Kane se queda en silencio. Miller se levanta y vuelve a disparar.

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Sheiheda, Glass, Gaia y Madi escuchan los disparos que vienen del palacio. Todos se quedan en silencio.

—Mierda. ¡Madi, corre! — grita Glass.

Madi de inmediato baja del árbol y empieza a correr por el bosque. Sheiheda va hacia ella, pero Glass se interpone en su camino. Ataca, pero Sheiheda le clava un cuchillo en el abdomen a Glass, ella se queda helada, baja su mirada y la sangre sale. Sheiheda sonríe y la tira a un lado, cae al piso. Gaia se levanta sorprendida.

—¡Glass! — grita Gaia corriendo hacia ella.

—Ahora voy por ti, niña. — afirma Sheiheda con voz aterradora. Luego de unos segundos desaparece en el bosque.

Gaia presiona en la herida de Glass. Le mira asustada, la sangre no para de salir. Glass se empieza a quedar sin aire, respira con dificultad. De pronto, Gabriel aparece y corre hacia ella sorprendido.

—Rayos, ¿cómo pasó? — pregunta Gabriel.

—Fue Sheiheda. — responde Gaia.

—Hay que llevarla a mi carpa, solo eso la podría salvar. — afirma Gabriel.

Gabriel carga a Glass y van hacia la carpa, Gaia lo sigue. Unos minutos después llegan y la ponen encima de la mesa.

—¿Tú no ibas con los demás? — pregunta Gaia.

—Solo abrí el portal, decidí quedarme. Por lo que veo, fue una buena decisión. — responde Gabriel.

Gabriel la empieza a presionar la sangre, la conecta a un cardiograma. Saca una vacuna y la mira a los ojos a Glass.

—Vas a dormir un rato. Te prometo que te salvaré. — comenta Gabriel, luego lo inyecta en su brazo.

Glass deja escapar una lágrima, cierra sus ojos y todo es oscuro.

De pronto, Glass aparece en el arca. Está dentro de una celda. Escucha ruidos afuera, ve desde la ventana cuadrada de la puerta a varios guardias caminar de un lado a otro. Ella intenta liberarse con desesperación, pero es inútil. Luego ve a su madre y su padre cargar a Clarke estando niña. Los mira con una sonrisa, quiere ir hacia ellos pero no puede. Golpea el piso con frustración.

—¡Déjenme salir! — grita Glass.

—¿Por qué habría de hacer eso? — pregunta Jaha desde dentro de la celda.

Glass se queda paralizada al verlo. Jaha le muestra una sonrisa.

—No. Tú estás muerto. — afirma Glass.

—Si, tú me mataste. Me clavaste tu espada delante de todos. Ese día te pedía perdón por el daño que había hecho. — dice Jaha.

—¿Por qué estas aquí? — pregunta Glass.

—Tú me pediste que esté aquí. Igual que ella. — señala Jaha.

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