Capítulo 02

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Primera noche

─¿Quieres que lo haga? ─giré sobre mi eje y la vi, como hasta ahora toda tímida.

─Es que yo pensé-

─No vienes a complacerme a mí. Si es lo que te hicieron creer.

Varias de las mujeres que están aquí llegaron a mí teniendo esa idea en la cabeza. Niñas tontas que creen que estoy loca por ellas, yo solo respeto mi negocio.

Siempre antes de dejar entrar a alguien aquí, me he dado todo el tiempo de buscar su información, por lo que sé mucho más de lo que todas demuestran. Vivian no era la excepción. Sabía mucho de ella, su vida privada tanto como la que ella muestra. Pero ese es mi trabajo. No me interesa acostarme con nadie de aquí, a menos que me lo pidan.

─Ya veo...

─¿Quieres algo en específico? ─pregunté con interés─. Noto que hay algo que te incomoda.

Hasta yo mismo me reí internamente de lo que dije. Una joven de veinte años, que toda su vida había sido alguien correcta estaba a punto de bailar delante de hombres millonarios solo para tener dinero. Definitivamente se sentía extraña e incómoda.

─Ven ─estiré mi mano para que la tomara y así fue.

Cada que alguien nueva venía a la mansión, las trataba de manera dulce. Sobre todos si son tan jóvenes como ella lo es. Terminaba ganándome su odio de algunas por ilusionarlas. Pero nunca se iban.

Vivian caminó conmigo y al salir me encontré con Fred, un amigo que trabaja para mí.

─Hola ─dijo feliz y con su tono tan irritante─. Uhmm... Carne fresca ─le sonrió a Vivian quien sonrió como lo ha hecho hasta ahora; tímida.

No tenía que preocuparme por Fred. Él se encargaba de los tragos, debo de admitir que hace de los mejores. Y digo que no debo de preocuparme por él porque es gay, y se siente parte de las mujeres, no las ve como todos los hombres que vienen cada sábado en la noche.

─¿Cómo se llama la nueva? ─preguntó con extrema curiosidad sin dejar de sonreírle.

─Vivian ─respondí pedante─. Tenemos que irnos, nos vemos más tarde.

─Cuida esas nalgadas querida ─gritó en cuanto nos alejamos de él. Era una frase que siempre le decía a las nuevas.

***

─Siéntate aquí y cierra los ojos.

La acomodé en el sofá de mi despacho, caminé hasta el estante lleno de libros para luego abrirlo. Era un armario que dentro de este habían perfumes de Chanel.

Tomé uno con la bolsa decorativa y cerré aquel no tan secreto lugar.

Me senté delante de ella y le pedí que abriera los ojos. La recibí con un «tadan» mostrándole la bolsa que claramente decía Chanel.

Su expresión me confundió. Ella no tuvo expresión, es más, podría decir que estaba confundida. Alcé las cejas y señalé con mis ojos la bolsa que traía en manos, tratando de hacerle evidente que ese era mi regalo de bienvenida.

Le entregué la bolsa ya que al parecer ella no tenía intenciones de tomarlo.

─¿Es para mí? ─preguntó con esa inocencia que hasta ahora no me creía que fuera real.

─Sí, de mí para ti. ¿No te gusta Chanel?

─¿Qué es Chanel?

No es cierto; pensé.

Madame CelesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora