BIANCA

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Tres Meses Más Tarde

La lectura del testamento de mi padre tiene lugar dos semanas
después del funeral, en la mansión Moreland, al norte de la ciudad.

La mayoría de la gente la conoce como un tesoro arquitectónico
majestuoso con magníficas vistas al Lago Michigan.

Sé que es un lugar frío y solitario para que una niña crezca sin
madre.

Tengo a un coche trayéndome, lo que en el lenguaje Moreland,
significa una limusina.

La mansión Moreland es donde papá vivió antes de la explosión en
el bote que lo mató. Muerto al instante.

Ahora somos solo yo y mi medio hermano, Bennett Moreland III.
Bennett nunca ha sido bueno. Y por no ser bueno, estoy hablando
de cruel. Estoy hablando de un montón de animales muertos
misteriosamente y mascotas desaparecidas. Tal vez por eso elegí ser
veterinaria. Para compensar por personas como él.

Lo mantengo fuera de mi vida, solo por mi cordura. Pero en días
como hoy, Bennett es inevitable.

Dirijo el coche hacia atrás, lejos de la prensa, hacia la puerta que
solemos usar.

Me siento entumecida, recordando la soledad. Y el miedo a Bennett.

Los policías dijeron que la explosión del bote que mató a mi padre
fue un accidente. Los forenses dijeron que los ratones habían entrado y
habían roído los cables, pero sé que no sucedió así.

Ese barco era el bebé de papá… lo adoraba más de lo que amaba a
mi madre mientras vivía, y, sin duda, más de lo que nos amaba a Bennett
y a mí. Papá estaba bajo el capó de ese bote cada vez que tenía
oportunidad… los ratones no harían un nido. Fue asesinado… ¿cómo es
que no ven eso?

Papá era un imbécil, distante y frío, pero no se merecía morir.

Paso bajo la lámpara de araña. Tan extraño es pensar que la gran
casa, parecida a un mausoleo, podría ser mitad mía ahora.

Nunca la quise. Y honestamente, mi padre nunca quiso que la
tuviera. Siempre favoreció a Bennett, que se parecía más a él.

El salón de la chimenea está lleno de Moreland y de amigos de la
familia Moreland, incluido Winston, el caliente planificador financiero.
Sonriéndome.

Los chicos calientes de la alta sociedad siempre me ignoraron, la
rolliza y empollona de los Moreland, pero de repente Winston sonríe.

Supongo que con papá muerto, la gente ve señales de dólar adicionales
cuando me miran.

—¡Tía Bianca! —Una manada de niños aparecen, de nuevo en sus
colores brillantes y sin la ropa de luto negra. Yo todavía voy de negro. Por
respeto. Es una lectura de últimas voluntades. Hay medios de
comunicación a los que hacer frente en la entrada más tarde.

Me acerco y bromeo con unos de mis primos segundos en edad
adolescente… están cotilleando de algún chico de sociedad, el pasatiempo
favorito de los jóvenes Moreland.

Un escalofrío pasa a través de mí cuando veo a Bennett. Está
sonriendo de oreja a oreja vistiendo una americana deportiva y unos
Dockers.

Será muy rico después de esto pero podría intentar no parecer tan
feliz.

Cuando me preguntan sobre si alguien mataría a mi padre, es
Bennett el que viene a mi mente. Es algo horrible pensar eso sobre un
pariente. Y creo eso al cien por cien.

MÁSCARA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora