LASCIVIA ©

נכתב על ידי AzulSiber

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Stella le había ofrecido sexo a un demonio o lo que fuera que se apareciese a cambio de una vida mucho mejor... עוד

Prefacio
Dedicatoria
Prólogo
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REPARTO
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STELLA

Termino de hacer un pequeño bolso con ropa para dormir, una almohada ajustable al cuello, unos malvaviscos y galletas que hizo mi mamá hoy.

Hace no mucho Cassiel me llamó y me dijo que pasaríamos la noche hasta la mañana siguiente, iban a hacer algo tipo una fogata y dormir. Me pareció una aventura divertida por vivir. Aún no le había dicho nada a mi madre, Cassiel debería de llegar en diez minutos.

Así que bajé, con el bolso colgado, y me la encontré en el mueble tejiendo. Me senté a su lado y ella observó por segundos el bolso que dejé en el hueco de mis dos piernas.

—¿A dónde irás? —me pregunta tranquila.

—Saldré con un amigo, haremos una acampada por un día.

Ella alza sus cejas y después me mira. Sus ojos se cristalizan un poco.

—A tu padre le gustaba acampar—susurra—. Que bueno que vayas a acampar tú también. Es relajante.

Medio sonrío.

—Lo sé, mamá—recuesto mi cabeza en su hombro—. Acamparemos frente a un lago. Me dijo que la luna llena pegaba ahí y se veía muy lindo.

—¿Llevas traje de baño?

Frunzo el ceño.

—No, ¿por qué?

Me mira extrañada.

—¿No piensas bañarte?—el timbre suena.

—Mhm, no—respondo y ella ríe—. Debe ser él mami, nos vemos mañana.

Dejo un beso sobre su cabeza.

—Está bien Stell, cuídate.

Asiento con la cabeza y me dirijo a la puerta. Cassiel estaba ahí parado vistiendo un mono cómodo y un sweater. Tenía que decir que íbamos prácticamente igual, yo también tenía un mono y un sweater. Nuestros monos eran igual color, negros, pero nuestros sweater de diferente color.

Él mantiene una sonrisa.

—¿Preparada?

—Muy preparada—respondo.

—Perfecto. ¿Puedo?—se refiere a que si puede tomar mi bolso.

—No tranquilo, está bien.

De igual formas, me quita el bolso, me tiende un casco y es cuando caigo en que iremos en su moto.

—No te pasará nada—responde—. Iré con cuidado.

Asiento.

Me coloco el casco, Cassiel se cuelga el bolso de frente y se sube primero en la moto, la enciende y me dice que suba.

Subo la pierna con cuidado para no quemarme con el tubo de escape y ya encima de la moto, rodeo las caderas de Cassiel con nervios.

Avanza suave hasta la carretera y ahí arranca un poco más duro. Siento que las manos me sudan y aprieto un poco más a Cassiel.

Qué vergüenza.

Es la primera vez que me subo a una moto y tengo pánico. Aunque va a una velocidad más o menos moderada. En el transcurso de la carretera, ya salimos de la urbanización donde vivo, él de ha metido por una carretera de piedras, hasta llegar a lo que parece ser un bosque.

Sigue avanzando, con cuidado, yo toda nerviosa porque caímos en huecos y me guardo mis gritos internos.

No es mucho después cuando Cassiel apaga la moto.

—Stella—me llama—. Ya me puedes soltar. Me estoy quedando sin aire.

—¡Ay! ¡Lo siento!

Me disculpo apenada.

Me bajo de la moto y escondo mi vergüenza detrás de mi cabello todo alborotado por la brisa. Observo al rededor y todo es un bosque con poca iluminación, solo la luna hace presencia. Los árboles son gigantes y frente de nosotros hay un camino que se ve infinito.

—¿Puedes agarrar aquí, por favor?

Cassiel me tiende una cadena y la tomo.

Frunzo el ceño.

—Es para la moto—dice y asiento.

Él pega la moto de un árbol y me pide la cadena nuevamente. Pasa la cadena por una rueda y la cierra con un candado.

—Tengo que prevenir que me roben a mi hermosura—sonríe y lo hago yo también, con una sonrisa nerviosa y tensa.

Dándome cuenta, no hay otra moto o auto aquí, y es cuando le pregunto:

—¿Y tus amigos?

—Deben de estar por venir. Los esperaremos,tranquila —suena relajado.

Sube el asiento de su moto y saca un bolso.

Me tiende una linterna que sacó de su bolso, alumbra mucho. Es perfecta, hace buena iluminación.

—¿Queda muy lejos ese lago?—le pregunto.

—No mucho, llegaríamos en quince minutos, más o menos—responde y me alumbra a la cara con la linterna.

Yo cierro los ojos por la luz fuerte.

Lo escucho reírse.

—Perdón.

Escucho el ruido de un auto y se asoma uno, me quito del medio dándole paso a estacionarse.

Nuevamente los nervios me invaden y me sudan las manos. Dos hombres son los primeros en bajar del auto, yo me pego de un árbol, reposando de éste, esperando que terminen de saludarse.

Hay uno rubio de pelo largo, alto, que fue el primero en abrazar a Cassiel, el segundo es igual de alto pero pelinegro. Creo haber oído que Cassiel me había dicho que venía una amiga también. Pero no la veo.

—Stella, ellos son Miguel—señala al rubio. Éste me da su mano y la estrecho—, y Rafael.

Sus ojos azules me causan una familiaridad increíble. Estrecho su mano con una sonrisa de boca cerrada.

—Un gusto conocerlos—digo.

—Y esa que viene ahí, es Anyet—señala a una muchacha que acaba de salir del auto.

La observo y tiene el rostro lleno de pecas, es morena, con el cabello un poco más abajo de los hombros y sus ojos son un azul intenso.

—Un gusto conocerte, Stella—su voz es seria. Y me causa algo de miedo.

—Igual—respondo.

Cassiel me abraza por los hombros y nosotros de primero, empezamos a caminar hacia dentro del bosque. Miguel y Rafael entablaban una conversación con Cassiel, mientras que Anyet y yo en el camino íbamos calladas.

Me daba un poco de pena hablar. Hace mucho que no me encontraba con personas amigables así a mi alrededor.

—y ella fue la que me auxilio esa noche...

Escuché.

—Si no es por ti, a Cassiel se lo violan esa noche—bromea Rafael, y muerdo mi mejilla interna escondiendo una carcajada.

—¿Por qué iban a violarlo?

—¿Me estás jodiendo?—Miguel se hace el ofendido y me río—. Observa esa cara, esos ojazos, es un papucho—había parado a tomarle la cara a Cassiel y apretarle los cachetes.

Se me es imposible no soltar una carcajada.

—Si concuerdas conmigo, ¿verdad?

El rubor se me sube a la cara.

—Tal vez—le respondo.

Después de eso, me sentí un poco relajada. Habíamos saltado y cruzado un pequeño arrollo con esfuerzo por los bolsos y algunas otras cosas que traían Miguel y Rafael, pero ya era visible el lago esperado.

Sí era muy bonito, cuando observé desde arriba. Tenía una cascada, y el agua se veía cristalina. Era abierto y la luz de la luna reflejaba en el agua creando unos brillitos bonitos.

—Es hermoso—le susurro a Cassiel.

—Lo es.

Él baja primero y me tiende su mano.

Pero en su mano hay algo.

Una flor.

—Para la dama más bonita.

Me sonrojo. Agarro la flor y me la coloco en la oreja.

Cassiel me ofrece ayuda para bajar con cuidado y no terminar resbalándome.

Ya abajo, me acerco más y puedo observar el área. Es perfecto para acampar aquí.

—¡Anyet ven a prender la fogata!

Escucho.

Cassiel y yo nos miramos.

—¿Qué sigue?

—Un poco de música, sentarnos, comer, ¿qué te parece?

—Perfecto—le respondo.

Dejamos los bolsos en el montón de los demás, y comenzamos a ayudar a armar unas pequeñas sillas y luego la carpa de cada uno. Finalizado esto, nos sentamos cada uno haciendo un círculo alrededor de la fogata.

Cassiel me había servido refresco y unos sándwiches porque moría de hambre.

—Y bien, la invitada aquí es Stella—señala Miguel—. Hablanos de ti.

Joder.

Carajo.

Mierda.

¿Qué voy a decir de mí?

«Pues una mentira, boba», dice mi subconsciente.

—Uhmm, bueno—me preparo—. Mi papá murió cuando tenía quince, y desde ahí pasé una mala vida con mi madre y mis hermanos, hasta ahora que un abogado se comunicó conmigo al cumplir los veinticinco me enteré que mi padre había dejado en herencia para mi cuentas bancarias. No me he graduado de la Universidad aún. Y apenas estoy empezando a trabajar.

—Siento mucho lo de tu padre—farfulla Miguel.

El ambiente lo siento ahora muy tenso.

—Tranquilo. —digo—. ¿Y ustedes? ¿Hace cuánto se conocen?

—Desde que estábamos en cuna—dice Anyet.

—Crecimos juntos—musita Cassiel.

—Que cool—les sonrío.

—Bueno, ¿quién será el primero en bañarse?

Abro los ojos de sorpresa?

—¿Bañarse?

—Claro, hay que bañarnos—dice Rafael—. ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

—No tengo traje de baño—digo apenada.

—Pero tienes lencerí...

—Rafael. —Cassiel lo calla en un segundo antes de terminar.

Yo muerdo mi mejilla interna por lo incómodo.

—Bueno, no sé ustedes pero yo, me voy a bañar.

Y se levanta corriendo quitándose la camisa para lanzarse al agua. El agua salpicó hasta aquí.

Así poco a poco se mete Miguel y luego Anyet, en un traje de baño entero muy bonito.

—Deberías meterte—animo a Cassiel.

—Si no lo haces tú, no lo haré yo.

—¿Por qué?

—Porque no quiero estar sólo en el agua.

Frunzo el ceño.

—No estarás sólo. Mira como de están divirtiendo. Estás aquí atado a mí como si fuese una obligación.

Me mira de reojo.

—Estoy atado a una bella mujer a mi lado.

Me sonrojo.

Se siente extraño y a la vez bonito que me estén diciendo cumplidos.

Es el segundo hombre...

Bueno, no, es el primero que me trata como una dama. O eso quiero creer yo.

—Mira, me meto si te metes conmigo—me pone ojos de cachorrito.

—¡Es que no traje un bañador!

—No hace falta.

Me sonrojo de nuevo porque sé a qué se refiere.

—Me da vergüenza—musito.

—Que no te dé vergüenza mostrar tu cuerpo. Que de todas maneras te estará cubriendo el respaldo de un bañador.

Sí, pero, ¿cómo le explico mis panties de Burbuja?

Me hace un puchero.

Respiro hondo.

—Bueno, está bien.

—¡Sí!—hace una señal de victoria y me río.

Me sonríe y seguido de eso muerde su labio fugazmente.

Yo me levanto y olvidándome de la vergüenza me quito el sweater. Por suerte, lo único decente que tengo es mi sostén negro.

Evito la mirada de Cassiel, no quiero saber ni ver cómo me está mirando, aunque algo pica en mí y es saber de qué forma me está mirando, qué contradictorio y que trabalenguas sonó eso.

Ok, son los nervios, Stella, cálmate.

Dejo mi sweater a los pies y prosigo a deshacerme del mono, quedando en ropa interior.

Y mis panties de Burbuja.

—Perfecto, las chicas superpoderosas. ¿Te identificas con Burbuja?

Mi rostro se vuelve rojo intenso.

Quiero evitar mirarlo.

—Un poco—respondo bajito.

—¡Al agua!—escucho que grita Rafael.

Cassiel se me posa delante sin su camisa, solamente en shorts.

Tengo que admitir que está buenísimo. Y me fijo en sus ojos para no seguir mirándole el abdomen.

—¿Lista?

—Seguramente el agua está fría.

—Qué importa, al rato la sientes fresca.

—Bueno.

—¿Lista?

—Sí.

Y cuando menos me lo esperé, Cassiel me cargó como un bebé y corrió hasta el lago y nos sumergimos los dos.

El agua fría caló mis huesos.

—Joder, que fría está—susurro abrazándome a mí misma.

Cuando Cassiel sale a la superficie le doy un golpe suave en el hombro.

—Idiota.

Él sonríe, mostrando sus dientes.

Se me hace guapo.

—Fue divertido. ¿Tienes frío?

Asiento.

Empiezo a tiritar del frío.

—¿Puedo?

Hace amago de abrazarme.

Asiento sin decir nada.

Sus brazos rodean mi cintura y me pega a su pecho. Él se encuentra cálido, no frío, me da envidia porque yo estoy como una estúpida tiritando del frío.

Cassiel nos acerca a sus amigos y estos hacen un círculo.

—Pero si el agua está tibia—musita Rafael. Él entre cierra sus ojos y sonríe con picardía—. Stella, confiesa que querías estar así de pegadita a Cassiel.

—¿Qué? ¡No!

Inconscientemente me alejo de él y lo miro de reojo. Mi rostro está sumamente rojo, lo siento súper caliente.

—Pero si te has puesto roja, eso lo demuestra todo chica—Miguel le sigue juego a Rafael y quiero desaparecer.

—Estúpidos—exclamo.

Todos se ríen, menos Cassiel y yo. Me abrazo a mí misma para seguirme dando calor.

Respiro hondo y me sumerjo en el agua. Duro cuánto puedo y tomo aire. Empiezo a nadar sola, y a disfrutar del lago. Aparte de los muchachos, puedo escuchar los insectos, la brisa pegando con los árboles, uno que otro búho y se encuentra relajante.

Necesitaba algo así de relajante y liberar las malas rachas que me había pasar el demonio.

—¿Estás bien?

Cassiel me asusta.

—Joder, sí. Pero con tu susto, me ha acelerado todo—me río.

—Lo siento.

Muerdo mi labio.

—Está bien.

Ahora me encuentro nerviosa.

Y no sé porqué.

—Stella...

Cassiel se va acercando un poquito más a mí y me pone nerviosa. Lo miro a sus ojos, y se encuentran brillando con la luz de la luna. Su cabello pega en su frente y por un acto inconsciente lo retiro.

Cuando me doy cuenta, me disculpo.

Él se ríe.

—Tranquila—musita.

Él me observa detalladamente, siento que lo hace. Me pone nerviosa, al punto de que mi corazón late frenéticamente. Estira su mano y me acaricia el rostro suavemente.

Yo cierro los ojos disfrutando de su tacto.

«¡Qué haces estúpida! ¡Reacciona que al demonio no le va a gustar eso! »

A la mierda el demonio, me importa poco.

—Stella quería preguntarte algo—detiene su caricia pero deja su mano en mi rostro—. ¿Tienes novio? ¿Esposo? ¿Sales con alguien?

Trago saliva.

—Es complicado, pero no es mi novio, ni es mi esposo—me sincero.

—¿Puedo besarte?

Su pregunta me hace volar la cabeza.

Hasta mi corazón parece haberse emocionado.

Mi estómago siente cosquillas.

—¿Puedo hacerlo yo?

Él sonríe atrevidamente y me pega a su pecho. Roza sus labios con los míos y los une en un beso muy lento, para disfrutarlo. El deseo aumenta cuando yo misma acelero el paso.

Rodeo su cuello con mis manos, y tanto como él y yo profundizamos el beso, llevándolo más salvaje, más apasionado. Sus manos pasaron de estar en mi rostro, a cargarme y hacer que rodee su cadera con mis piernas.

Al hacer eso puedo sentir algo duro frotándose con mi zona íntima. Es imposible para mí no soltar un pequeño gemido delatador.

Me doy cuenta de lo que estamos haciendo cuando él nos esconde detrás de una roca altísima que está en el lago.

—Carajo, Cassiel, nos pueden ver.

—¿Crees que es lo que me importa ahorita? Me importas tú y cómo estás.

Alzo mis cejas impresionada y cuando me vuelve a besar le sigo.

—Desde esa noche que te ví no dejé de pensar en ti—susurra en la pausa para coger aire—. Peor fue cuando eras tú la del pedido.

Me quedo muda.

No sé qué decir.

Aunque hubieron momentos en los que sí pensaba en él. Pues había algo que me atraía.

—Cassiel...

—Shh—roza nuestros labios—. Siento que vivo una ilusión.

—Cassiel—le llamo nuevamente—. No es una ilusión.

Sus ojos verdes brillan.

Deja un beso en mis labios. Deja otro. Y me besa suavemente.

—¡Cassiel!—grita Miguel.

El grito sonó mandatario y un poco desesperado. Cassiel y yo nos separamos inmediatamente y salimos del agua a toda prisa. Aunque a mí no me llamaban.

Miguel estaba a unos pasos y llamó a Cassiel a parte.

Me pareció raro no ver a Anyet y a Rafael dentro del lago, después de que Miguel hablara con Cassiel él se acerca a mí.

—¿Y los demás? —inquiero.

Cassiel se ve nervioso y a la vez mantiene una postura recta y seria.

—Anyet tuvo un pequeño accidente, se cortó con un pedazo de vidrio la planta del pie—responde.

—Mierda, qué mal, ¿la llevarán al hospital?

—Sí, nos iremos, vengo dentro de un minuto, ¿sí? Esperame, vístete.

Y así, observé como iba detrás de Miguel para alcanzarlo.

Ya más carpas estaban recogidas, las sillas, y la fogata apagada. ¿En qué momento pasó eso?

¿Y cómo es que no se escuchó algún quejido de dolor?

Algo estaba extraño aquí.

Me puse mi sweater y mi mono, tomé mi bolso y lo encontré entre abierto. Me pareció raro ya que no lo había abierto para nada.

Así que lo abrí, había una pequeña nota blanca que decía:

Aléjate de ellos,
—C.

Entonces entendí.

Entendí que pasó algo más con Anyet.

Entendí que Cassiel sabe de Constantine.

Y entendí que las mentiras me siguen.

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Hoy me esforcé en hacerles un capítulo, aquí lo tienen🤩 haré de mi esfuerzo por hacerles otro!!! Pero la maratón queda pendiente, ¿okei?

Las adoro un montón, casi vamos a 200k les agradezco MUCHO, las amo!

Espero leer sus comentariosssssss

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kler.delafosse, devuelvo follow

y si kieren seguirme en mi ig de emprendedora, knailsbeauty_ 🥺graciasssss

Ahora sí, un beso, cuídense mis hermosuras!!!!!

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