Lost at sea: Collapse

By Ensalitrada

38.7K 3.2K 20.2K

3º Libro de Lost at sea ¿Deseando saber cómo acaba esta trilogía? Yo que tu, lo leería. 28-06-2021 2º #Ro... More

Introducción
Una experta ladrona de camisetas
Octavian tiene una fiesta del té con sus peluches divinos
Percy descarga su torpeza con unas macetas
Una interminable lista de delitos que me provoca sueño
Aprendo que no debería intentar hacer mis sueños realidad
Me quedo con ganas de hacer una barbacoa
Los privilegios de ser la novia de Leo
Se aprueba dormir con un arma bajo la almohada
Ya no se puede llorar sin que te amenacen
Lanzamiento olímpico de ojo
Lanzar cuchillos se convierte en desestresante natural
Frank está a un suspiro de morir en su cocina
Tres cocineros experimentados en intestinos de vaca
Nos sugieren crear nuestra propia matanza
Me pienso si es mejor revivir un brazo o un cerdo
Los muertos hablan a través de caballos enanos
Me aficiono a molestar mientras trabajan
Una cutre historia de miedo que provoca pesadillas
Vuelvo a darme cuenta de que no sé mentir
Hazel resulta ser una tramposa jugando
Una maestra de la actuación a grandes niveles
Nos convertimos en jugadores profesional de ajedrez
Todos mis problemas empiezan por culpa de unos ojos
La comida es el idioma universal para hacer caso
Siento un frío muy extraño surgir en mí
Me hacen un regalo visiblemente más útil
Piper y Hazel están cerca de cargarse la madera del suelo
A Chris le falta sangre en las venas
Tres diferentes borrachos y de nuevo al rechazo
Aún con resaca, el trabajo es lo primero
Un cambio de aliado poco equiparable
Dos expulsadas de la habitación por buena convivencia
Copio el truco de Will para coger sol
Le doy más trabajo de la cuenta a Will
Echamos a suertes qué mito es el real
Tengo una peculiar y siniestra costumbre nocturna
Dos espías nocturnas la mar de cualificadas
Cambiamos el mapa por una paloma blanca
Percy es el niño solitario de una feria
No me quedan ni sillas en el camarote
Will se convierte en decorador profesional
Hazel amante de los animales y de los tés
Reyna me salva de una posible insolación
Tengo un don para ver árboles brillantes
Los tres condecorados de honor como cebo
La moneda me da más problemas que cuando no la tenía
Comienzo a creerme que sí tengo buena memoria
Un gobernador con el mismo poder que un burro
Me convierto sin saberlo en un ladrón de calcetines
Decidimos dónde tenemos menos probabilidades de morir
Me dan la peor noticia del mundo
Una caída de lo más desagradable
Estamos sorteando si ser devorados o ahogados
Decido que vamos a morir interminables veces
Nos libramos de tener que fregar el barco
Una ofrenda mal hecha que solo gasta comida
Una habitación con terraza chill-out
Hazel tiene una mala afición con golpearme
Una explosión de color en todo lo negro
Una tarifa premium que solo provoca problemas
Me hago la idea de que tendré una casa rosa
Asistimos a un concierto de muerte
Nos toca de imprevisto decirle adiós a la gran Thalia Grace
Clarisse nos da el empujón que necesitábamos y yo me canso de ser bueno
Comienzo a repasar toda la fauna marina
Némesis me hace una muy tentadora propuesta
Si hablo, la fastidio. Y si no, también.
Poseidón parece que será el nuevo tripulante del Argo II
Me reto a mí misma a una carrera
Le robo el puesto a Nico de chico siniestro al hablar con muertos
Leo le hace una propuesta indecente a Clarisse
No nos sirve planear las cosas con antelación
Nico vive su peor pesadilla hecha realidad
Le destrozamos los Asfódelos a Hades
Otra nueva pista que me confirma que doy asco ligando
Unos perros con buen olfato y también muy listos
Le hago un bigote a Océano
Echo de menos vivir en la ignorancia
Comparto un recuerdo permanente con Ethan
Nico lo mismo que te abre cocos, te abre latas
Una macro-fiesta metálica con fuegos artificiales
Oh gran Thalia, concede mi deseo
Nuestra llegada a España es un auténtico éxito
Soy todo un señor y el último que se desmaye, gana.
Aún en son de paz, nos tienen miedo
Nunca volveré a ver a los perros de la misma manera
Una rápida lección de francés de la mano de Thalia Grace
El destino del mundo depende de una botella
Pasamos de ser los capitanes a una penitencia perpetua
Clarisse se convierte en pastora asesina
La primera vez que tengo puntería, condeno a la humanidad
Me convierto en una cigueña pero sin plumas

El día en que la moralidad fue lo menos moral

393 32 256
By Ensalitrada

POV Annabeth

-La ley es una mierda - habló Thals tras soltar otro suspiro de relajación disfrutando del sol después del entrenamiento. Había sido tan duro que ambas estábamos agotadas, todavía me latía la mejilla por la patada que me dio en la cara.

-¿A qué viene eso? - pregunté aceptando la botella de agua que me tendía.

-Estuve hablando antes con Travis ¡todo es ilegal! Hasta las cosas más ilógicas, nos encarcelan por todo. Normal que seamos piratas, para ellos todo lo que hacemos esta mal - se quejó.

Solo pude sonreír ante el desvarío mental que comenzaba a tener mi hermana, cada vez que descansaba de las tareas o de un entrenamiento, su mente volaba tanto que solía decir cosas sin sentido. O quizás sobrepensaba demasiado las cosas, hace dos días estuvo dos horas explicándome el por qué una de las nubes estaba torcida y no pegaba con el resto.

-Si alguien tiene algo que me gusta y lo cojo es ilegal - bufó.

-Sí, se llama robar Thalia. Lo que venimos haciendo desde siempre.

-Pero no es justo ¿y si eso que robo me gusta más a mí que a quien lo tiene? Yo le daría un mejor uso. - se volvió a quejar y apoyé la cabeza en su hombro mientras asentía - Y si alguien me roba a mí, no puedo matarle porque supuestamente eso es peor. Si me roban comida me parece un intercambio justo ¿verdad? Mi comida por su cabeza.

-Sí Thalia - acepté.

-No sé si me estás diciendo que sí a todo solo para que me calle y puedas seguir usándome como almohada, Chase.

-Sí Thalia - repetí en burla y trató de moverse - Vale, vale, es broma. Perdona, pero tienes razón, la comida es importante.

-Sé que no lo crees pero agradezco tu mal intento en mentirme - susurró apoyando su cabeza en la mía - Me has dado en la pierna mala.

-Tu casi me dejas sin cara.

-Es justo - aceptó soltando una pequeña risa - ¿Cuánto me queda para mi turno de tareas?

-Minutos.

-Puedo seguir aquí descansando y haciendo de almohada si quieres, me sacrifico porque mi adorada hermanita pequeña y capitana descanse.

-Thalia, vas a hacer las tareas.

Vi a Silena copiar nuestra acción nada más terminar de entrenar con Clarisse, pero al contrario que nosotras ni siquiera llegó a una esquina del barco para sentarse sintiendo el sol en la cara y relajar los músculos. Se tiró en el suelo, en medio de la cubierta como si fuese una salamandra soltando un largo suspiro y cerró los ojos como estaba Thals hace unos minutos.

Entendía su agotamiento, yo también lo estaba. Había doblado la duración de las peleas y aumentado las exigencias, cada vez teníamos más problemas y todo se ponía más difícil, sentía que hiciésemos lo que hiciésemos, jamás estaríamos lo suficientemente preparados. Aunque ahora si venían a atacarnos, les daría el barco y todo lo que teníamos sin contraatacar, apenas sentía los músculos, es como si toda mi piel estuviese tirante.

Escuché el sollozo falso de Thalia contra mi cabeza cuando Miranda golpeó dos espadas en alto lo suficientemente fuerte para que todos lo oyésemos, cambio de turno y por consiguiente, le tocaba a mi hermana. Adiós a su descanso y al mío.

-Te odio - dijo Thals dejando un beso en la parte de arriba de mi cabeza mientras se sentaba bien y yo le decía adiós a usar a mi hermana como almohada - Algún día haré otro motín y te tendré esclavizada atando cabos.

-Trata a la próxima de no ser solo tu - me burlé cuando nos levantamos y me tronaron los huesos - Cuando acabes vete a descansar, dejamos el segundo entrenamiento de hoy para otro día.

-Lo dices porque tú también estás agotada, no solo yo, perra - me señaló acusatoriamente - Pero te lo compro. Mi motivación para fregar será la pedazo siesta que me espera.

Entrar a mi camarote es realmente desolador. Cada vez que me levantaba siempre miraba hacia la derecha por instinto esperando ver a mi lado la puerta de Percy pero como desde hace ocho meses, no estaba. Pensé que me acostumbraría, que sería igual que antes de conocerle pero al igual que sus amigos, habían calado en cada uno de nosotros. No quería olvidarles ni mucho menos, soñaba con acabar rápido y estar con ellos de muevo si nos lo permitían, pero tenía la esperanza de que si ausencia no me atormentase tanto.

Cada mañana me sentía tan tentada y débil que no recuerdo cuántas veces he estado formando un arcoíris y borrándolo justo antes de decir su nombre. No podía meterle en esto, por más que quisiese gritarle que para mí seguía significando mucho más que mi propia existencia, no puedo arrastrarle a este infierno que me rodea. Percy Jackson vendría hasta nadando si se enterase de lo que planeaba hacer, no me dejaría sola; aunque eso significase dejar de lado la búsqueda de los talismanes. No podía ser egoísta y condenar al mundo solo por el deseo de tenerle a mi lado, es una tentación amarga que debía aguantar cada día.

Encima ni siquiera sabía si estaban todos bien, solo me quedaba confiar en que todos siguiesen abordo del Perla cumpliendo con cada misión del mapa mientras yo luchaba mi propia guerra, o me condenaba a mí misma y a todos los que me seguían. Había llegado a un punto en el que seguir o rendirme es exactamente lo mismo, estaba totalmente perdida.

-¿Buscas engordarme? - pregunté viendo a Charles entrar sin permiso en el camarote con otra ración de la comida de hoy. - Eres muy pesado, de verdad que no te quiero aquí - bromeé.

-Si no me quisieses, ya me habrías echado Chase - me guiñó un ojo poniendo el plato con arroz delante de mí - Y sí, busco engordarte para que estés en tan mala forma que no te puedas ni mover y así descansemos todos.

-He descubierto tu plan maquiavélico - dije sentándome correctamente y cogiendo uno de los cubiertos comenzando a comer - ¿Cómo es que siempre estás en el momento justo?

-Soy el único que se ha aprendido los horarios de todos aparte de ti, sé cuándo son tus horas libres - frenó para llevarse un poco de comida a la boca sin evitar hacer una mueca de felicidad. Chris cocina bien, había que reconocérselo. - No quiero que estés sola.

-Gracias Charles. De verdad - sonreí y se encogió de hombros restándole importancia.

No había un día que faltase, venía y me contaba cualquier historia que sucedía en las literas, la mayoría sobre las peleas que tenía Clarisse y mi hermana con cualquiera o alguna nueva mejora para el barco que estaba haciendo. Y cuando se quedaba sin anécdotas del día, solo me hablaba de su vida antes de unirse a nosotros o algunas citas extrañas y divertidas que había tenido con Silena. Todo para mantenerme entretenida y que la soledad no me consumiese. La verdad es que es una de las mejores personas que conozco y me cuida tanto como lo hizo Luke.

-Sigo sin entender cómo Thanatos ligó con Nico y no al revés ¡ese chico tiene fascinación con la muerte! Es prácticamente su fan número uno. - exclamó.

-¡No lo digas en alto! - le lancé una bola de papel que tenía sobre la mesa - Me hizo prometerle no contárselo a nadie. Todavía me siento culpable por habértelo dicho.

-Le echamos la culpa al ron - señaló la mesa donde estaban algunas botellas ya vacías - Pero tranquila, no digo nada. Aunque me extraña que no se lo hayas dicho a Thals.

-Lo haría si Nico no me hubiese hecho prometérselo, o si mi hermana fuese una persona normal que me guardase ese secreto - me burlé recordándola - Dioses, se le da bien guardar un secreto, de verdad. Pero si es para reírse de Nico, olvídalo, el primer día ya estaría diciéndole que coqueteó con la muerte.

-Sí, la verdad es que no perdería tiempo en burlarse de él, es parte de su carisma.

Con Charles jamás se había metido, es extraño pero mi teoría es que Thalia sabía que Beckendorf no me devolvería el insulto aunque fuese en broma y si no le seguía el juego pues no le interesaba. Para que mi hermana estuviese en su zona de confort, tenía que ser un intercambio de insultos donde luego terminasen diciéndose cualquier estupidez; pero Charles no es de esos, demasiado bueno, ni sin maldad habla mal de alguien por simple diversión.

-Dicen que mirar a la muerte a los ojos te cambia la forma de ver la vida ¿Es cierto? - dijo apoyando la cabeza en su mano - Solo me describiste su aspecto, pero jamás me dijiste qué sentiste ¿Cómo fue?

-Como si muriera yo también.

Pareció satisfecho con mi respuesta, no queriendo indagar más, cosa que agradecí porque no sabría qué más decirle. No sé si para Nico fue tan impactante, pero en el fondo para mí fue impactante, ser consciente de que él había llevado a mis hermanos y amigos al Inframundo es simplemente extraño. Sentía que su cercanía solo era un indicio de que me llevaría también, que por eso nos había permitido encontrarlo.

Lo peor fue que lo sentí, esas ganas de querer realmente morir las sentí en su presencia, como si una fuerza tirase de mí para arrodillarme a sus pies y suplicarle que me llevase hacia lo que ahora veía como una liberación. Nico no estaba tan loco como pensaban. Pocos podían entenderme, pero mi día a día es recibir la muerte en pequeñas dosis y es lo único que me hace sentir viva.

Mi atención dejó de estar focalizada en Charles cuando un pequeño ruido casi inaudible despistaba mi mente. Él seguía hablando y traté de ponerle de nuevo atención pero era tan molesto como una mosca y el que fuese una madera del barco resquebrajándose por sus malas condiciones comenzaba a carecer de sentido a cada segundo que pasaba, repetitivo y centrado en algún lugar del camarote.

-Charles, lo siento. Esto... acabo de recordar que luego tengo entrenamiento con Thalia - corté su anécdota - ¿Podemos hablar luego y terminas de contármelo? Estoy un poco cansada y creo que voy a dormir un poco - mentí.

-Claro, no tienes por qué disculparte Beth - dijo apretando mi mano mientras se levantaba y cogía el plato ya vacío - Si no consigues dormir avísame, puedo empezar a recitarte metales y sus propiedades, es como un somnífero - ofreció con una sonrisa divertida - A Silena le funciona.

-Créeme que lo tendré en cuenta. Y gracias por esto - dije como cada día antes de que cerrase la puerta tras él.

Saqué con rapidez mi daga, apretándola en mi mano mientras trataba de separar en mi mente los ruidos del exterior y centrarme solo en el camarote. Avancé despacio, estaba tan acostumbrada a las sorpresas que podía tener hasta un venti volando por aquí. Todo estaba en su sitio, mientras Charles hablaba había memorizado algunas cosas del camarote, las que estaban más a la vista y su exacta posición por si por la presencia de algo o alguien se movía, pero por suerte o por desgracia, todo parecía estar en su lugar. Mi cuello tronó cuando lo giré con brusquedad en dirección a la puerta de mi habitación tras escuchar un golpe más fuerte que el resto viniendo de ahí.

Lamenté cada paso que daba tratando de no hacer ruido pero la madera vieja y desgastada del barco no ayudaba en absoluto. El bronce de mi daga brillaba casi enfrente de mi cara, en posición mientras pegué la oreja a la puerta escuchando algunos pasos dentro como si estuviesen rebuscando en mis cosas. Solté un suspiro bajo tratando de calmarme, cogiendo de nuevo aire con fuerza antes de poner mi mano en la perilla fría de la puerta y abrirla con rapidez en posición de ataque.

-¡Quién... - mi grito se vio interrumpido al ver un esqueleto con el cubo de mi basura en la cabeza, tropezándose con la mesa y los muebles. - Esto tiene que ser una broma - murmuré guardando la daga y acercándome a quitarle el cubo de basura.

Hizo una mueca parecida a una sonrisa cuando me vio aunque aún así miraba nervioso a su alrededor como si mi habitación fuese una pesadilla. Pobrecito, a saber cuánto tiempo llevaba aquí encerrado y con el cubo en la cabeza. Una cosa que había aprendido es que los esqueletos de Nico al principio no son muy listos, y están bastante desorientados.

-Ven, vamos. Y no toques nada - advertí haciéndole una seña con la cabeza para que me siguiese.

Cerré con llave la puerta del camarote que daba hacia cubierta, nadie podía enterarse de los poderes de Nico como él pidió. Suponía que si entraban y veían un esqueleto iban a tener bastantes preguntas además de un buen susto.

Abrí la ventana cogiendo una de las botellas de ron gastadas y poniéndola justo en el borde, moviéndola poco a poco hasta que vi un pequeño arcoíris formarse con rapidez. Había cogido bastante práctica, ni siquiera tenía que usar una fuente de agua.

-Oh diosa Iris acepta mi ofrenda - recité ya de memoria - Muéstrame a Nico Di Angelo.

El círculo de agua que apareció parecido a una burbuja se volvió cada vez más nítido, mostrándome a un durmiente Nico en su litera con la mano sobre la cara y abrazando su nueva espada como si fuese un peluche. Debería pedirle a Charles que le haga una funda o algo, se iba a cortar un día de estos durmiendo. Despertó sobresaltado cuando alce la voz llamándole, casi cayéndose de la cama y chocando su frente con la cama de arriba mientras soltaba un gemido de dolor y se rasgaba los ojos.

-Todavía no toca entrenar - musitó cuando me vio soltando un gran bostezo - ¿Eres tan gandula ahora que no siquiera bajas las escaleras para despertarme? - espetó.

-Ven a mi camarote, tengo algo tuyo. - dije sin saber si algún otro tripulante estaba cerca.

-¿Y para eso me has despertado? Ya me lo das luego, joder - se quejó con dramatismo y le vi tumbándose decidido a pasar de mí.

-Tengo un amigo tuyo a mi lado, Di Angelo - dije en un susurro claro y abrió los ojos con miedo - Ven, ya.

Corté la conexión escuchando una maldición de su parte. Mi vista se fijó en el esqueleto, tranquilamente sentado en la silla donde estuvo antes Charles mirándome fijamente y cuando reparó en mi mirada sobre él agitó su huesuda mano en un saludo.

Un golpe más grande se escuchó en mi habitación, vi a Nico golpearse de bruces contra mi estantería, cayendo al suelo por el impacto mientras soltaba un sollozo en queja. Ya había llegado, cada vez era más rápido en sus viajes sombra, solo le quedaba mirar por dónde iba.

-¿Desde cuándo hay una estantería aquí? - masculló en queja sobándose la cara mientras se levantaba.

-Desde ayer, remodelé la habitación - respondí encogiéndome de hombros. La había trasladado desde una esquina a otra.

-Tu y tu maldita manía de cambiar todo de lugar para entretenerte - murmuró por lo bajo - En nuestra próxima parada... por Hades cómprate veinte libros más y deja de mover el mobiliario.

-O tú podrías ser una persona normal y entrar por la puerta - rebatí viendo cómo rodaba los ojos - Los viajes sombra te dejan cansado, los deberías usar solo cuando sea esencial.

-¿Desde cuándo soy normal? - se señaló a sí mismo y luego al esqueleto aún sentado para reforzar su punto - Además, así me aseguro que luego no tenga problemas en dormir. Sabía que no había contado mal y me faltó uno - dijo mirando al saco de huesos - Lárgate - ordenó alzando su mano en su dirección y una espesa nube negra se formó a los pies de la silla tragándose al esqueleto en cuestión de segundos - Listo, limpieza de muertos vivientes hecha ¿puedo ir a dormir ya?

-Sí, solo... ¿hace cuánto se te había escapado?

-Desde ayer por la noche - respondió con una mueca.

-¿¡He dormido con un esqueleto en mi habitación, Di Angelo!? - exclamé espantada - ¡Contrólalos!

-¿Crees que no lo intento? ¡Son torpes! Se escapan. Además seguramente estuvo dando vueltas por el barco - dijo tocándose el pelo con vergüenza ante mi insistente mirada - Vale, perdón. Te informaré cuando sospeche que me falta uno.

-Que no vuelva a pasar Nico, no podrás ocultarlo si no - finalicé viendo cómo asentía en despedida saliendo de mi habitación como una persona normal, por la puerta.

Ha sido extremadamente difícil ocultarlo, sobretodo cuando practica con sus poderes. Los primeros días me pasaba varias horas controlando que ningún esqueleto se escapase y empezase a aterrorizar por el barco. Ayudaba a Nico en lo que podía; lo que me es posible ya que controlar a los muertos no es mi campo de actuación. Pero básicamente lo que hacía era transmitirle confianza y alentarle, además de estar escuchando todas sus inseguridades y ayudarle a relajarse, así tenía poco a poco más control. Seguía teniendo fallos como el de hoy, pero cada vez menos y los viajes sombra que descubrió cuando Clarisse le lanzó por cubierta eran muy útiles; y divertidos, sobretodo al ver a La Rue mirando por la barandilla al mar buscando a Nico Di Angelo y asumiendo que ahora sí que lo había matado.

Algo que ahora tenían en común Leo y Nico son los poderes y con ello, el tremendo desgaste físico que conllevaba. No les envidiaba, si usaban sus poderes en alguna batalla para darnos ventaja luego estaban tan agotados que se quedaban desprotegidos, incapaces de defenderse por sí mismos. Por eso machacaba una y otra vez a Nico más que al resto, obligándole a coger una muy buena forma para que al menos tenga más aguante tras invocar a los muertos o realizar un viaje sombra.

Comencé a sentir la tentación de hacer realidad mi pequeña mentira a Charles, últimamente tenía bastante sueño y un agotamiento mental que solo me pedía tirarme en la cama como si el estar tumbada y dejar pasar las horas no agravase aún más mi situación. Estoy tan exhausta que cada entrenamiento era más por obligación que por ganas, ni siquiera disfrutaba luchando, es solo algo que tengo que hacer sí o sí, no sentía ya la adrenalina y emoción del riesgo o la aventura. Todo se había tornado monótono excepto el dolor, ese no es constante, se incrementaba a cada segundo por cualquier parte o circunstancia y lo peor, es que comenzaba a acostumbrarme a él, me resigné a que así es mi vida ahora.

El camino a mi habitación se vio interrumpido cuando me fijé en la mesa, sobre los planos desordenados desde esta mañana reposaba una espada que no había visto antes, blanca y afilada hasta la punta. No tenía empuñadura, solo un revestimiento parecido al cuero en uno de los extremos. La cogí comprobando que a pesar de su longitud era bastante ligera y no tan pesada como parecía, además de que no era metal, más bien parecía...

-Hueso, hueso de drakon - escuché a mi espalda y cerré los ojos unos segundos sin girarme - Directamente del pantano de drakon, en lo más profundo del Tártaro. - Reconocí su voz.

-Es una buena espada - controlé el tono de mi voz mientras pasaba el pulgar sobre el cuero que conformaba la inusual empuñadura - Lárgate.

-A pesar de tu carácter siempre fuiste educada para tratar a tus invitados ¿qué ha cambiado? - preguntó y la sentí caminar por el camarote. Cerró el pestillo de la puerta.

-Tu no eres una invitada.

-¿Me recuerdas? Es de mala educación darle la espalda a las personas... o dioses.

Dejé la espada de nuevo sobre la mesa. Mi mano fue hasta mi cinturón en busca de mi daga pero no estaba, un suspiro se escapó de mis labios cuando me giré enfrentándola, totalmente desarmada. Llevaba el mismo vestido negro de la última vez que la vi, pegado al cuerpo y las mangas tan anchas que dejaban ver sus blancos brazos y entre sus manos, mi daga, presionando la punta en sus dedos con concentración como si estuviese estudiándola. A pesar de ello, subí mi mirada encontrándome sus ojos fijos en mí, esa mezcla amarilla y verde tan brillante que contrastaba con el rojo pegado a su pupila. A pesar de la seguridad e intimidación que ejercía su mirada, sus labios rojo intenso estaban unidos sin emitir ninguna de sus sonrisas que me llegaron a aterrar.

-Cómo olvidar a la diosa que me provocó tantas pesadillas - hice una pausa viendo su sonrisa aparecer sin mostrar los dientes - Némesis.

-¿Más que ahora? - preguntó con sorna - Te he estado observando, te vienes abajo segundo a segundo. Lloras cundo nadie te mira, aparentas una fortaleza que ya no tienes - resumió en pocas palabras mi día a día - Cargas con tanto dolor... ni siquiera tus amigos saben ni la mitad de lo que te pesa.

-Soporto el dolor para que no tengan que hacerlo ellos - respondí de forma casi automática. No permitiría que Thalia se preocupase aún más por mi, nadie más, ya tenían suficiente con su propia agonía.

-¿Soportas? ¿O te consume?

-¿Vas a volver a provocarme pesadillas en mi cabeza? ¿Visiones de mis hermanos hasta que termine llorando? - ignoré su pregunta sosteniendo su mirada y tratando de aparentar seguridad.

-¿Para qué, Annabeth? - preguntó de vuelta. - ¿No crees que tu vida ya es una suficiente pesadilla? ¿Una perpetua agonía? Tu principal problema es estar viva, estar consciente de todo y sufrir. Solo sufres.

Tenía la respiración pesada, sus palabras cargadas de verdad solo agravaban más el dolor en mi pecho, como si escucharlo de ella solo intensificase lo que sentía. Me dañaba, porque no podía negarle nada, ambas sabíamos que le había cogido asco hasta a vivir, e hipócritamente perseguía la vida para mis hermanos, también la mía misma. Anhelaba que su vuelta significase la de mi felicidad también.

Las personas solían tener pesadillas recurrentes, algunas sobre ser decapitadas, apuñaladas hasta desangrarse o ahogarse en las más violetas aguas sin recibir ayuda. Pero todas tenían algo en común, sueñan con su muerte pero siempre se despiertan antes de morir. En mi caso esas pesadillas las tengo despierta, esa es mi vida. Mil veces peor, porque por más que duela, sufra o sienta, no muero.

-Pierdes tu tiempo, de nuevo - especifiqué negándome a responder para no vacilar en seguridad - Te lo dije Némesis, la venganza solo indica la falta de inteligencia. No trae nada bueno.

-¿Hablas tú de inteligencia? - rebatió - Te lo advertí, dije que tu sabiduría se iría y te cegarías Annabeth Chase. Y mírate ahora, tratando de desafiar a la muerte. Mis palabras se cumplieron, jamás mentí.

-Sé mejor que nadie que es un error, lo he aprendido en este tiempo - admití con un corto asentimiento - Pero eso no quiere decir que vaya a parar, voy a conseguirlo. Y tú no podrás frenarme.

-¿Quién dijo que quisiera frenarte?

-Me da igual lo que quieras, no cometeré el error de perseguir la venganza. Uso la sabiduría que me queda para renegar de ti - me felicité mentalmente al ver un cambio en su seria expresión, ahora ligeramente molesta.

Dejó con un seco golpe mi daga en un mueble a su derecha. Sus finos dedos pálidos se arrastraban por la madera como en una peligrosa caricia. No se acercaba a mí pero andaba por el camarote pasando una ojeada rápida a cada objeto que poseía como si fuese interesante, luciéndose en su elegante andar como si me quisiera decir que además de su filosa labia y su poderosa aura oscura, su aspecto también había sido un incentivo para algunas personas que se unían a ella.

-¿De verdad piensas que la opción inteligente es alejarse de la venganza? - habló de nuevo pero no me dejó responder al continuar: - ¿O son las palabras de alguien más? Alguien cobarde pero lo suficientemente cautivador para que cada oyente repita sus palabras carentes de valentía sin verle el sentido. - hizo una pausa mostrando ahora una serena mirada como si tuviese todo de nuevo bajo control - Dímelo tu misma Annabeth. Todos dicen <<la venganza es mala>> ¿pero cuántos lo sentís así? Perdonar al enemigo es la mejor muestra de ser superior ¿no es eso? - apoyó ambas manos sobre la mesa inclinándose hacia mi - Dímelo. Dime que perdonas a Prometeo, que perdonas a Océano, dímelo y me iré. Júrame por el río Estigio que no quieres el icor dorado de su sangre chorreando por tus dedos, de la misma forma que sentiste la de tus hermanos.

No pude responder, menos jurárselo. Sonrió en grande al verme apretar el respaldar de mi silla al otro lado de la mesa tratando de aplacar mi furia. Claro que no les había perdonado, jamás lo haría, no podía aunque quisiera. Son los asesinos, no solo de Luke y mis amigos, también de Malcolm, nada les habría pasado a ninguno de no ser por Océano y Prometeo. Jamás podría mirarles a la cara sin sentir furia.

-Los moralistas y filósofos se pisan unos a otros y la humanidad está llena de borregos incapaces de pensar por ellos mismos - continuó chasqueando la lengua con fingida pena - Unos dicen: Eres mejor que ellos si no igualas sus acciones - cambió su voz usando una más grave como si lo hubiese escuchado ella misma - Mientras otros alegan que nadie es mejor que nadie. ¿No lo ves? Se contradicen entre ellos. Y vosotros... todos vosotros alabáis cada palabra porque sois incapaces de pensar. Alabáis a unos cobardes que como no se atrevieron a combatir sus propias guerras, ahora quieren librar la vuestra con su falsa moralidad y crear un ejército de cobardes.

Era consciente del aura poderosa de Némesis, sentía la ira crecer en mí pero no podía controlarlo, no es como la ultima vez. No estaba tan destruida como ahora y lo peor, es que le veía el sentido y comenzaba a compartir su odio y a dudar de mi propio criterio. ¿Por qué decía que la venganza era mala? Jamás me puse a pensarlo fríamente, solo adopté esa expresión y forma de vida de una manera tan automática como una costumbre de mi día a día. Sentí hasta rabia contra mí misma, acostumbrada a llevar la contraria y perseguir mis ideales, ahora venía Némesis a poner en duda la base de ellos que no estaba para nada fundamentada. Cometí el error de darlo por hecho, la venganza es mala ¿Pero por qué? ¿Por qué dejar que se largasen después de destruirme? ¿Después de matar a mi familia?

-¿Eres una cobarde Annabeth? - preguntó metiéndome presión - ¿Anularás ese instinto animal que te pide sangre y agacharás la cabeza como has estado haciendo?

-Solo quiero recuperarles, nada más – mentí tratando de que no se notase que sus palabras estaban haciendo mella en mí.

-Mientes Annabeth. Quieres que paguen. Recuerda su tortura, cada gota de sangre, cada grito de Luke Castellan, con los que sueñas cada noche – susurró alejándose unos pasos sin desviar la mirada de mí – Provócales dolor, arrancales cada grito. Uno a uno, que sientan todo tu sufrimiento en su piel, lentamente. Hazles que deseen estar en el Tártaro.

Recordé el rostro de Prometeo, esa sonrisa cruel y despiadada que tanto daño me había hecho junto a Océano, aquel titán sin rostro pero con tanto poder no solo para destruir el mundo, sino también para controlar la voluntad de las personas, sus acciones y pensamientos. No, jamás podría siquiera mirarles a la cara sin sentir el deseo de matarles. Me lo habían arrebatado todo, no solo Luke y mis amigos, a Malcolm también, si no hubiésemos empezado esta locura, mi hermano pequeño estaría vivo.

-No es el dolor que te pueden causar de más el que temes, es el tuyo propio Annabeth - continuó hablando aprovechando mi silencio para perturbarme aún más - Y por más aterrador que sea, sabes que te hace fuerte. Abraza ese dolor, siéntelo y hazte aún más poderosa. Permíteme ayudarte.

-El poder termina corrompiendo - espeté dándole una mirada furibunda con la fuerza que me quedaba. - Haré lo que tenga que hacer. Sin ti, Némesis.

No se mostró ofendida ante mi rechazo, solo sonrió con malicia y superioridad. Entendía bien sus expresiones, al menos había conseguido que me replantease la venganza, pero indirectamente siempre lo tuve en mente sin ser consciente de ello. He estado tan enfocada en recuperar a los caídos que no me paré a pensar en Prometeo, Tántalo, Océano, Drew Tanaka,... todos ellos. Y nadie, nadie me podría parar hasta tener sus cabezas a mis pies. Les haría pagar cada gota de sangre derramada de los míos.

-Imagínate que lo consigues, que les recuperas ¿luego? Luchar contra Océano - se respondió a ella misma - No hay luz al final del túnel, solo está el túnel, oscuridad. Annabeth... siempre es luchar, sin descanso. Muerte tras muerte, sin parar.

Dicen que el tiempo lo cura todo, llevaba tanto tiempo esperando por algo de esperanza que he olvidado qué era ser feliz, un rayo de luz que no llega. Lo bueno para mí no quiere venir, lo había aprendido día tras día. Mis únicos momentos felices ahora eran pocos, pero los atesoraba como nadie; esas pequeñas conversaciones con Charles, las discusiones con Clarisse, a Nico perdiendo esqueletos o tener a mi hermana junto a mí quejándose de todo. Me aterraba perder lo poco que me quedaba.

-He estado observando cada paso tuyo - susurró acercándose lentamente y no tuve fuerzas para alejarla, necesitaba concentrarme para mantenerla alejada de mi mente - Limpiando en las sombras cada lágrima que escurre por tu precioso rostro. Oh Annabeth, estás tan cansada, no te mereces tanto sufrimiento.

Algunas personas merecen morir, otras merecen vivir, pero parece que estas últimas, cuánto más viven, más sufren.

Pasó el dorso de su mano por mi cara, haciéndome notar unas lágrimas en las que no había reparado. Su tacto es frío pero reconfortante, dejaba una estela de agotamiento allá donde pasaba, sentía todo el cansancio que portaba salir a la luz con ella, me demostraba la realidad de mi condición y lo que trataba de ocultar cada día a ojos de todos. Ni todo el suelo del mundo puede quitar el cansancio que tengo, estaba tan cansada que me basaba en un día a día de apariencias. Sonreír siempre fue más fácil que demostrar que sufro más de lo que piensan.

-El exceso de pensamientos es el comienzo de la depresión - susurró en mi oído - Y tú Annabeth, fuiste incapaz de frenarlos. No puedes escapar.

-Ya es demasiado tarde, sé que estoy enferma - me aparté bruscamente de ella. Su presencia tan calmante, envenenaba.

A muchos les sorprendería pero yo tampoco soy de piedra. Sabían que lo pasaba mal, pero no la magnitud que había alcanzado, la depresión envolviéndome como un recuerdo de que había sido fuerte demasiado tiempo. Seguía hundiéndome cada vez más en ella, aparentando que soy lo suficientemente fuerte como para tirar de todos, pero no hay mentira más dura. No lo soy. Por supuesto que no.

Admiraba como no tenían ni idea a mi hermana mayor. Trataba de aprender de ella, que tiraba de su dolor peleando cada día por nosotras, por Luke, por Reyna, por todos,... por ella misma. Es tan fuerte que sabía que merecía vivir y trataba de contagiarme esas ganas de vivir, pero joder, yo no las tenía. He fallado tanto que no me lo merezco, la vida se ha encargado de hacerme sufrir mientras siga respirando como un recordatorio de que la superación y la felicidad no es para mí.

-Todo se solucionaría si murieses ¿verdad? También lo has pensado - afirmó sin moverse de su posición - Esa profecía que tanto te asusta... nadie se tendría que sacrificar por ti, es la forma que tienes de salvarlos. Pero tienes que recuperar a tu familia y amigos, por eso no tiras la toalla ¿no es cierto? Yo te ofrezco descansar, no sentirás dolor y nadie correrá peligro.

Sus ojos estaban fijos en los míos, demostrándome que como hace tiempo atrás no mentía. Mas jamás me fiaría de ella, había leído tanto sobre ella, nada bueno, Némesis no es alguien a quien quieras tener en contra y menos a tu lado. Es para mí la más peligrosa de las diosas, aquella que no necesita usar la violencia para hacerte sentir que mueres o que estás perdido. Tan inteligente y hábil con las palabras que asustaba, porque todo tenía sentido, manejaba la conversación a su gusto.

-¿Por qué sigues resistiéndote a la verdad? Lo viste Annabeth, el hilo de la vida fue cortado, alguien morirá - me recordó una de mis constantes pesadillas - Thalia, Percy ¿quién será? ¿O serán ellos los protagonistas de tu profecía? ¿Cuál de ellos se sacrificará por ti cuando llegue el momento?

Mi respiración comenzó a acelerarse, mi mano se abría y cerraba en un tic nervioso. Una cosa era soñarlo, otra tener a una diosa diciéndomelo en la cara, todo lo hacía mucho más real. Me aterraba como nunca pensar en la muerte de cualquiera de ellos, menos por mí que no lo merecía. Si mueren nada de lo que haya hecho, todos mis esfuerzos habrán sido en vano, no podía permitir que muriesen quienes amaba mucho más que a mí misma. Solo pensarlo me atemorizaba, me fallaba la voz tratando de articular una respuesta, ni siquiera el llanto me salía. Lo único que podía hacer era observar la sonrisa blanca e inmaculada de Némesis ante mi reacción.

-Ya escuchaste a Thanatos, no puedes completar la misión, no sois suficientes - continuó metiendo presión y yo no podía siquiera tener un pensamiento coherente, todo estaba explotando poco a poco en mi cabeza - Necesitas mejorar tus habilidades, yo puedo ofrecértelo. Puedo convertirte en la pirata más letal que exista, una auténtica tormenta que arrase todo a tu paso. La sangre enemiga salpicando todo a tu alrededor - apretó el puño delante de su cara - Ningún alma inocente y amiga volverá a sufrir.

La imagen de Nico vino a mi mente, ahora él era sumamente poderoso. Pero ni siquiera Thanatos nos afirmó que con eso podríamos vencer, solo... sentí que se lo dio como protección, preparándole para lo que nos venía. Estaba segura de que Némesis estaba al tanto de los poderes de Nico y si usaba nuestra debilidad para venir a por mí, me hacía creer aún más que no valíamos para esto.

Habíamos estado apunto de morir con las sirenas, yo misma había asumido que iba a perecer en esa oscura cueva junto a Nico. Tuve las imágenes de mis hermanos y Percy en todo momento circulando por mi cansada mente, necesitaba sonreír en lo poco que me quedaba de vida. Pero tuve una oportunidad más ¿pero para qué? Todo indicaba que si seguía como ahora, moriría tan cerca que dolería incluso más ver que no llegué a salvar a mis hermanos; además corría el riesgo de tener un error más y perder a alguno de mi tripulación en el camino.

Otra vez estaba a mi lado, su respiración muy cerca de la mía sim dejar de sonreír al verme temblar y mi incapacidad de articular alguna palabra o alejarme de ella. No podía reaccionar, lo único que movía era mis ojos vigilando cada movimiento de la diosa.

-El silencio es tu grito más fuerte - su tacto frío volvió a mi cara con peligrosa delicadeza - Una joven tan cansada, tan destrozada que no le quedan fuerzas para hablar. - Movió con cuidado mi mandíbula, ladeándome la cara, acercó su boca a mi oído y susurró: - Yo puedo aliviar tu dolor, Annabeth Chase. No volverás a tener miedo, no sentirás más nunca tu alma desgarrarse.

Es sigilosa, no solo en sus actos, también en sus palabras. Cada frase sonaba como una peligrosa y adictiva tentación, agarraba tus miedos y te los mostraba en todo su esplendor, usando el terror para debilitarte más de lo que estaba. Incitaba al miedo, había perdido tanto que si aún conservaba un atisbo de cordura, Némesis me lo arrebataba. Cuando la oscuridad te rodea solo te preguntas si alguna vez acabará, si esas frases de apoyo y ánimo sobre una luz que brillará cobrarán sentido y serán reales, sobrevives por esa esperanza. Némesis es como esa tinta negra que se derrama sobre tus mejores dibujos, arrastrando el caos y la oscuridad por todo lo que eres y por más que borres o trates de remediarlo; ya no hay salida.

-No soy estúpida. No eres la cura para lo que vivo o siento, solo eres otra enfermedad - hablé con lentitud pero me sentía totalmente derrotada, disfrutando de una cercanía que parecía hasta falsamente sanadora - Estar contigo es mi perdición - musité y asintió.

-Pero es su salvación - respondió.

Noté un peso extra en mi mano que se acrecentaba cada vez más. Mis ojos rompieron el contacto con los de Némesis, fijándome en la espada de hueso de Drakon ser sostenida por mí; ni siquiera sabía cuándo la había cogido. En cuanto fui consciente de ella volvió a sentirse ligera, de la misma forma que Percy me explicaba que sentía a contracorriente, como si fuese una unión entre humano-arma. Como yo lo sentía con mi daga.

-Cada vez que la empuñes, aplicarás tu propia justicia, matarás por venganza. A todos. - la sentía detrás mía, su aliento chocando en mi nunca mientras mi mirada continuaba en la espada. - Cada vez que la uses, me venerarás. Aplicarás la justicia que mereces, establecerás el equilibrio, del bien... y del mal.

-Un último sacrificio - la miré derrotada - Por ellos, no por mí.

-El auténtico éxito requiere un sacrificio.

La espada se escapó de mi agarre en el momento en que todo mi cuerpo se dobló. Un intenso dolor me recorrió de arriba abajo mientras hacía esfuerzos de no gritar hasta quedar involuntariamente arrodillada frente a la diosa. Mis oídos pitaban, sentía que me estaban cortando la piel lentamente. Unas gotas de sangre comenzaron a manchar el suelo, mi mano izquierda totalmente roja y en la muñeca la sangre seguía brotando, poco a poco mientras se mezclaba con mis lágrimas.

-Di adiós a todo lo que amas, no volverás a sentir, Annabeth Chase - susurró en mi oído.

El peso que sentía en mis hombros disminuyó, de un momento a otro mi mente se quedó en blanco, con una paz inusual. Respiraba de forma acelerada y mis ojos estaban fijos en mi muñeca, pasé el pulgar por mi sangre, viendo grabada sobre mi piel las marcas rojas de una herida reciente. Un pequeño humo surgía de ella, adentrándose por mis fosas nasales y tranquilizándome al mismo tiempo que la forma de una balanza atravesada por una espada se gravaba como una quemada al rojo vivo en mi piel, salpicada y cubierta aún por mi sangre.

La espada de hueso de Drakon estaba delante de mí, siendo sujetada por Némesis que me miraba sonriendo con cinismo y ciertamente, en el momento en que mi mano se unió a la suya sobre el arma, yo también lo hacía.

-Annabeth - escuché mi nombre del exterior y el golpe repetitivo en la puerta - ¿Por qué has cerrado? - preguntó Charles desde fuera.

Miré frente a mí pero Némesis ya no estaba. Con rapidez abrí uno de los cajones, vendándome la mano sintiendo el ardor más profundo al notar la tela rozando la herida aún abierta.

-¿Estás bien? Nunca cierras, sobretodo por Thals - habló Charles nada más quité el pestillo - Ya ha terminado sus tareas.

-¿Y a mí eso en qué me repercute? - contesté cansada.

-Uh... tenias entrenamiento con ella otra vez, pero me dijo que le dijiste que fuese a dormir - dijo tocándose el pelo con duda ante mi tono - Quería comprobar si era cierto.

-Lo es.

-¿Qué te ha pasado? - preguntó señalando mi muñeca y la escondí tras la puerta.

<<Échale>> escuché la voz de Némesis.

-No es de tu incumbencia, Beckendorf. - Las palabras escaparon de mi boca sin que yo las controlase, viendo su cara de sorpresa nada más hablé. - Limítate a hacer tus tareas.

-¿Beth? ¿Dije algo malo?

-Lárgate. Ahora.

Cerré la puerta dejándole con la palabra en la boca. No sentí nada, ni lástima ni satisfacción, solo... el placer de la nada. Tenía la mente despejada, un suspiro de satisfacción escapó de mis labios antes de sonreír. Némesis estaba de nuevo frente a mí con mi misma sonrisa, mirándome con orgullo y yo con agradecimiento. Lo había cumplido. Me obligué a pensar en Luke, sonreía asintiendo hacia mi con orgullo, esa mirada de seguridad me alejaba cualquier duda, estaba en camino de recuperarle y nada ni nadie podría detenerme.

-Esto es el principio de algo grande Annabeth Chase - Némesis sentándose en la silla del capitán. Todo estaba comenzando para mí. - ¿Cómo te sientes?

-Liberada.

*****************************************************************

No me avergüenza admitir que desde el primer capítulo en que la presenté, para mí Némesis tuvo el aspecto de maléfica. ES QUE MIREN ESA CARA DE MALA LECHE E INTIMIDACIÓN.

Némesis al ver que por fin lo consiguió tras el desastre del cap del otro libro. EL QUE LA SIGUE LA CONSIGUE. Buitre carroñero.

Continue Reading

You'll Also Like

593K 10.5K 46
Percy goes to live with the Avengers. The Avengers then realize something strange about the boy. There is an emptiness in his eyes and the way he and...
1.3M 32.4K 29
Yes, another Avengers and Percy Jackson crossover with good ol uncle Tony. Cliche I know. Peter Parker was finally given something to do, a mission s...
150K 13.8K 49
-Todos la necesitan a ella- Meredith desaparece y Andrómeda no puede con todo lo que está pasando. Aún así, en un estado deplorable, los dioses le...