CAPÍTULO 01

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advertencias: contenido homosexual. drama. fluff. fack. mención al cast de it y stranger things. temas sensibles.

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« 𝒋𝒂𝒄𝒌 »

Quedaban dos días. 48 horas antes de comenzar mi martirio: volver a la escuela. Había disfrutado las vacaciones de verano tanto como pude, pues era consciente de lo que me esperaba al regresar e iniciar mi último año como miembro de la escuela más miserable de todo Los Ángeles; cuando uno es niño y crece viendo películas de comedia juvenil, se ilusiona con la idea de llevar una vida escolar maravillosa. Sin embargo, la realidad es un balde de agua fría con el que me he estado bañando desde hace muchos años.

Honestamente, estaba tan harto de mi vida académica que preferiría ser aplastado por un elefante antes de volver a pisar la escuela en donde, lamentablemente, sería reinscrito para el nuevo ciclo escolar. Y no se trataba únicamente del estado deplorable en que se encontraba la escuela, o de las deficiencias con el personal docente o administrativo, sino de todo un pequeño cúmulo de situaciones que me estaban arrastrando a la locura. O más bien, al límite de mi aburrimiento.

La rutina me agobiaba, y deseaba con todas mis fuerzas poder encontrar algo que me sacara de la zona de confort en la que había caído por la falta de novedad en mi vida.

— ¿Hay un lugar cerca de aquí en el que hayan elefantes? —pregunté con cansancio, cuando descubrí que mamá estaba preparando los papeles de reinscripción.

— Me temo que si quieres ser aplastado por algo, será más sencillo conseguir un tractor —respondió ella con burla.

— ¿Por qué no me puedo cambiar de escuela?

— Tu padre no quiere pagar más de lo que hace, y yo no tengo dinero suficiente para completar los gastos de otra escuela.

— Pero mamá... —intenté quejarme, pero ella me detuvo con una seña de sus manos, para que no la desconcentrara.

— ¿Pero qué? —oí la voz gruesa de mi padre justo detrás de mí.

— Esa escuela es horrible, y no la aguanto más —seguí.

— Jack, ya te he dicho muchas veces que lo importante no es el lugar donde estudias, si no lo que vas a aprender.

— ¿Y crees que en una escuela de mierda como esa voy a aprender algo? ¡Por supuesto que no!

— Jack, la boca —regañó mi madre, prestando atención únicamente a lo que le convenía.

— Lo siento, ¡pero es verdad lo que digo! Papá, estoy por empezar mi último año de preparatoria. Es el momento crucial para empezar a decidir quién seré en el futuro y a lo que me dedicaré para lograrlo. Necesito las mejores oportunidades para asegurarme una buena vida. Por favor, por una vez te pido que te sacrifiques por mí, sólo un poco.

Mi padre me miró largo rato, cómo decidiendo si estaba hablando seriamente o si sólo quería manipularlo. Puede que estuviera haciendo mi mejor cara de cachorro lastimado con tal de conmover aunque sea un poco ese corazón de piedra que el hombre tenía en el pecho, pero yo realmente hablaba muy en serio.

— Bien —dijo tiempo después, sonriendo con picardía—. Hagamos un trato.

No, mierda, no.

— Te escucho —dije con ojos entrecerrados, llenos de absoluta desconfianza.

Nunca era bueno hacer negocios con hombres tacaños.

— Si este semestre tú sacas las mejores calificaciones, o al menos lo suficientemente altas para conseguir una beca que te de la cantidad suficiente de dinero para pagar una inscripción, dejaré que te cambies de instituto —propuso con altanería.

— ¿Al que yo quiera? —pregunté.

— Al que tú quieras —respondió mirándome a los ojos.

—Bien , panzón, ¿cuál es el truco?

— ¿Panzón? Angela —llamó a mi madre—. ¿Tu hijo acaba de llamarme panzón?

— También es tu hijo, y nosotros no criamos a un mentiroso —atacó sin piedad.

— Bien, no sé qué ganas tiene la gente de ofenderme hoy. La cuestión es, que no hay ningún truco, Jack. Sólo quiero ver qué tan orgulloso de ti puedo llegar a estar y qué tan capaz de mejorar eres; yo pagaré cualquier escuela que no rebase mis límites si tú logras algo de lo que estoy pidiendo.

— Por un momento pensé que te habías golpeado la cabeza, pero veo que sigues siendo el viejo tacaño de siempre —me burlé.

— Este viejo tacaño sólo está viendo por tu futuro.

— Claaaro —dije sarcástico—. Con esa voz casi te creo la mentira.

— Mocoso descarado, ya mejor vete a dormir —dijo él, jugando.

— Me voy porque tengo sueño, no porque tú me lo estés ordenando —aclaré, mientras me ponía de pie.

Antes de abandonar la cocina, me acerqué a mi madre que ahora lavaba los trastes para besarle la mejilla, mientras que a mi padre sólo le saqué la lengua, recibiendo a cambio el mismo gesto infantil.

Yo reí, y a paso veloz subí hasta mi cuarto. Tan pronto como estuve en la seguridad de mis cuatro paredes favoritas, me tiré en mi cama, pensando en la propuesta de mi padre; aunque yo lo consideraba un perfecto estafador, realmente deseaba creer en su propuesta. Sin embargo, lo que tenía de astuto lo tenía de tacaño, y por eso siempre nos ponía limitaciones económicas a mi madre y a mí. Ningún centavo se le escapaba.

Aunque... este pequeño trato no tenía nada de arriesgado y al parecer carecía de engaños. Las palabras habían sido bastante claras, y tenía dos alternativas para ganar. Mis calificaciones eran regulares, y me había mantenido en el mismo nivel desde hace varios años atrás, sólo era cuestión de subir un par de escalones más.

Mientras mi mente maquinaba una forma de mejorar mis calificaciones tan pronto como fuera posible, el sonido del claxon de un auto siendo presionado tres veces fue lo que me distrajo de mis pensamientos.

Yo siempre había sido un entrometido de primera, así que rápidamente me asomé a la ventana para saciar mi curiosidad, y vi el vehículo estacionado a unas cuantas casas más a la izquierda, frente a una muy grande y bonita. De ahí salió un chico alto y delgado de tez blanca, vestido de negro.

Jamás lo había visto en mi vida, por lo que suponía que recientemente él y su familia se habían mudado ocupando la casa del vecindario, pero no pude darle demasiada importancia ya que las risas y gritos de sus —supongo— amigos llamaron mi atención.

Yo jamás podría llegar a ser así con nadie porque ni siquiera tenía amigos, a excepción de Reylynn; ella era lo más cercano a una amiga que yo pudiera tener.

Vi al chico subir al coche, y luego todos partieron juntos a saber Dios qué parte de la ciudad.

Cuando el auto escapó de mis ojos curiosos, escuché los pasos de mis padres subir las escaleras, lo más probable es que vinieran a mi cuarto. Por eso, antes de que tocaran la puerta, yo abrí con rostro serio, y sin dudar un segundo más le dije a mi padre:

Acepto.

Él me miró, confundido.

— ¿Qué? ¿Te propusieron matrimonio?

— Me propusiste cambiarme de escuela, y yo estoy aceptando tus condiciones.

Su ceño se relajó, y me sonrió.

— ¿Estás seguro?

¿Lo preguntaba en serio? Ahora el incrédulo era yo; me la pasaba quejándome cada segundo del día por la horrible escuela en la que estudiaba, ¿no estaba conforme con eso?

Volteé a ver en dirección de la ventana, recordando lo que mis ojos habían visto hace unos minutos atrás. Yo también quería sentir la alegría de estar con amigos, como aquellos chicos.

Sí.

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gracias por leer ¡!

AMIGOS A LAS 10 ; fackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora