Cap.4 "Desaparecer".

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—Me llamó Rose Reed, cariño. Soy la abuela de Atlas —se presentó con dulzura.

—Es un gusto escucharla. —Hice una cara de "¿debí decir conocerla? pero no estoy viéndola".

—Lamento molestarte a estas horas, Atlas me dejó dicho que te llame ayer pero lo olvidé por completo.

—Oh. —Él no se había olvidado de mi. —No hay problema Rose. ¿Él está...?

—Él está bien, querida. Solo que he querido remodelar un poco mi casa y lo he tenido de constructor aquí. Perdona por robártelo estos días. —Se rio un poco.

Mi mente se fue de la realidad, imaginando a Atlas con un pantalón cargo, sin camiseta y con un martillo en la mano. Zoey, babeas el tubo.

—Pero mañana irá a la escuela, no te preocupes. Espero conocerte pronto.

—No hay problema Rose. Gracias por llamar y yo también deseo conocerte.

—Adiós, mi niña.

Oí cómo cortó la llamada pero me quedé allí parada, con el teléfono en la mano.

Confié en que Rose me decía la verdad y el miércoles vería a Atlas. Pero ya era miércoles, habían pasado dos horas de clases y él no estaba ahí. Luego de la próxima clase teníamos el almuerzo y sería muy frustrante tener que distraerme con algo para no pensar en el.

Abrí mi casillero metiendo libros con furia dentro de él cuando unas manos taparon mis ojos detrás de mi. Reconocí ese choque electrizante pero en vez de besarlo quería golpearlo. Por desaparecer sin avisar, por no decirme que no íbamos a vernos estos días. Y sé que es egoísta pedir estar todo el tiempo con él, que en realidad venía a estar con su abuela. Pero no era que quería que estuviese conmigo todos los días, sino el saber dónde iba a estar para no preocuparme.

—¿Quién soy? —preguntó forzando otra voz.

—Mm, ¿el idiota que desapareció durante tres días sin avisar? —fingí pensar y me soltó para apoyarse en el casillero a mi lado.

—Fueron dos días y si te avisé. —Me crucé de brazos y lo observé.

—Necesito tu número. O tu dirección. O algo donde encontrarte si desapareces así —dije seriamente.

—Puedes encontrarme en tus sueños. —Se acercó para besarme pero puse dos dedos en sus labios, deteniéndolo.

—En serio Atlas. Hiciste que Rose me llamara —lo reprendí.

—Lo siento, estaba ocupado. Si te hace sentir mejor, casi me arranco tres dedos clavando clavos por toda la casa y aún siento que mi piel tiene olor a pintura.

Sonreí sin quererlo y negué con la cabeza. Observé su camiseta y fruncí el ceño, sin saber a qué banda provenía.

—¿Believe Tour? —pregunté leyendo las letras doradas en su camiseta negra y la sombra de un chico parado de perfil—. ¿De qué banda es eso?

Él se tensó en su lugar, sin saber que contestar. Ladeé la cabeza, confundida por su reacción.

—Es... Una Banda, de los años 60. Es muy antigua, ni habías nacido cuando se escuchaba —tartamudeó y se rascó la nuca, totalmente nervioso.

Nosotros ante todoKde žijí příběhy. Začni objevovat