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En cierto punto, el calor del lugar fue opacado por la brisa marina. El único ruido que se podía escuchar aparte de las olas era el de sus propias respiraciones.
De repente una preocupación abrumadora se apoderó de sus mentes, destrozando la tranquilidad que habían construido.
Ambos se despertaron de golpe. No sabían cuánto tiempo había pasado exactamente. Aún era de noche, pero tenían la sensación de haber dormido juntos por horas. Rápidamente se reincorporaron, se miraron por un momento, al ver sus rostros recordaron lo qué pasó la noche anterior, provocando que ambos se sonrojaran un poco. Pero la alegría del momento no duró, ya que ambos recordaron porqué se despertaron en primer lugar.
Los dos comenzaron a vestirse lo más rápido posible, para acto seguido caminar de vuelta por la orilla de la playa con destino a aquella fiesta que no sabían si aún estaba ahí.
Mientras la pareja más caminaba, la única fuente de luz potente de la playa se intensificaba, así también la música. De esa manera se dieron cuenta de que la celebración no había terminado aún y que no había pasado tanto tiempo como habían pensado.

—¿Dónde chucha habían estado?—Preguntó Chile cuándo vió a la pareja llegar.
—Fuimos a dar una vuelta.—Dijo el mexicano inventando excusas.
—Pues para ser "una vuelta" se tardaron bastante.—Agregó Argentina.
—!Pues es cierto!—Alegó México.
—Ese tono suena algo sospechoso.—Dijo el peruano preocupado.

El mexicano miró a su novio, la complicidad entre ambos era tal que el más alto supo al instante lo que su pareja le quería decir. Le sonrió de manera encantadora antes de irse y darle su espacio, para que pudiera hablar tranquilamente con sus amigos.

—Ya, en serio, ¿qué pasó en verdad?—Preguntó Chile en tono serio.

El mexicano respiró hondo, cerrando los ojos por un breve momento.

—Chicos..—Dijo México en un tono que intrigó profundamente a sus amigos. Lo cual se veía reflejado en sus rostros expectantes.—¡Me lo cogí!

Los tres latinos permanecieron atónitos por un par de segundos, sin decir absolutamente nada, hasta que el silencio fue extinguido por los gritos agudos de dos de sus amigos. Específicamente Argentina y Perú, provocando que el otro latino más serio se sobresaltara.

—¡México!¡No lo puedo creer!—Gritó el argentino con emoción.—¡O sea si lo puedo creer!¡Pero eso no quita mi sorpresa!
—¡Estoy tan feliz por ti!—Gritó el peruano emocionado.
—¡¿Para qué gritan tanto?!—Dijo el chileno enojado.
—Upps, perdón.—Dijo Argentina.
—¿Y cómo fue México?—Preguntó Perú.
—¡Si! Cuéntanos todos los detalles.—Exigió el argentino.

El mexicano río ante la reacción de sus amigos antes de comenzar a hablar.

—Fue genial. Antes no sabía cómo se sentía hacer el amor. Había cogido muchas veces, pero hacer el amor jamas.
—¡Que romántico!—Exclamó Perú.
—¡Si! Fue muy romántico la verdad. No me esperaba que un momento como ese pudiera ser tan tierno.
—Que bueno que hayas encontrado al indicado.—Dijo Chile sonriendo levemente.
—Si, él es realmente especial.—Dijo el mexicano pensativo.
—Es difícil encontrar a alguien que sea tan compatible con uno.—Agregó el argentino.
—Eso es cierto. Es como si fuéramos almas gemelas.—Dijo México sonrojándose.— Nos complementamos a la perfección en todo. Nunca me imagine encontrar a alguien así.
—¿Y los detalles?—Preguntó Argentina.
—¿Acaso quieres que te cuente toda mi intimidad?
—Pues si.—Dijo el argentino.
—Que pervertido eres.—Le dijo el aludido.
—Ya Perú, es hora de que vayas con Brasil, no puedes escuchar esto.—Dijo Chile.
—¡Que no soy un bebé!—Alegó el peruano.
—¿Escucharon eso? Me pareció escuchar a una guagua llorando.—Dijo el chileno burlándose.
—Que malo eres.—Dijo el más inocente del grupo.
—¡Ya México!¡Cuéntanos!—Exigió Argentina.
—Está bien, está bien.—Dijo el mexicano.—Pues estábamos en la playa, sentados, y me dieron ganas de hacerlo. Bueno, hace tiempo quería hacerlo, pero ese era el momento perfecto. Estábamos solos y apasionados como siempre, así que se lo dije. Al principio él estaba algo inseguro, por lo que le había dicho que quería ir lento, pero de inmediato le hice ver que eso era lo que más quería y él también. Así comenzamos a besarnos. Él es atento hasta en el sexo, todo el tiempo se preocupó de que lo estuviera disfrutando. ¿Qué puedo decir? Es todo un caballero. Cuando por fin era el momento de, ya saben; que me la metiera, me volvió a preguntar si estaba seguro, la verdad para mí fue muy tierno, que estuviera tan preocupado, así que tome la iniciativa.
—¿Qué posición hicieron?—Preguntó el argentino con curiosidad.
—¿Existe más de una?—Preguntó el peruano con ingenuidad, lo cual provocó que los otros tres lo miraran con ternura.
—Yo encima de él.—Respondió el latino que era protagonista del relato.
—Buena elección, esa es la mejor.—Dijo Chile.
—Prefiero abajo.—Dijo Argentina.
—Bueno, claramente dolió un poco al principio, la tiene grande, era obvio. Pero sorprendentemente lo hizo muy bien, al igual que yo. Nos sincronizamos de inmediato. ¿Qué más les puedo decir? Fue simplemente perfecto.
—¡Felicidades!—Dijo el argentino aplaudiendo.—Fuiste el primero de nosotros en coger aquí.
—No, ese fui yo.—Dijo el chileno rápidamente.
—Se me había olvidado lo de Alemania.—Dijo Argentina recordando aquel fatídico episodio para él.—¿Pues que se siente coger en la playa?
—¿Sabes? No es tan incomodo como todos dicen, claramente es mejor en una cama, pero no está nada mal. Lo de la arena es un problema, pero con la calentura del momento no nos importó.—Explicó México.
—¿Quién lo iba a decir? ¡Encontraste el amor en plenas vacaciones!—Dijo el chileno.
—Si, no le cambiaría nada.—Dijo el mexicano sonrojándose un poco.

CodiciosoWhere stories live. Discover now