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Cuando el último ángel fue vencido y la tierra quedó bajo el poder de los demonios; aquellos que una vez tuvieron sangre pura se convirtieron en simples y llanos relatos blasfémalos, insulsos y repudiados. Era una prohibición hablar sobre eso. Era imposible que haya sobrevivido un ser celestial luego de tal masacre. El dorado que recorre sus arterias y venas no podía ser real. Sus ojos. El color de sus bellos ojos debía ser oculto.
Vivir en una fantasía a tener que morir en la realidad.
Hasta que lo conoció. Tan diferente a primera vista, pero cuando sus facciones eran bañadas por la luz de la luna, cuando sus luceros transmitían calidez y una dulce sonrisa se ensamblaba en sus belfos; era igual a él. Incluso mucho mejor a él.
El villano y el héroe coexisten si hay un mal cuentista.
Ni un demonio es maldito.
Ni un ángel es bendito.
Todos estamos en un punto medio, corriendo hacia el lado provechoso, apoyando lo que nos salve, aunque en el camino estemos condenándonos.
¿Y tú?
¿En qué sentido del reloj avanzas? ¿En qué manecilla te colocas? ¿Horas para morir rápido o minutos para sufrir lentamente?
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|NOTA|
¿Estoy cagada de miedo por esta nueva historia? Definitivamente sí.
Ya estoy trabajando en el siguiente apartado. Espero que les guste.
Perdón por el banner y portada, no soy experta.
—Besos.