2 «Niño bonito y estúpido»

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Manos grandes me recorrieron las piernas con lentitud y cautela, se engraparon en mi piel tan fuerte que quemaba, las mismas manos me presionaron las piernas, cálida, dura y sensualmente. Mi espalda se arqueó. Y de pronto lo sentí y lo sabía...era fácil entender que estaba cayendo por él. Gemí sin poder evitarlo, el placer me estaba llevando al éxtasis total y era tan difícil para que pudiera contenerlo. Entonces me miró; sus ojos verdes penetrantes encima de mí, divagaron mi cuerpo con puro morbo y deseo que me sentí tan excitado, él relamió sus labios rozando su piercing y sonrió.

-Dame todo de ti...-me susurró al oído y cerré los ojos. Sabía perfectamente que estaba asintiendo.

-Lo tienes todo, todo de mí-contesté al aire y mordí mi labio-.Todo de mí...-repetí en un susurro.

El hombre de los tatuajes me miró y sonrió de esa forma que me hirvió la sangre.

-Louis...

Dijo mi nombre y comencé a morir. Sentí como todo comenzaba a desvanecerse.

- ¡Louis!

Llamada de la realidad a Louis Tomlinson, beep, beep. Abrí los ojos y me incorporé de golpe, dando con mi madre a medio peinar, los cabellos de punta y un flequillo travieso en su frente roja, seguro por el esfuerzo que estuvo haciendo intentando levantarme y mientras tanto...Yo. Sudoroso y con una horrible erección en los pantalones. Y oh, lo peor es que esta no era la maldita primera vez.

-Jovencito, ¡¿sabe que hora es?! -me gritó histéricamente mientras soltaba la sábana que había aferrado en sus manos mientras intentaba levantarme.

Miré el reloj y regresé la mirada a ella con una de esas sonrisas que siempre conseguían convencerla de mi inocencia y los ojitos de cachorro, por supuesto, cómo si pudieran faltar.

- ¿7:34 de la mañana? -sonreí más amplio a dientes.

Ella negó molesta y me miró con severidad.

-Te vas a pie, Louis Tomlinson. Me voy a trabajar.

Ugh. No de nuevo. Lo peor de todo es que este sueño irregular que tenía no era mi culpa. Era culpa de él, de ese maldito hombre de ojos verdes y tatuajes. Suspiré y volví a poner ojos de cachorro.

-Me puedo vestir en diez minutos, por favor...mami.

Y nuevamente, me vi en la tarea de suplicar. ¿Qué más podías hacer cuando tienes a tu madre furiosa a medio peinar mirándote con severidad? Era un estudiante que odiaba caminar tantos metros para llegar a la escuela, así que si, a rogar se había dicho. Volví a sonreír de esa forma y ella rodó los ojos.

-Tienes diez minutos, no más, te espero abajo.

Y salió, dando un portazo. Uff, salvado esta vez.

Me levanté lo más rápido que pude y observé mi semi erecto pene por la tela de mi pijama. ¿Hace cuánto que esto no me pasaba? Wow, debía de haber pasado mucho tiempo. Y, es que por lo general los hombres suelen hacer esto a menudo. No era mi excepción pero, en realidad me era un poco dificultoso excitarme con tanta rapidez. Según yo, era porque "estaba ocupado en otras cosas" y según Zayn era porque no había encontrado a un buen tipo que me follara y me hiciera pensar. O tal vez lo había encontrado. Agh, me retorcí con esos pensamientos y comencé a vestirme tan rápido como pude. Me fui a cepillar los dientes, no tendría tiempo de desayunar así que comería a la hora del lunch.

Mientras me cepillaba, observé en el espejo un pequeño grano que me había salido en la mejilla, demonios, malditos granos, ¿por qué tenía que ser un maldito adolescente aun? Miré de nuevo mi reloj de mano y comencé a colapsar, ¿cómo demonios los minutos podían pasar tan rápido? Mientras la pasta dentífrica seguía en mi boca, di un sorbo al vaso de agua y comencé a hacer gárgaras, tomé mi camisa de uniforme azul cielo y me la puse como pude, seguido de la corbata y la chaqueta de uniforme, me tropecé ligeramente mientras daba brinquitos poniéndome el pantalón y yendo hasta al baño, escupí en el lava manos el agua y sentí mi boca fresca. Así que terminé de ajustar mi corbata. Anteojos a la mano y listo. No era que fuera bueno rompiendo los records de mamá, es que en realidad hacía más de dos semanas, casi tres, que me había acostumbrado a este ritmo y no, no era a causa mía. Tomé mi mochila con toda la rapidez que pude y bajé corriendo por las escaleras. Mamá no estaba ya, abrí la puerta y la encontré en el carro, apresuré mi pasó y subí. A tiempo.

El hombre de los tatuajes (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora