RayEmma Smut Scenarios

Rea444

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Acá voy a poner todo lo lemon que se me ocurra para RayEmma. Dibujo de portada por @_boring_robin_ en Twitte... Еще

✨🧜🏻‍♀️Fanarts del fic 1🏴‍☠️🌊
∆ Inccubus Ray AU ∆
∆ Emma's Birthday Present ∆
∆ Red Riding Hood Emma x Big Bad Wolf Ray AU ∆

∆ Mermaid Emma x Pirate Ray ∆

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Rea444

Advertencia: Lemon(obvio), muy OOC y Ray es un pervertido que no se calla nada XDXD

La tarde caía sobre el mar, coloreándolo de un naranja brillante. El viento movía las aguas, formando pequeñas olas. En una embarcación pirata, que navegaba en aquella hermosa mar, se encontraba la joven sirena, pensativa sobre su inminente futuro. Pronto su travesía junto a los bucaneros terminaría, ellos llegarían a su destino y no necesitarían más de su ayuda para leer el mapa del tesoro. Al fin, ellos encontrarían las riquezas del corsario Yuugo, que por tantos años buscaron, y ella regresaría junto a sus hermanas sirenas. Sin embargo, sentía un dolor en su pecho. Sentía que no podía esperar a volver a nadar libremente en el océano, lejos del mal olor a pescado podrido, madera húmeda y marineros impúdicos; aun así, algo en su corazón le gritaba que no quería alejarse de allí. Ella... sabía bien a qué, o a quién se debía ese sentimiento.

El Capitán del "Dark Cyclops" volvió de asearse a su camarote, donde ella siempre estaba. Él nunca se medía con ella a pesar de ser una chica, poco a él le importaba regresar de la letrina casi desnudo, solo con una toalla alrededor de sus caderas, cubriendo sus partes inferiores. Según él era más que suficiente para cubrirse, y por más que lo hiciera, la sirena seguía sin acostumbrarse, lo que sus reacciones a esto eran muy diferentes a cómo fueron al principio. Mientras que la primera vez le gritó horrores y le parecía desagradable, ahora no podía apartar su vista de él. Sus cabellos, pecho y piernas, aun empapadas y goteando, dejando un rastro de agua por el suelo. Su olor, exquisito, debido a los jabones y perfumes que le había robado al Capitán de la Marina de Guerra. El recién aseado se sentó en su cama, secándose su azabache cabellera con una toalla, mientras que rascaba su barriga con la zona lisa de su garfio, atrayendo la atención de los orbes esmeraldas. Este notó su ardiente mirada sobre él, así que la correspondió, sonriendo pícaramente en el proceso.

- ¿Qué pasa? Pareces hipnotizada, rojita. Lo cual es gracioso, ya que suelen ser los de tu especie quienes hipnotizan a la gente. - su sonrisa no dejaba su rostro

- Es que... estuve pensando en mi hogar... -

Al ella decir esto, la expresión del pelinegro se tornó seria. Cerró sus ojos y apartó su cara.

- ¿Ah sí? - su tono fue despectivo, no, más bien herido.

- No es eso... - comenzó a hablar la sirena, aun insegura de que diría - Mira... yo... Nosotros, cuando me capturaste, no empezamos por muy buen pie... Pero, al conocernos mejor, nos dimos cuenta que en realidad hacemos un buen equipo. He aprendido tantas cosas sobre el mar que no me imaginaba. He aprendido de navegación, lectura de mapas, guerra, estrategia, libros. He aprendido sobre ti, de tu pasado, que te gusta y que no... Que, para ser un pirata grosero y creído, eres en realidad bastante culto y encantador... - sus mejillas se enrojecían al pronunciar dichas palabras. - R-Ray, no pensaba en mi hogar por simple anhelo, no. Pensaba en que anhelaré si me voy a este. Lo que dejaré atrás, es decir, aquí. -

- ¿Emma...? - había dejado su labor de secar su pelo, ahora solo tenía ojos y oídos para la sirena

- La cuestión es... que te extrañaré mucho. Es que eres... simplemente único... Ningún hombre me ha hecho experimentar ni la mitad de emociones que me has hecho sentir tú. - trataba de ser lo más sincera que pudiera, ella había tomado una decisión y estaba dispuesta a hacérsela saber, sin rodeos.

El Capitán, atónito a las nuevas declaraciones, se levanta y acerca a la sirena, quien permanecía sentada en una de las cajas de madera del camerino. Sus manos alcanzaron las de ella, las cuales se encontraban tensas, reposando en la tapa de la caja. Ella debía dar un paso hacia adelante, dejarlo claro. Su larga y escamosa cola emitió una luz mágica; al instante, esta se dividió, transformándose en un par de piernas humanas, dejando su zona fémina a la vista, ya que no llevaba nada para cubrirla.

Ray bajó su vista hacia dicha área. Era raro verlo sonrojado, pero se debía en su mayor parte a que fue algo inesperado para él. ¿Cuántas veces no había intentado engatusarla para que revelara sus piernas y le permitiera abrirse camino entre ellas? Cada vez, ella se negaba, por supuesto y, por más increíble que pareciese, él detendría sus coqueteos descarados por el resto del día. Pensar que después de todas esas directas e indirectas, ella voluntariamente se ofrecía a él.

- ¿Desde cuándo te sientes así? - preguntó eufórico, casi sin poder contener su excitación

- No lo sé... Apenas me di cuenta, pero creo que me siento atraída por ti desde hace mucho... - confesó, sus mejillas coloreadas y su mirada baja, parecía un hechizo que lanzó sobre él, pues no podía dejar de mirarla

- Jejeje, ¿quién lo diría? Antes aprovechabas cada oportunidad para decirme que me odiabas, y mírate ahora. - la parte curva de su garfio acariciaba la piel de su muslo, haciéndola suspirar eróticamente.

"Hmm, así que las sirenas poseen piernas sensibles, tiene sentido, apenas se transforman..." pensó el pirata para sus adentros

- Y-yo... - separaba sus piernas para que el frío metal del garfio pudiera acceder al resto de su muslo - Quiero que me tomes... Así no me arrepentiré de nada. - suspiró pesadamente cuando la mano del joven se unió a las caricias - Así tendré un consuelo para cuando vuelva a casa. -

El pelinegro quería incitarla a que se quedase, que la tripulación ya había aprendido a quererla y que se sentirían vacíos sin su presencia, pero ese no era el momento, más tarde sin dudar. Ahora era tiempo de pasar un buen rato con ella, incluso más que eso, Ray había estado esperando por que ocurriese aquella situación desde que puso sus ojos en la hermosa sirena.

La joven colocó sus pies sobre la caja de madera, aumentando la visión del pirata sobre su zona inferior. Este amplió su sonrisa y comenzó a acariciar su centro con el garfio, de arriba hacia abajo, el frío del metal proporcionando descargas de placer en el cuerpo ella. Él observaba su rostro sonrojado, admiraba sus ojos cerrados y se deleitaba con sus jadeos. Le hacían sentir algo más que deseo sexual. El capitán quería protegerla, mantenerla junto a él, besarla, acariciarla, amarla...

"¿...Amarla?"

¿Era amor lo que sentía? Al ser un pirata sin ninguna relación amorosa en toda su vida, el máximo contacto con mujeres serían prostitutas o sexo de una noche. Lo que sentía hacia la sirena, era algo que quería conservar, atesorar. Había encontrado lo que siempre estuvo buscando inconscientemente. En esos momentos, quizás... le interesaba más Emma que el tesoro esperándole en aquella isla. No podía tomarse la situación a la ligera.

- ¿Estás segura? - detuvo su moción en su centro, alejando su brazo de este - ¿Realmente deseas que un bárbaro como yo te desvirgue? - miró a otro lado. Por más que hiciera creer al resto que tenía un gran amor propio, no era así, y justo entonces, no creía ser digno de la pelirroja.

- ¿Quién dijo que sería mi primera vez? - habló con picardía - Puedo parecer más joven, pero en realidad soy unos años mayor. Las sirenas tenemos vidas más longevas que los humanos. - al decir esto, bajó sus piernas de la caja para pararse en la madera del suelo - Hace mucho tiempo, tuve mi primera vez y aprendí... - miró al semi-desnudo pirata, rio por lo bajo al ver que su erección levantaba su toalla. - ...unas cuantas cosas... - su mano acarició la punta que sobresalía, sobre la tela.

Ray tomó su muñeca con rapidez.

- Hablo en serio, rojita. - advirtió de nuevo, no creyendo del todo en sus palabras. Por más que quería preguntar adecuadamente, él parecía ceder ante sus provocaciones.

- Y yo también, capitán. - la mano que tenía libre se movió hasta el cuello del chico, las yemas de sus dedos jugando con los cabellos azabache de su nuca - Ray, bésame... -

De nuevo, las mejillas del mencionado se tornaron una sombra más roja, y no pudo evitar el sonreír. Su rostro se movió lentamente (como nunca antes) para buscar los labios ajenos. Por fin, sus bocas chocaron como las olas con la bahía. Esos carnosos labios sabían salados, como el agua del océano, tenían una esencia mágica y adictiva, proporcionándole una sensación como ninguna otra. Quería saborearla por mucho más tiempo.

Profundizando el beso, Ray abrazó a la joven por el torso, su mano y garfio acariciando la espalda. Ella parecía derretirse ante estos mimos. A pesar de no ser su primera vez, bien que era bastante inexperta; el chico, por el contrario, lograba hacer que cada pequeño roce, caricia, le afectara.

Entre besos apasionados, lenguas luchando por dominancia, jadeos y gemidos, el pelinegro acabó cayendo bocarriba en su cama, con Emma justo encima de él. La sirena se acomodó sobre su regazo, separando sus piernas, colocándolas a cada lado del cuerpo del pirata y sentándose de forma tal que sus entrepiernas rozaran.

- E-Emma... - jadeo ante el roce.

Los pequeños vaivenes otorgados por la pelirroja, lo habían vuelto un poco más vulnerable. Ella aprovechó este momento para acariciar el fornido cuerpo del joven, pasando sus dedos por cada cicatriz y relieve de este. Esto hizo sonreír con picardía al pelinegro, a quien en varias ocasiones le habían confesado que sus heridas lo hacían verse más sexy.

- ¿Te gusta lo que ves, rojita? - su tono de voz era más carrasposo y grave que de costumbre, sumándolo a sus suspiros y a la expresión de su rostro, Emma sintió contracciones en su zona inferior. No pudo evitar morder su labio, mientras asentía con la cabeza.

- Eres tan guapo...- jadeó por la sensación que le provocaban sus propios movimientos pélvicos. - Quiero hacerle cosas a tu cuerpo, Ray... Tantas... tantas cosas... -

El pirata notó como los orbes esmeraldas de Emma, se iban tornando en un rosa brillante. El mismo color que tenían sus ojos cuando se conocieron. Ella usaría su magia de sirena en él, pero no sabía cómo. Con una sonrisa maliciosa, bajo su rostro hasta el nivel de Ray y besó con nuevo fervor sus labios. Ahora el salado del mar había desaparecido, su boca sabía a un éxtasis dulce; se había vuelto adicto en pocos segundos. Cuando intentó agarrarla por sus caderas para asistirla con su lasciva danza, ella retiró sus manos y las colocó encima de su cabeza con su mano izquierda.

- Nada de eso. Quiero hacer esto por mi cuenta...- jadeó un poco y se acomodó un mechón de cabello detrás de su aleta auditiva derecha. - Después... podrás tomarme como más te plazca, pero ahora, por favor... déjame montarte... - al decir esta última frase, ella frotó con toda su fuerza sus entrepiernas.

Ray pensó que se correría con tan solo escuchar eso. Ella lo estaba sorprendiendo cada vez más, y amaba cada segundo de ello. Nunca una mujer lo había hecho sentirse así, tan excitado, tan desesperado, tan sumiso incluso, y ni siquiera le molestaba. Quizás se debía en parte a que lo que sentía por ella era insólito y diferente a lo que estaba acostumbrado, y también, a que la muy astuta estaba usando sus poderes de sirena para provocar una mayor atracción hacia ella por parte del marino.

"Rufiana, lo está haciendo a propósito..." maldijo el joven en sus pensamientos.

A Emma realmente le daba vergüenza todo lo que estaba haciendo. Frotarse tan descaradamente contra él, jadear de forma tan sonora y erótica, hablar sucio y sin tapujos. Todo esto lo hacía porque sabía el tipo de persona que era Ray; un pirata acostumbrado a la obscenidad e indecencia, así que quería mostrarle que ella también podía ser sexy, quería complacerlo, porque algo le decía que él la obsequiaría luego de tan buen trabajo.

Ahora, debía concentrarse en su labor, así que pensó en qué usar para sujetar, con algo más que su propia mano, las muñecas de Ray. Divisó la toalla que aun cubría al joven y optó por tomarla. Sin mirar aun lo que se ocultaba tras esta, Emma envolvió ambas manos y la amarró a los barrotes de la cama de hierro, usando el garfio de este como cierre, encajando su filo en la tela.

- ¡Ey! ¡Más te vale que no le deje un agujero! - se quejó él - Tch, usando mi garfio en mi contra... -

- Ay, Ray... Después de lo que haremos, sentirás que habrá valido la pena. - sonrió con confianza y toda dicha confianza se fue al traste cuando sus ojos pasaron del rostro del pelinegro, a la zona antes oculta.

"¡Oh, mierda! ¡Es muy grueso!" se avergonzó a si misma por lo que pensó "No, no, Emma. No es tiempo de arrepentirse. Debes seguir segura de ti misma. Tú puedes con esto."

- ¿Qué pasa, rojita? ¿Nunca habías visto una polla? - era su turno de reír, sin embargo, no sabía la reacción que provocaría en la pelirroja

"Egh, qué soez." Puso cara de desacuerdo, cosa que Ray notó y temió por su vida

Emma tomó su miembro, pero su agarre fue tan fuerte y brusco que logró soltar un gemido sorprendido del pirata. La sirena percibió que, al hacerlo, un poco de secreción salió de su punta, llegando a embarrar su mano. Si algo tenía claro, es que necesitaba lubricarlo bien si quería que entrase sin problemas, así que movió su mano de arriba hacia abajo, acariciando la cabeza con el pulgar de vez en cuando. Aquellos movimientos, sacaban suspiros y gruñidos del pirata, quien no podía evitar que jugasen con su cuerpo de aquella forma. Emma volvía a asombrarse del ancho de este, ya que descubrió que, al envolverlo completo con sus manos, no podía tocar las puntas de sus dedos. Este pensamiento le hizo tragar saliva, temiendo a que pudiera doler a pesar de ser su segunda vez.

"¿Siquiera cabrá?" se preocupaba de nuevo

Por estar perdida en sus pensamientos, no medía ni la velocidad ni fuerzas de su moción, siendo estos ahora, más intensos de lo normal, y al punto de hacer estallar al joven.

- E-Emmaaaa... detente o voy a... - advirtió y en seguida ella se detuvo

- Aah, l-lo siento, me distraje. - apartó su mano de su miembro y la dirigió al suyo propio

Con una mano acariciaba sus labios inferiores con el objetivo de aumentar la lubricación de su sexo y con la otra retiró las estrellas de mar que usaba para vestir sus senos. Disfrutaba de la sensación con sus ojos cerrados y cara sonrojada. Ray mientras, observaba la escena embobado, podría jurar que había empezado a sangrar por la nariz. Mordió sus labios encandilado por el espectáculo que le estaba proporcionando. Al fin veía sus pechos, quería morderlos, lamerlos y apretarlos, solo pensarlo le enviaba placer a su miembro. Tampoco ayudaba el hecho que ella se estuviera tocando frente suyo. Sentía el nudo de hace un rato, volver a formarse.

"Es oficial, me tiene hechizado. Esto que me está pasando no es normal." Se dijo a sí mismo antes de venirse sobre su estómago.

Algo de su líquido cayó sobre ella, sacándola de su enajenación y miró sorprendida al pirata.

- ¿Eh? ¿Cómo te---? Si ni siquiera te estaba tocando. ¿¡EH!? - preguntó en total confusión

"¿Será por culpa de mi hechizo?" comentó en sus pensamientos

- ¡No me mires! Esto es primera vez que me pasa. - giró su cabeza intentando ocultar su rostro tras su brazo. - Te veías deliciosa, no pude evitarlo. -

"Deliciosa." No sabía por qué le había afectado aquella frase, solo que sentía con mayor fogosidad sus deseos de estar con él.

- Ya estoy lista, Ray. Aunque parece que tendré que reanimarte. -

De nuevo, comenzó a restregar sus genitales, pero esta vez era un roce directo entre pieles tan sensibles. La pelirroja no reprimió en ningún momento sus gemidos, ya que sabía que Ray los amaría y lo haría excitarse más rápido. Y así fue, sus gimoteos devolvieron la dureza al pene del pirata, quién ya se encontraba hecho un desastre.

- Emma, déjame sentirte, por favor...- suplicó sin vergüenza, él solo quería ser uno con ella.

Ella sonrió feliz, acercándose una vez más a su rostro a robarle un beso. Durante tan amoroso acto, ella alineó su entrada y la punta, frotando al principio, para luego comenzar a hundirse en este.

- ¡Ahh---! - Su grito de sorpresa los separó a ambos del intercambio de lenguas. Debido a lo húmedos que estaban, fue sencillo deslizarse por completo en su interior y llegando hasta el final. - E-eso se sintió... aaah... - volvió a exclamar, esta vez, levantándose, sacándolo de su interior

- Joder, eres tan estrecha... siento que me voy a volver loco... -

La pelirroja ya se sentía en las nubes. Comenzó el choque y vaivén entre ellos con fuerza, no quería perder ni un segundo más. Ray la estaba haciendo sentir tan a gusto, tan placenteramente, quería sentir cada milímetro y disfrutar la magia que solo el pirata le brindaba. Con sus manos en el pecho del pelinegro, logró un equilibrio y soporte en las embestidas, permitiendo que sus brazos la ayudaran a levantar y arremeter su cuerpo con mayor fuerza, rapidez y profundidad. No quería más que el goce de ambos, la realización de sus secretos deseos y el mutuo regocijo para que ambas partes quedasen satisfechas.

- Por dios, Emma... Que bien me aprietas.... -

"¿Por qué sus comentarios tienen que ser tan indecentes?" se preguntó claramente afectada por las roncas palabras del pelinegro

- Hah, te encantó eso, ¿eh? Me apretaste más fuerte cuando--¡AH! O-otra vez... - su sonrisa era tal que podías ver sus colmillos

"M-maldito, está jugando conmigo. ¿Quién es el dominante aquí?"

- N-no me ah... h-hables sucio... - suplicó la sirena, aumentando sus embestidas para callarle la boca al pirata

- Jajaja, pero si... empezaste tú. Además, a-ah, me pides que... no lo haga porque... ¡hm! ...t-te sobrexcita, ¿no? - jadeó sonoramente, los movimientos de la joven lo estaban afectando.

Esos monólogos del chico le enviaban olas de placer por toda su espalda, hasta llegar a su intimidad, tenía que detenerlo antes que continuara, así que optó por tapar su boca con una de sus manos. Ingenua e inexperta la sirena, no se esperaba que tan pronto como hizo esto, Ray no tardó en lamer su palma, y dichas olas de placer, aumentaron su intensidad.

- ¿¡Ah!? R-ray... ¿Q-qué? - inconscientemente, se elevó y descendió sobre él de manera desesperada, ni siquiera apartó su mano

- Que golosa, rojita. Aaah... - al decir esto, el chico comenzó a mover su cadera hacia arriba para acentuar la sensación de sus embestidas - ¿Tanto te gusta mi voz? Ngh... te mueves tan rápido... - soltó una risita confiada que solo ayudó a probar su punto, pues ella bajó y subió con más fuerza

- ¡Ray! ¡RAY! - gemía su nombre eróticamente cada vez que el miembro del chico chocaba con lo más profundo de su ser, además que sus palabras le hacían excitarse más - ¡RAYYY! -

La sirena tenía sus manos apoyadas en el estómago del chico, permitiéndole a este tener una vista bien clara de sus senos, como estos rebotaban debido a sus mociones y de cómo sus pezones tan rosados casi que le rogaban por ser lamidos. Su deseo por hacerlo le hizo relamer sus labios involuntariamente, lo cual no fue pasado desapercibido por la chica quien juraría que era lo más caliente que había visto en su vida. Su excitación era demasiada.

- ¡Aah! ¡Aaahh! ¡no puedooo m-máaaaas! - gritó la pelirroja, ahora sin vergüenza, mirando a los ojos al pirata

- Córrete para mí, Emma... -

Y como si se lo hubiese comandado, ella se vino alrededor de él. Sus uñas se aferraron a los costados del cuerpo del pelinegro, arañándolo sin sacarle sangre. Arqueando su espalda, detuvo las embestidas con el miembro bien alojado en su interior, para sentir todo de él. Su orgasmo hizo que sus adentros lo aprisionasen intensamente, provocando que el joven también llegase a su clímax, llenándola de su semilla.

- ¡Hmm! ¡Hah...! si... j-joder... - su respiración era pesada, nunca había disfrutado tanto del sexo como lo había hecho aquel día

Con su cuerpo entero temblando, Emma zafó el amarre de las muñecas y se retiró el pene de Ray de su interior. Tan pronto lo hizo, cayó exhausta encima de él. El pirata no la dejó descansar, pues tomó su rostro con sus por fin libres manos, y lo dirigió hacia él para tomar su boca con la suya. El beso fue profundo y cargado de emoción, aunque no moviesen mucho los labios. Al separarse, el pelinegro abrazó estrechamente a Emma, su faz escondida en su cabello naranja alborotado.

- No debimos hacer esto... Fue una pésima idea. - confesó el capitán

- ¿Qué...? - la sirena apenas podía formular palabras de lo cansada que estaba, pero su corazón se aceleró rápidamente cuando él había dicho aquello, temía el rechazo.

- ¿Sabes por qué? - le preguntó y ella negó con la cabeza. - Porque ahora... n-no quiero dejarte ir... - sus brazos la presionaron más a su cuerpo

- R-ray... - trató de apartarse, pero carecía de la fuerza para hacerlo

- Fue solo sexo y, aun así, sentí algo más. Algo más latente y poderoso... Y n-no, no fue tu magia. - suspiró sonoramente, con cierto pesar. - Es lo que he estado buscando, más que cualquier otra cosa... -

- No... no termines esa frase. - imploró la chica, al decir esto, levantó su torso, apoyando sus brazos en el pecho del chico para verlo a la cara - Si lo haces, separarnos nos dolerá más... -

Ray la miró con ojos tristes.

- Pero si ya sabes lo que es, ¿qué sentido tiene? -

- Escucharlo directamente de ti... Por favor, no lo digas... -

El pirata se resignó y calló su boca, sintiendo ahora una opresión en su corazón. La sirena volvió a transformar sus piernas a su estado original, y descansó su cabeza en el pecho del joven, cerrando sus ojos para quedarse dormida. El pelinegro miraba el techo de su camerino, pensando en todo lo que había pasado. Amó estar con ella, había disfrutado cada segundo de esto. Debía atesorar ese momento, no lamentar el hecho que nunca jamás volvería a ocurrir...

Ahora dirigió su vista al rostro dormido de Emma. Se veía hermosa y tranquila. Quería despertar todos los días a su lado, acariciar su pelo, sentir su esencia, besar su piel, deleitarse con su voz. Sentía que no podría vivir sin ella... Ningún tesoro podría llenar el vacío que le dejaría si se iba para siempre.

Definitivamente, había sido la peor decisión de su vida.

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¿Muy sucio? Los que vienen son peores ¯\_( ͡° ͜ʖ ͡°)_/¯

Aquí algunos dibujos sanitos que hice del AU! XD

Espero que les haya gustado :D/

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