Capítulo 4

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3 de febrero 2018
Moscú, Rusia

Artur Kuznetsov tiene todo calculado  y listo para empezar su venganza. Solo necesita la víctima, pero no tiene prisa. Disfrutará cada cosa que haga, cada bala, cada centavo y cada desvelo.

Camina por el frío piso de madera de su habitación, su semblante y corazón no se llevan ventajas con el suelo. Son fríos y duros. Toma la camisa blanca y se la coloca dejando los dos primeros botones abiertos. Se coloca los zapatos, se peina su cabello negro y sedoso que le cae un poco más abajo de los hombros. Por último toma su máscara negra que oculta su tenso y hermoso rostro. Siempre está en medio de las personas, pero nadie sabe quién es. En la mafia es el lobo, en la sociedad un hombre respetuoso y respetable, empresario y solidario.

Dos identidades, una persona, mismo propósito... Una venganza dulce.

Sale en busca de su mano derecha para ir a recoger un cargamento junto al muelle. Le dicen el zorro, son amigos de la infancia y se aman como hermanos.

—Debemos irnos —dice Artur topando el hombro de su amigo.

—Vamos —dice levantándose.

Los dos salieron con sus secuases detrás. Ambos derrochan elegancia, belleza y fuego. Artur da más miedo que su amigo y sus ojos verdes cuando se dilatan erizan hasta el último bello de la piel.

—¿En serio le dijiste que hemos hecho trios de besos? —pregunta Lucía sorprendida.

—Oh si. —dice Olivia satisfecha.

—No es nada. Si nos gustan las chicas o somos bis no es algo del otro mundo.

Las chicas comen en la habitación mientras buscan algo que ver para pasar la tarde y parte de la noche. Olivia no ha sacado de su cabeza el mensaje que recibió.  Es como si alguien la estuviese observando. Intentó llamar al número de dónde procedió el mensaje, pero ni siquiera timbró.

La situación la aterraba. La conversación de su padre, el no dejarla ir sola a clases ni al centro comercial, el pedirle que encendiera su GPS y compartirle si ubicación actual. Es bastante extraño.

Dos días después

Olivia se encuetra en una cena benéfica, no tenía deseos de asistir, pero su madre insistió hasta más no poder. Luce un vestido azul hasta la pies, su pelo recogida en un moño con algunos mechones sueltos, un maquillaje elegante y para la ocasión.

—Tu hija es toda una muñeca —dice un señor de unos 40 años.

—Oh gracias —dice sonriendo. 

Ya está acostumbrada a ser piropeada por los amigos de su padre. Algunos lo hacen con buenas intensiones otros no. Y no es para menos. Olivia es una chica bastante hermosa, un cuerpo envidiable, una sonrisa encantadora y unos ojos que destellan ternura. Azules como el cielo

Olivia camina de un lado a otro, toma unas que otras copas, saluda algunos y a otros simplemente los ignora. Se acerca a un grupo de hombres en donde reconoce a uno. Lo vió llegar al lugar en donde estuvo con Jhonny cuando siguió a su primo Leonardo.

—Buenas noches —dice sonriente y coqueta. Todo sea por sacar información.

—Buenas, señorita  Smith —dice uno extendiendo su mano. Toma la de Olivia y la besa.

Los demás saludan y entre risas, piropos y diálogo, Olivia descubre el nombre del hombre y si antes le daba miedo...ahora más. 

—Me retiro —dice sonriendo. Avanza de prisa al baño a medida que se aleja de los hombres. Saca su celular para escribir a Jhonny quién dijo que la ayudaría en lo que sea.

Sale después de retocar su maquillaje. Camina por el salón de eventos buscando algo que tomar y alguien para hablar. Siente que alguien se acerca por detrás y luego siente una pistola en su espalda.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora