01

18 3 0
                                    

Un pequeño chiquillo de cinco años era recogido del jardín de niños por su madre soltera, una sencilla y joven mujer de cabellera negra y ojos castaños. El chiquillo le comentaba emocionado a su joven madre que había sido invitado a jugar con sus compañeros de clase, dejando por fin la biblioteca y sus atesorados mangas de animales superhéroes. La madre le escuchaba atenta, aliviada porque su hijo estaba haciendo sus primeros amigos, ella sonreía bastante para ocultar su rostro de nervios provocado por la cita con el psicólogo que su hijo tendría al día siguiente. La pequeña familia estaba iluminada por la luna llena, la primera luna llena del invierno. Caminaban de la mano para no perderse en el transitado centro de la ciudad, el frío viento los guiaba y la familia era precavida al cuidarse de no pisar la sobrante nieve acumulada en las orillas de la vereda. La pequeña familia se detuvo del todo cuando pasaron por una panadería, allí entraron para formarse en la pequeña fila de tres personas antes que ellos, comprarían pan y unas cuantas galletas para acompañar el frío. Chanyeol sonreía de oreja a oreja, volvería a encontrarse con su amigo el panadero para hablar de los tipos de galletas existentes. Chanyeol estaba emocionado, saltaba de la alegría en esa fila esperando su turno agarrando de la mano de su madre vestida elegantemente. De pronto, un feroz viento que arrastraba una caja golpeó el gran vidrio de la puerta de la panadería estilo británica, y aprovechando que su madre estaba revisando las llamadas perdidas de su celular, Chanyeol salió corriendo de la panadería para cumplir el deseo de su curiosidad. El joven muchachito abrió silenciosamente la puerta de salida para contemplar la caja que había golpeado contra la puerta de la panadería, se acercó para abrir aquella caja de golosinas y cuando terminó por abrirla encontró un gatito color chocolate tiritando del frío. Chanyeol lloró en silencio, su sensibilidad se exponía a pesar de que en casa de su padre le decían que los hombres no lloran, con delicadeza tomó en sus manos al pequeño gatito, el que asustado le contemplaba con sus pupilas dilatadas a la vez que se inclinaba hacia adelante para olfatear curioso, el pequeño de cabellera negra le guardó dentro su abrigo y no mucho después salió su madre asustada para reclamarle como progenitora el por qué su hijo no le había anunciado que deseaba salir fuera de la panadería, entre lágrimas el joven Chanyeol no pudo ocultar el secreto, le mostró el gatito para volver a llorar y pronunciar que afanaba cuidarlo de una manera apropiada con el fin de jamás volver a verlo con frío o hambre.

Los años pasaron, Chanyeol y el gatito Baekkie crecieron con rapidez y sin falta de juegos y risas. La madre de Chanyeol no perdía el tiempo, tenía más de quince álbumes llenos de fotografías únicamente de su hijo y el gatito. Todo era perfecto, eran años adorables aunque estuvieran bajo una tormenta de problemas económicos y sentimentales.

💮🐈💮

No era mentira que todo el vecindario sabía que la madre de Chanyeol se estaba divorciando de un cerdo, narcisista, alcohólico y mujeriego. Tampoco era mentira que en la juventud de Chanyeol le tocaba pasar por el peor momento, ir de mano en mano. Había días en los que Chanyeol amanecía en casa de su padre, quien siempre tenía a una mujer diferente cada vez que le visitaba, había otros días en los que amanecía en casa de sus abuelos paternos, quienes apenas se preocupaban de alimentarlo porque estaban ocupados en hablarle mal de su madre. Fue gracias a una buena jugada que después de pelear durante seis años su madre pudo quedarse con la custodia, y poner una orden de alejamiento al padre. Podría decirse que hasta ahí todo era un cuento de hadas, pero como la vida nunca puede estar en paz, su madre fue diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica: una enfermedad que avanza constantemente, que afecta a los músculos con debilidad absoluta y aparentemente sin cura. Chanyeol tenía unos dieciocho años cuando su madre comenzó a usar un bastón para caminar, a sus diecinueve su madre ocupaba una silla de ruedas, y para sus veinte cargaba el ataúd de su madre sobre sus manos.

Gato Encantador | OMEGAVERSE | • G A B R I •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora