Capítulo 11: Baño.

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-Vete de aquí cabrón!.- Le grité en el mismo instante en el que tomaba la toalla para taparme el cuerpo.

-Lo-Lo siento.- Dijo tartamudo mientras sus mejillas se tornaban rojas. Bajó la mirada.

- Y qué esperas? Largate.- Dije completamente furiosa.

- Es que, no puedo.

- Qué carajos dices. Déjame.

Subió su mirada y me miró. Se acercó hacia mi casi corriendo y me abrazó. Me abrazó como si nunca hubiese abrazado a alguien. Hizo que mi toalla cayera. Pero a él poco pareció importarle. Él continuó abrazándome.

Y yo lo abracé de vuelta.

Nos abrazamos fuerte.

Y nada nos importó. Se sentía bien.

Me soltó de repente y me tomó por los hombros mirándome con cierta dulzura directamente a los ojos.

-Lo siento.- Dijo agobiado. Se dio media vuelta y salió por la puerta cerrándola completamente.

Qué habrá sido todo eso? Fue dulce. Pero estúpido a la vez.

Me metí a la tina y me dispuse a bañarme. Mientras pensaba en lo ocurrido recientemente.

Será que él siente algo por mi?. No, eso no es posible.
De todos modos, se sintió bien. Basta.

Su contacto seguía latiente en mi cuerpo mientras pensaba en sus grandes brazos aplastándome contra su pecho.

Terminé de bañarme y me vestí con la pijama. Salí del baño y me fui en dirección donde se encontraba Ian.

- Creo que me iré.- Dijo un tanto avergonzado.

- Te veo mañana?.- Dios por qué estoy diciendo estas cosas.

- Por supuesto que sí. Te espero a la salida de tu trabajo. Esta bien?

-Me parece perfecto.- Dije sonriéndole.

Tomó su chaqueta negra y caminó en dirección a la salida del departamento. Lo seguí para dejarlo y poder despedirlo.

Se apoyó sobre el marco de la puerta y me agradeció por el hospedaje, y se disculpó nuevamente por lo ocurrido.

Le sonreí y acaricié su mejilla.

Se dio media vuelta y comenzó a caminar por el pasillo en dirección al ascensor.

Salí del cuarto y lo tomé de su muñeca haciendo que se detuviera. Volteó y me miró. Rió.

- Qué pasa?

-No lo sé.

-Entonces déjame ir.

Lo solté y sonreí.

Caminó hasta mi y me tomó por las mejillas con ambas manos. Besó tiernamente una de ellas. Y se marchó.

Entré en mi habitación cerrando la puerta y apoyándome contra ella.

En serio él me hacía mucho bien.

Al día siguiente debía ir al trabajo y decir que me había enfermado de no sé que cosa. Solo para justificar mi inasistencia. Que irresponsable me siento.

Pero valió la pena haber faltado. Porque fue un gran día.

Junto a él.

Estúpido, dame amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora