Maullidos a la Luz de la Luna...

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Las cosas han cambiado mucho para los héroes de Paris. Marinette es la nueva guardiana de los prodigios y tie... עוד

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Día 26: Crush inverso

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Capítulo 6

-En el que Marinette recibe una invitación real-

Palacio Real de Kingsbury

26 de Mayo

Mi muy querida Marinette,

Espero que te encuentres bien cuando recibas esta carta y junto a ella te lleguen mis mejores deseos. Saber de ti es lo que alegra mis días y la razón por la que abro los ojos por la mañana.

Hoy te escribo una carta más breve de lo normal porque hay una pregunta muy importante que deseo hacerte y los nervios y la expectación que siento hacen que mi mano tiemble, emborronando el pergamino de tinta.

¿Te gustaría asistir a un encuentro conmigo, en el palacio real de Kingsbury, el próximo día 29 de Mayo?

Mi intención es que podamos conocernos en persona por fin y hablar cara a cara sobre los avances de la tienda y tus ideas para el futuro. Por supuesto, estoy ansioso por felicitarte por todo lo que has conseguido hasta ahora.

Si aceptas la invitación, yo mismo enviaré un carruaje especial a Market Chipping para que vaya a buscarte y te traiga hasta aquí. Envíame una nota con tu respuesta lo antes posible.

Ardo en deseos de verte.

Atentamente.

Caballero Mayor de la Guardia Real de Ingary.

A.

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Marinette achicó los ojos.

¿A?

El nombre del sobrino del rey era otro de los muchos misterios que rodeaban al joven hasta el momento. Nadie lo había escuchado nunca, ni siquiera aquellos que habían convivido con él en palacio.

A... Arrugó la nariz, observando el alargado trazo que formada la intrincada letra, abandonada al final del pergamino, pero llenando todo el espacio sobrante. ¿Podía ser una pequeña pista?

¿Será que su nombre comienza por A?

—¡¿Y?! —inquirió Tikki parpadeando a toda prisa y, por alguna razón, estirada sobre las puntas de sus pequeños pies; parecía a punto de echar a volar cual pajarillo—. ¡¡ ¿Y?!!

—No es una propuesta de matrimonio —le respondió cansinamente y obligándose a no poner los ojos en blanco.

Cada mañana Tikki y ella seguían el mismo ritual.

Después de un rápido desayuno en casa acudían a la tienda antes que el cartero pasara repartiendo el correo. Así podían abrir el paquete diario que llegaba de parte del Caballero, deleitarse con el maravilloso regalo que les enviaba y buscarle un lugar de honor en el escaparate. Habían descubierto que eso atraía a un sinfín de curiosos y posibles clientes.

Y también, por supuesto, leían la carta. Dado el cariz cada vez más íntimo de estas, Marinette la leía en primer lugar y después compartía con Tikki el contenido que creía conveniente. Aunque hasta ahora no había aparecido en ellas la pregunta que la pequeña pelirroja esperaba con tantas ganas.

La supuesta propuesta de matrimonio.

—¡Oh, vaya! —Se quejó esta, haciendo una mueca—. Hoy tenía un presentimiento especial —Eso también lo decía todos los días—. ¡En serio! Incluso lo he soñado.

—No es una petición de matrimonio pero... —murmuró Marinette, entonces, releyendo la carta—; sí que hay una propuesta...

—¡¿Cuál?!

—El caballero me invita a palacio el día 29.

—¡¿Qué?! ¡Vaya, eso es fantástico! —exclamó Tikki recuperando el entusiasmo.

Fantástico... Pensó que sí, lo era. Aunque sobre todo le parecía algo sorprendente e inesperado.

Hasta ahora el Caballero no había demostrado ningún interés por conocerla y después del problema que tuvo con Lila Rossi durante la prueba de su vestido, creyó que su familia se habría quejado al rey por su atrevimiento. Sabía que los nobles tenían por costumbre quejarse por todo; eran como los niños mimados del gran padre de Ingary, que era el monarca.

Puede que los Rossi no sean tan amigos del rey como dicen...

—¡¿Irás?! ¡¡Tienes que ir, Marinette!!

—Pero... ¿Qué pinto yo en Kingsbury? ¡Jamás he estado en un lugar como ese!

—¡Pero vas a conocer al Caballero! ¡Nadie ha tenido tal honor! —Le recordó su amiga, aunque solo logró ponerla más nerviosa—. ¡¿No te das cuenta?! ¡Por eso no te ha pedido que te cases con él por carta!

>>. Tiene planeado hacerlo en persona. ¡Oh, es tan romántico!

Marinette volvió a leer el documento en busca de algo que sugiriera tales intenciones. Bueno, el inicio era bastante cariñoso y cercano, y era verdad que una invitación como esa indicaba que el caballero pretendía tratar algún asunto de importancia con ella.

Pero, ¿matrimonio? ¡No tenía por qué ser eso!

Ardo en deseos de verte.

Marinette detectó fuerza e intensidad en esas palabras... ¿podía ser cierto?

Resopló, con ligero agobio, y se sentó en el taburete que tenían detrás del mostrador. Se abanicó con el pergamino y respiró hondo.

—¿Qué ocurre? ¿No estás contenta?

Tikki la siguió y se apoyó sobre la superficie de madera a su lado, con la cabeza apoyada en sus manos y una enérgica sonrisa en su rostro.

—No lo sé... —respondió—. ¡Estoy confusa!

—¡Pero es el Caballero!

—¡Sí, lo sé! ¡Y ha sido encantador hasta ahora! —Se mordió el labio inferior—. Pero no le conozco, Tikki.

>>. ¿Cómo podría aceptar su propuesta de matrimonio si no sé nada de él?

—A lo mejor te enamoras de él nada más verlo —sugirió ella con sencillez y se encogió de hombros—. Esas cosas pasan.

—Ya, pero...

—¿Cuál es el problema de verdad? —preguntó, torciendo el rostro—. ¿Es por Chat Noir?

Marinette desvió la mirada y después, releyó la carta en silencio. Vaciló un momento y al final, reveló:

—El día 29 es... el día que Chat Noir eligió para nuestra boda...

—¿Acaso piensas casarte con él?

—¡No! Pero... él cree que sí o al menos finge creerlo y... no sé... yo... —Hizo un mohín al mirar al techo y después clavó sus pupilas azules en la otra chica—. ¿Qué pasa si me voy a Kingsbury ese día y Chat Noir aparece?

>>. ¿Qué pasa si viene a buscarme y no me encuentra?

—Pero Marinette, han pasado casi diez días desde que desapareció —le recordó la pelirroja—. ¿Y si ya no vuelve más?

El primer impulso de Marinette fue negar tal suposición, su mente rechazaba creer que Chat Noir se hubiera olvidado de ella tan fácilmente, incluso si llegara a creer que todas las pamplinas que Lila Rossi contaba por ahí pudieran tener algo de verdad, ella estaba segura de que el chico volvería para despedirse.

¡No podía desvanecerse sin más!

—¿Cómo se sentirá el Caballero si rehúsas su invitación? —preguntó Tikki, apenada—. Ha sido muy bueno contigo...

Marinette asintió.

¡Por supuesto que lo había sido!

No solo era gracias a él que su sueño se había hecho realidad, sino que desde el primer día él había estado pendiente de ella, de seguir ayudándola y sus bonitas cartas le habían ofrecido consuelo en momentos bajos o de inseguridad. Y sí, Marinette ansiaba acudir a su encuentro para agradecérselo de corazón y asegurarle que se seguiría esforzando cada día para no defraudarle.

¡Y también estaba la curiosidad!

No podía negar que sentía mucha por conocer el auténtico aspecto de ese misterioso joven y también por conocer la gran y maravillosa capital del reino, el palacio de Kingsbury...

Si se tratara de cualquier otro día...

—Debo pensarlo bien —decidió, guardándose la carta en un bolsillo del vestido—. Quedan aún unos días, así que lo meditaré con calma y mañana a primera hora enviaré mi respuesta a palacio.

Tikki movió la cabeza, al parecer conforme con la decisión, aunque aún con su naricilla un poco arrugada.

—Está bien pensarse las cosas —admitió—. Pero no olvides que esta es una gran oportunidad para ti.

No, por supuesto que no se olvidaba de eso.

Incluso en esos instantes, mientras Tikki abría la puerta de la calle y colocaba el cartel de ¡Estamos abiertos! Marinette sentía ya el peso de la carta en su bolsillo, sabiendo que no se aligeraría en todo el día.

El peso de una decisión pendiente no desaparece hasta que no la enfrentas y la tomas.

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Aquel fue un día ajetreado de verdad.

Cuando Mayo se acercaba a su fin, llegaban los días en que la mayoría de las bodas concertadas el Día de las Flores se realizaban. Marinette ya lo sabía porque la última semana de ese mes era la más ocupada para sus padres en la panadería y ahora, lo estaba viviendo en su propio negocio.

La tienda estaba por fin llena de personas que iban y venían a hacerse las últimas pruebas en sus vestidos, a recoger los encargos ya listos o en busca de algún traje de última hora. Tikki y ella se pasaban el día de un lado a otro, frenéticas, y aún con todo había momentos en que parecía que no daban abasto.

¡Era increíble la cantidad de gente que iba a casarse!

Cuando por fin echó el cierre, Marinette estaba agotada y solo cuando miró a través del cristal de la puerta y quedó prendada del danzarín fulgor del fuego que resplandecía en la farola al otro lado, cayó en la cuenta de que la noche la había atrapado sin que lo notara.

Era de noche y apenas había pensado en la carta o en la propuesta del Caballero.

Aunque a Tikki, que no dejó de interrogarla durante la cena, le aseguró que ya sabía lo que debía hacer pero que no se lo diría hasta la mañana siguiente. Envió a la pequeña a dormir con una mueca de contrariedad en su dulce rostro, pero ella también estaba tan cansada que Marinette supo que caería rendida en cuanto tocara el colchón.

Ella, sin embargo, estaba demasiado despejada así que salió a su pequeño patio a observar las estrellas.

Se lo había ocultado a Tikki por orgullo, pero las últimas noches, en cuanto se quedaba sola, Marinette salía al patio y pasaba un rato con los ojos clavados en el cielo a la espera de que Chat Noir apareciera como antes. Algo dentro de ella la obligaba a seguir saliendo aunque la esperanza en su interior se iba haciendo más y más pequeña.

Esa noche apenas dirigió una mirada al firmamento. Se apoyó en la barandilla y desplegó la carta del Caballero una vez más. La releyó con la absurda idea de que la fecha hubiera cambiado, pero seguía siendo la misma.

Tikki tenía razón en parte; no podía dejar plantado al Caballero y por más que le doliera, su amigo no había vuelto a dar señales de vida. ¿Por qué creía que volvería a ella justo ese día?

¡Y aunque lo hiciera!

Yo nunca le dije que me casaría con él... ¡Menos tan pronto!

Aunque Chat Noir se pasaba de teatral en sus acciones, y lo adornaba todo con bromas y exageraciones, ella sentía que él confiaba en que se casarían. Por más que hablara del asunto con ligereza, había un fondo de verdad en sus ojos y por eso, Marinette siempre había temido que llegara el día en que pudiera hacerle daño.

Porque en algún momento Chat Noir tendría que entender que el tema del matrimonio no era tan simple. Incluso si ella albergaba fuertes sentimientos hacia él... ¡Había tanto que aún no sabía!

¡Si ni siquiera sé dónde se encuentra! Se recordó, sintiéndose tonta.

Pero... ¿Y si las locuras románticas de Tikki se hacían realidad? ¿Y si acudía al encuentro con el Caballero y este le pedía matrimonio? ¡Era tan surrealista! Pero, de igual modo que percibía verdad en las palabras de Chat, captaba también una emoción real en las cartas del sobrino del rey.

¡Aun cuando la lógica le decía que era imposible!

¡Si nunca me ha visto!

—¡Ahhhh! —Gimió penosamente. Apoyó la frente en la madera y frunció el ceño—. ¿Qué es lo que voy a hacer?

—Eso —Una voz habló frente a ella—. ¿Qué vas a hacer?

Marinette sintió un latigazo en su estómago que reverberó hasta su corazón. Se irguió de golpe y le vio. ¡Ahí estaba! Como un ente irreal, cual fantasma venido de otro mundo.

Chat Noir.

De pie, en medio del patio empedrado. Con sus ropajes negros que resplandecían en azul oscuro por los rayos pálidos de la luna.

—Chat Noir... —susurró, impresionada. Se le escapó una sonrisa y trató de cruzar la barandilla para ir hacia él, pero entonces el chico alzó una mano, deteniéndola. Estaba parado, a una cierta distancia y con el rostro serio. La chica parpadeó, confusa—. ¿Estás bien? ¡¿Dónde has estado?!

—Eso... no puedo decírtelo aún —respondió con pesar. Su semblante parecía contrariado y su voz, grave y apagada, hicieron que Marinette apretara las manos contra la madera. Devolvió, entonces, su mirada ensombrecida hacia ella—. Bueno... ¿vas a contarme qué has decidido?

La chica guardó silencio hasta que comprendió.

—¿Hablas de esto? — preguntó, agitando la carta—. ¿Sabes lo qué es?

—Sí, lo sé.

Entonces... sí que ha estado en Kingsbury.

¿Las historias que habían recorrido la ciudad sobre que el rey lo había convocado para agradecerle sus servicios eran ciertas? Pero si lo eran... ¿por qué había permanecido allí 10 días? ¿Y cómo es que sabía lo de la carta? ¿El Caballero se lo había dicho?

—El Caballero me invita a palacio para hablar de mi tienda —le explicó, de todos modos.

—Qué encantador por parte del Caballero —murmuró él con cierto sarcasmo—. Justo te invita el día de nuestra boda.

Marinette hizo una mueca.

—¿Y cómo iba él a saber eso?

Chat Noir avanzó un par de pasos pero permaneció al otro lado de la barandilla.

—¿Y estás pensando en ir?

—Pues... —Dudó, afectada y soltando un gran resoplido—. Es que... ¡Creo que es mi deber hacerlo!

—¿Tu deber?

—¡Sí! Él me ayudó a cumplir mi sueño y me ha seguido ayudando desde entonces —Le explicó—. Nunca me ha pedido nada a cambio de tanta generosidad hasta ahora...

>>. Sería una desagradecida si rechazo su invitación.

Chat Noir frunció los labios un instante, como reprimiendo en su interior las verdaderas palabras que ansiaba decir. Achicó los ojos y entonces, su mirada y su expresión se suavizaron un poco.

Avanzó un paso más.

—Entiendo lo que dices —admitió. Alargó una mano y rozó las de la chica. Marinette sintió el impulso de agarrarle a su vez aunque se contuvo—. Pero... ese es el día de nuestra boda.

>>. Todo está listo. Y si te vas a Kingsbury...

—Chat Noir, ya hemos hablado de esto muchas veces...

—Lo sé, lo sé —Se adelantó él—. Sé que nunca me has dicho que "Sí", al contrario, siempre me has dejado claro que no te casarías conmigo pero... —Alzó una de sus manos y la posó en la mejilla de la chica—; tus sentimientos hacia mí han cambiado.

>>. Puedo verlo. Y también sentirlo...

—E-eso... es cierto... —Marinette, nerviosa, cogió aire—; pero aun así, no sé si es bastante como para casarnos.

—¿Por qué no?

—Porque... es pronto —explicó—. No conozco tu nombre, ni tu rostro... ¡Has desaparecido diez días y no puedes ni decirme dónde has estado!

—Entonces... ¿no confías en mí?

—¡Sí lo hago! —exclamó ella—. Y sé bien que todo lo que Lila Rossi ha contado sobre ti es falso —añadió a toda velocidad—. Estaba segura de que volverías, pero he estado tan preoc...

—¿Lila Rossi? —preguntó él, perdido. Marinette echó la cabeza hacia atrás, alejándose de su contacto.

—La chica que salvaste —indicó, cruzándose de brazos—. La chica que besaste.

Chat Noir dio un respingo. Por un instante, ella creyó ver el inicio de una sonrisa socarrona en la comisura de sus labios, pero también la reprimió.

—Ella me besó a mí —puntualizó—. Y no tengo idea de que habrá estado diciendo.

—Que ya teníais una relación de antes —corrió a aclarar ella—. Que la seguiste hasta la ciudad y que estos días estabas en Kingsbury pidiendo su mano al rey.

—¡¿Qué, qué?! —exclamó él, con los ojos de par en par—. ¿Y tú te has creído eso?

—¡Claro que no! ¡Te lo he dicho antes!

—Pero estabas celosa...

—¡¿Yo?! ¡Claro que no!

—¡Pues yo sí lo estoy! —declaró él de improviso, de nuevo con esa máscara de gravedad en su rostro—. Es obvio que prefieres al simplón del Caballero antes que a mí

—¡Eso no es cierto!

—Pero te reunirás con él el día de nuestra boda, ¿verdad? —Marinette abrió la boca pero no supo qué decir. Sus ojos se movieron, desesperados, pero en lo que veía no había nada que le inspirara una respuesta adecuada y Chat entendió—. Ya veo...

>>. ¿Lo prefieres porque él será rey algún día?

Se sintió dolida por tales palabras. ¿En serio pensaba de ella que era esa clase de persona? ¡¿Cómo podía decirle algo así?!

—Si crees que eso es todo lo que me importa...

—¡Demuestra que no es así! —Terció él a toda velocidad—. Rechaza esa invitación y quédate conmigo, Marinette... —Le tendió la mano en la oscuridad—. Sé que aún temes tus sentimientos por mí, pero yo jamás te haré daño.

>>. Me esforzaré para hacerte feliz cada día y nunca te dejaré sola.

Observó la mano enguantada, las finas garras que ocultaban una mano humana que jamás la había tocado, y también un oscuro poder que aún le causaba temor. Su corazón le dolía, una parte de ella quería tomarla y claudicar... ¿sería tan malo?

Pero también había otra parte, una que la pedía que fuera fiel a sus ideas. Que los sentimientos y el amor son importantes, pero también lo son los sueños, elegir tu propio destino y pelear por él.

—Por favor, princesa —susurró él, con las cejas entornadas. Había un ruego en su semblante, como si le tendiera la mano desde el filo de un barranco a punto de caer—. Podemos ser un familia —Ella le miró, compungida. Los ojos le ardieron y las lágrimas brotaron. Y Chat Noir, al verlo, retiró la mano para moverla hasta su mejilla con la expresión rota—. Lo siento, no quería hacerte llorar... —Secó una de las lágrimas y se subió a la barandilla de un salto—. La decisión es tuya, lo sé.

>>. Y sea la que sea, yo la aceptaré.

Marinette se frotó los ojos. Hubiera deseado que el chico la abrazara y la consolara, pero Chat Noir saltó hacia el centro del patio y desde allí, se despidió con la mano.

Sacó su bastón mágico y partió rumbo al cielo.

Se quedó sola, con la humedad escociéndole en las mejillas, arrullada por un silencio frágil pero que la oprimió hasta que estrelló los puños contra la madera y dejó ir un gemido.

Chat Noir...

Ante sus ojos pasaron todos y cada uno de los momentos que habían compartido en una penosa comitiva que parecía despedirse de ella y por un momento, sintió la misma agonía como si eso fuera verdad. Eran recuerdos felices en su mayoría; tiernos, divertidos, alocados... Y al contemplarlos así, expuestos uno tras otro, tuvo que admitir que sí, aún le daba miedo lo que la hacían sentir.

Confiaba en Chat Noir todo lo que podía dadas las circunstancias pero su premura en avanzar, en que ambos se unieran para el resto de sus vidas cuando apenas se conocían le causaba un vértigo que no lograba manejar.

¿Era eso tan reprochable?

Se secó la cara con la manga del vestido y se guardó la carta.

Al mirar a su alrededor, recordó la primera vez que se habían encontrado en ese patio y las palabras que el chico le había dedicado.

Tú eres mi Crush... significa mi persona amada.

—Aunque tú aún no me ames a mí —recordó. Respiró hondo, tragándose esa condenada emotividad, queriendo aplastarla por debajo de su estómago. Se sorbió la nariz—. Tú también eres mi Crush, Chat Noir.

Tal afirmación que, por el momento, solo podía compartir consigo misma resultó tan liberadora que le permitió captar de nuevo la pureza del aire nocturno, los aromas de las flores arrastrados desde algún rincón del reino que se fusionaban con el olor de la madera quemada que flotaba en las calles.

Pero también fue doloroso. Porque en esos momentos no tenía idea de qué hacer con ese sentir. Y temía, más que nunca, que esa indecisión provocara que los sentimientos de ambos se alejaran para no transitar por la misma senda nunca más.

Se preguntó, desconsolada, si la desconfianza podía acabar con el amor.

—Igual... eres tú el que deja de amarme —se dijo hundiendo la mano en su bolsillo, notando la suavidad del pergamino doblado. Marinette sabía lo que debía hacer con ese asunto, pero la llenaba de pesar. Se enjugó nuevas lágrimas queriendo sonreír, pero no pudo—. ¿Esto es... un Crush inverso?

Desistió de intentar usar esas palabras extrañas y resopló.

Estar confundida era muy desagradable, pero tener las cosas claras no le ofreció tampoco un mísero momento de paz. Pensó en ello mientras arrastraba los pies de vuelta a la casa.

Al llegar a su dormitorio, a sabiendas que no podría dormir hasta que lo hiciera, sacó papel y pluma y se dispuso a redactar su respuesta para el Caballero.

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Unos pesados golpes hicieron temblar la estancia.

Las puertas eran tan altas que el sonido ascendió y viajó por las paredes a través del pequeño saloncito, atravesaron el arco que comunicaba este con la minúscula sala de paso y llegó al dormitorio. Aunque hicieron falta unos cuentos llamados más para que el sobrino del rey se despertara.

—¡¿Sí?! —gruñó, con la voz grave y tomada por el sueño. Revolviéndose entre las suaves sabanas y sin sacar la cabeza de debajo de la almohada.

—¡Carta de Market Chipping!

El chico se incorporó de golpe y parpadeó en la oscuridad. Los cortinajes de terciopelo estaban echados para detener el avance del sol, las velas se habían apagado y en un primer momento, se sintió muy desorientado.

La noche anterior había estado dando vueltas por ahí hasta altas horas de la madrugada y ahora estaba agotado.

—¡Pásela por debajo de la puerta!

—¡A sus órdenes!

Cuando escuchó que los pasos se alejaban por el pasillo, se puso en pie. Su mente, aún atrapada en el sopor del sueño, hizo que se tambaleara al echar a andar con prisas. Atravesó las estancias que conformaban sus aposentos y encendió algunas velas a su paso para alumbrarse.

Junto a la puerta estaba la carta. Se echó al suelo y la abrió a toda velocidad.

Market Chipping

26 de Mayo

Estimado caballero,

Espero que se encuentre bien, gracias por sus regalos una vez más y por su hermosa carta. También quiero agradecerle el honor de su invitación la cual, con toda humildad, quisiera aceptar...

Dejó de leer, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Debía haberlo adivinado, de hecho casi lo había asumido la noche anterior cuando vio la determinación en los ojos de ella, entre los puntitos de luz que flotaban alrededor de su hermoso rostro en la oscuridad de ese patio. Sabía que Marinette no podría dejar a un lado la responsabilidad y sin embargo...

—¿Dónde está mi desayuno?

Tan distraído estaba en su sentimiento de decepción que dio un respingo al oír la voz de Plagg a su lado. El pequeño espíritu flotaba junto a su cabeza con aire enfurruñado.

—Ha aceptado la invitación del Caballero, Plagg —Le respondió sin reprimir su dolor—. Lo prefiere a él antes que a mí...

—Empiezas a perder el juicio... ¡Tú eres el Caballero! —Resopló y echó a volar de nuevo al dormitorio, siguiendo el olorcillo de los alimentos que quedaron olvidados la noche anterior. Al chico no le quedó más remedio que seguirlo, pues el demonio era el único con quien podía hablar. Se sentó de mala gana a la mesa y contempló las ansias con que su amigo devoraba la comida—. ¡Todo esto es culpa tuya, además!

—¡¿Culpa mía?!

—Eres tú el que se ha empeñado en marear a la pobre chica —determinó Plagg entre bocado y bocado—. La cortejas como Chat Noir, le escribes cartas de amor como el Caballero...

>>. ¿Y te sorprende que ella dude?

—Ella no duda —replicó él, frunciendo las cejas—. Lo tiene muy claro, al parecer...

—Si lo que querías era que se enamorara de Chat Noir... ¿para qué la contactaste como el Caballero?

—Porque quería ayudarla a cumplir su sueño y eso solo podía hacerlo de ese modo.

—¿Y por qué le seguiste enviando regalos después de cederle la propiedad?

—¡Porque... pues... quería...!

—Querías impresionarla, admítelo —adivinó el demonio—. Y lo de las cartas ya sí que fue el peor error de todos...

Se cruzó de brazos, con el rostro encendido en una mezcla de vergüenza e irritación. No era buena idea regalarle los oídos a Plagg, pero tenía algo de razón en lo que decía.

Al menos en lo referente a las cartas.

Después de que salvara públicamente a esa chica en la ciudad, a la tal... ¿Cómo era? ¿Laila? ¿Laura? Sacudió la cabeza sin poder recordarlo. Después de aquello, la guardia le llevó a Kingsbury, ante el rey, y por más que intentó escabullirse del monarca le fue imposible.

Tampoco creyó que fuera necesario darse tantas prisas. Suponía que su tío le felicitaría por rescatar a la hija de unos nobles y todo acabaría rápido. ¡Y así debió haber sido! Pues necesitaba volver a Market Chipping y ver a su princesa para explicarle lo de ese beso que todos, incluida ella, habían presenciado.

¡Qué horror! Pensaba solo con recordar la mirada de Marinette en aquella plazoleta. Su expresión de horror y de decepción era tan sobrecogedora que hizo temblar su corazón.

¡Debía explicarle que no era lo que parecía! Por desgracia su tío no le dejó marchar tan fácilmente.

Al parecer, seguía reclutando magos para su ejército por si se daba el caso de una nueva guerra, y Chat Noir aún era considerado uno de los tantos magos que moraban sus tierras, y que se vendían a cambio de dinero o la promesa de que se les dejaría tranquilos.

Intentó negarse, y también explicarle que no era ningún mago, pero había olvidado cuán insistente y déspota podía ser su tío. Se empeñó en que permaneciera en el palacio unos días, con el afán de convencerle y atraerle a sus filas. Chat Noir supo entonces que si se le ocurría rechazar tal feliz invitación, estaría en una de las celdas del palacio antes de que pudiera decir Cataclism.

Entre sus obligaciones como Caballero de la guardia y entretener a su tío como Chat Noir, no pudo encontrar ni un minuto libre para viajar a Market Chipping y ver a Marinette. Los días empezaron a pasar y él la echaba tan desesperadamente de menos que acabó cediendo a la tentación de responder a una de las primorosas cartas de agradecimiento que la chica le enviaba al Caballero. Se había prohibido hacerlo para no complicar más la situación, pero ahora esa era la única vía de comunicación con ella.

Su único contacto con la chica que amaba.

Quizás se dejó llevar un poco, volcando cada vez más sus sentimientos verdaderos en esas letras. Cuando notó que ella comenzaba a responder con un sentir parecido se dio cuenta de que había cometido un error.

Pero por otro lado... Sus dudas e inseguridades le obligaron a esclarecer los sentimientos de la chica. Por eso le envió la invitación para el mismo día de la boda y esperó con inquietud su respuesta.

—¡No esperaste! ¡Saliste corriendo a verla, para confundirla más todavía! —terminó Plagg.

El joven enterró sus manos en el cabello rubio y las movió, con frustración.

—¡Sí, vale, llevas razón!

—Por supuesto que sí.

—¡Lo he complicado todo más de la cuenta!

—¿De verdad creías que esa chica aceptaría casarse contigo después de solo un mes?

Se derrumbó sobre la mesa y asomó sus ojos verdes por encima de sus manos.

—Bueno, según la tradición...

—Estoy seguro de que las parejas que se comprometen por esa tradición vuestra de las Flores se conocían de antes —opinó Plagg con un deje de burla.

—Lo sé —admitió el chico, resoplando—. Sé que es precipitado... ¡No lo habría hecho así de no ser porque mi tío me presiona y me presiona para que me case cuanto antes!

El rey estaba cada vez más desesperado por tener un heredero. Y no le servía de nada un sobrino soltero que iba de aquí para allá con la guardia sin asumir responsabilidades reales; lo que él quería era a alguien comprometido con la corona, que siguiera el linaje de su familia y asegurara la continuidad del reino.

Una boda le había dicho, con la sencillez con la que se habla del tiempo o de cualquier otra cosa insignificante de la vida. Debes casarte antes de que termine el mes de mayo.

¿Y si no lo hago? ¿Perderé el derecho al trono?

No, claro que no. Y se rio de él con maldad, como si fuera un niño que se hubiera confundido al decir su edad. Serás rey porque no hay nadie más. Ingary no quedará desgobernado a mi muerte, muchacho.

¿Entonces?

Entonces, tienes hasta mayo para encontrar a una joven noble y de buena familia con la que comprometerte en la Ceremonia de las Flores. Le explicó. Si no la has encontrado, yo te la buscaré y tú la aceptarás sin más.

¡Eso no es justo!

¿Prefieres que informe a tu padre de que estás aquí y te reclame? ¿Quieres volver a estar bajo su control? Guardó silencio hasta que la terrible amenaza hizo su efecto. Recordaba bien con que repulsiva altivez le había mirado en ese instante, sabiendo que le tenía en sus manos, como si fuera uno más de sus indefensos súbditos. Por el amor que le tenía mi esposa a su hermana, tu madre, he dejado que te quedes aquí. Incluso te concederé el trono aunque no llevas mi sangre...

Porque no hay nadie más... Le recordó el chico apretando la mandíbula.

Así es, si mi hijo estuviera aquí... Un tono fingido de aflicción que no engañó a nadie y cuyo sentido no estaba claro se alargó hasta agotarse por sí solo. Tendrás que hacer algún sacrificio sin deseas la corona.

Pero él, en realidad, no la deseaba.

Él nunca quiso ser rey y menos en esas circunstancias, por eso, el día de la Ceremonia de las Flores se escabulló de los soldados que le llevaron hasta Market Chipping en cuanto tuvo ocasión. No tenía pensado comprometerse con nadie, ni obedecer o soportar las amenazas de su tío.

Se transformó en Chat Noir con la única intención de huir muy lejos de allí y de no regresar nunca. Sin embargo, su destino apuntaba en otra dirección. Se tropezó con Marinette y todos sus planes cambiaron al caer rendido de amor ante esa dulce, torpe pero valiente joven. La idea de huir desapareció para siempre.

Se sintió enamorado y feliz; las viejas esperanzas de encontrar paz y amor en una verdadera familia volvieron a él, aun cuando creía haberse librado de ellas. ¡Le parecía posible tener una vida auténtica de nuevo! Si se casaba con ella en el plazo que su tío le había dado, sería libe de las exigencias de ese cruel hombre y podría quedarse en Ingary.

¡Le había parecido tan sencillo al principio!

No obstante, todo se había estropeado. Él lo había malogrado a causa de su torpeza y sus ansias por ganarse el corazón de la chica.

Lanzando un nuevo resoplido de desaire, observó la fecha en un calendario que colgaba de su pared. Solo faltaban tres días para la boda...

—¿Qué harás, pues? —preguntó Plagg.

El chico apretó los dientes y sus ojos se movieron hasta el yelmo negro que reposaba sobre un mueble de la habitación.

—Todo es culpa del Caballero —decidió. Él lo había confundido todo, él se interponía en sus planes, él era la pieza sobrante en sus planes—. Debo destruirlo de una vez por todas.

>>. Es la única manera de que Marinette y yo seamos felices.

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¡Hola, miraculers!

¡Feliz fin de semana!

Ya estoy de vuelta, jajaja. ¡Muchas gracias a todos y a todas por seguir apoyando el fic a pesar de los pequeños retrasos! Como veis esto sigue adelante ^^ Y hoy tocaba un nuevo capítulo del AU.

¡El penúltimo! Solo queda un capítulo más para que termine la breve historia de Marinette y el Caballero, y ya habréis adivinado que será en el capítulo 29, jeje. ¿Habrá boda? ¿No? Las cosas no pintan muy bien entre los protagonistas y es que Chat Noir lo ha liado todo demasiado, jaja.

Crush inverso...

Tengo que decir que no estoy muy segura de su significado como tal. Sé lo que es Crush, y entendí que un crush inverso sería como que los sentimientos de los implicados... ¿se invierten? Obviamente no podía usar este término para la trama principal, jeje, me pegaba más en esta historia pues aquí Marinette aún no tenía claro lo que sentía... aunque creo que de todos modos, me ha quedado un poco forzado, jaja.

¡Era muy difícil! ¡Y más a estas alturas de la historia!

En fin, espero que os haya gustado ^^

¡Gracias por vuestros comentarios del último día! Quiero agradecer que hayáis seguido conmigo a pesar de todo, y agradecer todo vuestro entusiasmo y amabilidad... ¡Ya falta nada para que Mayo termine! Aunque evidentemente este reto seguirá un poco más, jajaja. Si os cuento un secreto, en el fondo me alegra que aún falten unas cuantas palabras. ¡No estoy lista para que esto termine! T.T

Y eso que gracias a todo lo que estamos viendo en la serie mi mente no para de imaginar cositas adrianette, jejeje. Pero el marichat, es el marichat ^^ Y este reto ha sido muy especial.

Nos vemos en el siguiente :)

¡Besos para todos y todas!

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