Capítulo 22

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—Eres un buen perro, si lo eres — hablaba cariñosamente pip mientras acariciaba a cervero y este movía su cola.

Craig ya estaba de pie y lo veía con una pequeña sonrisa. Cervero era un perro bastante fuerte, y hasta se porto de lo más tranquilo al recibir su primera inyeccion cómo parte de la quimioterapia.

—¿Es todo por hoy, doctor? A decir verdad esas inyecciones se ven muy dolorosas... — comentó este sin dejar de acariciar a su mascota, el pobrecito ahora debía soportarlas.

—Si, y empezando desde ya deberás darle está medicina cada ocho horas durante las primeras tres semanas — indicó el azabache terminando de escribir en su libreta y arrancando una hora. Al dársela al rubio este la miró atento leyéndola.

—Muy bien, gracias por todo doctor — agradeció al mismo tiempo que se incorporaba del suelo — ¿y cuando será la próxima cita?

—En una semana. Mientras cumple al pie de la letra todas las indicaciones que te he dado.

—Ah, seguro doctor.

—También es muy importante hacerlo sentir bien, hablenle, denle toda la atención necesaria, eso hará que no se sienta deprimido.

—Si, por supuesto que lo haré — le mostró una sonrisa tan hermosa que sólo le hizo saber que todo estaría bien.

Craig no pudo evitar pensar que el rubio frente a él era extremadamente bello, con su cabello lacio y un poco largo sujetado en una coleta, esa piel tan blanca que parecía porcelana, sus ojos azules y brillantes. Vaya que ese damien era afortunado de tener a alguien así.

En eso cervero soltó un gran bostezo cansado y poco después se quedó dormido. Lo mejor sería dejarlo descansar.

—Ya tengo que irme, te veo entonces — dijo craig sujetando su equipo y caminando hasta la sala.

Pip lo acompaño hasta la puerta y agradeció nuevamente por haber venido, ahora sólo quedaba esperar cómo reaccionaba cervero al tratamiento, no muchos lo soportaban y ese era el temor del azabache, quien había atendido a innumerables animales en la misma condición, sin embargo tenía fe en que cervero mejoraría con el tiempo, y al saber que tenía un dueño tan atento y cariñoso lo tranquilizo más aún.

Ya eran las tres de la tarde, ahora debía conducir hasta el centro y buscar a liam, quien seguía bajo el cuidado de su hermana. Al inicio no estaba tan seguro de dejárselo, pero al ver que no tendría más opción decidió confiar en esta, después de todo no era tan irresponsable cómo pensaba, o al menos eso creía. Cuido a una gata por muchos años, pero claro no podía comparar a su mascota con un niño pequeño, la responsabilidad era mayor.

Tricia, a sus veinte años de edad le gustaba salir con sus pocos amigos, conocer nuevos lugares y quizás a experimentar quien sabe que cosas. El punto es que su hermana era una persona libre, tal y cómo lo era el antes de conocer a tweek, y justo por eso no confiaba en qué estuviera totalmente lista para cuidar de un pequeño.

Al llegar al centro, craig apago el auto y sacó su teléfono, marcandole a la chica de inmediato y esperando a que respondiera.

—¿Que pasa ahora? — hablo la pelirroja.

—... Tricia, ya estoy aquí — dijo craig, viendo de reojo la puerta principal.

—¿Cómo? ¿Ya estás aquí?

—Si, estoy afuera ¿en donde estás tu?

—Pues...

—Voy a entrar.

—¡No! No es necesario, no entres, yo misma lo llevaré hasta la salida.

—Bien, pues enton...

Un novio para papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora