HARRY

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Me lleva diez minutos descubrir quién la asusta. Un hombre
moreno unos cuantos años mayor que ella. Ella me lo dice de la manera
en que lo mira, de manera muy consciente. Incluso si no me lo dijera con sus miradas, lo sabría por la forma en que él me estudia, midiéndome de
arriba a abajo. Lo sabría por sus ojos planos.

Él ha matado antes. Un asesino siempre reconoce a otro. Bennett
está colocado de algo, sin embargo. Es un tipo de speedball… esa es mi
suposición. Todas las drogas tienen un tipo clásico del mismo modo que
el delito tiene un tipo. Justo de la forma en que los trabajos tienen un
tipo típico, supongo, si vivieras en el mundo normal.

Estamos hablando con un par de tías.

Me hablan de un crucero
por el Mar Negro. Me preguntan sobre Rusia. Soy un pájaro bastante
exótico, un Ruso aquí.

—Preséntame a los cinco hombres del rincón —le digo cuando se
marchan.

Ella maldice por lo bajo.

Agarro su mano y la arrastro hacia allí. No tiene elección.

Me presenta primero a un hombre llamado Winston. Parece atraído
por ella. Me estrecha la mano, lo agarro con fuerza. Él me pregunta a qué
me dedico.

—Importación, exportación. —Es cierto. Exporto armas, drogas y
joyas. Me gustaría lastimar a este Winston, pero él no es el único.

Me dirijo al que la asusta.

—Este es mi hermano, Bennett Moreland III —dice ella.

¿Hermano?

—Medio hermano —dice Bennett.

Le doy a Bianca mi teléfono y pongo mis brazos alrededor de
Bennett y Winston.

—Haznos una foto.

Todos están sorprendidos.

Bianca me mira extrañamente.

—¿Quieres una foto de... vosotros tres?

—Adelante, rabbit —Sonrío. Yo soy el ruso loco aquí.

Ella toma la foto. Vuelvo a coger mi teléfono.

Mi rival Winston habla en voz alta de las inversiones, siempre con
un ojo sobre mi Bianca.

Más tarde junto al fuego, después de muchas más presentaciones,
abro la foto. La amplio para que solo aparezca Bennett. Agrando su
rostro.

—Oh, Dios mío —respira—. ¿Qué carajos estás haciendo?

—Manejar tu problema.

—No le harás daño.

La ignoro.

—Harry, lo digo en serio. Él sólo tiene que saber que estoy protegida,
y tú ya has hecho eso.

Paso un dedo por sus labios. Ella me deja.

Tiene que hacerlo.
Aquí, en el seno de su familia, estamos fingiendo ser una pareja.
Podría besarla y ella tendría que dejarme. Puedo ver la velocidad de su
respiración cuando paso mi dedo hacia abajo por su garganta. Siento que
ella sigue mi dedo con todo su cuerpo.

Me recuerdo a mí mismo que
nunca podrá ser mía, es verdad lo que dijo Viktor, pero la sensación de
su hermosa piel me pone duro como una roca. No me importa si alguien
mira.

—Tu cicatriz ha curado. —Ella pone su dedo en su pómulo—. Eras
hermosa con ella.

Ella traga. Sin aliento dice:

—No puedes hacer daño a la gente. Esa no es la razón por la que
te contraté.

—No me contrataste. Contrataste a un muchacho que tengo atado
en una furgoneta a un bloque de distancia. —Envío ambas fotos a Viktor
en un mensaje de texto para obtener la dirección de la calle de Bennett.

Si él está comprando drogas, tiene el nombre de una calle.

—Harry.

Guardo mi teléfono en el bolsillo, disfrutando del sonido de mi
nombre en sus labios. Deslizo mi mano alrededor de su cintura. Esto es
realmente como los Vostovs, nuestra falsa familia. Fingiendo. Estar en
un hogar al que no pertenezco.

Tocando a una mujer que no es mía.
Sus bonitos labios se separan de nuevo. Me los imagino
separándose para mi polla. Podría hacer que me la chupara si quisiera.

Deslizo mi mano sobre su cabello, ardiendo de deseo. Su pelo es
suave y hermoso bajo mi mano llena de cicatrices y maltrecha. Más como
una pata que como una mano. Acerco su cabeza a la mía y coloco mis
labios sobre los de ella en un beso. Mi aliento se estremece cuando tomo
su boca. La beso con fuerza hasta que ella se ablanda, dándose a mí.

Levanto su cuerpo hasta que ella se moldea contra mí, de arriba a abajo.

Cuando eres un huérfano, te acostumbras a tomar.

Ella sabe a champán y sedosa calidez.

Se retira, el pulso le golpea sordo en el cuello.

—Tu novio te besa, ¿no? —susurro.

—No así —sisea ella.

—Entonces, necesitas un novio nuevo.

Sus ojos se abren. Indignación. Pero también excitación, creo.

—Cuando llegue el momento de los regalos, tendremos que
inventar algo. El por qué no tienes un regalo.

—Mi trabajo se habrá terminado para entonces.

Ella frunce el ceño.

—¡Harry! —Le gente está diciendo mi nombre por todos los lados—.
¡Harry! ¡Harry!

—No —dice por lo bajo—. Di que no.

Me giro. Los hombres Moreland están en dos grupos al final de la
sala. Diciendo mi nombre como si quisieran que fuera con ellos.

—¿Qué está pasando? —le pregunto a ella.

—Sólo una estúpida tradición. Quieren que juegues al fútbol.
Fútbol de nieve. Las mujeres beben vino y hablan mientras los hombres
juegan al fútbol con nieve, y luego damos los regalos y cenamos. —Luego
grita—. ¡Él no va a jugar!

—Sin embargo, Bennett va a ir a jugar.

—¿Qué? No, Harry, no puedes.

La acerco, le doy un beso en la mejilla.

—¿Qué no puedo hacer? Dime una cosa que no pueda hacer ahora.

Por supuesto, hay muchas cosas que no puedo hacer. No puedo
pertenecer a este lugar. No puedo ser parte de su mundo o su familia.

Pero puedo protegerla.

Miro a Bennett. Él me mira.

Ella lo ve.

—¡Oh, Dios mío! ¿Vosotros ya estáis en algo? No lo hagas. Por favor.

—¿Rogarías por la escoria que te amenaza? Él aprenderá.

MÁSCARA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora