AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|

By GenevaMorte

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[PRIMER LIBRO TRILOGÍA AMOS] Érase una vez un ángel y un demonio. El ángel conquistó al demonio con su perve... More

Introducción
1⛥The Beggining
2⛥Magic
3⛥Signs
4⛥Initiation
5⛥ Dream
6⛥Medallion
7⛥Heart
8⛥Help
9⛥Inusual
10⛥HeartBeats
11⛥Sweet Kimberly
12⛥ Angel
14⛥Soul
15⛥Problem
16⛥Fucked
17⛥Hunt
18⛥Bloody Night
19⛥Funeral
20⛥Cookies
21⛥Dreams
22⛥Efona
23⛥Rare
24⛥The Process
25⛥Spiritual
26⛥Aradia
27⛥Power
28⛥Cookies
29⛥Change
30⛥Reality
31⛥Experience
32⛥Protection
33⛥Caos
34⛥Strange Shaking
35⛥Mom
36⛥Feelings
37⛥Fear
38⛥Greenland
39⛥Distance
40⛥Questions
41⛥The Masters
42⛥The Whip
43⛥Hells
44⛥Gold Teeth
45⛥Answers
46⛥Liers
47⛥Favour
48⛥War
49⛥The Time
50⛥The Tramp
51⛥Intruder
52⛥The Truth
53⛥The Invitation
54⛥Plans
55⛥Traitor
56⛥ The Mansion
57⛥The Dinner
58⛥ Blood
59⛥The Perdition
60⛥The Union
61⛥Brothers
62⛥The Revenge
63⛥The Return
64⛥The Reunion
65⛥Exorcism
66⛥The Investigation
67⛥The Fog
68⛥The Invocation
69⛥Dissapointment
70⛥The Feathers
71⛥The Cure
72⛥The Control
73⛥The Explanations
74⛥Freedom
75⛥The Feel
76⛥Sister
77⛥Craziness
78⛥The Warning
79⛥The Revelation
80⛥The Mountain
81⛥The Pet
82⛥The Destiny
83⛥Lilith
84⛥Celestial Light
85⛥The Speech
86⛥The Sparks
87⛥Tragedy
88⛥Stones
89⛥Reality
90⛥Enemy
91⛥The Decision
92⛥Daggers
93⛥The Creatures
94⛥Power
95⛥Bad Sensations
96⛥The Enemy
97⛥Help
98⛥The Plan
99⛥The Battle
100⛥The End
⛥Epílogo⛥
⛥Agradecimientos⛥
⛥AMA⛥

13⛥Possession

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By GenevaMorte


-Debes de tener cuidado.

Alcé la cabeza para observarle, terminando de limpiar las copas que habíamos ensuciado. 

Fruncí el ceño, observando cómo se cruzaba de brazos y apoyaba su cadera contra la esquina de la mesa. 

-Lo has derrotado en tu inconsciente, pero no en la vida real- me dijo, elevando la comisura izquierda de sus labios al observar mi cara de asombro.

-¿En la vida real?

Coloqué las copas boca abajo y empecé a soplar las velas para apagarlas. 

-Detente- caminó hacia mi y yo me detuve a medio camino de apagar la siguiente- Nunca tienes que apagar las velas con tu boca. Siempre hay que apagarlas juntando tu dedo índice y pulgar. 

Me apartó delicadamente a un lado para dirigir su mano a la vela y apagó la llama como me indicó. Me miró por encima del hombro, indicándome que la siguiente la apagara yo. 

Avancé hacia el siguiente candelabro, con las últimas dos velas encendidas. Y sin pensarlo dos veces, junté mis dedos sobre la mecha, apretándolos rápidamente. Hicieron falta dos intentos, ya que no había manera de apagarla. Pero a la tercera fue la vencida. Hice lo mismo con la otra vela y entonces, sólo nos alumbraba la luz de la luna que entraba de las ventanas de arriba. 

-Muy bien. Irás aprendiendo poco a poco- murmuró, colocando bien unos libros desordenados en la estantería.

Pero yo seguía pensando en sus palabras anteriores. Así que volví a formular la misma pregunta.

-¿En la vida real? 

Me indicó con la mano que avanzase hacia la puerta, para cerrar todo. Observé alrededor en busca de Hades, pero no había rastro de él, así que supuse que había salido. Cerró las puertas del gran salón y avanzamos hacia las escaleras.

-Escuché contigo todo lo que dijo aquella sombra, así que sólo me confirmó lo sospechado.

-¿Y qué era lo sospechado?

Tras subir las escaleras, esperé a que cerrara la trampilla. Se sacudió las manos en los pantalones y continuamos andando.

-Desciendes de una poderosa mujer, Kimberly. Y en este momento, estás experimentando el despertar de tus poderes e instintos- me explicaba, a medida que caminábamos hacia su coche.- No me cabe la menor duda de que posees un enorme poder, pero con el cual hay que ir con pies ligeros, ya que si te descontrolas, podría ser un grave problema.

Medio sonreí, cruzándome de brazos ante la ligera brisa de la noche.

-Debes de ser el único, junto a mi abuela y Alexander, que piensa que tengo algo de bruja.- murmuré intentando no pensar en todas las personas a lo largo de mi vida que simplemente me trataban de loca, o me ignoraban.

Siempre era una de las dos opciones. Nunca se a hecho la diferencia. 

-Recuerda que estás en una secta de brujos. Así que tú también eres una.

Sonreí.

-¿No debería de ser un aquelarre, entonces?- fruncí el ceño- Creía que el grupo de brujos y brujas, se llamaba así.

-Y así es. Pero Jacob es un poco especial y opinaba que secta sonaba más poderoso e importante- dijo en tono de burla, provocando una ligera risa por mi parte.- Pero también podríamos denominarnos secta, ya que las denominadas sectas no son solo las que adoran a Satán, que es lo que la mayoría piensa. Hay sectas religiosas, sectas caníbales, sectas de brujos...

-Por eso nosotros llevamos capa y no escoba, ¿no?- pregunté provocando una sonrisa ésta vez en él.

Asintió.

-Pues Jacob para ser tu mejor amigo y ser tan serio y seco, a tenido una buena idea... me gustan nuestras capas- dije, mirándole con diversión.

-Iréis aprendiendo y os someteréis a varias pruebas. Y cuando hayáis pasado esas pruebas, se os dará finalmente la capa negra.

Asentí.

Y cuando llegamos al coche, aquello que se me había olvidado en el transcurso de la tranquila charla que tuvimos, volvió a mi mente. Y tensó toda mi espalda.

Me senté en el sitio de copiloto y al instante me vino un olor a menta que a decir verdad, me sorprendió. Cuando se subió a mi lado, observó mis cejas levantadas mientras se ponía el cinturón. 

-¿A qué se debe tu sorpresa?

Me encogí de hombros.

-Creía que tu coche iba a oler igual que el de Alexander- me miró con una ceja elevada y yo observé sus ojos oscuros como un abismo- A calcetines y comida chatarra. 

Una sonrisa completa de dientes completos fue lo que obtuve como respuesta. Negó con la cabeza, para poner su mano en mi asiento para dar marcha atrás. 

Observé que cuando sonrió de esa manera, se le marcaron unos adorables hoyuelos en las mejillas que eliminaban cualquier rastro de seriedad o intimidación en su rostro.

-Deberías de sonreír así más a menudo- susurré, mirando al frente cuando nos incorporamos a la carretera.

Se mantuvo unos segundos en silencio, y yo empecé a jugar con mis dedos, ante el incómodo silencio y el espacio reducido en el que me encontraba.

-Lo haría si me hicieran sonreír más a menudo- respondió, manteniendo la mirada al frente.

Respiré profundo, absorbiendo las palabras escondidas detrás de esa frase. 




-No quiero salir- murmuré, apoyando la frente contra el cristal del coche.

Había aparcado a unos cuantos metros atrás del coche de Alexander, quién aún no nos había visto. Mi mirada estaba clavada en la casa de Melanka.

Mis ojos se cristalizaron.

-No vas a entrar ahí, Kimberly- giré el rostro para observarlo- Entraré yo e intentaré averiguar qué demonios está sucediendo allí- dijo serio, observando la casa.

Negué con la cabeza.

-¿Estás loco? ¿Quieres entrar allí solo?- pregunté.

Se desabrochó el cinturón.

-He visto y escuchado a esa criatura de tus sueños, Kimberly. Y te persiguen. Te quieren para algo, y sería como ponerte en bandeja si entras allí. Debes de permanecer lo más lejos posible de esas criaturas- dijo girando el rostro y mirándome seriamente- Según lo que tu y Alexander me habéis dicho, es muy probable que ella ahora mismo esté encerrada en su propio cuerpo, sufriendo. Pero eso es lo que tiene la posesión.

Tragué saliva y mi piel se puso de gallina. 

Empecé a sentir bastantes nervios que se manifestaban en mi estómago como miles de abejas picándome. Y evitando entrar en pánico salí fuera. Tomé una buena bocanada de aire, cerrando los ojos. Y cuando escuché la puerta de Eddy cerrarse también, los volví a abrir, mirándole en silencio.

Y fue el asentimiento por su parte el coraje que necesité para echar a andar hacia el coche de mi mejor amigo.  

El vello de mis brazos se me empezó a poner de punta a medida que avanzábamos hacia el coche de Alexander, e incluso antes de llegar, sabía que algo malo estaba, o había ocurrido. 

Vacío.

El coche de Alexander estaba vacío. 

-Qué demonios...- escuché susurrar a Eddy, intentando abrir la puerta de Alexander pero sin poder conseguirlo.

Pero mi mirada ya estaba clavada en la casa de Melanka. Sin prestar atención a lo que Eddy me estaba diciendo, inspiré hondo, con mis ojos empañados en lágrimas y mi respiración agitándose a medida que caminaba directa hacia la casa de Melanka. 

Eddy me llamaba pero no me detuve. No había ninguna luz encendida en la casa, pero me dió igual. Sabía que ella guardaba alguna llave de repuesta enterrada debajo de alguna flor de las que estaba a la entrada así que me arrodillé, sintiendo mis manos picar y arder y empecé a arrancar sin pensarlo las plantas. Hundía mis dedos en la tierra, palpando como loca. Tenía un muy feo presentimiento que no me dejaba enfocar mi vista bien, y con temblor en mi cuerpo, pude relajar mi respiración cuando mis dedos palparon un trozo de metal.

Sin importarme mis manos sucias y el desastre que había hecho, me dirigí hacia la puerta. 

-Kimberly.

Mi nombre sonando en los labios de Eddy me hizo cerrar los ojos y frenar mis movimientos con la llave dentro de la cerradura. 

-Respira Kimberly. Respira- murmuró apoyando sus manos en mis hombros y apretando ligeramente. 

Respiré contando hasta diez. Pero aún así no pude tranquilizarme. Le miré por encima de mi hombro, y debió de notar algo en mi mirada ya que retiró sus manos lentamente, frunciendo el ceño.

-Llama a la policía- murmuré.- Ahora.

Dio un paso atrás, ladeando la cabeza ante mi voz ronca y temblorosa. Y en cuanto me cercioré de que marcaba el número, abrí la puerta.

Me quedé en el umbral de la puerta, dejando la puerta chocar contra la pared. El pasillo estaba oscuro pero el fondo, el salón, era alumbrado con las luces de velas que Melanka solía poner siempre por la noche. Solo que ahora, no era Melanka.

Giré la cabeza para observar a Eddy, quien había seguido mis pasos. Se puso el dedo en los labios, indicándome que no emitiera ruido alguno. Me agarró con firmeza del brazo y me puso detrás de él. Avanzamos con cautela hasta llegar al salón.

La ancha espalda de Eddy me dificultaba observar lo que él estaba observando. Y debía de ser algo malo ya que noté su cuerpo tensarse. Le hice a un lado, solo para confirmar una de mis tantas sospechas.

-¡Alex!- grité, corriendo a una esquina del salón y arrodillándome en el suelo a su lado- No, por favor. Alex, abre los ojos... ¡Alex!- bramé, dándole pequeños golpes en las mejillas, pero estaba incosnciente.

-Llamaré a una ambulancia- escuché a lo lejos murmurar a Eddy.

Alexander tenía sangre en su camisa y un golpe profundo en la frente, del cual había manado bastante sangre. Acerqué mi oreja a su nariz y confirmé que estaba respirando débilmente. Le pasé las manos por el rostro, eliminando la sangre que ya se estaba secando.

-No te preocupes, la policía viene en camino con dos ambulancias- dijo a mis espaldas, intentando tranquilizarme.

Las lágrimas no tardaron en caer, pero la confusión ante las palabras de Eddy me impidió echar a llorar de desesperación.

-¿Dos?

Giré el rostro para observarlo y entonces, él señaló con la cabeza la otra esquina del gran salón. Lentamente seguí su indicación y mi cuerpo se tensó al completo al observar la escena que tenía delante. 

Me levanté lentamente, dejando a Alexander a un lado. Melanka... El cuerpo de Melanka, estaba tirado sobre un sillón en la esquina y tenía un trozo de cristal incrustado en la cadera, del cual emanaba sangre sin parar. A pesar de la gran cantidad de sangre que había perdido, no estaba inconsciente. Respiraba con dificultad, pero tenía una mirada de locos puesta sobre mí, con una sonrisa divertida.

Observé a Alexander a mi lado. Me quedé más tranquila con la idea de que la sangre que tenía en la camisa, no era suya. Sino de Melanka.

-Vaya, vaya... La temible Kimberly llorando. A los demás les habría encantado ser testigos de este tentador momento- murmuró con la voz ronca.

Miré entonces a Eddy, y le señalé a Alexander con la mirada. 

-¿Segura?- susurró apenas, elevando una ceja.

Volví observar a la criatura que se había apoderado del cuerpo de Melanka y asentí. Entonces  ayudé a Eddy agarrando a Alexander de un brazo, y mientras él lo agarraba del otro, ambos lo incorporamos. Solté delicadamente a Alexander, quien quedó apoyado contra el cuerpo de Eddy.

-Sácalo fuera y déjame un rato a solas- le susurré, escuchando una risa al fondo.

-Estaré pendiente- me dijo arrastrando a Alexander como pudo hacia la salida.

Entonces, yo aproveché para acercarme al sillón y arrastrar una silla para sentarme. 

-Querías hablar conmigo, ¿no? Pues aquí me tienes- siseé- Ahora... habla- le gruñí, ladeando la cabeza.

Su sonrisa se ensanchó y para no caer en su trampa, intenté enfocarme en su malvada mirada y no en el rostro de Melanka.

-Un pajarito me ha comunicado que lograste herir a uno de nosotros...- ronroneó- Al final resultó que la buena de Kimmy, no es tan buena...

Sonreí con ironía.

-¿Ahora herir a alguien malo me convierte en mala?- ladeé la cabeza y la criatura hizo una mueca ante la incomodidad del cristal incrustado en el cuerpo.

-¿De qué sirve ser la buena en un mundo lleno de demonios?- susurró y yo apreté la mandíbula.

-¿Ese es vuestro objetivo? ¿Enfocaros en una persona e intentar convertirla en maldad?- pregunté, escuchando sirenas a lo lejos.

Rió.

-Dulce Kimberly... te espera una vida de dolor y persecución si no te rindes cuanto antes ante lo que estás destinada a ser. No intentes negarlo- murmuró enojado, intentando incorporarse, pero fallando en el intento.

-¡¿Negar el qué?!- bramé, apoyando mis manos en el sillón e inclinándome.

-¡Negar que simplemente eres un ángel aspirante a demonio!- bramó pegando su cara a la mía. 

Fruncí el ceño, echándome hacia atrás. 

Dejándome sin palabras, sonrió. Las sirenas ahora sonaban bastante fuertes y escuché los neumáticos chirriar en frente de la casa. 

-Abandona el cuerpo de Melanka- gruñí, levantándome y agarrando el cristal incrustado en la cadera para retorcerlo más. Obtuve un gruñido enojado por su parte- Ya has hablado conmigo. No la dañes más y abandona su cuerpo- le dije escuchando a los oficiales de policía hablar con Eddy en la entrada.

-De nada va a servir eso- dijo poniendo su mano fría sobre la mía y haciendo que apretara más- Pero otro de nosotros volverá a meterse en otro cuerpo. Y en otro... y en otro... y en otro...- susurró sobre mi rostro y apreté la mandíbula para no darle la satisfacción de saber que me afectaban sus palabras- Y así continuaremos hasta que seas nuestra.

-¡Apártese!

Me hicieron bruscamente a un lado. Mi espalda chocó contra la pared y me dejé deslizar hasta el suelo, observando cómo los ayudantes sanitarios de la ambulancia elevaban el cuerpo de Melanka, ahora inconsciente, para ponerlo en una camilla. Rápidamente la sacaron de la casa, y yo permanecí ahí sentada. 

El salón era un desastre. Sin duda Alexander había peleado y se había intentado defender. Lo que no comprendía era el porqué de que entrara aquí, si nuestro plan era que esperara en el coche.

Eddy apareció en mi campo de visión. Observó mis manos manchadas de sangre y se acuclilló a mi lado. 

-Alexander está estable. Simplemente está inconsciente porque se a llevado un buen golpe en la frente. Y he hablado con la policía. Les dije que habíamos escuchado gritos y habíamos entrado a ver qué pasaba. Debemos de ir en un rato a comisaría a declarar.- me explicó.

Apoyé la cabeza contra la pared y solté un suspiro de agotamiento. 

-¿Podemos ir luego a ver a Alexander, por favor?- pregunté y él asintió.

Me miró entonces de forma extraña. Parecía querer decirme algo pero estaba pensando si hacerlo o no. Elevé las cejas en señal de pregunta y entonces, escuché un grito fuera de la casa.

-¡¿Kimberly?!

Inspiré hondo. Bien hondo. Y miré con cara de susto y agotamiento a Eddy. Genial, lo último que me faltaba era tener que lidiar con mi abuela en esta noche que no quiere acabar.

-¿Preparada?- murmuró el ojos de abismo, con una sonrisa.

-¿Para hablar con mi abuela?- elevé una ceja.

Asintió.

-Creo que nunca podría estar lista para eso.

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