❂ 3: Maekhar & Meerah ❂

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Soundtrack: "Nancy Mulligan" Ed Sheeran & "Black And White" Niall Horan.



Durante sus primeros años, Dorado progresó rápidamente.

Maekhar oía rumores y pedazos de noticias que llegaban en susurros y charlas animadas de su pueblo, sobre cómo iban avanzando las demás ciudades, pero él solo tenía una fuerte relación con la casa vecina; Lord Horan era su aliado, tal vez no su amigo, pero en sus reuniones era cálido y sonreía como si todo le pareciera divertido. Se preguntó si así sería siempre, si ese hombre brillante y su familia seguirían sonriéndose así en cien años.

Pero Maekhar era distinto a ese brillo de los Horan, no es como si él fuera un amargado, pero se mantenía día y noche apegado a la construcción de su imperio y su corte, le pisaba constantemente los talones. Tal vez había sido demasiado ambicioso, tal vez sería imposible sedimentar las bases de su reino tan pronto... había días en los que se cuestionaba todo. Porque él era un hombre serio y callado, a pesar de sus constantes paseos por la ciudad, preguntando a su gente qué necesitaba y si todo estaba en orden, Maekhar aún sentía que algo faltaba.

Dorado progresaba día con día, su gente erigía casas y caminos cada semana y la vida se repartía por sus tierras constantemente; le agradaba escuchar las risas de los niños y a las mujeres caminando con cestas de ropa recién lavada entre los mercados. Charlaba con sus hombres fuertes que iban y venían del puerto con redes llenas de pescado. A veces se maravillaba un poco con aquellas bestias antiguas y legendarias que surcaban los cielos de vez en cuando, los nacidos del fuego, como su gente los llamaba.

Dragones.

No pasaban mucho por los poblados y muy pocas veces había reportes sobre algún problema con ellos. Tal vez la misma razón por la cual nadie había tocado las tierras de Vulkam, lo insensato que sería. Esas bestias eran todo escamas y fuego, imponentes, ¿cómo intentar desafiar a los reyes del cielo? Así que Maekhar solo observaba y sentía fascinación y a veces, un ligero cosquilleo de curiosidad. ¿Cómo sería volar en ellos? ¿Cómo sería acercarse a uno y sentir sus escamas? ¿Lo estudiarían primero antes de comérselo de un bocado o ni siquiera se tomarían la molestia de mirar en su dirección? como si su cuerpo delgado fuera una especie de ofensa a su dieta. Había días en los que Maekhar soñaba que era uno.

Pero luego miraba al cielo y se encontraba con la diosa Salthé y suspiraba, como si ella pudiera burlarse de él desde su hogar entre las nubes.

Así que bajaba la cabeza y seguía caminando entre su gente.

La siguiente semana tendría una reunión con un importante arquitecto de Nivhas; la tierra de las brujas. Un hombre que había hecho una que otra edificación poderosa pero nunca algo tan ambicioso como las ideas que surcaban la mente de Lord Akgon. Esperaba que pudiera seguirle el paso.

Después se organizaría un baile pequeño en aquella mansión en la que había estado viviendo los últimos años desde que llegó a Dorado. Su corte lo había organizado con el propósito de divertir a su gente y celebrar el cumpleaños veintisiete de su Lord, Maekhar había luchado ferozmente contra el impulso de rodar los ojos frente a sus consejeros, él sabía muy bien a qué se referían con ello.

Un baile... A él le agradaba la música si, aunque no bailaba, era terrible en ello, por la Luz. Pero no le molestaba ver a su pueblo contento a su alrededor, un descanso de todo su arduo trabajo. Sin embargo, sabía que ese baile era solo una excusa para que conociera a todas las hijas de nobles y doncellas que estaban en edad para casarse. Pues desde que mucha gente llegó a Dorado, entre ellos varios mercaderes de otras naciones y tierras se mudaron al Sur de Goré con la idea de empezar de cero, sus familias numerosas y educadas vinieron con ellos.

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