𝟤𝟣| 𝖤𝗅 𝗃𝗈𝖽𝗂𝖽𝗈 𝗋𝗎𝖻𝗂𝗈

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Lx Aᴍᴇʀʏ

—Lo siento—me disculpé, y me senté abrazando mis rodillas—Lo siento, no quería hacerlo—negué con la cabeza—Bueno, sí quería, pero no debí...—

—Hey, está bien—Alex se sentó—No pasa nada, lo entiendo—

—Qué mierda—eché la cabeza hacia atrás—Ahora lo he fastidiado todo—

—Para nada—negó él—Tranquila—

—¿En serio?—me sorprendí al escucharle.

—Si, claro—respondió—En realidad, y no quiero herirte con esto, te veo más como una hermana pequeña—

No me había herido en absoluto. La verdad es que era lo mejor que podía haber dicho.

—Vaya, supongo que no puedo gustarle a todo el mundo—sonreí.

—Oye, eres genial, ¿vale? Pero eres la hermana de uno de mis mejores amigos, y es... raro—

—Ya, supongo—

—Y me gusta pasar tiempo contigo porque eres... el vivo recuerdo de Jake—añadió—Eres su sangre, y eso te convierte en alguien importante para mi—

Asentí en silencio y volví a tumbarme sobre el césped, con la vista fija en el cielo. En las estrellas.

No podía evitar pensar en JJ.

Tal vez si supiera por qué lo hizo... tal vez podría dejarle ir.
Pero no me lo dijo.
Habló sobre que estaba borracho, pero no es eso. Lo sé.

Él siempre me ha cuidado, siempre ha estado para mi. No puede esfumarse sin más.

—Permítame decirle que está reluciente esta noche, señorita Amery—

Miré a mi izquierda y vi a JJ vestido de camarero.

Al principio sonreí, pero luego me fijé un poco.

—¿Estás bien?—le pregunté.

—Claro, ¿por qué no iba a estarlo?—agachó un poco su cara para que no le viera bien.

No sabía que le había visto con su padre.

Me giré y le hice mirarme, poniendo mis manos en sus mejillas.
Pero al verle, las aparté durante un segundo.

—Dios mío—me sorprendí.

Tenía la cara muy mal. Realmente mal.

Él se apartó un poco y desvió su vista hacia otro lado.

—JJ—hablé—Te vi. Bueno, te vi en el coche, con tu padre—

El rubio se pasó la mano por el pelo.
—Joder, eh, no te ralles ¿vale? No es nada nuevo—

—¿A qué te refieres? ¿Suele tratarte así?—

—Tengo que irme, Lex, nos veremos por ahí—

Le quitaba hierro a sus propios problemas y se centraba en los míos, como si yo fuera lo único importante.
Me negaba a pensar que ya no me quería.

Entonces recordé que no me había quitado el collar.
Lo rocé con mi mano derecha y fruncí un poco el ceño. ¿Debía devolvérselo?

𝖥𝗂𝗋𝖾 [𝖩𝖩 𝖬𝖺𝗒𝖻𝖺𝗇𝗄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora