Día 1 | "You are my new pillow"

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Si a Hanamaki le pidieran definir la palabra comodidad, no podría hacerlo tan fácil como muchos creerían

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Si a Hanamaki le pidieran definir la palabra comodidad, no podría hacerlo tan fácil como muchos creerían. De hecho, sería básicamente una tarea imposible porque para él, la comodidad no se trataba de una definición precisa, sino de un cúmulo de sentimientos invaluables. O más bien, de momentos.

Y eso solo sucedía cuando estaba al lado de Issei Matsukawa, su mejor amigo.

—Hey —masculló Matsukawa con tono perezoso, removiéndose—. Pesas.

Hanamaki lo ignoró por completo y se recostó más a su lado, pegándose por completo al costado del cuerpo del pelinegro. Este solo gruñó al notar que no se alejaba, mas no mencionó nada más al respecto.

Estaban sentados en el suelo de la habitación de Matsukawa, simplemente uno al lado del otro. Hanamaki escuchaba música con un solo audífono y el otro se lo había ofrecido a su amigo, aunque él lo rechazó diciendo que lo distraía ya que estaba leyendo un libro. Aun así, lo dejó encima de su hombro para que al menos pudiera escuchar de lejos la melodía.

No sabían exactamente la hora que era, solo se habían ido directamente allí después de que las clases terminaran. Era una rutina que habían adaptado desde mucho tiempo atrás el solo pasar el rato de esa forma. No hacían nada muy diferente de lo que los jóvenes normales hacían.

A veces iban al karaoke o al arcade. En otras ocasiones se iban a la primera tienda de conveniencia que encontraran  en el camino para comprar la primera cosa que vieran en los escaparates; era una especie de juego que habían tomado y que les divertía bastante. Y en ciertos momentos, tales como el actual, lo único que hacían era estar un rato en la casa del otro mientras escuchaban música, veían alguna película o solo hablaban.

Y eso era suficiente. Incluso si eran cosas simples y quizá aburridas para muchos, para Hanamaki nada más tenía valor que esos instantes junto a Matsukawa.

Él lo llamaba comodidad; porque únicamente al lado de su mejor amigo era capaz de percibir una paz y tranquilidad fuera de lo normal. Matsukawa no tenía que pronunciar palabra alguna, con su presencia era suficiente para que Hanamaki pudiera estar relajado.

Y no lo disimulaba, por supuesto.

Suspiró bajito, moviendo los dedos que tenía apoyados en el muslo al ritmo de la música. Era una de esas canciones de Occidente que a Matsukawa le encantaba escuchar. Realmente no sabía lo que decía, pero la sola música le provocaba una agradable sensación que se asentaba en su estómago.

—Lo sé, he subido de peso —contestó el otro chico después de unos segundos en silencio, emitiendo una corta risa—. Pero es tu culpa por ser tan cómodo. Tu cuerpo me relaja.

—¿Sabes que te estás apoyando en mi hombro? Estás tocando puro hueso —farfulló Matsukawa, continuando con la lectura del libro sin inmutarse siquiera. Hanamaki amplió la sonrisa, resoplando—. No creo que sea precisamente cómodo.

Besos azucarados |MatsuHana Fluff Week 2020|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora