Él señala hacia arriba de las escaleras.
—Llévame.
Con unas piernas temblorosas lo conduzco arriba, más allá del
rellano del segundo piso. Pasamos el rellano del tercer piso. Es como un
sueño loco.Reduzco la velocidad en el rellano del
cuarto piso.Él me da una palmada en el culo.
—Sigue adelante.
Me giro alrededor.
Esos gruesos pómulos prominentes se amplían en una sonrisa. Él
simplemente gira su dedo en el aire y apunta hacia adelante.Es tan jodido. Lo quiero. Estoy haciendo esto, en realidad lo estoy
haciendo.—Nadie está aquí.
—Nos quedaremos aquí, entonces —Me empuja hacia una puerta,
presiona mi mejilla. Encaja su cuerpo detrás del mío y me permite sentir
su acerada polla—. Esta es la forma en que tu novio te toma.Jadeo cuando él pasa su mano hacia el lado de mi cadera, donde
termina mi jersey y baja por mi falda lápiz.—¿Piensas en mí, little rabbit?
—Sí. —Logro respirar.
Siento que la conmoción lo detiene por un momento. Como si no
pudiera creer que sea verdad.—Pienso en ti. En la máscara.
—¿Te gusta la máscara?
—Sí.
El aprieta su mano en un puño en mi cabello. No puedo decir si
eso significa que está contento o no.—¿Te tocas cuando piensas en eso?
—Um…
Él aprieta su agarre.
—¿Lo haces? ¿Es eso lo que haces cuando miras mi foto en tu
ordenador?Me giro y libero mi pelo.
—¿Cómo lo sabes? ¿Espías mi ordenador?
Él llega a mí alrededor, abre la puerta que tengo detrás, y me
empuja.—¿Cómo crees que sabría sobre el chico que contrataste para
protegerte?—¡No tienes derecho!
—¿Te tocas, r-r-abbit?
Retrocedo.
—No tenías ningún derecho.
Golpeo contra la pared más alejada del dormitorio y él simplemente
se abalanza sobre mí. Él es un instrumento contundente. Me pregunto si
su polla es grande, roma y hermosa como él.Me hace girar nuevamente hacia la pared, presionándome allí por
mi cuello. El calor me llena. Mis bragas están empapadas. Apenas me
importa que estuviera en mi apartamento, revisando mis cosas. ¿Qué
está mal en mí?—Cierra los ojos.
Obedezco. Tomaré cualquier cosa de él.
—No tenías ningún derecho.
Está buscando a tientas. ¿Sus pantalones?
—Eres una veterinaria. Estudias el reino animal. ¿Realmente es
sobre derecho?Siento unos dedos gordos abrirme el suéter. Abro los ojos y giro.
Y jadeo.
Él lleva la máscara. Trago mi conmoción.
—¿Te gusta esto? ¿Es así cómo me quieres?
—Dios, sí —digo antes de poder censurarme.
Me empuja contra la pared, subiéndome la falda.
Es la misma máscara que usó la noche que me salvó. Estudio el
círculo negro alrededor de su boca cruel y hermosa, sus ojos marrones
claros.—Toca mis labios —dice él.
Toco sus labios.No sé por qué debería ser tan caliente, su boca rodeada por un
círculo negro. Es como si algo se hubiera grabado en mi cerebro esa
noche. Sin previo aviso, chupa mi dedo. Oleadas de calor me atraviesan.—Espiabas en mi ordenador —me quejo.
—Porque eres mía. Mía para proteger. —Él saca mi dedo de sus
labios y presiona mi brazo contra mi pecho, apoyándome en la pared.
Comienza a explorar mi cuerpo con su mano libre, buceando entre mis
piernas. El gruñe ante la humedad que encuentra.La máscara me hipnotiza.
—Esto es una locura.
Su voz es una piedra dura.
—Está bien que me desees así.
Abre mi suéter y tira mi sujetador hasta ponerlo bajo mis pechos.
Empuja mi falda alrededor de mi cintura.
Me ha desnudado a medias… sólo las partes a las que quiere llegar.
Es sucio. Denigrante.Nunca he estado más húmeda.
—¿Sabes cómo te deseo?
No espera una respuesta; solo me levanta como si no fuera nada y
me coloca en una cama pequeña.—Échate hacia atrás —dice—. Abre tus piernas. Muéstrate para
mí. Muéstrame lo que es mío.He extendido mis piernas.
Aparentemente haré cualquier cosa
cuando Harry use esa máscara. Él pasa sus manos por mis muslos
desnudos, un áspero arrastre a lo largo de la piel suave.—Mantente a ti misma abierta. —Dudo, sintiéndome tímida—.
Hazlo.Obedezco. Es una cosa sucia, hacerme hacer eso. Y algo
maravilloso.Arrastra sus dedos a través de mi núcleo. Suspiro cuando él pinta
mis pezones con mi excitación. Se inclina, entonces, para chupar uno.Un ronroneo pasa a través de él. Suena extraño, salvaje y no enteramente
cuerdo.Me pongo rígida, recordando lo que pensaba sobre los animales
salvajes.Se echa hacia atrás con esa mirada de caos en sus ojos, y empuja
mis manos lejos de mi sexo, como sorprendido y enojado porque todavía
estuvieran allí. Presiona hacia abajo ambos lados de mi sexo, como para
hacerlos sobresalir.—Me gusta esto —dice.
Me estremezco y cierro los ojos cuando comienza a lamerme.Se detiene.
—No —retumba—. Mírame, rabbit. Mira quién hace esto para ti.
Con la máscara.Miro hacia abajo mientras engancha mis piernas sobre sus
hombros. Y no puedo ver su cara. Sólo la máscara.Me siento vulnerable, asustada y segura, todo al mismo tiempo.
Él presiona y aprieta mi coño mientras me lame y me voy,
estremeciéndome con un potente orgasmo.