HARRY

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¡Blyad! Yo estaba tan hipnotizado por ella, tan centrado en mi
dolor, que no lo vi.

Ella salió corriendo.

Lo mismo hizo él.

Yo también.

Bianca es una corredora rápida para ser una mujer.

Pero él es un hombre. Corre tras ella. Cada pedazo tan en forma
como ella.

Mi rodilla se siente como si estuviera desmoronándose dentro de
mi pierna, pero aún puedo correr.

El extraño la alcanza primero. La agarra por detrás y la empuja
hacia las sombras entre dos mansiones, fuera de la vista.

Me lanzo a más velocidad. Saco mi máscara de esquí negra de mi
bolsillo y me la pongo en la cara. Me pongo esta máscara para matar.

Pensé que lo usaría solo una vez hoy.

Cuando llegué, vi la aguja con la que la inmovilizó en el suelo. Él
está tirando de su ropa. Ella es incapaz de luchar ya.

Lo arrastro fuera de ella y golpeo su cabeza contra la pared.

Ella se desliza hacia abajo por la pared, con los ojos muy abiertos.

Está inmovilizada por la droga. La furia rasga a través de mí. Saco mi
pika de mi bolsillo y abro la hoja.

—¿Ibas a tocarla? —gruño ante sus ojos sorprendidos—. ¿Ibas a
lastimarla?

Él sacude la cabeza, el miedo en sus ojos. Mi acento le dice que soy
uno de los gánsteres rusos. La razón por la cual otros delincuentes
cierran sus puertas por la noche.

—¡No sabía que ella era tuya! —dice.

Lo clavo contra la pared y empujo la hoja en su vientre mientras
sostengo su mirada, haciéndole saber quién está acabando con él. Lo
arrastro hacia abajo, transversalmente, y de nuevo atrás, destripándolo
en tres movimientos rápidos, un triángulo en su torso. Llora mientras
sus tripas se derraman sobre mi manga.

—No lo sabía —susurra.

—Ahora lo haces.

Ella gime, asustada.

Suelto su cuello con un fuerte empuje, y cae a un lado, viéndolo
arrugarse en el suelo.

Ella me mira, el horror en sus ojos.

—Todo está bien, moy zaychik2. —Me quito mi chaqueta
ensangrentada, despojándome de mi camiseta negra. No me gusta que
me vea ensangrentado.

Escucho algo… una voz. Tan débil. ¿Alguien más?

Entonces veo su teléfono en el suelo.
¿Puede darme su ubicación?

Lo recojo, usando mi chaqueta. Una escena del crimen limpia es
tan natural como respirar para un hombre como yo. Hablo por él, dando
la ubicación de una parada de autobús cercana.

Me arrodillo frente a ella y deslizo el teléfono en su bolsillo. Ella lo
querrá. Los norteamericanos adoran mucho a sus teléfonos.

—¿Conejita? —susurro—. ¿Puedes caminar?

Ella está temblando, sus ojos grises sobre el cadáver arrugado del
hombre que quería violarla. Se encuentra a sólo unos metros de distancia
en un creciente charco de sangre, sus ojos abiertos congelados, los
intestinos como serpientes en una canasta.

Le tomo la barbilla y vuelvo su cabeza hacia mí.

—Eso es lo que hago a los hombres que te hacen daño.

Miedo en sus ojos… mi máscara asusta. No puedo quitármela.

Le quito un mechón de pelo de la frente, luego recojo en mis brazos
su entumecido cuerpo y la levanto.

Ella debe estar fuera, en la luz, donde pertenece.

Pero necesito abrazarla, sólo por un momento.

Es un sueño, tenerla en mis brazos. Apretándola, uniéndola a mí.

Ella parece temblar menos cuando lo hago.

• 2: Conejita en ruso. Después en el texto queda en inglés little rabbit, ya que el
protagonista arrastra la r de conejo, y en español es difícil traducir.

MÁSCARA H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora