Ese chico es callado y misterioso.
Siempre se sienta al fondo de la clase y siempre lleva sus audífonos grandes puestos.
No sé qué tipo de música escucha, ni porqué no presta atención a la clase, pero tengo que decir que me interesa muchísimo conoce...
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El colegio se encontraba vacío. Los pasillos se veían incluso hasta algo tenebrosos. SooBin aún estaba sentado en el suelo observando hacia el lugar por donde se había ido BeomGyu después de haberlo empujado fuertemente haciéndolo caer en la posición en la que ahora estaba. No había entrado a clase, por eso era el único alumno en esos pasillos. Su mano pasó por su cara suspirando con frustración. Quizá BeomGyu realmente no había tenido un buen día y solo necesitaba el resto del día a solas, fuera de ellos.
Iba a levantarse, pero no lo hizo. Sus ojos se dirigieron al cuaderno que antes tenía en su mano para entregárselo a BeomGyu, y se llevó la sorpresa de que éste estaba abierto (al parecer había caído así cuando él también lo hizo). Las dos páginas que quedaron expuestas hicieron que SooBin abriera sus ojos en grande al igual que su boca, mostrando una clara expresión de sorpresa. En una de las página se podían ver algunos bocetos de rostros, algunos intentos por conseguir un resultado final tan deseado... Y en la otra, el producto final...
...el rostro de Lee HyeMin.
—¡Sabía que él sentía algo por ella! —exclamó SooBin contento.
SooBin tomó el cuaderno con rapidez y observó desde cerca y con mucho más detalle cada parte de aquellos dibujos que tanto le habían fascinado. Él pensaba que si eso lo hacía BeomGyu, entonces tenía un increíble talento. Sus dedos acariciaron levemente la punta de la hoja para pasarla. Los dibujos eran muchos, y no solo de HyeMin (aunque la mayoría eran de ella), sino también de todos sus compañeros de salón... Siguió pasando y pasando, hasta que llegó a las últimas hojas. Decidió empezar desde el principio hasta los bocetos ya vistos primeramente, ya que la primer parte del cuaderno no la había explorado.
—Vaya, BeomGyu tiene un talento increíble... —susurró SooBin, levantándose del suelo sin despegar su mirada del cuaderno casi por ningún momento.
Caminó por los pasillos hasta salir al patio, decidió pausar su exploración hasta llegar a un árbol grande y lejano dentro del jardín del colegio (y es que entrar a clase ahora sería un desperdicio, porque tendría que aguantarse todos los regaños del profesor y las burlas de algunos compañeros, así que mejor no) para sentarse y volver a ver los dibujos que el cuaderno de BeomGyu tenía.
Llegó a una página en la que el rostro que estaba en ella le era conocido: porque era él. BeomGyu también lo había dibujado a él, como a todos sus compañeros. Su sonrisa se ensanchó. Realmente deseaba contarle a HyeMin sobre esto, que ella se enterara que él dibujaba a todos sus compañeros y que quizá, solo quizá, sentía algo de carácter amorosa para con ella. Realmente esa idea le entusiasmaba mucho, él solo quería verla feliz con el chico que le gustaba. Él sentía que ellos eran muy compatibles.
Decidió esperar. Tenía que pensar en cómo le diría todo lo que pensaba a HyeMin para luego hablar junto a ella con BeomGyu. En su cabeza el plan sonaba perfecto, porque no tenía idea de lo que ese cuaderno y aquellos dibujos significaban para el joven de vestimenta rosa pastel. Una sonrisa de esperanza por ver a sus dos amigos juntos se formó en los dulces labios de SooBin, quién se levantó con cuidado de no romper ninguna parte del cuaderno, y escuchó el timbre sonar indicando el inicio del segundo receso; iría por sus cosas disimuladamente y luego volvería a casa.
