El nigromante y el vampiro

By raylove94

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Apenas podía recordar el rostro de su abuela materna, pero al cerrar los ojos y pensar en ella, podía sentir... More

Prólogo
Capítulo 1. La vidente
Capítulo 2. La psiphora
Capítulo 3. El nigromante
Capítulo 4. El Oscuro
Capítulo 5. El vampiro
Intervención del autor
Capítulo 6. La bruja
Capítulo 7. La ninfa
Capítulo 8. El otro lado
Capítulo 9. El intruso
Capítulo 10. La madre del vampiro
Intervención del autor
Capítulo 12. Las gemelas Loe
Capítulo 13. Un caso sin resolver
Capítulo 14. El Oficial Mark
Capítulo 15. El precio de la verdad
Capítulo 16. Una grieta en el espacio

Capítulo 11. El libro de las Sombras

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By raylove94

Era casi mediodía y Ryan se encontraba acostado, mirando fijamente el techo, intentando procesar lo que le había iluminado su hermana. Pensaba en cómo el destino los había estado uniendo, unos a otros de una manera muy sutil. Esa noche, pretendían ir en busca del colgante. Él había propuesto ir de día, pues con el sol, el engendro no se atrevería a aparecer, pero Ismael no quería. Aseguraba que Ryan solo buscaba una excusa para que él no fuera, ya que el sol, le afectaba a él también.

     —El Oscuro nos ha sorprendido de muchas maneras —comentó Elena—. Debemos estar preparados, por si aparece.

     Y la psiphora tenía razón. Los encuentros con el Oscuro se volvían habituales. Sabían que era fuerte e inteligente y siempre iba a un paso por delante, así que procuraron estar listos para un posible enfrentamiento.

     Cuando llegaron al cementerio, todo parecía tranquilo. Ya se habían corrido rumores que ponían en tela de juicio la seguridad de la ciudad. Se había reportado varios jóvenes desaparecidos e incluso, algunos aseguraban haber sido perseguidos en la noche, por lo que, no había rastros de personas por todo aquello.

     —Este es el sitio —dijo Darys—. Aquí fue donde moriste.

     —Sí —Observaba Ismael—, pero aquí no hay nada.

     Así estuvieron casi una hora, buscando por todo el lugar. Ismael parecía ansioso, a tal punto de proyectarse alterado.

     —¡Que no, Ryan —decía exaltado—, tenemos que encontrarlo!

     —Pero no está —intentaba hacerlo reflexionar—. ¿No ves que hemos revisado todo? Debajo de cada piedra.

     —Yo tengo más ganas que tú de salir de este horrible lugar —reclamaba—, pero no me iré de aquí sin ese colgante.

     —Déjame hacerte una pregunta —Ryan hizo una pausa fundamental—. ¿Estás al día con el tónico?

     —¿Piensas que está hablando mi sed? —Sonaba cada vez más alterado— ¿Acaso me crees tan irresponsable de no beberlo?

     —Ryan, ¡mira sus ojos! —gritó Elena mientras veía como los ojos de Ismael comenzaban a inyectarse de un manto tan oscuro que parecían cuencas vacías.

     —Ismael, tienes que calmarte —suplicó Darys sujetando sus manos fuertemente—. Tienes que luchar contra él.

     —No sé de qué hablas —comentó el chico con una ecuanimidad que rompía de golpe su anterior desespero—, no puedo luchar conmigo mismo.

     —¡Oscuro! —exclamó Ryan justo en el momento que Darys soltaba las manos de Ismael de un súbito tirón.

     —Él me pertenece —dijo el Oscuro a través de Ismael—, no puedes hacer nada para evitarlo.

     —Pues te metiste con el chico equivocado —aseguró Ryan poniendo las manos en la sien del vampiro— "ultimum cruciatu-mentis" —pronunció y el fuerte y agonizante grito del Oscuro a través de los labios de Ismael, resonó en todo el lugar.

     Ryan abrió sus ojos y para su sorpresa, todos habían desaparecido. Por alguna razón desconocida e inesperada, se encontraba en el otro lado, el purgatorio. Estaba parado justo en el reflejo del lugar donde Ismael había muerto. Miró a su alrededor y aunque no alcanzaba ver a nadie, podía escuchar una voz, tan lejos que su eco rebotaba entre los reflejos de los árboles muertos, dejándolo totalmente confundido con respecto a la dirección de la que provenía.

     El joven nigromante vagó durante aproximadamente dos horas. Escuchaba un canto con una voz dulce; más que dulce, triste. Apenas alcanzaba a sentir el frío, así como el miedo, ya fuese por el tiempo que llevaba allí o por el echo de que, gracias su don, no se sentía ajeno al lugar.

     —¿Quién anda ahí? —Ryan interrumpió el canto.

     —Nigromante —decía aquella voz saliendo de entre los difuntos arbustos—, ¿te has tardado mucho más de lo que pensé?

     —¿Quién eres? —preguntó cuando vio asomarse a una chica con un aspecto tenebroso y un bebé entre los brazos— ¿Me conoces?

     —Yo no quería —susurró—, ellos me torturaron...

     Su aspecto realmente era espantoso. Llevaba un vestido negro gastado y sucio que arrastraba al suelo. Su cabello rojo cubría prácticamente todo su rostro y un manto blanco como la nieve cubría completamente a su bebé.

     —¿Quién eres? —preguntaba mientras buscaba el ángulo correcto para ver su rostro— ¿De quienes hablas? ¿Quiénes te torturaron?

     —Fue Samuel —Alzó su mirada, súbitamente—. ¡Por su culpa, Giles mató a mi hijo! —gritó quejumbrosamente.

     —¿Giles, dices? —preguntó el chico, asociando los nombres con la historia de Salem— ¿Camille?

     —Solía serlo.

     —¿Sabes como puedo volver al primer plano? —cuestionó sin tantos rodeos y con voz temblorosa.

     —Estas aquí por el Peri em-heru —aseguró la sombra—. Fue lo que te trajo aquí.

     —¿Qué? No se de que...

     —El libro de Giles, El Libro de Sombras, La Biblia Oscura... —interrumpió.

     —Claro —Era de imaginar que un ser como Giles le pondría el nombre más teatral a su libro.

     —Le iba a poner Samael en honor a su padre —Mecía a su pequeño—. No imaginé que me traicionaría —comentó extendiendo sus brazos hacia Ryan, invitando a cargarlo—. Es un buen niño, apenas llora.

     Ryan se inclinó para observar al bebé y usando una de sus manos, intentó destapar su carita.

     —¡Oh, por Dios! —exclamó aterrorizado ante lo que sus ojos veían. El niño no tenía rostro, orejas o pelo lo que provocó un súbito exalto en Ryan.

     —¿Te parece hermoso? —preguntó suplicando por una respuesta afirmativa.

     —Camille, necesito salir de aquí —insistió el chico bastante inquieto.

     —¡Pregunté, si te parece hermoso mi hijo! —gritó la sombra de Camille en cuanto tomó a Ryan por el cuello revelando su rostro, totalmente inexistente, al igual que el de su hijo, pero mucho más inquietante.

     —¡Suéltame! —exigió con todas sus fuerzas, mientras la voz de Camille susurraba en su oído: "Destruye al intruso, destruye a Giles."

     Entre el calor que emanaba de la sombra alrededor de su cuello, quemándole, y la visión distorsionada y borrosa, despertó el nigromante. 

     Ryan abrió sus ojos justo en los brazos de Ismael, quien se encontraba sentado en el suelo. Darys y Elena a ambos lados, se percibían angustiadas. 

     —¿Qué pasó? —preguntó Ryan, ligeramente atontado.

     —No sé, simplemente te desmayaste —contestó Elena—. Gritabas: "¡Suéltame!", una y otra vez.

     —Estuve en el otro lado —reveló el chico—, y no se como lo hice.

     —¿El Oscuro? —preguntó Ismael.

     —No, Camille, la prima de Giles, de los nigromantes de Salem —respondió tocando su cuello en un intento de aliviar la molestia que aún sentía y descubriendo, a la vez, que cargaba el colgante que tanto habían estado buscado—. Ella lo tenía, el Libro de las Sombras.

     —¡El collar de mi madre! —exclamó el chico al ver que Ryan extraía el colgante en su cuello— Lo encontraste.

     —¿Estás bien?

     —Estoy bien, no te preocupes. El hechizo funcionó y pude sentir como El Oscuro se alejaba de mí, aturdido.

     —Me la debía —comentó mientras sonreía—. Además, nadie se mete con mi chico —Sonrió.

     —Tórtolos —intervino Darys—, lamento interrumpirles el momento pero está a punto de amanecer.

     —¿Amanecer? —preguntó Ryan confundido— ¿Cuánto tiempo estuve ausente?

     —Toda la noche —contestó Elena.

     —¡Qué curioso! En el otro lado solo estuve dos horas, aproximadamente.

     Confirmado el hecho de que en ambos lados, el tiempo transcurre diferente y con el Libro de las Sombras en su poder, los chicos regresaron a casa. Ryan les contó de su encuentro y la incertidumbre que representaban las últimas palabras de Camille: "Destruye al intruso, destruye a Giles."

     —¿Qué haces? —preguntó Ismael, mientras Ryan hurgaba El libro de las Sombras— ¿Has encontrado algo interesante?

     —Te sorprenderías.

     —¡Ilumíname! —Se sentó a su lado.

     —La sospecha de tu tío, era cierta —reveló—. Giles Corey completó el ritual.

     —¿En serio? ¿Quieres decir que logró traer a la criatura oscura?

     —Vampiro, un vampiro, para ser exactos —prosiguió—. Giles necesitaba un último paso para completar el ritual, además de los cinco bebés sacrificados, él debía morir asesinado.

     —Pero, La Sociedad de la Luz lo mató —comentó mi Ismael.

     —Sí y luego volvió, como el primer vampiro.

     —Espera, espera —pedía Ismael confundido— ¿Volvió? ¿Estás queriendo decir que Giles...?

     —Exacto —interrumpió el nigromante—, Giles Corey es el Oscuro.

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