amigos encuentro la ocasión ideal para escapar.



Martina E.:

Me apoyo mirado la ciudad, observo los edificios y rascacielos, hay algunas personas acá, pero al ser tan espacioso por suerte disfruto un momento de calma. Me quedo unos minutos escuchando la música y sólo miro de reojo como una molesta persona se acerca. Pero al parecer está en lo suyo ya que está con un platillo comiendo un par de metros más allá.

Pasan unos minutos.

−Wow −Dice una voz conocida. La quedo mirando de reojo y noto que es la chica alta de cabello liso que estaba con Enrique Grant, está de lado y mientras mastica mira hacia abajo, levanta la mirada y observa la ciudad. Veo sus facciones con curiosidad.

Quedo con la boca abierta.

− ¿Á... Ángela? −Si no es, que vergüenza.

Mira hacia mi lado, me mira de arriba abajo, abre los ojos de golpe y carraspea.

− ¡Carajos Martina! ¡casi me matas! −Le lloran los ojos. −Mi maquillaje estúpida −Bromea.

Me río. Si, definitivamente es Ángela. Que alivio ver una cara conocida.

−Pensé que no vendrías −Sonríe, también parece feliz de verme.

−Lo mismo en mi caso −Digo. −Y mírate, te ves bellísima. −No puedo evitarlo, es novedoso verla así. Tiene el cabello tan brillante y castaño como siempre, aunque increíblemente liso; su rostro posee un delicado maquillaje que no arruina sus facciones, si no que las resaltan; y como apreciación final me atrevería a decir que el vestido va acorde a su figura, y a sus ojos. −Toda una princesa Grant. −Sonrío con suficiencia.

− ¡Ah! ¡ya veo de qué se trata todo aquí! −Sigue comiendo. − ¿pero sabes qué? No caeré en tu juego Edwards, yo creo que te ves hermosa y ya.

− ¿Hablas en serio?

− ¿Bromeas? tu cara parece tallada por los mismos ángeles.

−No empieces −Muevo las cejas − ¿Y qué te trae por este no humilde balcón?

−Las ganas de comer algo tranquila −Responde −No me gusta mucho rodearme de extraños −Reconoce. −Con hacer acto de presencia a ratos e invitar famosos a mis Spa. me basta.

−Entiendo −Digo. − ¿Qué tal el viaje?

−Muy agradable, mi suite tiene una vista hermosa. Dame un segundo −En eso va y vuelve con una copa de algo rosado y más comida.

−Un cóctel adecuado para la señorita −Alabo.

−Obviamente, aprende niña. −Reímos y observamos la noche. Conversamos un rato sobre la ciudad.

−Ángela imagino que te topaste con mamá −Recuerdo pensando en la mañana, no hubo necesidad de mi presencia así que me dedique a ver televisión yanqui.

−Si, la vi llegando. Dije que me dolía el estómago para que no me reconociera.

− ¿Sabes que el ocultarse no es eterno verdad?

−Si, pero esperaré a que tu seas la jefa de jefas y pan comido. −Chasquea los dedos.

−No estés tan confiada. −Le advierto. −Quizá te saque a patadas.

− ¿Lo harás? −Nos miramos a los ojos. Ladeo mi cabeza

−Tal vez. −Bueno tal vez no, pero no quiero que se confíe.



Ángela.

Martina es imperturbable, su mirada fría me invita a no pasarme de lista.

Aunque eso no significa que le haga caso.

− ¿Qué harás más rato?

− ¿Qué? −Se sorprende.

− ¿No tienes tiempo para una amiga del trabajo? −Hago un puchero fingido.

−No caeré en tus ''labias'' García.

−Lo bueno es que te sabes todos mis nombres −Me hace gracia.

Rodea los ojos.

−Imposible olvidarlos.

Se hace un silencio.

−...Porque ya sabes, tus planes y eso. −Se corrige rápidamente.

−No Edwards, ya lo dijiste. Imposible olvidarme.

−Yo no dije eso.

−Uy sí. −Me divierte su incomodidad. − ¿Piensas en mi verdad? −Pregunto.

−No. −Responde.

− ¿Soy tu empleada favorita? −Pregunto por segunda vez.

−No.

− ¿Al menos de los nuevos? −Vuelvo a preguntar.

−No. −Repite.

− ¿Ni un poco de buena onda? −Molesto.

−No. −Me interrumpe.

− ¿Te negarías a ir a mi suite? - Disparo.

−No. ¡Oye espera!

−Jaja −Digo. −Ahora tendrás que acompañarme. −Bebo feliz.

−Per...

−Creí que las Edwards eran mujeres de palabra. −Busco su orgullo escondido... no tan escondido.

−Lo somos. −Responde.

−Vaya, vaya, vaya. No más palabras. −La miro de reojo. Sonrío viendo su rostro indeciso. −Aunque si quieres nos quedamos, a tu madre le encantará que seas diplomática.

Sus alargados ojos se entrecierran mientras lo piensa. La cara de Martina es algo pálida, de facciones suaves, mentón pequeño y frente mediana. Creo que le da un aire juvenil y algo adorable. Todo menos su expresión de frialdad, ver ese contraste le da una presencia característica de jovencita ruda.

Debo reconocer que es algo lindo de mirar. Me giro hacia ella.

−Es sólo para que veas la vista.

− ¿Qué vista? −Dice sarcástica.

−De la ciudad. −Levanto ambas cejas con cara de inocente. −Sin malas intenciones. −Ahora yo no sé a qué se referirán con ''malas'' cuando dicen eso.

−De seguro que sí, si es que valoras tu vida −Sonríe creída. −Será mejor que me de una última vuelta para marcar tarjeta.

− ¿Eso es un sí? −Pregunto.

−Si no estás en veinte minutos exactos fuera del salón me arrepentiré −Dice yéndose rápido.

Paso los siguientes minutos siendo la Grant perfecta. Miro de reojo a Martina ir hacia la puerta y me despido de mi hermano con la excusa de salir a tomar aire fresco y luego acostarme.





Martina E.:

Me quedo con mamá mientras mi mente libra una pequeña discusión sobre porque debería ir y porque debería no ir. Por un lado, sería divertido y si me quiero escapar, por otro escucho la voz de Samy advirtiéndome que no la cague. Aunque no sé porqué pienso en eso si sólo es una invitación sin malas intenciones, eso considerando a qué, ella le llame mala intención. Lo que no niego es que estaría más cómoda que aquí... ¡y Dios! la chica se ve linda.

−Mamá−Llamo su atención −Iré a tomar aire afuera ¿Puedes estar sin mí?

Se inclina.

−Claro pulga, pero no desaparezcas sin avisar.

−No −Digo.

−Ni te vayas con extraños de dudosa procedencia. −Sonríe pesada.

−No −como se le ocurre, imposible. Dudosa procedencia sí, extraña no tanto.

−Ok, nos vemos.

−Nos vemos. −Digo caminando en dirección al centro del salón para luego desviarme a la puerta de salida en vez de a la mampara hacia el balcón.

Cuando doy dos pasos por el pasillo me detengo frente a la guapa chica apoyada en la pared.

−Anota esto en tu diario, Martina Edwards visitará tu suite. −Anuncio.

−Estoy impaciente −Noto su sarcasmo. ¡Desagradecida! −Estoy en el último piso.

La sigo por las escaleras hasta una hermosa puerta labrada con las siglas ''A. Grant'' en la entrada. ''No puedo creer que estés haciendo esto'' me dice mi conciencia. Entro y el ambiente es tan cómodo y espacioso como el nuestro y más, se nota que les gusta lo rústico y de madera. Pero no es eso lo que captura mi atención, camino entre sus comodidades hasta llegar al borde y deleitarme con la gran vista. Es hermosa, llena de luces y tonos de azules y rojizos, algo monstruosa y misteriosa, pero bella.

−No mentías −Me impresiono. Me da hasta vértigo. No envidio al que le toque limpiar los vidrios.

−Claro que no, podré tener dos vidas, pero soy la misma.

−Irónico que lo digas con esas prendas −Bromeo.

−Ya sabes a que me refiero.

−Si, pero es divertido −Observamos un rato −Puedo acompañarte hasta el final de la fiesta. −Comento.

− Uy, ¿mamá se enoja? −dice. Me da una punzada de molestia

− ¡Claro que no! Pero no quiero que sepa que estoy con una de los tuyos. −Ángela me mira sin expresión alguna.

− ¿Sabes? No puedo sacarme una cosa de la cabeza.

− ¿Qué? −Levanto una ceja.

− ¿Me ayudas a quitarme el vestido?

− ¿Qué? −No puedo evitar sentir un calor abrazador circular por mi rostro. ¡Maldita Grant con malas intenciones! ¡mamá me lo dijo! - Al menos invítame algo de beber−Le sugiero.

−Es sólo un cierre, luego me voy a cambiar y vuelvo en breve. −Se excusa. Se gira y observo su espalda. Bajo la vista de la zona de los hombros para percatarme de uno pequeño en medio de su espalda, de la zona lumbar, hasta el inicio de...

Siento las palpitaciones de mi corazón.

− Quizá pudiste haber alcanzado −Aventuro.

−Oh vamos, ¿no cualquier chica puede decir que Martina Edwards le ayudo a quitarse el vestido o sí?

−Hmm... ¿no tienes una cámara por ahí o sí? −Aventuro.

−No soy tan cerda. - Aclara.

− ¿Tan? −Pregunto. Me guiña el ojo y se señala atrás. Aquí vamos, lo hago con un poco de dificultad, no mires Martina, no quieres ver donde termina esto. Pero cuando finalizo se aleja y desaparece un rato.

− ¡Por fin vuelvo a ser yo! −Escucho. − ¡Ahora si va la invitación! −Exclama animada.

−Bah, te quedaba bien −Digo.

Vuelve con unos jeans puestos.

−Lamento decepcionarte, esto me gusta más. −Sonríe − ¿Quieres algo de beber?

−Si. No le eches nada ¿eh?

−Ya no te mate - camina a un bar enorme −Es bueno pasar el rato con una conocida.

Si, aunque no admitiré jamás que sentí alivio de verla.

Sobre todo, porque me va a joder con sus bromas.

−Gracias. ¿Vodka? −Leo la botella.

−Algo simple para empezar −Sonríe. Me lo entrega y me lleva a un estante donde tiene algunos refrescos y zumos. Luego me abandona para escoger música. −Creí que debía hacerlo por ser sábado y estar supuestamente en una fiesta. −Suena Welcome to the Jungle.

−Genial ¿No tendrás problemas por desaparecer?

−Claro que no, ya invité a todas las chicas guapas a mi Spa.

La quedo mirando.

−No pienses mal, es necesario que se cree la imagen de que las chicas guapas van allí.

−Si, descuida. Habitualmente nuestros clientes no son chicas guapas−Rodeo los ojos.

−Pero las que atienden si −Dice. Sonrío con suficiencia.

− ¿Siempre te han gustado las chicas? −Pregunto curiosa.

−Si−Se ruboriza−Aunque a los catorce podría hacerlo oficial −se acomoda el cabello incómoda −No entendía mucho, imagino que para ti fue más fácil.

−No conoces a mi mamá. −Pestañeo y me imagino recordándolo todo como si fuese una guerra pasada y yo con los ojos desorbitados. −Aún piensa que soy una adolescente y que necesito vigilancia 24/7.

Río.

−Eres su pequeña, además la única. Es un gran peso.

−Y que lo digas−Susurro.





Ángela G.:

Tengo muchas dudas, no imagine nunca este escenario a estas alturas del año. Pero me gustaría saber más, me imagino que le debo parecer tan interesante como yo a ella. O espero que sí, tenemos cosas en común, pero con realidades distintas.

Muy distintas.

−Pero te dejó tener a tu Sandy −Recuerdo.

−Si, la encontré en un camión, como mi madre Noelle ya me había dejado, ella no pudo desacreditarla. −Bebe un poco y se acerca para ver más abajo. Sin querer le doy una rápida repasada a su cuerpo '' ¡Ángela!'' Me reto a mí misma − Ellas siempre tratan de estar de acuerdo cuando se trataba de mí, a pesar de lo diferentes que son. Creo que prefirió evitar confrontaciones. −Suelta una carcajada.

−Muy sabia −Bromeo. − ¿Y tú, como evitaste confrontación para venir a territorio enemigo?

−Le dije que salí a tomar aire. −Esa es una excusa muy vaga.

−Si quieres podemos ir a algún lado −Aventuro. −Pero no me pondré vestido de nuevo− Le advierto. Sonríe burlona.

−En ese caso yo también quisiera ir a cambiarme de ropa.

−En vivo o fake. −Digo. Me da un codazo suave.

−Pero vamos después. Me gusta aquí −Le da una mirada al lugar.

Me alegra que le guste, es genial tener lujos, eso es verdad. Pero cuando estás sola encerrada, todo el día, para mi es aburrido...a menos que esté jugando. En cuanto a fiestas, las prefiero con ropa casual y sin tanta iluminación, modales y etiqueta.

Al entrar a la habitación Martina se sienta en la cama, prueba el colchón y sonríe.

− ¿Cómoda?

−Mucho −Se recuesta. Bebo un poco y me quedo mirándola, una mujer joven y hermosa, ataviada con un lindo vestido negro, recostada en mi cama en el hotel donde me estoy quedando. ¿Mejor sábado en la noche? O ¿Mejor sábado en la noche?

−Puedes quedarte si gustas −Invito.

− ¿Te imaginas? −Dice abriendo los ojos. −A mamá le encantaría.

−Le dices que te venga a buscar, es en la habitación del último piso que dice ''A. Grant'' −aventuro.

Reímos.

−De locos −Dice.

−Si −Miro mi vaso. −Que mala suerte. −Susurro.



Martina E.:

Abro los ojos y miro la decoración de las luces, me siento y cambio el tema a la fiesta de hoy. Entre personas en común que conocemos me entero de que hay bastantes, aunque trabajen con mamá o el papá de ella sólo se hacen los pendejos... y yo haría lo mismo.

− ¿Me acompañas? −Digo luego de un rato.

− ¿A cambiarte de ropa? Claro.

−No habrán nudes te lo advierto.

−Con verte vestida me conformo, pero ¿qué hay de tu madre? Ella sabrá que soy la que trabaja con ustedes.

− ¿No te vio en la fiesta?

−Nah. −Dice despreocupada.

−Entonces dejemos que se distraiga, debe quedar un rato más −Digo.

La espero mientras se prepara para salir y nos vamos a donde nos quedamos con mamá. La hago pasar, le ofrezco algo para beber y mientras va al baño aprovecho de cambiarme de ropa. Decido usar la de siempre. Remera negra, jeans y zapatos negros.

−Ya cumplí hoy −Suspiro sentándome al sofá.

Ángela observa con curiosidad las batas de mi madre y el espejo que usa para arreglarse. − ¿Eso no es tuyo verdad?

−Claro que no.

−No parecen ser del mismo estilo.

−No lo somos −Reconozco. −Pero ella es la ruda aquí.

−No parece −Se sienta a mi lado. − ¿Sabes que haría papá si le dijera que estuve donde estuvo ella hace unas horas? − Silba. −Ay mamá.

− ¿La odia? −Pregunto curiosa.

−No lo sé, pero sé que la detesta −Sus grises ojos chocan con los míos −la detesta profundamente a ella y a su ''modo de vida''−Aclara. ¿Quién dice que ese gris no puede volverse más opaco?

− ¿Y qué pasa contigo? Expeles arcoíris al pasar.

−Supongo que hace la vista gorda.

−Pero lo escuchas continuamente despotricar contra todos los que son como tú. −Pregunto un poco conmocionada imaginando a mi familia decir cosas horribles sobre gente como yo, así como si no estuviese presente o no existiese.

−Si −Dice. Mira hacia el frente −Así son las cosas.

−Lamento que lo pasarás mal.

−Yo también, aunque no ha sido del todo horrible.

− ¿Ah no?

−Puedo estar con una chica como tu un sábado en la noche. −Me devuelve la mirada recuperando el brillo malicioso de siempre− Luego de verte estrenando vestido en una fiesta como la que fuimos− Mira mis labios −y otro día te veré en el hospital.

No me está gustando la dirección a la que nos lleva esto.

− ¿Te gusta sentirte especial eh? −susurro. Levanta la mirada a mis ojos.

− ¿Por qué no? Gracias a quién soy pude conocerte.

−Si, muy bonito. −Digo envolviéndome en esos ojos grises. − Olvidas el detalle de que nos matan si nos viesen así.

− ¿Así cómo?

−Ya sabes... −Prácticamente tiene su cara a pocos centímetros. Puedo sentir su respiración.

− ¿Pero no nos están viendo o sí? −Dice.

−No −Gruño. −Te dije que no te emociones. − ¿Acaso esta mujer no entiende?

−Nadie se va a enterar −Levanta ambas cejas y me mira con cara de animal herido. La odio por eso, porque lo estoy considerando.

Toca suavemente mi boca con la suya, bajo la mirada, cierro los ojos y siento la tibieza de sus labios sellar los míos; se mueven lentamente y rozan un poco más. Siento el calor de su respiración y como esta se hace más pesada, me inclino un poco dándole más profundidad, Ángela no duda en aumentar la velocidad mientras nuestro beso se hace más apasionado. En un rato indescifrable, se escucha sólo el sonido que hacemos cada vez que nos separamos, nos acercarnos de nuevo y seguimos una y otra vez.

Mi cerebro hace ''click''. Pero no por el miedo a ser descubiertas, sino porque su mano está sobre la mía. En un beso particularmente lento nos separamos y me queda mirando algo agitada.

Ninguna dice nada, ella se mantiene impasible y mantiene baja la mirada hasta que encuentra mis ojos buscando los suyos.

− ¿Estás bien?

Asiento, demonios estoy segura de que me sonrojé un poco. Si dice algo la echo, aunque, parece que ya no se le ocurre ninguna broma ingeniosa.

Vibra mi celular y pegamos un salto, quita su mano rápido como si nos hubiesen descubierto. Sonrío burlona y lo tomo; leo el tierno mensaje de mamá.

'' ¿Dónde carajos estás?''

''Vine a cambiarme de ropa'' Respondo. ''Me estresé'' Agrego.

'' ¿Todo bien?, llego en una hora a más tardar'' Leo.

−Es mamá−Digo −Deberíamos salir por si acaso.

−Buena idea −Dice.

''Si, súper'' respondo. ''Sali a pasear un rato, vuelvo en media hora''. Dejo escrito y tomo mi chaqueta de cuero para salir.

−Por cierto −Caminamos por el pasillo y bajamos unos pisos. −Que no se te haga costumbre lo que pasó. −Muy rico todo, pero no podemos correr esos riesgos.

−Si, si, fue una excepción −Dice mirando al frente. −No pediré otro.

−Así me gusta, no suelo hacer favores a mortales.

− ¿Favores? Tu también querías un besito de la misteriosa Ángela Grant, no jodas.

Así que nos salió orgullosa...

−No se de qué hablas.

−Ajá sí. −Dice− ¿Comiste en la fiesta?

−Un poco.

− ¿Y si vamos por algo?

Mi estómago ruge diciendo que si, por suerte el gentío del pasillo esconde esa revelación. Dudo que mamá tenga hambre a la vuelta y me queda una hora.

−Vamos. −Lo bueno del buffet es que puedes escoger lo que quieras y a esta hora no hay nadie.

−Ojalá esté abierto

En definitiva, lo está y casi vacío, mejor para nosotras. Llenamos nuestros platos y nos empezamos a engullir todo.

−Esto es delicioso −Digo extasiada.

−Hmm Hmm −Dice con la boca llena.

Ya dejamos de ser sexys, pero a la verga. Nos quedamos así, comiendo y disfrutando platos que ni pegan ni juntan, pero es una ocasión especial.

−Pareciera que no nos sacaran a pasear −Dice Ángela.

Asiento.

− ¿Quieres que te vaya a dejar dónde tu madre? −Pregunta burlona.

Me rio y termina de tragar.

−Nah, no te arriesgues.

−Bueno −encoje los hombros. − ¿Besito de despedida?

−Vete al carajo Ángela.

Libera unas carcajadas y seguimos hasta saciarnos. Nos separamos en el pasillo, sólo me guiña el ojo y hace una señal con la mano y continúa por el lado derecho. Yo me voy al izquierdo hasta llegar donde estamos quedándonos.

..................

¿Y un besito para la autora? Ok no *Le tiran cosas*

Feliz viernes, ¡espero hayan disfrutado el capítulo!

¡Ángela es una preciosidad!

המשך קריאה

You'll Also Like

153K 7.9K 36
Daniela calle es una chica bastante fría , cruel , intimidante , que le divierte molestar a María José ( poché ) María José (poché ) en una chica b...
12.8K 1K 22
Diana es una prostituta que ha sido encontrada en medio de una carretera solitaria tras haber sido golpeada por un hombre el cual le deja moribunda p...
8.8K 938 67
[𝕊𝕒𝕘𝕒 𝔸𝕖𝕥é𝕣𝕟𝕦𝕞 III] [TERMINADA] Dicen que lo esencial es invisible ante nuestros ojos. Rose, es el ejemplo de ello cuando ignoro tantas v...
55.6K 4.8K 33
ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏs ᴇɴ ᴇᴅɪᴄɪóɴ . Definitivamente no, el amor no es sencillo de describir, de entender, de aceptar... Pero cuando llega con la fuerza de mil mar...