BIANCA

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Susan y yo dejamos que los proveedores preparen la mansión
Moreland para las tres. La gente comienza a llegar a las cuatro, Bennett
entre ellos.

Mi falso novio matón, Brad, llega una hora más tarde. La gente está
curiosa, me miran furtivamente mientras bebo champán junto a la
enorme chimenea de piedra.

Escucho a Bennett sugiriendo que mi “novio” probablemente
terminará cancelándolo todo en el último minuto. Él utiliza comillas en
el aire.

Piensa que mi novio no existe.

A las cinco y veinte suena el timbre.

Tiene que ser él. Sonrío y hago
señas al mayordomo.

—Yo abriré.

Voy a la puerta, de madera pesada con ventanas de vidrios
biselados que muestran una forma oscura y borrosa del otro lado. Más
grande que Brad, el guardaespaldas. Y todo de negro.

La abro y me encuentro cara a cara con un hombre brutalmente
hermoso.

Tiene los pómulos duros y anchos, una nariz firme y llena de
baches y los labios fruncidos. Incluso parece que su cuello esté revestido
de acero. Es una joya oscura y sin pulir.

Los ojos de color té son la única cosa dulce y suave en él. Con unas
pestañas marrones rizadas.

Él.

Mi boca cae abierta. Puedo sentir al aire pasar. Un duro y largo
suspiro.

Viniste, pienso salvajemente.

Lleva un traje negro y corbata.

Oscuro. Serio. Nada como el suave
cachemir marrón que conseguí para Brad, el guardia de seguridad.

—Deberías dejarme entrar —dice simplemente.

—No entiendo.

Una voz grave y baja.

—Tu guardia fue detenido, conejita.

Mi pulso se acelera. Si yo no reconociera los ojos, reconocería el
acento, la forma en que la r de rabbit termina rodando. Liddle r-r-rabbit.

Sus pómulos parecen ensancharse. No en una sonrisa. ¿Está feliz
de que lo recuerde o quiere matar a alguien?

—Bien. —Camina dentro y cierra la puerta él mismo, como si fuera
su propia casa.

—Y...yo no entiendo. Me refiero… no entiendo esto.

—¿Dónde está él? —pregunta mi Ruso.

—¿Quién?

—El que te amenaza. Tu guardaespaldas, dijo que un miembro de
la familia está amenazándote.

—No entiendo. ¿Trabajas para la empresa?

—¿Me veo como si trabajara para una empresa de seguridad,
Bianca?

Mi corazón se acelera por la forma en que él dice mi nombre
Biannnkkka. Como si acariciara mi nombre en su boca.

—Entonces cómo…

Él baja la voz.

—Protejo lo que es mío.

—¿Qué? ¿Cómo? No puedes…

Él se acerca.

—Enviaron a un chico para hacer la tarea de un hombre.

Finalmente recupero el sentido. No hay forma de que este hombre
pueda conseguirlo.

MÁSCARA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora