Me dio un abrazo, y dijo que era su amigo.

—Tenía motivos —murmuré.

—¡Claro! Esos mismos motivos, llevaron a una gran discusión en la legión. ¡Cortándote las hijo de puta alas! ¡Marcándote! ¡Ahora me vienes a decir que te gusta! —levantó la voz, furioso. Sus fosas nasales se abrían con magnitud cuando exhalaba.

—Podemos resolver esto sin llegar a la violencia —Callum se acercó a nosotros, alzando sus palmas, de manera para que Atom se relajara. Calum le gustaba la pasibilidad, su actitud era la de un hippie.

Atom ignoró las palabras de Callum. Me sacudió al liberarme de su agarre, y con su dedo me apuntó severamente—Deshazte de esos repugnantes sentimientos. No eres ni serás el último ángel que lo ha hecho, Sullivan. Traerás consecuencias con el tiempo. Muy malas consecuencias.


En la actualidad Atom dejó de tomar el tema tan apecho. Por supuesto, qué podría seguir interesándole, si había quedado desterrado. Sus intensiones siempre fueron hacerme entrar en razón. Desde nuestra creación, hace 473 años, fuimos los tres siempre. Y Atom se acostumbró a la idea, que éramos una verdadera familia, verdaderos hermanos. Lo que menos quería él, era perder a uno de sus hermanos. Quien tomó la decisión de permanecer a mi lado hasta que Gwen cumpliera los dieciocho, fue él. Podría pensarse que pudo haber sido Callum, pero no.

Él dice, que sin amor, que cuando nadie te importa, nada podrá lastimarte. Eres inmune a la debilidad.

Unos de los miedos de Atom, es la soledad. Aunque lo niegue.

—¿Por cuánto tiempo piensas quedarte aquí? —le cuestioné a Atom. Sin quitar mi vista del camino, iba al volante.

Desde su lado del copiloto, sacó de la guantera, una caja de chicles, tomando uno para metérselo a la boca —Menos de un mes. Es arriesgado —informó mientras lo mascaba.

—Así que, en un mes no nos veremos más —le eché una mirada rápida.

—Es lo recomendable. Con el tiempo ustedes envejecerán y yo seguiré viéndome como un puberto —lanzó una risa entre dientes. Reí también negando con la cabeza.

—Esto es raro —espeté. Lo miré por el retrovisor. Cambié la velocidad y giré a la derecha. Una jodida fila de carros. El semáforo marcaba rojo.

—¿Qué es raro?

—El cambio —respondí.

—Si bueno...—se pasó los dedos entre su cabello —¿Es lo que hay, no?—cuestionó. Pensé que diría algo como: si bueno, el cambio es tu culpa. Todo esto pasó porque así lo quisiste. Y sus típicas respuestas.

—¿Tú estás seguro de quedarte en la legión? —pregunté, finalmente a donde me quería dirigir.

—Es mi lugar, Sullivan. A pesar de la discordia, no todos los ángeles somos corruptos. Por así decirlo —me detuve justo en frente de ese centro comercial, a donde Atom me pidió que lo trajera. Y en donde me encontraría con Camille. Apagué el motor, y quedamos en completo silencio, hasta romperse por mi.

—Fuimos más demonios que ángeles. No hay diferencia entre ellos y nosotros, bueno, ustedes —me retracte entre las palabras. Tenía la costumbre de integrarme a ese círculo.

—Así es la vida como la conozco —se encogió de hombros —Créeme Sullivan, jamás podré pensar como tú y como ahora lo hace Callum —era cierto, Atom no cambiaría su opinión. Y Callum, Callum siempre se amoldó a esto.

—No intento cambiarte de parecer —fruncí el ceño con diversión. Tal vez si lo trataba de hacer. Él había reído.

—¿Qué tal van tú y Gwen? —preguntó. Cambiando el tema.

Ángel 234(I&II)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora